Partida Rol por web

Otros Mundos I : Los Chicos de Jim Hopper

Día 1. Infierno esmeralda.

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26/07/2022, 19:30
Rico Flores

Asintió en silencio a la orden de Linda. Quitó el seguro de su rifle, montándolo antes de acercarse más y no ser detectados por ese sonido.

Vigilaba los movimientos de la mujer, entre 10 o 15 metros a su alrededor por si alguno de los guerrilleros hacía ademán de haberla detectado, eliminarlo antes de que pudiera dar la voz de alarma…

Tenían su objetivo. Éste despareció tan rápido que pareciera que se lo había tragado la tierra. Oteó las cercanías con su visor. Ningún movimiento raro, ninguna voz más alta de lo normal… Allí no había pasado nada. No tocaba apretar el gatillo todavía.

Esperó unos minutos antes de volver, para asegurarse de que nadie se había enterado de nada. Regresó lentamente hasta el grupo… Vio a Linda y los dos gorilas irse a vigilar el perímetro. 

 

Merl amenazaba al prisionero con un descomunal machete, el cual tenía toda la pinta de convertirse en el típico micrófono que usaban los periodistas para conseguir una declaración. Aunque esto no era ningún noticiario…

Tradujo las preguntas y respuestas, pero se iba dando cuenta también que el miedo que sentía, no provenía sólo de ellos, del cuchillo de Merl o de lo que pudieran hacerle… las miradas huidizas hacia la espesura de la jungla le despertaron de nuevo el desasosiego que sintió con anterioridad. 

 

Rico volvió a escrutar la selva, dejando aparcada la traducción durante unos instantes… Seguía sin ver nada que no estuviera fuera de lugar. Agitó la cabeza y volvió al prisionero. Esta vez dijo algo sobre una espía. Si se habían llevado al americano, allí ya no pintaban nada…

 

Miró a Hopper interrogativamente - ¿Gonsalves...señor?- no habían dicho nada sobre una mujer, pero bien es sabido que la información siempre resulta más vaga e insuficiente de lo que debería ser…

 

Lo que estaba claro era que el chaval había intentado fumarse su último cigarrillo sin saber que no iba a salir de ahí con vida. Veía la esperanza en su mirada, la desesperación en su tono de voz, dando un último obsequio para comprar su vida… Agachó la mirada.

 

Estaban actuando más partes de las previstas, eso no era bueno. Pero no tocaba otra que adaptarse a las circunstancias. Esperó a ver si mostraban interés por ese nuevo dato y cuál sería el siguiente paso.

 

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30/07/2022, 09:54
Morgan Merl

El tipo parecía decir la verdad. O eso, o era el mejor actor que hubiese conocido en su puta vida. No, el guerrillero estaba cagado y meado hasta los huesos. 

El cabrón americano y una zorra espía. Gonsalves. De eso no estaban informados. Lo que sí quedaba claro era que los hijos de puta del otro grupo se habían llevado a su hombre. Mercenarios contratados por otra agencia. ¿Y ahora qué? Tal vez lo más práctico era regresar y explicar que el "americano" fue liberado por otros americanos. 

Se pasó la lengua por el interior de los labios. Miró a Jim -Creo que va siendo hora de contactar con ese capullo -se refería a Dillon. Lo dijo sin presión, luego el capi ordenaría lo que le diese la gana. 

-¿Qué más nos puedes decir del grupo que os atacó? -alternaba la mirada entre el prisionero y Rico.-¿Cómo te llamas? -Morgan dejó que fumase, que dejase liberar un poco la tensión, durante unos segundos. Separó unos centímetros el cuchillo de su garganta. Le daba espacio.

Esperanzas.

-¿Y esa espía? Háblanos de ella. - Había algo más. -¿Quién ordenó la carnicería del helicóptero derribado? ¿A cuento de qué esa barbarie?

Otra cosa que notó. Una sutileza, no sabía si por la traducción de Rico o qué. Quiso averiguarlo- ¿Quién os ha estado asesinando? ¿Por qué tenías tanto miedo, a quién esperabas ver cuando te hemos capturado?

Muchas preguntas, quizás el guerrillero se hiciese un lío. Aguardó, observando la selva. Al cabrón meón. sus ojos iban y venían, inquietos.

 

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30/07/2022, 15:33
Director

—El grupo que nos atacó…Eran como él —dijo inclinando la cabeza hacia Gustav —. Como él —Tortuga —.O como tú. Americanos. Pero eso ya lo sabes. ¿No? Fuisteis vosotros. Americanos. Americanos.

El hombre se quebró cuando el sargento le preguntó por su nombre. Americanos, europeos, soviéticos, chinos. Todas las potencias que habían visitado su país lo habían hecho con un látigo en una mano y un cuchillo en las otras. Los guerrilleros no esperaban otra cosa que violencia contra ellos. A pesar de ser joven, tenía tantas cicatrices, físicas y emocionales, como cualquiera de ellos. Puede que no fuera un soldado profesional, pero había sufrido como tal. Se quebró con aquella pregunta que denostaba un ápice de simpatía.

—Vais a matarme, ¿Verdad?

Su rostro tembló, la mueca de un hombre que conoce su fatal destino y lo acepta con miedo, contuvo las lágrimas.

—La mujer estaba entre nosotros. Una más. Lista. Siempre cerca de García. Cuando atacasteis, ella sacó al hombre del helicóptero de la celda. Os lo entregó. Pero la dejasteis atrás. García quiere rajarla para ver que sabe. No tendrá esa suerte. Lo hará el ruso. El gigante.

Más preguntas. Algunas contrariaron al muchacho. No entendía el motivo. Respondió igual, apretando los dientes esta vez. Rabia, ira, toda su sangre caliente explotando a través de su boca como una bomba de racimo.

—Tú ordenaste la carnicería, americano. Tú los cuelgas de los árboles, sin sus pellejos. Tú les arrancas los cráneos Dios sabe por qué. Y sus columnas. Tú entras en nuestra base y nos secuestras, uno a uno, por la noche. Y nunca lo volvemos a ver. Engullidos por la selva. Tú nos has estado asesinando. García quería devolvéroslo. Derribó el helicóptero. Sabíamos que eso nos traeríamos problemas. Él nos dijo “Nos están sacando la piel a tiras esos cerdos capitalistas, ¿Qué más nos pueden hacer?”. Asesinos de mierda. Cabrones. Cuélgame de árbol si quieres. Es de ti de quién tenemos miedo, americano —los dientes apretados, furia, un quiero y no puedo.

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30/07/2022, 19:05
Rico Flores

Al retirar Merl el cuchillo de su garganta, fue como si abriese una presa y el guerrillero comenzó a soltar palabras precipitadamente.

 

Siguió con la traducción - Entregaron al rehén a los atacantes. Parece ser que esa tal Gonsalves era una infiltrada y los traicionó... Quieren sacarle información y luego ejecutarla. Pero piensan que fuimos nosotros los que les atacamos - se encogió de hombros - No tiene ni idea de quienes eran, está claro que no fuimos nosotros, pero está convencido de ello...

 

Frunció el ceño cuando empezó a describir la carnicería, los mutilamientos y aquellas atrocidades… Le dio un golpe con la palma de la mano en la frente, que le hizo golpearse la cabeza contra el árbol al que le tenían atado -* ¡Ya cállate, hijo de la chingada, deja la puta mierda esa de pendejadas, hijoeputa!  - se echó un poco hacia atrás, rememorando el espectáculo que habían visto anteriormente. - Señor, quien los atacó fue diezmándolos primero poco a poco, aterrorizándoles con salvajadas como la que vimos en el lugar del accidente - miró alrededor un instante, levantando la vista hacia la espesura, pensativo…- Quizá les funcionó, según dice, García quería librarse del rehén, no quería problemas -

 

Demasiado enrevesado... Aquello no tenía sentido para él...

Notas de juego

* Cursiva negrita = español 

 

Mejor que ponerlo subrayado ¿No?

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30/07/2022, 21:35
Jim Hopper

Se limpió las gafas, cuidadosamente. Exhalando brevemente sobre cada cristal, frotando metódicamente cada milímetro cuadrado con una pequeña gamuza que llevaba en el bolsillo, una y otra vez. Una y otra vez.

Daba tiempo para que el prisionero se fuese haciendo a la idea de que no saldría vivo de ahí, para que la información que les proporcionaba se condensara, formase su propia e inequívoca solución. También para que Rico ganase tablas y experiencia, para que Merl... bueno, para que Merl se comiera la cabeza un rato.  De cada diez ideas del sargento, nueve eran mierda pura, pero una de ellas era brillante.

Daba tiempo a que todo eso pasara porque Hopper hacia rato que había tomado una decisión: que Dillon decidiese cual de sus órdenes debía romper.

Llamaremos a Dillon.  A este — señaló al prisionero —Atadle y dejadle aquí.  Si sus compañeros son buena gente y no unos maricas supersticiosos, le encontrarán antes que las hormigas se lo coman.

Se volvió a poner las gafas y sonrió. Rico había traducido lo que le había salido de los cojones y así no podía uno ponerse ingenioso.

Alguien.  Un cártel de la droga, algún puto loco de la contra. ¿Quién sabe? Quizá sea un jaguar cazador de hombres. Ningún americano perdería el tiempo despellejando glutamaltecos.  Olvidad el puto asunto, niñas.  Dadme tres minutos con Dillon.

 

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31/07/2022, 07:36
Jim Hopper

—Dillon, coge el teléfono y averigua por qué hay otro puto* grupo de americanos que se han llevado a nuestro hombre. Se lo llevan al triángulo de las bermudas, a donde nos dijistes que nanai.  Averigua qué coño pasa, Dillon.  Y pregunta por una tal Gonsalves, ha sido descubierta y se la van a cepillar. Es una agente local que espiaba a los rusos de Garsía.

Su tono se volvió algo más serio. 

»Averigua todo ésto, amigo.  Y dame una respuesta, la que sea.  No me gusta el olor de ésto, no me gusta nada. Seguiremos en la brecha si el Pentágono quiere, pero, en mi opinión profesional, deberíamos abortar la misión.

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01/08/2022, 00:35
Director

Linda extendió la antena portátil y empezó a trastear con la radio; longitud de onda, frecuencia, ruido. La selva no era el mejor lugar para hacer una llamada privada. Un buen operador de comunicaciones, con experiencia y conocimientos técnicos, hubiera tardado quince minutos en efectuar la llamada. Linda lo logró en menos de cinco. Era su pequeña hada de la suerte, siempre haciendo su magia.

—Puede que no le oiga bien, señor. Si nos adentramos más en la selva, la próxima vez tendré que buscar una posición elevada dónde desplegar la antena.

—Te oigo alto y claro, Jim —la voz gruesa del negro apenas tenía un poco de ruido.

Casi podía verle, sumido en las sombras de su nuevo despacho salvo por la luz de una lámpara de mesa, su ancho brazo agarrando el auricular con furia, su corbata de seda a cuadros colgando ridículamente de su cuello de toro. Escuchó, paciente. Esperaba esa llamada.

—Hay más de lo que parece, Jim. Por eso te elegí. No sé qué narices hay en ese triángulo de las Bermudas, pero creo que es nuestro. O de un aliado. No quieren que nadie lo sepa. Nuestro hombre…si me preguntas, tenía negocios en ese lugar. Pero fue derribado antes. Entiendo que lo rescatasen. ¿Entonces porque enviarte a ti y a tus muchachos? Inteligencia quería barrer este asunto. Ellos lo solucionarían. Hay un par de peces gordos aquí. No me gustan. Hago preguntas y cuchichean, pero no abren la boca —silencio, mascaba una buena respuesta para su amigo —. El hombre que buscamos tiene amigos importantes. Muy importantes. Mis órdenes provienen de arriba. Tienes que seguir en la brecha amigo. Si se lo han llevado, tu misión sigue siendo la misma. Puede que esos tipos sean americanos. Pero no sé si serán amigos nuestros. Ya sabes, estos hijos de perra son celosos de sus secretos.

Cambió de tema, ahí no había discusión posible.

—No me han informado de que hubiera una espía entre los hombres de García. Ya sabes cómo funciona esto, Jim. Cuando una tropa es destinada en un país hostil suelen buscar chivatos, informadores, espías, entre los locales. Les utilizan, les pagan poco y luego les abandonan. Diría que esa mujer es quien mejor te podría contar con quien estamos tratando. Pero si la rescatas, pasará a ser tu equipaje. Y tu problema.

Una carga más siempre evitaba correr ligero.

—Escucha, no estás solo en esto. Dame un par de horas, puede que tres. Vuelve a llamarme. Voy a despertar a unos cuantos chupatintas para sacudirles un poco. Voy a hacer algo de ruido, Jim. Mientras, sigue adelante, pero ten cuidado. Corto y cambio.

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01/08/2022, 10:39
Jim Hopper

El aguila de cabeza blanca, símbolo de América, era un ave con un magnífico talento para la pesca, pero también podía alimentarse de carroña cuando los peces escaseaban.  A pesar de su imagen grandiosa, no era un animal remilgado u honorable, era un luchador que hacía lo que era necesario para sobrevivir, para vencer.  Como el ejercito del cual formaban parte.

Pero Hopper estaba cabreado.  No lo parecía, tan inmutable y tan frío, casi inhumano, como siempre. Dillon sabía de antemano que algo pasaba y no les había dicho nada. Ahora de repente había algo en ese cuadrante selvático que todo el mundo quería. Algo que podría hacer que sus compatriotas les matasen.  La misión no era tan sencilla como arrebatarles a su hombre matándolos a todos. Había demasiadas incógnitas.

Hopper se veía a sí mismo como un cirujano y a su equipo como su instrumental de precisión quirúrgica.  Odiaba las misiones abiertas, sin objetivos precisos. Eso era mierda de la CIA.

No tenemos tiempo de ir a por Gonsalves.  ¿Qué puede decirnos, que esos cabrones rusos son unos duros hijos de puta? ¿O que los cabrones que se han llevado a nuestro hombre otros hijos de puta aún más duros — miró a Rico un segundo y luego a Gustav. Entendía que ambos se sintieran frustrados. — Ya habéis oído al negrata, dejad los daiquiris y las tumbonas y vamos a por nuestro hombre.  

»Iremos ligeros, más rápido que ellos. Linda, haz tu magia y sácate un atajo del culo.  Rico, cubre a Linda, pero sin ponerte cariñoso.  Gustav, atento a ese jaguar, quiero las armas a punto, si alguien se nos cruza lo quiero muerto.

»Merl, usa ese enorme cerebro tuyo y ve pensando cómo negociaremos con nuestros compatriotas cuando les alcancemos. O por lo menos, como convencerles de que no nos disparen.

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02/08/2022, 15:31
Gustav Bergström

Hasta el momento Gustav había permanecido callado. Muy callado. Algunos pensarían que era una bendición y así era. No estaba ido, ni distraído, estaba concentrado. Concentrado en no liarse a hostias por no dejarle matar a nadie. Llevaban horas en esta puta selva y aun teeenía el filo de su machete limpio y todas las balas que había traído. Joder ¿Para es les habían traído? Encima Jimmy estaba en plan ninja y coartando su creatividad.

“Tranquilo. Seguro que al final, todo se irá de madre y entonces recurrirán a ti. Solo esperar un poco más. Solo un poco más”

Entonces escuchó las nuevas órdenes y volvió en sí. No había entendido muy bien lo que ocurría pero al menos había algún puto loco en esa selva jugando al mismo juego que le gustaba a él. El juego de lo macabro. Y Había que moverse. Con suerte, encontrarían a ese hijo de puta y seguro que entonces Jim no le impediría jugar con él.

- Si Merl no sabe como negociar, siempre puedo encargarme yo –

Y recogió su Ametralladora y se puso en movimiento. Mientras andaba, miró a Linda que parecía seguir preocupada. Eso era extraño, esa pava tenía más huevos que la mayoría de los soldados que había conocido. Gustav miró a su alrededor.

“Será por el calor. Te vuelve gilipollas”

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04/08/2022, 16:40
Morgan Merl

El puto sudaca estaba gilipollas o como una cabra. Americanos. Despellejando a su gente. Qué mierdas… Todo esto apestaba. El sargento no entendía nada, esa pieza del puzzle le seguía esquivando 

Luego Dillon. Hijo de puta. Por supuesto que no le extrañó. Para nada. Acostumbrado a traiciones e información oculta. Pero ahora, sobre seguro, Jim quería ponerse en marcha.

"Se hace viejo". Pensó que él también. 

-Esta vez no estoy de acuerdo contigo, Jim. Esa mujer puede aclararnos las cosas. No como este saco de mierda -señaló al prisionero-. Estoy hasta la polla de moverme en la oscuridad. Aquí hay muchas cosas que no encajan

Miró a Gustav. "Hay que sacar al lobo a pasear antes de que nos arranque el brazo de una dentellada." Regresó la mirada a Hopper.

- Vamos a romperles el culo a esos cabrones y a sus amigos rusos. Gustav necesita sangre. Y nosotros descargar los huevos.

 

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06/08/2022, 10:40
Jim Hopper

—Nunca dejamos a nadie atrás— Jim repitió la frase que había dicho, en alguna ocasión en que las cosas se habían puesto difíciles de verdad.  Era cierto que la espía no era de los suyos, pero, en éste verdor hostil, era lo más parecido a uno de ellos.  

Muy hábil, Merl, usar mis argumentos contra mí mismo.  Te lo compro, pero la panchita será problema tuyo ahora. Tu espía, tu paquete. 

Se sonrió, en el fondo deseaba cargarse a los putos rusos, rescatar a la espía y mandar un sonoro que te jodan al vendido de Dillon.  Harían las cosas a su manera ésta vez, tomándose el tiempo necesario.

Nuestro objetivo es darle bien a los rusos y a sus nanas latinas.  Si podemos rescatar a la espía bien, pero no vamos a poner el culo por ella. Nos acercaremos como dijimos antes, punto a punto.  Pero usaremos granadas desde allí y allá.  El comedor, sala de descanso o como coño se diga el cuarto de las pajas ese de ahí, será lo primero en volar por los aires

»Gustav, nada de duelos a cuchillo con Igor.  Necesito una distracción masiva, una explosión tan grande que la puedan ver los satélites del Pentágono.

»Tortuga. Busca donde poner esa Claymore. No dejaré que te jubiles sin usarla.

 

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08/08/2022, 02:49
Gustav Bergström

Gustav no podía creerse lo que oían son oídos. Estaba tan jodidamente contento que hasta se planteó plantarle un beso a Merl, pero se abstuvo, solo faltaba eso, tener líos con su mujer porque el marine se hubiera enamorado de él. Hizo un gesto al grupo para que se encargaran de volar las torres con los explosivos, él prefería ir a jugar las ligas mayores. Moviéndose lo más discretamente posible, se acercó a los barracones, buscando una ventana por la que pudiera lanzar una granada. En cuanto estallase, entraría y repartiría amor entre aquellos desgraciados.

Notas de juego

No se si aun me has guardado mi tirada de sigilo. Si es así, la utilizo para acercarme al barracón. Si hay ventana abierta, no se si puedo lanzar ya una granada o tengo que esperar al siguiente.

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13/08/2022, 11:00
Morgan Merl

El sargento sonrió al capitán. Una de esas sonrisas torcidas y feas, que en su cara barbuda resultan casi divertidas. Se movió a un lado entretanto Hopper impartía órdenes, y le soltó una tremenda hostia al prisionero con la culata de la pistola para noquearlo. Así dormiría tranquilo. Aunque no le gustaba dejar sacos de mierda detrás que luego pueden perseguirte. Se encogió de hombros, tampoco era que se fuesen a cargar a todos los panchitos y los rusos. Bueno, a los rusos, sí.

Darles duro, reventarles el culo y sacar a la espía. No esperarían un nuevo ataque.

-Linda, explosivos en la torre. Rico, encuentra una buena posición, quiero muerto a García y a los rusos. Yo, apoyaré a Gustav. Luego, mientras él reparte amor, buscaré a la tía esa. Tortuga nos da cobertura con la empalizada, Rico, lo mismo. 

-Linda, después de la torre, limpia el terreno de los enterradores.-  Buscó la mirada de Jim - ¿Te encargas del helicóptero? 

Revisó el fusil, comprobó el equipo. Levantó el dedo pulgar - No quiero heridos. Vamos. 

Se movió rápido y con el mayor sigilo. Buscando siempre cobertura, buscando efectividad y no espectáculo. Eso se lo dejaba al polaco.

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Lanzo por Destreza/armas largas, 75 . Y Poder (frialdad en combate, control nervios), 70

*Pos qué bien XD

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16/08/2022, 08:27
Jim Hopper

Yo os cubriré, chicos. Sonrió al oír el torrente de órdenes de Merl, las cuales parecían esencialmente correctas. —Rico, el helicóptero es tuyo también. Al menos quiero ese chisme fuera de servicio. Era mucho más fácil para los disparos de alta penetración de Rico cargarse el helicóptero que para Jim. 

Cargó su arma y se colocó junto a Gustav.  El polaco era capaz de una destrucción increíble, pero no era inmune a los ataques por sorpresa. Juntos, como tantas veces antes, eran un equipo letal. Lanzaría granadas dentro de los edificios y tras las coberturas. Dispararía contra macheteros y suicidas sin contemplaciones.  No había mejor cobertura para el resto que liala bien liada.​​​

- Tiradas (2)

Notas de juego

Tenéis todos un -10 a la tirada, si conservamos las tiradas.

prfff

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16/08/2022, 19:52
Director

Nadie hubiera dicho nunca que Gustav era del tipo sigiloso. Era la clase de persona que uno podía imaginarse comiendo sonoramente unas patatas en mitad de un velatorio. El gigante fue engullido por el verde. Gustav no era un hombre al que se le dieran bien muchas facetas de la vida. El bricolaje, la decoración navideña, las comidas familiares, el instituto o el arte de la seducción más allá del “Muñeca, ayer soñé con unas peras igual que las tuyas”, eran facetas de la vida que se le escapaban entre las manos, como agua en un colador. Pero había una cosa que se le daba muy bien. Una que suplía todas las demás. Sus compañeros se abrieron en abanico, tras él, mientras Gustav hacia una incursión silenciosa. No sería el mejor amante, pero sabía como complacer a la muerte.

La espalda encorvada, los pasos medidos, la respiración contenida. Soltó el clip de seguridad de la granada, la espoleta empezó su cuenta atrás, silenciosa. Gustav dio un margen. Pegado a la empalizada, arrojó como si nada la granada al interior del cobertizo enemigo. Siempre había alguien que se daba cuenta de todo. Un soldado maldecido con el don de la perspicacia que se percataba de lo que acababa de pasar pero sin el tiempo suficiente para reaccionar.

Uno de los rebeldes del interior del cobertizo vio el arma rodar. Supo, esa era su maldición, que estaban muertos. Soltó un taco, se tiró al suelo tratando de agarrar la esfera de la muerte. Lo logró. Algunos lo hacían, pasaban de la certeza de la muerte a una explosión de júbilo, de éxito. Entonces todo saltaba por los aires.

Una lengua de fuego ascendió entre la construcción, las paredes temblaron, se escucharon gritos que terminaron en silencio o llantos. Primero en el cobertizo, luego por todas partes. Habían sacudido el avispero. Empezaba la diversión.

García fue el primero en asomar el hocico. Muchos líderes rebeldes eran cobardes y astutos, había que sacarles de sus escondites con una palanca y una bomba lapa. García no era de esa clase. Se tomó la explosión como un desafío a su autoridad. Se subió a uno de los vehículos calcinados. Empezó a dar órdenes; claras, concisas. Cada dos palabras, una era una palabrota. Los edificios de la base empezaron a escupir hombres. Los primeros disparos, contra la selva, se empezaron a oír. Parecía que no les importaba mucho contra qué disparar mientras estuvieran escupiendo plomo. Era como si la selva fuera su enemigo.

Rico, uno más con el entorno, ajustó la mira de su arma, dedujo la velocidad del viento. Tensó el gatillo. La cruceta de su ojo estaba sobre el rostro de García. Que feo era el hijo de puta. Antes de que pudiera disparar, el líder rebelde bajó de un salto de su improvisado pedestal y empezó a correr por la base. Rico lo siguió con el visor y apretó el gatillo. Falló. Mitad suerte, mitad destino. García era una rata escurridiza.

Jim, que solo veía plantas y correr algún mono asustado, trató de apoyar a los suyos con una granada. Se lio. Tomó la letal esfera entre las manos, corrió un par de pasos para lanzarla, tropezó con una raíz y se dio de bruces contra el suelo. Sus gafas saltaron hacia arriba, como en el show del pato Lucas. Tardó unos momentos en encontrarlas, llenas de polvo y tierra.

Merl, no muy lejos de su jefe, empezó a disparar. Dos balas logró escupir el cañón de su arma, luego se encasquilló. El equipo americano era el mejor del mundo. El más sofisticado. Pero el calor, el polvo y la humedad devoraban las partes de los rifles como una bacteria de la carne la comida de un buffet sin refrigeración. Tuvo que tirar del percutor dos veces y aún así tuvo que sacar el cargador, golpear la cámara y sacar la bala que se había quedado atascada. En medio de la refriega, su voz quedó opacada por los disparos y explosiones. Era como estar en casa, con los niños; nadie le hizo caso.

Llovieron las balas, tanto sobre él como sobre Jim. Su posición se había visto comprometida. Se tiraron cuerpo a tierra. Jim se sujetó las gafas. Al menos diez cañones tronaban en su dirección. Los AK carecían del glamour de las armas americanas, pero aguantaban mejor las penosas condiciones del entorno. Entonces llegó Linda.

Una parábola perfecta, una granada lanzada al aire que se coló en lo alto de la torre igual que un triple lanzado por Michael Jordan. No tocó el aro. Una explosión en lo alto. Gritos. Un cuerpo cayendo a plomo. Una de las vigas de soporte se quebró por el impacto de la explosión. La construcción se venció. La torre se inclinó y se deslizó hacia abajo, cayendo sobre un pobre diablo. El ruido del derrumbamiento, y el caos, llenó el campamento. Polvo, muerte, algunos pedazos de carne y hueso.

Aquí y allá empezaron a caer los rebeldes. Tortuga, quien cerraba la línea, dispensaba muerte sin pestañear. Disparaba al bulto pero su potente arma segaba vidas. El vaquero estaba concentrado como un maestro de orquesta en mitad de una sinfonía. Gustav aprovechó el momento para replegarse. Hizo bien, una granada llegó volando desde arriba. Un regalo ruso, una explosión. Tierra y trozos de árboles cayeron sobre Gustav quien ya había visto una abertura en la empalizada, allí donde había caído la torre. Linda les había abierto camino.

Dos de los rusos estaban tratando de arrancar el helicóptero. Para huir, quizás, para elevarlo y descargar una salva letal desde el aire. Con un blanco tan fácil, Rico no podía fallar. Un disparo, una sola bala. Alcanzó el depósito, llamó al fuego. La máquina explotó; uno de los rusos quedó desintegrado, calcinado por las llamas. El otro fue desmembrado, sus trozos volaron en todas direcciones. El fuego se propagó por las casas pero nadie intentó apagarlo.

Linda apareció entre la maleza, cerca del sargento y el capitán.

—¿Interrumpo algo, sargento? —le gritó al Merl, con sorna, mientras les cubría a él y al capitán.

Linda disparaba ráfagas cortas, economizada la munición. Y la muerte. Cada vez que apretaba el gatillo, un rebelde mordía el polvo.

Tortuga seguía escupiendo sus balas. Gustav, en mejor posición, empezó a escupir muerte. El silbido de su arma se cortó al breve cuando su homólogo ruso abandonó la cobertura. Sergei era un tipo imponente. Entre sus gruesas manos se encontraba una arma bípode, como la de Tortuga, que cogía como si no pesase nada. La corredera de balas doradas aleteaba detrás de él como la cola de un cometa. Un cometa decidido a estrellarse contra el planeta y reventarlo. Sergei se desplazó de forma lateral escupiendo plomo. Gustav retrocedió buscando cobertura. Las balas se cruzaron, zumbaron en ambas direcciones. No habían localizado su posición pero, a bulto, sabían a donde debían disparar.

Los rebeldes devolvieron el fuego. No lograron ningún impacto pero se desplegaron de forma aceptable, buscando coberturas donde guarecerse o posiciones elevadas para obtener una mejor posición de disparo. La mayoría estaba asustado. Aquel era, para ellos, un callejón sin salida. Desesperado. Huir a la selva no era una opción. Se agarrarían a aquella roca como garrapatas morenas.

Sergei era la punta de lanza de los rebeldes. Mientras que la mayoría mantenía su posición y trataba de averiguar de que parte de la selva venía el ataque, unos pocos avanzaban, espoleados por la cruda voz de Sergei. Les hablaba en ruso y en latino. Avanzad. Aún había coraje en esos hombres. Además, Sergei parecía haberle visto el flequillo a Gustav y aunque no sabía exactamente dónde estaba, sí que podía intuir por donde se movía.

- Tiradas (10)

Notas de juego

García se ha refugiado en la prisión, parece que sabe cual es el activo más valioso en la base. Rico ha perdido contacto visual con él.

Hay una brecha en la empalizada (ahí donde estaba la torre). Gustav es el más cercano, más atrás y a la izquierda, Jim, Merl y Linda. Tortuga puede cubrir a ambos desde su posición, el más retirado. Rico está en el otro flanco, encaramado a un árbol. Tiene visión de toda la base desde la parte frontal. De momento he tomado su control hasta que vuelva nuestro compañero.

Lord, Guli, tengo que decirlo. Habéis fallado las dos tiradas. Guli, tú incluso con el bono de Lord. En fin, Solo quería señalar que sois unos mantas. ;)

 

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18/08/2022, 17:45
Morgan Merl

Su puta madre , rezongó, aplastado contra el suelo. Una lluvia horizontal de plomo arreciaba a su alrededor, agujereando troncos de árboles, destrozando las hojas de los arbustos. Asustando y asesinando a los pocos bichines que se atrevían a asomar el hocico, ignorantes de los odios humanos pero víctimas de ellos. 

Instantes antes había revisado su fusil. ¿Qué coño pasó? Maldita sea.

-Te puedes unir al private party. Te hacemos sitio -devolvió el saludo a Linda. Se giró hacia Jim.

-Lo mismo tenemos que dar paso a las nuevas generaciones, capitán.

Había cierto humor en el tono. 

-Cubridme -susurró.

Se arrastró bajo la cobertura de Tortuga, los disparos milimétricos de Rico y la certera muerte dosificada por la eficaz Linda. Deslizándose igual que una anguila entre la maleza, aprovechándose de los desniveles del terreno, reptando y abriendo fuego en fugaces ráfagas si la ocasión lo permitía. Se desplazaba intentando pasar desapercibido del radar de los erráticos proyectiles escupidos por los AK guerrilleros, confiando en que Rico se cargaría al puto ruso. 

Si alcanzaba el hueco de la empalizada lanzaría un par de granadas allá donde viese el grueso del enemigo para despejar el paso. Y luego, zigzagueando y dándole al gatillo se colaría en la base rebelde.

Después…a repartir amor, a base de granadas y la música rítmica de su arma. El tableteo de los disparos y las explosiones parecía una sinfonía salvaje a sus oídos, una intrusión siniestra en la "pacífica" y paciente existencia de la selva. Buscando siempre una pared, una esquina, el lateral de un coche quemado. Disparando a matar. Sin dudas ni titubeos.

Con intención de alcanzar el cobertizo prisión. Quizá una ventana. Tal vez una puerta trasera. 

Puede que ese cabrón hubiese dado el pasaporte a la espía. O no. Era un buen escudo para negociar.

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Lanzo por destreza para moverme con sigilo, agilidad...

Y de nuevo armas.

En fin...Eso, que vengan los nuevos XD

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19/08/2022, 19:29
Jim Hopper

—Joder, joder, joder — Jim rodó por el suelo y se lanzó tras una gruesa palmera.  Le dio un soplido al cristal de sus gafas y se las puso. No estaban limpias del todo —. Joder.

La superficie del árbol hervía con impactos de 7,62 milímetros, los AK-47 ladraban en su dirección, pero lo único que le hacía sentir inquieto eran esos jodidos restos de barro en sus lentes.  Tropezar, al fin y al cabo, era una de esas cosas que pasaban a todo el mundo menos a Linda.

Hacia tiempo que, tras una guerra de casi treinta años, había hecho las paces con su propio cuerpo.  Las limitaciones que su altura, su deficiente musculatura y su mermada visión le provocaban eran ahora parte de su personalidad inquebrantable, su actitud de perpetuo desafío, de underdog.   

Entrecerró los ojos, se mordió los labios y lanzó una ráfaga a ciegas, por encima del hombro , hacia los guerrilleros al otro lado de la empalizada.  Eso le daría unos segundos mientras se arrastraba a una nueva posición.

Linda, Rico y tortuga dominaban el perímetro, pero ni Merl ni él ni el one-man-army conocido como Gustav podrían acabar con todos los guatemaricas, ni podían superar la empalizada, demasiado obvio, demasiado al descubierto.  La situación, a ojos de Jim, había quedado en tablas.

Alto el fuego. Cubríos, ocultos y silencio.

Desaparecerían como el fantasma que les secuestraba uno a uno y los colgaba de los árboles. Dejarían que la tensión de los rebeldes les hicieran dar un paso. Pero salir de la empalizada, lo sabían, era la muerte para ellos.

Quizás el enorme hijo de la Rusia comunista quisiera demostrar que valía más que los cobardes latinos.  Que saliese. Rico le volaría la tapa de los sesos o Tortuga le convertiría en un colador

Vamos a esperar.  Nosotros sabemos hacer eso.

 

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23/08/2022, 12:20
Gustav Bergström

Explosiones, gritos, sangre y Muerte. Dios, que bien sentaba estar en casa. Cuando la primera explosión hizo estallar el refugio que había atacado, una rabia incontenible había inundado a Gustav que se dejó llevar por aquel calor embriagador. Era como una droga, mejor que la mierda que se metía cuando nada ocurría. Las balas empezaron a volar y a la primera explosión le siguieron otras. Las hormiguitas salieron de sus nidos y pronto pudo ver a los que pronto serían sus víctimas. Llevando los cañones rotatorios hacia sus enemigos, fue lanzando ráfagas para ir acabando con esos hijos de puta. Y todo hubiera ido bien de no ser por ese puto ruso. Era grande, cabrón y buen guerrero. Enseguida se hizo con el control de la situación y volvió las tornas contra todos, obligando a Gustav a retroceder hasta la empalizada.

- Bien, si fuera demasiado fácil sería aburrido. –

Entonces escuchó la orden de Jim. “Alto el fuego. Cubríos, ocultos y silencio”. Tenía que estar de coña. ¿Para ahora? ¿Cuándo estaba pasándoselo mejor? Era un buen oficial pero últimamente parecía estar volviéndose mayor. Siempre preocupado por que todos volviéramos vivos. Pero aquí había uno por el que no tenía que preocuparse.

- Negativo Jim, les tengo justo donde les queríamos. Además, ese puto ruso me ha mirado mal. Y no me gusta que me miren mal –

Entonces preparó de nuevo su arma y se asomó desde la empalizada para disparar sobre todos esos soldados y ver mejor donde se encontraba ese Ruso cabrón.

- ¡Eh, puto comunista! ¿Te gusta contar? ¡Cuenta las balas! –

Y abrió fuego, mientras se movía para evitar el fuego enemigo que sin duda le dispararían. Tras una ráfaga, volvió a ocultarse.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Tiro para disparar y hago una tirada de destreza para evitar ser disparado mientras me muevo.

Fallo al disparar pero no al moverme. Al menos evitaré daño.

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24/08/2022, 02:04
Jim Hopper

Sus órdenes fueron respondidas por disparos.  Tanto Gustav como Merl estaban demasiado lejos, demasiado ensordecidos por el golpeteo de las armas automáticas.  Finalmente, el tropiezo no había sido tan inocuo como pensaba, le había robado unos segundos preciosos, esos que marcaban la diferencia entre la holgada brillantez táctica y el uso indiscriminado de la fuerza bruta.

—¡Mierda! ¡Merl! ¡Gustav! —me incorporo — Olvidad eso de antes.  Cubrid a esos dos cabrones, las pelotas les pesan demasiado como para esquivar las balas.

Rico estaba en posición, Linda estaba afinada como un puto piano de cola, Tortuga podía cargarse a cualquier marica que asomase la cabeza como quien poda un seto.

Quedaba alejar la atención de la parte de la empalizada rota, dividir a los defensores de manera que no centrasen su atención en la torre de vigilancia caída.

Jim avanzó en dirección contraria al punto de entrada y lanzó un par de granadas al interior del campamento mientras buscaba algún lugar donde crear el máximo caos posible, como los depósitos de munición o los tanques de combustible.

- Tiradas (1)

Notas de juego

No me lo puedo creer!!

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25/08/2022, 01:10
Director

No sabía que había pasado. No le habían hecho caso. El petardeo de la guerra le llegaba desde el otro lado de la empalizada. Merl no era mal tipo, pero tenía su carácter. Una fusta para los soldados, un azote para los enemigos. Gustav era un toro bravo. Si veía un capote, se perdía. Intentó seguirles, que le hicieran caso. Detener la contienda, usar su ventaja, su mejor arma; la inteligencia. No lo logró. Una vez la máquina de la guerra se ha puesto en marcha es muy complicado detenerla. Se uniría a ellos. Arrancó una de las granadas que colgaban de su chaleco. Se enganchó. Se detuvo, un parpadeo, una respiración. Solo apartó sus ojos de la selva un mísero instante, para mirar abajo, al explosivo. Fue el momento en el que algo decidió saltar sobre él.

Grande, terrible, silencioso. Descendió de los árboles con fuerza y rabia, le derribó. Sus gafas, nuevamente, saltaron los aires. Se defendió, golpeó. Pero la criatura estaba rabiosa, aguantó el golpe. Apartó el arma de un empellón, la tiró a un lado. Jim buscó la pistola, o el cuchillo, pero aquella forma poderosa ya estaba encima de él. Le derribó. Jim cayó de espaldas para sentir al momento el peso de su enemigo sobre él. Un cazador sediento de sangre, rabioso. Aún sin gafas vio el destello en el brazo de su agresor; metal. Metal afilado. Buscaba su garganta. Jim lo detuvo a escasos centímetros de su cuello. Usó las dos manos. No era el tipo más joven ni el más fuerte allí. Resopló. Su rival le imitó, la sombra era como un animal, gruñía.

Resistió. Hubo una lucha de voluntades, una pugna de fuerza. Un resoplido, el mal olor, las ansias de matar, de despellejarle. Una fuerza violenta, natural, pasional. Le oprimía con su peso. Su atacante sumó su otra mano a la punta metálica que trataba de clavarle en la garganta. Era más fuerte. Siempre eran más fuertes. O más jóvenes. Era cuestión de tiempo.

Jim reconoció al tipo, aún sin gafas. El mismo rebelde que había dejado atado a un árbol. El tipo al que había perdonado la vida. Se había soltado, seguramente usando el cuchillo oculto con el que ahora quería agradecerle su compasión dibujándole una segunda sonrisa. Su rostro era un rictus casi animal; odio, desprecio, rabia. Revancha. Venganza. Todo el calor de la selva estaba dentro de ese tipo.

—Vas a ir al infierno, gringo, tú y tus soldaditos…

Notas de juego

El tipo es más fuerte que tú. Si apartas las manos, te clavará el cuchillo. Te ha pillado desprevenido y te ha separado de tus compañeros. Un 98, tela. En tu siguiente turno responde solo para nosotros dos.