Partida Rol por web

Otros Mundos I : Los Chicos de Jim Hopper

Día 1. Infierno esmeralda.

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25/08/2022, 01:10
Director

Linda, obstinada, cabezota. Arrogante. En el cuello de botella. Veinte bocas disparando contra ellas. Balas y palabrotas. Su posición ardiendo, recibiendo picotazos de pólvora y plomo. Se negaba a retroceder, a dejarse vencer. Tortuga la apoyaba, más atrás, pero era insuficiente. Llegó Merl, ocupó el otro flanco del cuello de botella. Levantó pasiones, la atención de dividió en ambos.

—Llega tarde, sargento. Y ni siquiera ha traído pajarita.

Negar que se divertían era negar la misma esencia de la vida, de sí mismos. Merl, por experiencia, supo que estaban en un atolladero. Los rebeldes estaban asustados y cargados de munición. Iban a defender ese paso con uñas y dientes. Ahí podían concentrar el fuego. Era cuestión de tiempo.

La balacera. Linda tuvo que replegarse, apretar los dientes, tragarse su orgullo y retroceder dos pasos hasta guarecerse de la lluvia de plomo detrás de un murete de piedra. Merl, al otro costado de la entrada, detuvo su avance y clavó la rodilla en el suelo cuando el fuego del enemigo cayó sobre él como un incesante enjambre de muerte. Tortuga estaba recargando. Rico tenia demasiados blancos. No fallaba un disparo, pero su cadencia no era la mejor. Se vieron superados por el número del enemigo. No eran hábiles tiradores. Pero si algo habían aprendido los latinos de sus conquistadores ingleses era a oscurecer el cielo con sus disparos. Mala puntería, mucha munición. Balas baratas, como sus vidas. ¿Dónde estaba Jim? Papá no estaba en casa, pero el tío Gustav decidió que era el momento de una de sus visitas por sorpresa. Y venía cargado de regalos.

El polaco salió de su escondite, imponente, cargando su arma giratoria, encañonando al mundo entero con las cuatro bocas negras, haciéndolo girar en la batidora que tenía entre las manos. El fuego se concentró en él. Gustav avanzó, caminando, conquistando cada palmo de tierra con su mera presencia. Las balas silbaban a su alrededor pero él parecía ajeno a ese mundo violento y mortal. Él expedía muerte, no la recibía. Los dioses oscuros del asesinato y la guerra cuidaron de su ángel exterminador. Las balas impactaron en el suelo, cerca de sus pies, levantaron metralla, polvo, tierra. Astillas de una construcción cercana saltaron sobre él, otro proyectil pasó silbando tan cerca de su oreja que lo escuchó perfectamente alejarse hacia la selva. No se detuvo hasta que alcanzó una posición privilegiada, por delante de sus compañeros, en medio del cuello de botella. Justo en medio, a la vista de todos. Desafiante.

Órdenes, gritos. ¿Miedo? Palabrotas. Más disparos. Ráfagas cortas. Los AK escupiendo muerte. Pistolas, un revólver. Alguien le lanzó un cuchillo que se clavó en un leño cercano. Sergei le lanzó dos granadas. Ambas cayeron a su lado, levantaron tierra, polvo. Gustav quedó oculto durante unos momentos. Siguieron disparando a la nube levantada por las granadas.

El silbido de la gatling se asemejaba al de una gaita desafinada que hubiera empezado a tocar su música. Giraron los rotores, Gustav apretó el botón rojo; el del fin del mundo. Empezó a barrer la porquería. La nube de polvo que había a su alrededor se deshizo cuando salió de ella dispensando muerte como un demonio. Empezaron los gritos, los primeros cuerpos acribillados, destrozados, partidos por la mitad. La sangre, salpicones, lluvia escarlata. La carne destrozada por balas de 7,62 mm que corrían por el aire como diablos. Construcciones, defensas, puertas, paredes todo recibió su salva de balas. Una explosión. Un murete que se vino abajo. Los guatemaltecos empezaron a correr de un lado a otro, buscando mejores posiciones de defensa o puntos elevados para dispararle. Pero Gustav ya estaba en marcha y nada podía detenerle. Era una cuchilla cortando papel, una hoz segando vidas.

Sergei se tiró al suelo y rodó. Un tipo especialmente ferviente descargó su cargador sobre Gustav, no dio ni una. A cambio, su cuerpo se convirtió en picadillo. Donde Gustav posaba su mirada aplastada, solo quedaba muerte. Con la potencia de fuego de un apache fue causando el caos, sembrando muerte. En un momento dejó de contar las bajas enemigas. Un nuevo record personal. No podían tocarle. Era inmortal, era dios y Satanás, era el ayatolá del calibre 7,62, ministro de la muerte, embajador del mal, un hijo de perra con resaca y mala ostia de verdad. El puto King Kong blanco que iba a comérselos a todos. Una torre que no podía ser derribada por meros peones. Gustav, el polaco loco. El One Man Army.

Un tipo con un machete intentó pillarle desprevenido por un costado, Linda le dedicó una ráfaga que lo dejó en el sitio. Dos rebeldes se habían arrastrado debajo de un vehículo en llamas, querían sorprenderlo. Merl los disuadió con su gatillo fácil, les tiró un regalo con forma de explosivo. Sus cuerpos morenos se fundieron con los bajos del jeep. Aquí y allá, otros tipos más avispados tratando de  cercarle. Rico y su magia, caían como moscas. En la empalizada, un grupo numeroso aprovechó el privilegio de la altura para sorprenderle. Tortuga, desde atrás, le cubrió, barriendo la zona.

Gustav escupió muerte y destrucción durante treinta segundos exactamente. Cuando levantó el dedo del gatillo solo se escuchó el rumor del fuego, los alaridos de los moribundos y los sonidos de la selva que no había logrado espantar...

Se habían quedado solos. Había al menos treinta cadáveres esparcidos por la zona, varios incendios, dos edificios se habían hundido. No había pared, puerta o mástil que no tuviera una colección de balas o salpicones de sangre y sesos. Por supuesto había supervivientes. No habían visto caer al ruso, por ejemplo. Pero ahora estaban escondidos, acechando o rezando a Dios, acojonados en un maloliente rincón. Un Dios del que Gustav no entendía. Él era el nuevo Dios allí, forjado en carne y músculo, ladrón de vidas, señor del caos y la destrucción, tornado de violencia. Ya podían catalogarle como desastre natural; tras él solo quedaban viudas y huérfanos.

Pero hubo uno al que no pudieron asustar. Se mostró ante ellos. García apareció entre los restos de su base. Llevaba con él a una mujer; tez morena igual que sus cabellos, bonita de no estar asustada. Era más alta que él y tenía cierto aire de dignidad, de inteligencia, que no tenían los demás rebeldes. Había fuego en su mirada. También miedo, pero no de Gustav.

García estaba usando a la mujer de escudo, pero no se esforzaba mucho. Tenía el cuerpo cubierto de explosivos y un detonador de hombre muerto en su brazo vendado*. Hablaba en  español. No le entendieron, pero comprendieron el tono.

—Yanquis, conquistadores, perros capitalistas. Hijos de la chingada. Creéis que el mundo es vuestro. Creéis que podéis venir a nuestras casas, a follaros a nuestras mujeres, a llevaros a nuestros hijos, a robarnos nuestros recursos. Porque sois grandes. Porque dais miedo. Los europeos se arrodillan con sumisión, los asiáticos se inclinan con pleitesía, pero los latinos….¡Los latinos se mantienen en pie!¡Aquí no hay miedo, solo rabia! ¡Aquí no hay sumisión! ¡Insurrección! ¡Fortaleza! ¡Unidad! ¡Los guatos solo se inclinan ante Dios!**

Hablaba como un telepredicador recolectando almas para arrastrarlas a su infierno personal, un vendedor de teletienda capaz de venderle un limpiador de mantas a un borracho de mediana edad apalancado delante de la televisión. Era bueno.

Se detuvo a veinte pasos. Cualquiera podía meterle un tiro en la cabeza, pero entonces le perderían a él y a la chica. Identificó a Merl como el mandamás, le habló en un inglés lleno de agujeros.

—¿Habéis vuelto a por ella y a por sus secretos? ¿O a por mí? ¡Ahora estamos en el mismo paquete!

Estaba caliente, ahora tenía a los perros americanos a su merced. Aquello eran tablas momentáneas. García era listo, no pretendía ganar con aquella estratagema. Estaba consiguiendo tiempo, nada más.***

- Tiradas (2)

Notas de juego

*Detonador de hombre muerto. Posee un botón que se pulsa. Una vez se levanta el dedo, las cargas explotan. Si García es abatido, dejará de ejercer presión sobre el botón y las cargas explotarán.

**Charla motivacional para su gente. Las tiradas le salen bien, en el siguiente turno, sus hombres, si es que queda alguno, vendrán especialmente motivados.

***Todos, tirada de percepción. Si queda alguien con vida, va a saltar sobre vosotros. Vamos a ver si los veis venir. Además, de vuestras dos acciones, la primera tiene que ser una acción evasiva (esquivar, parapetarse, etc). Ésta, unida a la tirada de percepción, me dirá como afrontáis el ataque sorpresivo que es evidente os va a caer encima. Vuestra segunda acción puede ser lo que queráis.

Si detonan los explosivos de García no os harán daño, no a esa distancia. Pero despedíos de la espía.

Ah, y no citéis a Jim este turno.

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25/08/2022, 16:34
Gustav Bergström

El olor. A Gustav le encantaba ese olor a pólvora, sangre y muerte. Era como una droga, le llenaba de vitalidad, de energía. Cuando recobró un poco el sentido tras el frenesí de la batalla, vio al oficial con la mujer de rehén y explosivos alrededor de su cuerpo. Así que teníamos a otro zumbado al que le gustaba volar. También observó que su equipo estuviera bien y así lo parecía.

Reinaba una calma, pero el hombretón estaba demasiado acostumbrado a estas situaciones y sabía que esto no había terminado. Por desgracia para ellos, estaba más despejado que nunca y tenía controlado todos sus alrededores. Y mientras observaba que se le venía encima, también calculaba si sería capaz de llegar hasta ese desgraciado corriendo y sujetarle el brazo antes de que soltara el botón. Mientras pensaba

Entonces un pensamiento cruzó su mente.

“¿Dónde coño está Jim?”

No había tiempo para pensar y si llegó a una conclusión. Aquel hombre con la rehén no era para él. Demasiado lejos. Con suerte, el novato lo abatiría o quizás Jim prefiriera ponerse en plan Gandhi con él. Pero si había algo que podría hacer. Limpieza. Aquel desgraciado parecía confiado con los hombres que le quedaban. No se daba cuenta de que, a pesar de todo, si hacía cuentas, le salían números rojos. Jodídamente rojos. Era momento de empaparle en rojo. Y Gustav apretó de nuevo el gatillo, aunque el arma no estaba del todo fria, pero la locura lo  invadió.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Antes de decidir que hago prefiero que el master me diga que vea todo lo que se viene encima. También tengo una pregunta Fijándome en el tipo ¿Intuyo que es un fanático que preferiría inmolarse o por el contrario, es un farol y podría abalanzarme sobre él para sujetarle la mano del detonador y darle amor sin que explote? Aun así, esperaré a ver que hacen el resto por si prefieren negociar y que yo me enacrgue de los "espectadores".

Jim parece que si que se ha inmolado XD

-- Editado --

Pues listo, seguimos intentando repartir estopa, aunque esta vez sin éxito.

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26/08/2022, 08:20
Morgan Merl

No era la primera vez que estaban bajo un infierno de plomo y pólvora. La entrada, el cuello de botella, estallaría por sí mismo de seguir con esa atronadora descarga.
Pero todas las lluvias, los aguaceros y tormentas acaban por apaciguarse y extinguirse. Hasta la siguiente.

Incluso los ciclones.

Esperaron. Linda y él esperaron pacientes, aguantaron la tempestad caliente y roja. Era cuestión de fuerza mental. De aprovechar las pausas. Eso hizo. Un par de disparos certeros.

Una granada en el objetivo buscado.

Y Gustav.

Toda una máquina de picar carne. Un loco afortunado. Para suerte del equipo, era de los buenos. De los de Hopper. ¿Dónde cojones te metes, capitán? 

Morgan se deslizó hacia la entrada, entre la vegetación y rocas, cuando hubo una tregua. Sangre. En el antebrazo, rasguños, metralla saltarina. Fugaces besos, piquitos de metal. Arañazos de una hembra ofendida, cabreada y pasional.

Cambió el cargador. Le hizo una señal a Linda. "Vamos".
Que pronto descargan las nubes otra vez.

Desde su escondrijo, observó a García. Ni puta idea de su español. Y de su inglés apenas comprendió. No es que fuese necesario. Ni le respondió. Le apuntó con su fusil mientras se preguntaba si Rico se decidiría a disparar. La chica se veía inteligente, con un buen par si había sido capaz de vivir con esta gente, infiltrada. ¿Lo suficientemente astuta para sostener ese puto dedo? Rico no le abatiría sin una orden. 

Morgan sí. Su dedo acariciaba suave el gatillo.

¿Y el cabrón del ruso? Agazapado, igual que una maldita alimaña a punto de saltar sobre sus presas.

Se movió, reptó, cambió de posición. Apuntó con suma delicadeza su bebé, a la cabeza de García. ¿Morgan escuchó algo más, cerca? Aguantó la respiración. Sintió la muerte silenciosa que susurraba sus nombres. Rodó hacia un lado. Corrió medio agachado amparándose en la cobertura del lateral de un camión. Se acuclilló en la esquina frontal del vehículo. Levantó un segundo su arma hacia García, pero no tenía el tiempo necesario para un buen tiro. Debía proteger su culo.

Defendería su posición. Dispararía contra todos los cabrones que asomaran el hocico. Y, si algún componente del equipo se veía comprometida su integridad física, le echaría un cable, por supuesto.

 

- Tiradas (3)
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27/08/2022, 03:36
Jim Hopper

Por un instante, la entereza de Jim saltó por los aires. Se convirtió en el escuálido nerd cuyo conocimiento académico de las características de cientos de armas no le salvaba de ser víctima de asaltos, agresiones y puñetazos a traición.  Curioso que, aún en medio de una refriega en una jungla casi virgen en la que la gente aparecía sin columna vertebral, su primera sensación fue la de estar de nuevo en unos oscuros y solitarios vestuarios.

Gruñó al reconocer a su agresor. Si pudiese usar una sola mano, le hubiese reventado las tripas de un disparo, pero la situación era límite.  Superado en fuerza, peso y pésimamente posicionado, no aguantaría lo suficiente como para que Rico o Linda le salvasen el culo.  Tenía que vencer, de alguna manera. Tenía que jugársela.

Mientras intentaba evitar que el hijoputa se colocase a horcajadas sobre su pecho intentó, con toda la fuerza de la que era capaz, hacer retroceder el cuchillo y esperó la respuesta de su enemigo, un redoblar en sus esfuerzos por clavarle el puñal.

Entonces hizo algo inesperado. Aplicó toda su fuerza hacia un lateral en vez de hacia arriba, haciendo que el guerrillero se encontrase súbitamente sin resistencia que vencer, que el puñal se clavase en el suelo junto a su cuello y no en su tráquea.  Solo tendría una oportunidad.

Aprovechó la cercanía para darle un cabezazo en la nariz y se lanzó hacía la mano del arma, mordiendo el lateral de la misma con saña animal, buscando desgarrar el pulgar, sin soltarle las manos en ningún momento.  

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28/08/2022, 01:19
Director

Gustav era tan empático como una plegadora de metal. Pero a veces tenía un sexto sentido. Era una herramienta de muerte, forjado por y para la batalla. Encontraba su realización en la contienda, cuanto más encarnizada, mejor. Su sexto sentido le hacía percibir con claridad a sus iguales. No eran los carniceros o los locos homicidas a los que percibía con claridad, de esos había muchos en junglas como aquella. Él veía a sus iguales, asesinos que disfrutaban con lo que hacían, campeones de la muerte y la destrucción, abanderados de la guerra. Hermanos, adalides de la violencia.

Algo llamó su atención. Un fantasma. Una de las vigas de madera que atravesaba el campamento se combó como si algo pesado se hubiera posado en ella. Pero allí no había nada. Nada atravesó el aire e hizo que los restos de una bandera se movieran. Pero también pudo haber sido el viento.

Merl también vio algo. Grande, peligroso, en la distancia. El ruso había decidido mostrarse. En su hombro, un RPG. El coloso rojo se había parapetado tras el chasis de un camión; disparó a través de su cabina. Todo ocurrió muy rápido. Linda encontró parapeto en una de casetas; la letrina. Merl saltó hacia Gustav. ¿Dónde coño estaba mirando? El polaco prestó atención a todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Cayó hacia atrás. El proyectil se inflamó, explotó ye hizo arder su pequeño mundo. Sergei sabía dónde se encontraban las reservar de combustible del helicóptero. Había disparado allí, provocado una explosión mayor. El fuego saltó de un sitio a otro, errático, abriéndose como una hermosa flor flamígera. A su alrededor, la risa de García lo llenó todo.

La explosión también le afectó a él. Gonsalves aprovechó que todo había saltado en llamas para hacer su movimiento. Golpeó el estómago de su agresor con el codo, se liberó y empezó a correr. García la persiguió. Tres pasos y sería suya una vez más. Merlo disparó desde el suelo. Falló, aturdido por la explosión. Rico cortó la escena como el mejor de los cuchillos. Si dejaba que atrapasen a la mujer volverían a encontrarse a merced del carnicero de Matamala. Apretó el gatillo.

Un tiro fácil. La bala del francotirador impactó en el hombro de García. Lo frenó. Rodó por el suelo, perdió el detonador. Su mano se abrió. Su cuerpo estalló en  porciones de carne picada y sangre granate. La explosión atrapó a la mujer, la cual fue arrojada contra unos escombros, quedando inconsciente y a merced del fuego. Había humo, polvo y confusión. El campamento había sido engullido por las llamas y tomado por la anarquía y el miedo.

Linda salió de su escondite. Un parpadeo, Merl y Gustav en el suelo. Ambos ilesos, no así su orgullo.

—¡Estoy llegando!

Escucharon decir a Tortuga. El polvo y el humo les impidieron verle. Sonó lejos, aún fuera de la empalizada.

—Voy a por ese cabrón —escupió Linda sin darles tiempo de reacción, perdiéndose entre las llamas y el humo mediante una enérgica carrera. Iba a por el ruso, claro.

Gustav se sacudió la cabeza, y a Merl de encima. La explosión había sido de las que hacían historia. El RPG había cantado una tonada en su nombre, igual que el barril oculto de combustible. Él y el sargento se pusieron en él. Los oídos les pitaban. Vieron un hombre corriendo hacia ellos, envuelto en llamas. Murió a sus pies. Otros dos atravesaron la cortina de polvo, desarmados. Miraban atrás, arriba, en todas direcciones. Estaban aterrorizados. Corrían hacia ellos, no de ellos.

- Tiradas (1)
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28/08/2022, 01:40
Director

La vida de Jim se deslizaba lentamente entre sus sudorosas manos. El tiempo se ralentizó. Durante unos breves momentos le pareció estar atrapado dentro de uno de los globos de cristal de su casera, cayendo como un copo de nieve artificial sobre un mundo inerte. Su corazón, un bombeo estéril, su respiración, entrecortada, apretada entre sus dientes, el aroma de la pólvora, el sonido de la guerra, balas silbado más allá. Una explosión poderosa. Sus hombres. La selva, rugiente, en silencio, reina, dueña de un verdor que llenaba su retina. El hombre que intentaba matarlo; todo sudor, nervios y rabia. Un hombre al que le habían robado todo; vida, familia, futuro, orgullo. Un hombre que no tenía nada, salvo ese cuchillo y ese momento.

Copos de nieve artificial bailando al sol de una mano gigante. La mano agitaba el globo de cristal y ellos se mataban.

Un parpadeo, un instante de oscuridad. Vuelta a la adrenalina, a los escasos segundos que le quedaban de vida. Predijo el ataque de su agresor. Redobló sus esfuerzos. Jim le dejó hacer. El cuchillo descendió con frialdad, se clavó en la tierra. Demasiado cerca de la oreja de Jim como para decir que había sido una maniobra perfecta. El capitán mordió la mano. Un grito, su captor se retiró. Lo empujó, le hizo rodar, morder el polvo. Perdió el cuchillo.

Jim ganó verticalidad. Cuando lo hizo, su amiga la M1911 estaba en sus manos. Su agresor se detuvo. Aún seguía gritando. Se apretaba la mano, la cual sangraba. Ahora Jim conocía el sabor de sus enemigos. Desarmado y herido el hombre empezó a gritar. A suplicar. Jim no entendía su español pero era evidente que esperaba su perdón. Ante la mirada hueca de su pistola, su agresor empezó a llorar.

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28/08/2022, 12:12
Morgan Merl

-¡Eh, eh, mírame, Gustav, mírame! -El sargento cogió por las mejillas sucias al polaco, observó sus ojos, de manera fugaz, con detalle y conocimientos médicos. Comprobó de manera rápida y eficaz su cuerpo, tocó aquí y allá. Solo unos segundos.

-No tienes nada.- le zumbaban los oídos, nada fuera de lo corriente. Mantuvo la calma, la habitual entereza de Merl por encima de sangre, huesos destrozados, entrañas desparramados, lamentos al viento. Cadáveres mutilados. -Esto no es venganza. Eres un soldado. Déjate de mierdas. -conocía demasiado bien a Gustav. lo leía en su extraviada mirada- Cubre a Linda. Y tápate la nariz y la boca con un pañuelo. -él mismo se puso uno suyo.

Escuchó a Tortuga. Vio a la espía caída, inconsciente. O muerta. Esperaba que Jim surgiese del negro humo tóxico y de la selva como un fantasma segador de vidas. Entonces les vinieron encima los maricas sudacas. Abrió fuego contra ellos sin pestañear. 

-¡Tortuga, que no salga ninguno de estos hijos de puta! -Corrió entre el humo, la muerte, y el infierno de llamas rojas y doradas. Disparando a todo lo que se movía y apestaba a guerrillero. El hedor de la carne quemada le impactó en las fosas nasales y se coló muy adentro, expulsándolo con su respiración. Demasiado acostumbrado a ese nauseabundo olor como para afectarle.

Como si oliese un perfume de su amada esposa. Triste. Pero el sargento no pensaba en eso precisamente ahora.

Aprovechó cualquier cobertura para esconderse, disparando en los momentos precisos, escamoteando su cabeza de cualquier capullo con agallas todavía espabilado para repeler el ataque. Ahora era más necesaria que nunca su sangre fría, era más importante eso que la habilidad con el gatillo, entre la confusión, los lamentos de los moribundos y los gritos de terror. De ser necesario, lanzaría alguna granada, hacia el ruso si lo veía o contra sus amigos. Si lograba llegar hasta Gonsalves, la arrastraría hasta alguna zona donde pudieran protegerse ambos. Comprobaría sus constantes vitales y defendería la posición. 

- Tiradas (3)

Notas de juego

lanzó, por si es necesario, poder. Entiendo que Merl siempre lo es y no lo necesita ahora.

como acciones, destreza, para escabullirme. Y disparar, que siempre va bien :P (imagino que a los dos primeros se los carga sin necesidad de tirada).

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28/08/2022, 12:39
Morgan Merl

Notas de juego

Por todos los espíritus de la selva esmeralda, qué  resultados XDD

 

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29/08/2022, 10:56
Gustav Bergström

Gustav creía haberlo visto todo. Joder, después de varias guerras y misiones encubiertas ya pensaba que nada le sorprendería. Entonces vio nada, pero esa nada tenía peso, tenía presencia… y tenía un aura de amenaza. Cuando esa nada dobló la viga, el hombretón tenía claro que se estaba moviendo. Hipnotizado por ello, no vio al ruso levantar el RPG, no reaccionó a tiempo, pero Merl se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo, salvándolo de su destino.

La explosión fue brutal y durante unos instantes un incesante pitido le mantuvo desorientado. Cuando por fin reaccionó, su primer instinto no fue buscar cobertura, no fue prepararse para devolver el golpe. Volvió a buscar esa nada que había conseguido ponerle nervioso. Su vista fue al último punto, la bandera ondeando al viento. Pero ya no estaba ahí. Y sin embargo, algo le decía que sus ojos seguían clavados en él. Finalmente, la voz de Merl se sobrepuso al bloqueo de Gustav.

-¡Eh, eh, mírame, Gustav, mírame! –

Y le miró, y Merl pudo ver algo que no había visto en los muchos años que había servido con aquella máquina de matar. Había preocupación en su mirada. El polaco balbuceo unas palabras.

- ¿No lo has visto? –

Su mirada seguía moviéndose de un lado al otro, hasta que un nuevo grito de su compañero le sacó de finalmente de su ensimismamiento.

-Esto no es venganza. Eres un soldado. Déjate de mierdas. –

Entonces asintió y tomó conciencia de donde estaba. Se dio cuenta de que le dolían los músculos y eso no les gustaba antes de terminar la batalla. Se metió la mano en el bolsillo y se sacó un poco de Rapé, se puso un poco en la mano y se lo llevó a la nariz, esnifando fuertemente. Se tomó unos segundos para que le hiciera efecto y se quitó de la espalda su ametralladora. Entonces miró a Merl.

- Claro, yo cubro a nuestra loca particular –

Y se puso en pie, desenfundó la escopeta y corrió detrás de Linda, aunque muy torpemente. Sentía sus músculos quejarse del pepinazo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Vale, mis dos acciones son cambiar las armas, soltando la ametralladora para poder correr sin penalización y sacar la escopeta. Y luego tiro destreza para ir tras Linda. ¿Qué ha pasado con mis tiradas? ¿Donde está mi suerte? XDDDDD

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31/08/2022, 14:28
Jim Hopper

Un par de disparos hacia el estómago de su oponente y Jim siguió hacia adelante, indiferente ante los ruegos y lloros del guerrillero, en un gesto tan rutinario y tan desprovisto de emoción como pisar el pedal de un cubo de basura.  

Sin mirar atrás, se acercó corriendo agachado hacia su granada caída y se hizo de nuevo con ella, postergando el momento en que tendría que averiguar si aún tenía oreja o la puñalada descendente había cortado algo más que la arcillosa tierra selvática.

Había visto la muerte de cerca una vez más, viejos conocidos condenados a encontrase, pero ésto no provocaba ninguna intranquilidad en Hopper.  Al contrario que Tortuga, torturado por lo que había vivido éstos años, el oficial podía suprimir toda empatía, enterrar los horrores y pesadillas en un fosa común, un horno crematorio donde los fantasmas del pasado y la molesta empatía  morían definitivamente.

Cuando llegase a casa, volvería a su rutina habitual: seguir a su ex mujer y a sus hijos desde una furgoneta blanca. Tomar nota de cada movimiento, caja viaje al Walmart, cada salida en bata a echar la basura, investigar a cada amigo o compañero de trabajo con el que Shannon cruzase palabra.  

Puto polaco — Si Gustav le hubiese oído, quizás el díscolo Merl hubiese podido deslizarse hasta donde estaba la espía pasando inadvertido de alguna forma. Pero su compañero Terminator no podía parar su orgía destructiva una vez iniciada.  Tendría que hablar con ellos dos, notaba su liderazgo resquebrajarse conforme la incerteza acerca de la misión crecía.

Se acercó a la entrada principal acechando desde la espesura.  Estaría desguarnecida con casi total seguridad pero era muy probable que los guerrilleros saliesen por ahí para contraatacar, defenderse de los que les estaban derrotando desde el interior o huir hacia la jungla. 

Una ráfaga de ametralladora acabaría con ellos con facilidad. No tenían donde esconderse una vez pasadas las puertas. Sería como el tiro al pato.

 

Notas de juego

Una falta, no hace fata releer.

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01/09/2022, 01:24
Director

Jim apretó el gatillo, dos veces. Antes de pestañear. Por su materia gris no pasó la duda, no pasó la balanza de la moralidad. Tampoco el arrepentimiento o las lamentaciones. Antes, había dejado a ese hombre vivir, atado a un árbol. Un gesto que podía confundirse con debilidad. No lamentó esa acción como tampoco lamentaría esta. Dos disparos en el estómago, una muerte segura, pero lenta y dolorosa. Le daría en que pensar. No a él. Le había matado como la perfecta máquina de matar que era. Unos podían haber visto debilidad en su actuación, crueldad o incluso rasgos de psicopatía. Dentro de la mente esquematizada de Jim, todo formaba parte de su plan.

Incluso las palabrotas.

Notas de juego

Y yo que pensé que esto causaría algo de duda al personaje. Esta claro que Jim es el hombre que necesitamos en esta selva!

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01/09/2022, 01:25
Director

El aroma de la sangre. Así hablaban los poetas, igual que si la violencia entrañase una figura poética, belleza, un perfume que oler del cuello de una dama llamada muerte. Mentira. Los que se habían adentrado en las matanzas que implicaba una acción armada sabían que la guerra no escondía honor ni gloria y que la sangre apestaba a hierro y a dulce, a seco y a tierra. El fuego de su alrededor se había convertido en un incendio. Las construcciones ardían. Los cuerpos eran cocinados a fuego lento por el diablo quien reía saltando de sombra en sombra. El infierno en la tierra; un ojo en llamas rodeado por un paraíso repleto de tanto verde como de promesas de muerte.

Merl fue el primero en ponerse en pie. Su arma escupió balas cuando vio a dos rebeldes corriendo hacia él. Era el único que estaba luchando. Los cuerpos cayeron desmadejados sobre el suelo, en sus retinas quedó grabada la salida del campamento. Una promesa que nunca llegaría y que ahora era eterna. Pronto serían pasto de las llamas.

Gustav se puso en pie, más ligero ahora que había dejado atrás a su novia de cuatro cañones. El rock and roll no estaba mal pero a veces apetecía algo más clásico. Gustav se internó entre los edificios y el fuego. Una figura oscura apareció a su paso. No sabía si huía o iba a echársele encima. La escopeta funcionó bien, lanzó al hombre hacia atrás con un agujero en el pecho del tamaño de un puño. El polaco siguió avanzado buscado a Linda. Aquello era un laberinto, un mazo de pasillos, pasajes y caminos que se cruzaban. Solo encontró cadáveres.

Merl avanzó como mejor pudo hacia Gonsalves. Nadie más salió a su paso. El crepitar del fuego era ahora su canción. Logró poner en pie a la mujer. Era ligera, algo huesuda, como todas las chicas acostumbradas a vivir entre el hambre y la inanición mortal. La apartó de la llamas. Recobró el sentido cuando ganó verticalidad. La espía se apoyó en Merl, le sonrió. Una sonrisa perfecta, de ángel. Era un poco más madura que él, pero había chicas más jóvenes que no desprendían ese halo de belleza tan natural. Entre tanto horror, era una nota discordante.

Le golpeó en la entrepierna, por sorpresa. Merl evitó el golpe, y la humillación. Pero no pudo evitar que Gonsalves echase a correr. Era buena corriendo. Lo había hecho toda su vida. Ganó la salida, trepó por los escombros y se detuvo cuando una figura imponente, envuelta en humo y sombras, la detuvo. El Azote había llegado

Gustav giró una vez más, otra más. No era un buen rastreador, se guiaba por su instinto. Encontró a Linda. Estaba cubierta de sangre. De los pies a la cabeza. Cubierta totalmente por un rojo intenso, ofensivo, como si acabara de salir de un útero a cuchilladas. Su compañera no se percató de su presencia. Se encontraba en el umbral de un almacén de suministros de dos pisos. Las llamas aún no habían llegado a él.

Agotó un cargador de su HK. Colocó el último, lo vació antes de que Gustav llegase a su posición. Ella le miró de soslayo. Dejó que el arma automática colgando de su cinta, sacó la fiel Desert Eagle y descargó más munición en aquel agujero, esta vez apuntando hacia arriba. Cuando Gustav llegó, ambos soldados se apostaron a cada lado de la puerta. Había mucha sangre, pero no era la sangre de Linda.

Gustav se detuvo un instante para procesar toda la información. Era de espoleta retardada. Linda siempre se aprovechaba, de él y de sus compañeros, para tomar la iniciativa y adelantarse a todos. En esa ocasión no. No quería ir primera. Sus ojos, en medio de ese mar de sangre que era ahora su rostro, estaban asustados. Aunque jamás lo reconocería.

Gustav se deslizó dentro colocándose en el umbral dispuesto a enfrentarse a Sergei o a a una horda de rebeldes. El cañón humeante de su arma de combate cerrado prometía contundencia. Gustav, el martillo. Él no tenía miedo y sin embargo no podía dejar de pensar en lo que podía haber asustar a Linda.

Allí no había nadie. El segundo piso de la construcción se había derrumbado cuando algo pesado, que había entrado por el tejado de madera, había caído sobre él. El agujero de luz iluminaba la escena. El suelo y las paredes estaban cubiertas de sangre igual que si algo hubiera hecho explotar a un hombre desde dentro. En el suelo había un par de metros de intestino delgado. Y nada más. Allí no quedaba nadie salvo todos los impactos de bala con los que Linda había acribillado la pared y el techo. Ella no fallaba nunca.

—Sergei ha muerto —dijo ella, confirmando la baja. Pero no era su baja.

 

En la puerta, la figura imponente arrastró a Gonsalves al interior del campamento. Jim forcejó con la mujer. Evitó un golpe en la entrepierna, ella jugaba sucio, y otro en la garganta, también sabía ser letal. Pero Jim era perro viejo. Sus gafas se mantuvieron en su sitio esta vez. Tortuga apareció el último. Soltó un silbido ante el escenario de destrucción.

—No se os puede dejar solos, chicos —dijo, mientras avanzaba para rodear con uno de sus brazos a Gonsalves —. Ya la cojo yo, señor. Es escurridiza como una pescadilla fuera del agua.

—¡Idiota! —dijo la mujer en un inglés que rozaba la perfección.

—Genial, tu hablar idioma mío. Yo contento. Au.

Se reunieron, menos Rico. Merl le silbó, recibió la contestación. Atento y vigilante, cubría las espaldas de todos. Imposible saber dónde se encontraba. Tortuga saludó con el sombrero a Gustav, un gesto entre un caballero y otro. Serio, esta vez, preguntándole con la mirada lo que todos querían saber ¿Qué coño había pasado?

Linda aún goteaba sangre. Todos la miraron, entre la intriga y la preocupación. Se limpió las manos con un trapo, luego el rostro.  Sus facciones blanquecinas emergieron.

—No es mía. Es toda de Sergei. Está muerto —explicó, sus ojos miraban a ninguna parte —. Bien muerto.

Notas de juego

Pongo a Jim en el turno no porque vea todo lo que sucede, sino para que no tengáis que explicarle todo el tema.

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04/09/2022, 10:19
Morgan Merl

¿Se había terminado? Nunca puedes estar seguro. El sargento echó un vistazo a su alrededor. Las llamas del Infierno, cadáveres calcinados, las últimas explosiones. Humo. 

-Tiene su belleza, Tortuga. Trágica, pero la tiene. -Al fin y al cabo su oficio era la guerra, matar y morir. Uno de los oficios más antiguos del mundo. Como las putas. ¿No seguían los lupanares a las legiones romanas? Los romanos pensaban en todo. Por eso conquistaron el mundo conocido de entonces. A sangre y fuego.

Se fijó en Linda. No parecía herida a pesar de toda esa sangre. La observó. ¿Cómo coño se había embadurnado así? Parecía que se hubiese revolcado en un charco escarlata. No le preguntó, continuaba "rara". Morgan no fue condescendiente.

-Linda, Tortuga. Limpiad el campamento. No quiero una puta sorpresa por la espalda. Ya.

Agarró a Gonsalves en lugar de Tortuga. La atenazó con dedos de hierro. Quizá le hizo algo de daño, sin intención de ello. Luego, se la entregó a Gustav, que la sujetase con fuerza si era necesario. Miró a Jim. -Señor. -Respetuoso, la cara de Hopper no estaba para hostias ni bromas. 

Observó a la mujer, con aire circunspecto y clínico -¿Tienes alguna herida? soy sanitario -No le guardaba ninguna clase de rencor por el intento de golpe ni la fuga. Comprendía que la espía no se fiase de nadie. De eso trataba ejercer de espía, ¿no? Le ofreció agua y enseño que tenían barritas de proteínas.

-Hemos venido a sacarte de esta mierda. No somos como los otros hijos de puta que te dejaron aquí. 

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05/09/2022, 09:08
Jim Hopper

Dejó escapar a la espía tan pronto Tortuga o Merl se acercaron lo suficiente como para retenerla.  La pistola, aún caliente entre sus manos, no estaba asegurada ni apuntaba al suelo.  Para Jim, el combate no había terminado todavía.

Un marica moribundo aún puede quitarle la anilla a una granada. Venga, ya tenemos a nuestra nueva amiguita ¡Salid pitando leches de aquí!  Hablaremos del gobierno mientras seguimos a nuestro objetivo.  

Dudaba si García o alguno de los rusos seguía oculto en alguno de los cobertizos.  Un pobre desgraciado que saliese de las letrinas con su Kalashnikov aún podía darles por culo y Jim...Jim ya había agotado su suerte por hoy.

—¡Linda! — restalló —Vamos. Tú conmigo — dijo con firmeza.  La soldado parecía en Shock ahora mismo, no confiaba en que pudiese hacer otra cosa que obedecer.  Sus pequeños ojos azules se entrecerraron tras los cristales de las gafas.  No sabía qué o quién había acojonado tanto a Linda, pero Jim le haría pagar por haber arruinado a su mejor soldado.

Disparó rutinariamente a los cuerpos inmóviles de unos cuantos guerrilleros mientras salía del campamento, rematándoles, arrebatándoles lo poquito de vida a la que aún se aferraban.

 

Dime qué has visto, Linda.  Lo qué viste antes en la selva, también — preguntó mientras abría la marcha, ya en la selva. Supuso que su torpeza al guiarles entre la espesura "despertaría" algo en la soldado —. No podemos joder a nadie si no sabemos a lo que nos enfrentamos.  Aunque quizás nuestra nueva amiga — sonrió como un roedor. Había algo indudablemente perturbador en esa expresión, similar a la de una ardilla a la que pillan comiéndose un ratón —pueda iluminarnos al respecto.  Has tenido mucha suerte, Gonsalves, de que pasáramos por aquí y quisiéramos saber qué tenías que decirnos...No somos como esos hijos de puta de los que habla el sargento, no. Ni de lejos.

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06/09/2022, 15:43
Director

—Un sombrero a estrenar, el cuerpo desnudo de una mujer, una botella de tequila. Eso es hermoso, sargento —le dijo Tortuga a Merl mirando a su alrededor con gesto circunspecto; el fuego, los escombros, los cadáveres llenos de agujeros y miedo —. Esto no es más que un agujero.

Las lenguas de fuego hundieron otro edificio.

—Estoy bien, ya conozco a los médicos americanos, son todo manos, lengua y cuchillos —le espetó Gonsalvez a Merl, aún trataba de librarse del abrazo de Tortuga.

Tenía varias contusiones, golpes y cortes menores pero le dolía más el orgullo. No iba a dejar que la tocasen. Demasiadas manos extrañas sobre su piel tostada en los últimos días.

Cuando Merl envió a Tortuga y a Linda a hacer una batida la prisionera pasó a manos de Gustav. Intentó pisarle, golpearle en la entrepierna e incluso darle un cabezazo con la nuca. Todo en balde. Gonsalves seguía luchando igual que un cable de alta tensión cortado sobre la carretera. No se esperaba otra cosa de su sangre caliente.

Le contaron brevemente los hechos a Jim. García había tratado de negociar con ellos envuelto en explosivos, usando a la espía como escudo. Había saltado por los aires gracias a un disparo de Rico. Gustav había barrido prácticamente él solo la base. Al meno eso diría él. La mayor parte de la destrucción era obra suya. Eso ya lo sabía, llevaba su sello. Sergei había intentado matarles usando un RPG. Falló. Linda había salido en su busca. La primera, como siempre, como perro de presa. Gustav la había seguido. Fin de la historia.

Tortuga y Linda volvieron con una negativa. No quedaba nadie que pudiera sorprenderles. En cualquier caso, Rico, su ángel de la guardia, velaría por ellos. Jim ordenó marcharse. Los soldados abandonaron el campamento. Más sucios y con menos balas. Linda tomó un AK de entre los muertos y varios cargadores. Su HK estaba seco. Gustav volvió a recoger su arma. Aún estaba caliente. ¿Y Gonsalvez? Tortuga señaló al sargento.

—El capitán dijo que era su idea.

Gonsalvez se relajó cuando Merl volvió a sujetarla. Seguía sin fiarse de ellos.

—No les he dicho nada. Ese cerdo de García no tuvo mucho tiempo para jugar conmigo —durante unos momentos su mirada intensa se quebró, una fisura en su fachada impermeable. García había tenido su tiempo para el desquite, pero no había sido suficiente para doblegar su espíritu de leona —. No les he dicho nada. No le hagáis daño a mi hijo.*

Recogieron y se fueron. Americanos. Disparaban antes, preguntaban después. Unas cuantas explosiones, napalm y la selva en llamas a sus espaldas. La misma historia de siempre. Ellos se encontraban en la cúspide de la cadena alimentaria. Salvo por los vietnamitas. Esos cabrones amarillos estaban hechos de otra pasta.

La selva una vez más. Rico jugaba su papel de explorador. De vez en cuando Merl se detenía y silbaba a la espesura; un pajarito. A los pocos segundos le llegaba otro silbido de vuelta. Más adelante, atrás, a un lado. Rico en posición y atento. No podían verle. Ni siquiera cuando identificaban de donde provenía su silbido. Era uno con la selva.

La jungla les escupió aire caliente a la cara, les orinó preocupaciones y miedo. El hedor del sudor reptó desde sus cuerpos para abofetear sus fosas nasales. El ambiente era agobiante, claustrofóbico. Un papagayo en la distancia entonó una canción histriónica. Todo parecía estar en su contra; el aroma a flora salvaje, la sequedad de sus bocas, el agua templada de sus cantimploras. Jim intentó sonsacar a Linda. La mujer apartó la mirada, caminó un poco más. Se detuvo.

—No había nada en la selva. Me pareció ver algo. Solo una intuición. Pero allí no había nada, señor.

Había tratado de limpiarse lo mejor que había podido pero su uniforme tenía el olor característico del hierro de la sangre. El camuflaje se había ido a la mierda. Los ojos claros de ella danzaban como insectos sobre un cadáver, de un lado a otro, sin posarse en ningún punto. Los de Jim, dos globos de navidad que alguien había agitado pero que ya se habían posado, lograron atraparla. Linda suspiró, relajó los hombros, cruzó las manos sobre el AK.

—Perseguí a Sergei por el laberinto callejones. Lo acorralé en un almacén. Dos plantas. Decidí entrar sin esperar. Ese cabrón era peligroso. Pero a mí no me daba miedo —ella nunca esperaba, en parte por gloria, en parte porque era una adicta a la adrenalina y a la violencia. Una presa mayor, un orgasmo mejor. Una medalla al mérito —. Estaba ahí, señor. El ruso. Y al momento… —silencio, el papagayo, molesto, interrumpió.

Intentó escapar, pero sus ojos estaban pegados a los de Jim como una mosca sobre miel. El delicioso Jim, el dulce Jim. Todos estaban en silencio, escuchaban.

—Toda su sangre saltó sobre mí. Algo le atravesó de lado a lado, le partió el esternón en dos. Ni siquiera pudo gritar. Había sangre por todas partes. El cuerpo se alzó en el aire. Disparé. Agoté un cargador. Luego otro. Pero allí no había nadie, señor.

Enmudeció, aturdida por el recuerdo.

—¿Y el cuerpo, Linda? ¿Y el cuerpo? —intervino Tortuga —. Eché en esa ojeada en el almacén. Sangre y tripas, pero allí no estaba el ruso.

Ella apretó los dientes. Nadie la hablaba así. Pero ahora estaba asustada.

—Se lo llevó. Por arriba.

—¡Y una mierda! —saltó tortuga —. Había quince metros hasta el único agujero del techo. Sergei era un tipo grande. Yo no podría cargar con él y trepar. Joder, Gustav no podría hacerlo. Tendríamos un puto problema si quisiéramos llevarnos su cuerpo comunista por ese puto agujero entre los dos.

—Es lo que vi —terció la mujer, a la defensiva.

—¿Y qué coño viste? ¿Una polea? ¿Un ascensor? ¿Un puto cohete? —Tortuga se contuvo debido a la presencia de Jim, no podía ocultar que estaba tan nervioso como los demás. Bajó una octava su tono de voz —. Te diré lo que pasó, Linda. Se te fue la cabeza. A veces pasa. Es este trabajo. Necesitas volver a casa con tu prometido. Descansar. Unas vacaciones. Tienes estrés post traumático, un shock. Esa mierda mental de las que siempre hablan los psicólogos. En mi antigua unidad lo llamábamos niebla.  No te deja pensar con claridad. Y ya está. Yo vi el almacén —repitió, arrugó el rostro. Había sido una carnicería —. Allí no había nada.

Notas de juego

 
*Si queréis, haced una tirada de carisma con un +10 al resultado, solo para ver que tal le caéis a Gonsalvez. Pero ella no va a abrirse solo por una tirada. A ver como de majos sois.

Os dejo este turno para que habléis con Linda y con Gosalvez, si queréis. En cualquier caso, haced una tirada de percepción. Nos será útil más adelante.

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06/09/2022, 18:47
Jim Hopper

—Suficiente, Bullock —Jim cortó el ataque del veterano a Linda, no necesitaba que Tortuga proyectase sus traumas en los demás.  No en Linda, al menos. 

Armas experimentales, Linda.  Cargas explosivas o descargas eléctricas a través de cables y ganchos como... ese que guardó Gustav para pescar salmones

 no se le había pasado por alto el gesto del polaco haciéndose con el afilado objeto —. Vehículos voladores no tripulados, con algún tipo de camuflaje.   Pueden ser mil cosas, Linda, pero una cosa tengo clara: Quien sea no va a por nosotros. ¡Coño, Linda, incluso podrían ser de los nuestros! 

La declaración de la espía suplicándoles que no mataran a su hijo, hizo que Jim la mirase un instante. Sonrió.

No nos importan tus informaciones, ni se quién es tu agencia ni tu misión, ni siquiera sabía que tenias un hijo, Gonsalves, no te veo haciendo tamales y burritos en casa.   El americano cuyo helicóptero derribaron, ¿Qué sabes de él, del grupo de americanos que le rescataron? Eso queremos — su sonrisa se amplió, burlona —...y que nos cuentes cosas . ¿Qué hay en esa dirección? ¿Templos aztecas?

 

Notas de juego

paso de tirar XD

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07/09/2022, 15:35
Director

Gonsalvez logró templar su ardiente temperamento para contestar a Jim, a quien traspasó con la mirada a falta de un buen cuchillo.

—Entiendoasí las gastamos —suspiró —. La gente por la que me preguntas tiene a mi hijo secuestrado. Si los traiciono, lo matarán. No voy a decirte nada igual que no le dije nada a ese cabrón de García. Haz conmigo lo que quieras.

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07/09/2022, 22:42
Morgan Merl

"Médicos americanos". Morgan observó a la hispana. ¿Pero no trabajaba para nosotros? ¿Bajo cuerda? ¿Una pasta? No daba la impresión de que persiguiera sus ideales y creyese en el mundo libre que su país ofrecía. La examinó con la mirada, no vio traumatismos ni heridas graves. Algo de desnutrición quizás. Los daños seguramente mas psicológicos que físicos. Pero era espía, una tía dura, ¿no?

Linda describió lo que vio en el cobertizo. Lo que creyó ver. Tortuga sobre reaccionó. Merl olió el miedo en el hombretón, demasiadas palabras seguidas negando, exceso de vehemencia. ¿Qué cojones? EL capi lo atajó antes de Morgan. Pero tampoco creía a Linda. Jim seguía con cara de uva pasa, ofreció algunas explicaciones. El sargento lo miró, ¿de veras te crees la mierda que acabas de soltar? , decían sus ojos.

El calor agobiantes los estresaba a todos más que el propio combate anterior.

Algo hay raro aquí. Confiaba en el sexto sentido de Linda, en su nariz de fiera salvaje. Los ojos de Morgan iban y venían de unos a otros. Se detuvieron unos segundos en Gonsalves, preguntándose qué sabía ella, y recordó el alivio del tipo que dejaron inconsciente cuando se encontró con ellos. Mierda. 

-Nos hemos dejado a un cabrón hay detrás. El puto prisionero. -Lo mismo estaba muerto en el cruce de disparos y las explosiones. 

Estaba pensativo. No le llevó la contraria a Jim, solo comentó una cosa. -Los tipos del helicóptero estaban colgados demasiado alto. ¿Recordáis? ¿También una polea, Tortuga? Cruzó miradas con Linda. Venía a decir que confiaba en ella y tampoco se creía los rollos de Jim. Si tenía ocasión hablaría con ella en algún momento durante el camino. 

La espía no hablaba. Vaya. Pillada por una amenaza a tener en cuenta. Suspiró, agobiado por el calor. Más le estaba afectando a Jim, su falta de empatía le extrañó. No solía ser así, tenía más mano izquierda. 

-Esa es una sucia jugada, que te amenacen con tu hijo. -Le pasó una bebida isotónica *- ¿Tu nombre de pila? Entonces, ¿trabajas para nosotros porque te han secuestrado a tu hijo? No puedes confiar en esa gente, te dejaron tirada. Tampoco te voy a convencer de que no le pasará nada a tu hijo, pero...estamos tratando de ayudarte. -Le ofreció un cigarrillo- Dime, al menos, ¿qué sabes de lo que cuenta Linda y de lo sucedido en el helicóptero? Uno de los vuestros estaba super acojonado cuando lo pillamos, espantado, y no de nosotros. ¿Tienes idea de lo que te hablo?

En los ojos de Morgan había sinceridad. -No te haremos nada. De hecho... eres libre. -La mujer era asunto de él, ¿no?- Lárgate si quieres. Entramos para sacarte de ahí, te lo puedes creer o no. Eres uno de los nuestros y no dejamos a nadie atrás. Y de paso, es verdad, si nos podías dar información. No queremos joderte. Vete a dónde te salga del coño. O ven con nosotros a darles por el culo a esos mamones. Tú verás. 

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07/09/2022, 23:14
Morgan Merl
- Tiradas (2)

Notas de juego

Carisma, lo he subido a 50, por el +10 de confianza que tengo (que no llego igualmente)

Precepción, le he puesto el +10 de buscar. Igualmente la paso, un 1 XD

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08/09/2022, 15:53
Gustav Bergström

Gistav había estado muy callado desde que el combate había acabado. La expresión de Linda unida a lo que él había visto lo tenía preocupado. Porque al fin y al cabo ¿Qué había visto? Maldita sea, llevaba toda la vida en guerras y a pesar de todo, nunca había visto ni sentido nada como aquello. De nuevo visualizó aquella viga doblándose ¿Había visto unos ojos mirándole? Pero ahí no había nada. No podía haber nada.

Entonces escuchó a Linda contar lo que había acabado con el ruso cabrón y por primera vez en muchísimo tiempo, sintió un escalofrío. Jim no parecía tomárselo en serio, Tortuga incluso bromeó y todas las atenciones parecían volverse hacia la prisionera. Pero no podía dejar así a su compañera.

- No Jim, no era una jodida arma nueva ni una puta polea. Yo también he… visto algo. Joder Jim, sabes que no soy de dejarme llevar por supersticiones ni mierdas, pero si presentí que nos vigilaban, vi como algo invisible doblaba una viga, algo que parecía acecharnos desde lo alto. Linda dice la verdad, hay algo ahí fuera y te puedo asegurar que no es nuestro. No se que cojones es, pero deberíamos estar atentos. –

Y con la prisionera ya suelta, volvió sobre sus pasos para recoger su querida ametralladora.