Partida Rol por web

Al abandonar el Palacio Kuni aún sonaban los gritos enfervorecidos por el alentador discurso de Hida Takeo que aún permanecía en los corazones de la comitiva:

-Buenos días a todos. Hoy es un gran momento no sólo para las tierras cangrejo, sino para todo Rokugan; pues con vuestra acción y sacrificio erradicaremos los últimos asentamientos mongoles del año debilitándoles en su sucia senda del mal, pues ésta fue la razón de la constitución del Invierno de los 20 trasgos. Aún no ha llegado el invierno, sin embargo pasaréis al otro lado los últimos meses del otoño y el invierno. No os confiéis por vuestro número pues aumentará con el paso de las semanas, tampoco os confiéis por su salvajismo pues son nobles en el arte de la guerra. Muchos caeréis sin embargo los que volváis con veinte cabezas, volveréis como hermanos Cangrejo. Y con ello digo... ¡Que empiece el invierno!

El grupo que formaban viajaba sin excesivas ceremonias que podía haber pasado por el un Daimyo menor, Hida Takeo viajaba en palanquín como dictaban las normas de protocolo de Rokugan, el resto viajaba o caminando como lo hacía Hida Akeno o a caballo como era el caso de Yasuki Fujitaka, Mano derecha de Hida Takeo.

-Buenos días Akeno-san -Saludó mientras acercaba su caballo al bushi cangrejo- Hoy hace un día precioso, ¿no crees? Un día precioso para morir, muchos morirán en el primer día al otro lado de la Muralla Kaiu, sin embargo nosotros estamos aquí, rumbo a la Corte de Invierno.

- Buen día Yasuki Fujitaka-sama. - le respondo devolviéndole el saludo a la par que me inclino ante él. Sin duda es un buen día.

- Sin duda habrá numerosas bajas en el primer día y más habrá conforme avancen los días. - prosigo. Los Sanadores tendrán mucho trabajo desde el primer momento.

- Nuestro lugar está con nuestro Daimyo. - añado. Aun cuando nuestra presencia podría decantar las venideras batallas a nuestro favor nos debemos a nuestras Obligaciones y estas son acompañar, servir y proteger a nuestro Señor en este viaje.

Luego hago un alto esperando la respuesta de mi interlocutor.

-En efecto Akeno-san. Aún te recuerdo cuando volviste de la Muralla Kaiu, estaba aquel día realizando unos encargos para mi señor Takeo-sama y ahí estabas: un chiquillo ensangrentado completamente y con la armadura de un señor Mongol. Debo decirte que sois valeroso, por eso os recomendé para esta misión.

El hombre permaneció un tiempo silencioso como si meditase algo.

-No debería pasar nada sin embargo es deber de los vasallos velar por su señor como bien apuntaste antes. ¿Saliste antes de tierras Cangrejo?

- Gracias por vuestras palabras Yasuki Fujitaka-sama. - le digo en respuesta a sus halagos.

- En respuesta a su pregunta le diré que no. Nunca he salido de Territorio Cangrejo. - añado. De hecho no me he movido de la Muralla salvo para ir al otro lado en la lucha contra los Mongoles.

-Entonces abre los ojos, pues serán susceptibles de almacenar información. Rokugan está cambiando, soy anciano para ver las sutilezas sin embargo vuestros ojos son jóvenes. Si necesitas algo, pregúntame. -Tras aquellas palabras sabias retomó su posición en la formación.

El grupo no tardó en llegar al primer punto de descanso, un templo budista al que llegaron tras desviarse del camino, tras un sinuoso sendero apareció la imponente construcción en un claro en medio del bosque. Destacaba la construcción principal por su tamaño y la pagoda por su altura, ambas construida con mucho esmero y elegancia.

A un lado se presentaban un gallinero así como un pequeño río que proveía de agua dulce a los locales. El sonriente rostro del monje les daba la bienvenida.

-Honorable Hida Takeo-sama. Recibimos vuestro mensaje, venid. El abad os espera.

-Honorable Sessai, hace mucho que no os veo. ¿Puede que fuera en Ikoma?

-Fue en Ikoma, la última ocasión en la que vestí las prendas militares antes de retirarme a la meditación y la oración. Bishamonten tiene demasiados seguidores.

Tras intercambiar algunas palabras más el dúo se perdió en el interior de la imponente construcción. Fuera quedaron los samuráis y sirvientes.

- Hai. - le digo a Yasuki Fujitaka. Así lo haré Yasuki Fujitaka-sama.

Rápidamente llegamos a un claro con una pagoda y un templo budista donde haremos noche.

- Bien. - pienso mientras busco la mejor forma de distribuirnos para proteger la caravana y la pagoda de un posible ataque.

- Yasuki Fujitaka-sama. - le digo. ¿Preparamos todo para pasar la noche y vigilar y proteger la Caravana y la Pagoda?

-En efecto, yo entraré pronto al interior cuando me den permiso, encárgate de la distribución así como de los turnos de guardia, no debería pasar nada, sin embargo si hubiera una emboscada este es un buen lugar, es bien sabido de la amistad entre Sessai y nuestro señor.

- Hai. - digo. Así lo haré.

Luego me dirijo hacia donde se encuentran el resto de los samurais.

- Yasuki Fujitaka-sama me ha ordenado organizar los turnos de guardia. - digo. Haremos 2 Turnos de 3 Personas cada uno. Uno vigilará la Primera Planta y los otros dos el exterior. Guardando la Puerta Principal y haciendo rondas de reconocimiento de los alrededores.

Miro a mis hermanos y nos divido en 2 Grupos procurando que los Grupos estén equilibrados de cara a veteranía en Combate.

- Yo haré el Primer Turno de Vigilancia. - digo. Os despertaremos cuando llegue vuestro momento. - añado apoyando la mano en el hombro de un Hida que tenía a mi lado. Ahora cenad algo e id a descansar.

Luego me encamino hacia los sirvientes.

- Quiero que siempre estén 2 de vosotros despiertos vigilando el establo. - les digo. Si hubiera cualquier contratiempo Gritad y vendremos raudos, ¿entendido?

Tras esto me encargo de que los animales sean debidamente alimentados y cuidados y de que el palanquín de Hida Takeo sea introducido en el interior de la Pagoda para su mejor protección.

Una vez todo estuvo dispuesto ceno algo y me encamino junto con mis compañero de Vigilancia a nuestro puesto. Uno de ellos, el menos experimentado en Combate, estaría en el interior de la Pagoda mientras que yo vigilaría la puerta por el exterior y me encargaría de hacer las rondas de exploración.

-Hai, Akeno-san-. Respondieron al unísono los 5 interlocutores. Tras marcharse los tres de reserva quedó el cangrejo con otros dos compañeros.

-Perdóneme Takeda-san pero me encargaré de la planta superior. -Dijo el primero.

-Hai, entonces me encargaré del perímetro.

Las órdenes estaban dadas y todos conocían su rol. Entonces el cangrejo se encaminó a los sirvientes y tras transmitirle las órdenes el grupo se rompió para acometerlas diligentemente.

La noche no tardó en llegar.

La noche llega y empiezan los turnos de vigilancia.

Todo parece estar tranquilo así que le indico a mi compañero que voy a inspeccionar la zona. Un asentimiento de cabeza es el único indicativo de que ha oido mis indicaciones.

- Bien. - pienso. Espero que todo siga tan tranquilo como hasta ahora.

Empiezo a recorrer la zona. Primero rodeo la Pagoda para a continuación dirigirme hacia el Templo y rodearlo.

Una vez vigiladas las dos Estructuras me encamino hacia el Establo para una vez inspeccionado dirigirme al río y observar en derredor.

Una vez inspeccionado todo regreso a mi puesto.

Unas dos horas después vuelvo a hacer la misma ronda.

En la segunda ronda se escucha un ruido, parece el crujido de una rama. De repente diferentes susurros en un tono de reprimenda rasgaron el aire hasta que enmudecieron. Parecía que las sospechas de Fujitaka-sama estaban justificadas.

Intento prestar atención de la procedencia del sonido mientras doy la voz de Alarma.

- ¡ALERTA! - grito. ¡INTRUSOS EN EL CLARO!

-¡Alerta!-. Gritan voces en el interior de la construcción como si del eco se tratase.

-Mierda-. Se escuchan maldiciones en el interior del bosque mientras movimiento entre la maleza acompañaban a las maldiciones.

Los movimientos empezaron a ser cada vez más numerosos como si los bosques hubiesen cobrado la vida hasta que los autores de esos movimientos empezaron a aparecer. Ronins, ronins de diferente procedencia a juzgar por el color de la tez, pero todos vestían harapos similares.