Partida Rol por web

Enseguida el serviola de lo alto dijo algo: - Barco a la vista. Y señaló en la dirección.

Tu marinero no informó de nada más, pero tú sabías ya más que él.

La tranquilidad del pasajero no era reconfortante. Sí, no tener a un alborotador era algo bueno, pero la sombra de esa Arca Negra era muy larga, mucho más de lo que se dejaba ver a simple vista… y no tardé en confirmar mis sospechas. El noble sufrió un ataque, o algo parecido a ello, tan sólo para recuperarse e informarme de las novedades… las cuales no tardaron en ser ‘avistadas’ por uno de mis vigías.

Mi mirada se dirigió hacia atrás, hacia el Arca Negra, antes de volver la vista al frente. Echando mano del catalejo, busqué el barco en cuestión. Una nave llena de tropas que superaba con creces a mi nave pero que querían que la cazáramos igualmente para el Arca… si es que no nos acababan hundiendo.

“Todos a sus puestos de combate”, ordené con tono frío a mi segunda, dejando que ella vociferase todo cuanto quisiera. Mi atención estaba puesta en la nave enemiga, evaluándola no sólo en tropas sino en armamento y velocidad. La magia del Arca nos daba el viento pero poco más.

Si trataban de huir, tendría que perseguirlos y acosarlos, como una bestia que muerte de los talones a una presa mucho mayor, retirándose continuamente para evitar la furia de algo que podría aplastarlo, hasta que finalmente la horda llega y se abalanza. Si trataban de atacarnos, íbamos a ser nosotros los que tuvieran que huir y poner a prueba la velocidad del Águila Negra.

Era extraño, pero no recordabas que el catalejo funcionase tan bien. Bueno, mejor.

Pudiste ver que era un trasporte, de no demasiado calado, pero que ya tenía prestos para el combate a unos marineros. Además tenía una unidad de infantería (Lanceros) pertrechados para el combate y viste una Espadera de Hoet. ¿Joder, y cómo nos han visto con tanto tiempo antes que ya están listos y todo?

Notabas ese cosquilleo en la nuca, de cuando los vientos de magia corrían a tu alrededor, y parecía que ... hacía mucho viento.

No estabas seguro, pero creías haber visto a alguien que no tenía pinta de marinero, junto a la espadera, con una túnica granate algo envejecida, y que portaba la capucha puesta. Eso es lo que lo había delatado, el que se cubriera la cabeza y que la espadera lo escoltara. Pensaste: - Lo bueno de parecer un marinero más, es que no te diferencia y no se organizan para cazarte antes de la batalla. Te diste cuenta que el señor si parecía algo diferente, pero no creías que tanto. Aunque para un ojo experto, si. ¿Los serían?

Iba a empezar a pensar que tenía un sexto sentido para cuando alguien usaba en mi, o a mi alrededor, magia de algún tipo. Ver mejor desde el catalejo, captar todos los detalles, que el viento soplase a nuestro favor… y que pudiera distinguir el que, a mi parecer, podría ser el objetivo principal del Arca Negra.

“Lanceros… Putos de Hoet… Y alguien con una vieja capa granate…”, murmuro para mí y para el ‘invitado’. “Los Hoet lo escoltan…”. Presentía que decírselo a él era casi lo mismo que decírselo al Arca.

Saltaba a la vista que, transporte de tropas o no, alguien en ese barco no debería estar ahí o era tan importante como para tener a una unidad de esos bastardos escoltándolo y haciendo que se escondiese como un marinero más. Por esa razón, no aparté la vista de él, tratando de tenerlo bien localizado así como captar cualquier detalle menor que se me hubiera escapado. ¿Otro mago, quizás?

“Afianzan bien las velas y quiero a los mejores tiradores en el lanzavirotes!”, espeto, dándole órdenes claras a la tripulación. “Acosaremos a esa nave como un bestia hambrienta. Apuntad bien. Su timón, mástiles y velas son prioritarias!”, digo, mirando al lanzavirotes. “No quiero fallos”.

Nuevamente centré mi atención en la nave y en ese ‘capa roja’. ¿Nos plantarían cara o tratarían de escapar?

“Supongo que si todo esto sale bien, podría pedir una buena puta espadera como recompensa personal…”., murmuro.

Tu segunda se puso al mando de uno de los lanzavirotes. El de más a proa. Sabías, por experiencia propia que se lo tenía bien ganado, y que además sus impactos podrían ser muy crueles. Buena elección.

El señor elfo quedó un poco en segundo plano. No parecía muy interesado en la batalla, pero sus alfanjes gemelos, no parecían ser precisamente de adorno.

El timonel preguntó: ¿Seguimos aguas o interceptación de rumbo?

Asegurando el papel de los tiradores, visualicé la escena desde un plano más elevado. Un abordaje era impensable, no con semejante inferioridad numérica y mucho menos con esos espaderos. Tenía que hostigar, evitar contraataques y darle una buena posición de disparo a mis tiradores, especialmente mi segunda.

Dando unos pasos firmes, bastó mi presencia para hacer que el timonel se apartase, haciéndome con los controles. Yo sabía mejor que nadie cuánto era capaz de dar de sí la nave y era, precisamente, en momentos como éste donde el capitán debía demostrar lo grandes y duros que tenía los cojones.

Con el favor del viento y forzando al máximo, haría que la nave volase más que surcar las aguas, prácticamente en ruta de colisión desde el punto ciego de la nave rival. Veamos de qué pasta estaban hecha esos elfos maricones.

El trasporte a virado hacia la isla. Es una costa con acantilados y puede que alguna dársena. Lo más fácil es estrellarse contra las rocas antes de varar.

Tu nave lo sigue directamente para interceptarlo. LLegaréis más o menos a la vez a la zona peligrosa de los rompientes y escoyos.

Los odiados hermanos han encontrado un lugar por el que meterse y desembarcar. Los artillero de proa parecen sentirse ansiosos y tu segundo te pregunta: - Capitán ¿Fuego? Tú también pensabas que estaba dentro de alcance.

Parece que allí delante hay una ensenadita y puede que una playa sobre la que varar el casco, así que aunque se le dañe, no se hundirá, ya que quedará contra la arena, y probablemente protegido del oleaje.

Esos malditos parecían conocer muy bien la zona hasta el punto de internarse en una pequeña dársena, entre escollos que destrozarían una embarcación, para así quedar a resguardo tanto ellos como su embarcación.

“Esos cobardes quieren llevar el enfrentamiento a tierra…”, mascullo entre dientes tras las palabras de mi segunda. “¡Timón y mástil!”, espeté, ordenando el disparo, como tantas otras veces. “¡Inutilizad esa carraca antes de que toque tierra!”. 

Sin pegas por el ritmo. Ya te contaré lo que sucede.

Has dañado tanto los mástiles como las velas tanto que ya no valen para nada. Precisará de profundas reparaciones. El timón se ha engarrotado y lo has inutilizado, así que como estaba recto, así que fue. A la vía, como dice la gente del mar; así que el varado fue de cara y brusco. Para el casco el mejor esa manera, pero para la tripulación ... es más impacto. Además como no podían maniobrar ha quedado de cualquier manera y en esa estrecha cala, con una carraca ya en todo el medio, es incómodo maniobrar. La espadera bajó a tierra por un cabo a eslinga, al igual que los marineros, pero la infantería, bajó por un portalón improvisado y muchos se han estampado contra la arena. Ninguno ha muerto, pero seguro que alguno va a cojear un rato largo.

Tienes como 25 ó 30 elfos en tierra.

Maniobrar para varar es muy difícil, y dar la vuelta allí dentro es imposible. Vas a tener que luchar, y cuando amaine la tormenta, habrá que ingeniárselas para sacar tu nave de allí. O eso o dejarlos escapar, pero tendrán que salir a pata, porque ese pecio necesitará semanas y semanas de trabajo, materiales y esfuerzo.

Poner a mi segunda como artillera fue la mejor decisión de todas pues sólo tenía que remitirme a las pruebas. Los mástiles quedaron dañados así como sus velas, dejándolas inservibles por completo, y su timón quedó clavado en su posición, haciendo que se diesen de bruces contra la costa. Quizás esto último podría haber sido mejor pero dado el escenario, que más de uno de esos perros quedase cojo era muchísimo peor, para ellos, claro, que el que hubiera muerto. A los muertos se les abandona pero a sus camaradas…

“¡Continuad las salvas mientras estén a tiro!”, ordeno maniobrando para que la nave no sufriera percance alguno.

No pensaba desembarcar y comenzar un asalto más que costoso contra un grupo de espaderos. Yo era una avanzadilla y se me había ordenado no permitir que la nave huyese, y eso había hecho. Otra cosa era que mis maniobras para anclar la nave y esperar a que el tiempo mejorasen les diesen la impresión a esos blandengues de que iba a asaltarles. ¿Por qué decía esto? Porque no tardarían en formar filas… y eso le daría un objetivo mucho más grande, compacto y jugoso a mi Segunda.

Un grupo, liderado por la Espadera sale disparado como avanzadilla de escalada.

El lanzavirotes tiene un problema y muchos de los proyectiles salen desparramados por el suelo. Consiguen los marinos ponerse a cubierto tras la guerra que los guía.

Tu nave está empezando a tener problemas para mantener la posición. O vas saliendo de allí o te arriescas a quedar varado en la arena del fondo, junto al trasporte de los Odiados Hermanos, o incluso peor, a embarrancar en rocas que no se pueden ver, o lo peor de todo, estrellarte contra algo que desfonde la nave o contra las altas paredes de la cala, y perder la nave. Pasar a ser unos náufragos.

El viejo marino, al igual que tu segundo de a bordo, están expectantes para seguir órdenes. Eres el amo y señor de la nave, pero ellos se han percatado de las mismas circunstancias que tú, y parece que esperan la orden para plegar y salir de aquella ratonera.