Partida Rol por web

La chica de la capucha, que estaba relajándose finalmente gracias a la conversación con Penton, repentinamente recupera su tensión y nerviosismo ante los gritos. Cuando se gira y ve a una horda enfadada cargando con fuego y diversos instrumentos que sirven para pinchar, la respiración de Audrey se agita.

El cuervo le pellizca la oreja y tira de ella. Suelta susurrantes sonidos bajo la capucha de la mujer y luego huye de dentro de su capa. Vuela hacia un árbol y se posa en una de sus ramas. Tras eso, Audrey comienza a inhalar profundo y exhalar con suavidad.

Su mirada busca al regordete Montehogar.

Penton, con una sonrisa en la cara, deja el ataúd en el suelo y con una voz calmada dice: "Hablemos sin amenazar". 

Al acercarse a la muchedumbre, va mirando a los asistentes y les saluda con la cabeza y la sonrisa hasta que llega al portavoz de esa muchedumbre: "Y díganme, ¿porque no podría tener el Sr. Lorrimor un entierro digno en su tierra, como todos los habitantes de esta? ¿Acaso es usted más decisorio que el dios en el que crean estas gentes?"

Mientras Penton habla, gesticula en demasía hasta casi dar un pequeño manotazo a la antorcha que porta el portavoz de la muchedumbre.

Con un gesto de desprecio, uno de los hombres al frente escupe al suelo y replica de forma hostil:

"No lo entendéis. No vamos a dejar que un nigromante sea enterrado en el mismo lugar que nuestros parientes. Les sugiero que se vayan mientras puedan. Bastante indignada está ya la gente."

Con una sonrisa más apagada, Penton habla de forma calmada: "Bueno, no nos pongamos nerviosos. ¿Nigromancia? Supongo que esto no viene de hoy, está claro" -dice mientras mira a la muchedumbre - "Pero entiendo que tampoco es la primera vez que la gente se pronuncia al respecto. Si el reverendo Hoyosombrío ha permitido este entierro, será porque la gracia del dios en el que creáis así lo quiere. ¿O están ustedes tratando de decir que el reverendo es alguien que miente?" - La cara de Penton se pone un poco más rígida y dura, como si sus palabras intentaran dar la discusión por terminada. 

Observando de reojo al concejal Montehogar puedes observar que está sonriendo ligeramente, como si todo estuviera yendo según lo planeado.

El profesor Tadeus se apresura a interponerse entre Kendra Lorrimor y la multitud, en gesto protector.

LLeva su mano a la cintura, de forma amenazadora y se dirige a la multitud friamente:

- "Esta es una ceremonia privada para amigos y familiares del difunto. Independientemente de lo que reclamen, si insisten en su disturbio, nos veremos obligados a emplear metodos de persuasión mas agresivos, incluso posiblemente letales."- hace una pausa y da una ominosa y profunda calada a la pipa, mas de lo que se podria considerar sano y coherente. El humo resultante es de un color verdoso y su aroma realza el ya existente olor a azufre. Las venas, capilares y arterias de ojos y brazos se marcan ligeramente mas i pareciera que sus colores estan extremadamente vivos.

"-Puede que superandonos en numero puedan resultar una molestia, e incluso detener levemente nuestra comitiva, pero les aseguro que como minimo uno de ustedes resultara en victima mortal por defensa propia."-Indica duramente el profesor-"Quien entonces, desea ser el martir olvidable de una multitud sin proposito real?"

La chica mira a Penton y parece relajarse por un momento. Esboza una pequeña sonrisa: "Claro..." murmura para sí misma, "Si ha llegado hasta aquí es que el sacerdote está de acuerdo..."

Pero entonces se percató de algo y volvió a mirar hacia el constable. Sorprendida, alza la mirada hacia el cuervo: El ave asiente un poco y hace un gesto con la cabeza hacia el grupo. Ella se cubre la boca con sorpresa y se gira hacia Penton, dispuesta a decirle algo pero entonces escucha al profesor hablar y se detiene.

Parece que ella misma se ve algo intimidada al ver aquel espectáculo tan solo ligeramente grotesco en el que las venas del hombre se hinchan por cuenta propia, como por arte de magia. Y ese olor... Ese olor le pone la piel de gallina.

La chica de la capucha da un paso atrás, a la defensiva. Finalmente inspira profundamente, juntando valor, y comunica a Penton (quien tiene más cerca, aunque si el resto de forasteros están a su lado sin duda escucharían también): "El hombre gritón... El regordete, aquel, el que parece importante... Está sonriendo."

Incluso habiendo juntado valor la situación le supera. Vino a un entierro... ¡Y ahora había una muchedumbre enfadada, y aquel extraño profesor amenazando de muerte a los pueblerinos enfadados! ¿Y que era eso de que el difunto es un nigromante? Definitivamente no se esperaba esto para nada.

Ante las palabras de Penton y el profesor Tadeus la muchedumbre parece intimidada, su voluntad de impedir el entierro no parece ser suficiente como para enfrentarse a vosotros. Parando su avance, mantienen su posición incómodos, sin saber cómo continuar con la situación.

Las amables formas de Penton le llamaron la atención a Joseph. Le resultó curioso que un hombre de ese porte y rudeza actuara con semejante suavidad.

La resolución de Martell Tadeus quizá fue brusca para su gusto, pero fue evidentemente efectiva. Joseph no estaba dispuesto a resolver el conflicto de manera agresiva, y mucho menos con una reyerta ciudadana. "Aunque de que se trate de nigromancia, eso no quiere decir que el profesor sea alguien vil. Todos los magos tratamos con magia del estilo en algún momento como parte de nuestro aprendizaje, y dudo mucho que el señor Lorrimor sea una persona vil. Al menos, no es algo que me haya mostrado." Joseph no se dirigía a nadie en concreto, intentando aclarar la situación para que todo el mundo entrara en razón, posiblemente convenciendo a los ciudadanos de que la nigromancia no era un arte necesariamente oscuro.

Gervasio emitió dos breves chillidos agudos asustado.

Kendra sacude la cabeza con resignación mientras le dice a Joseph:

"Déjelos, señor Wheatfield esos incultos no saben lo que dicen..."

Al escuchar estas palabras los maleantes, que ya se empezaban a marchar se giran, claramente ofendidos. Uno de ellos, un hombre de unos cuarenta años, con el pelo canoso y una calvicie incipiente, que antes parecía hacer las veces de líder de la turba improvisada, dice con evidente indignación:

"¡¿Incultos?! ¡Cómo te atreves, m...!" — alcanza a decir antes de que otro de los maleantes le ponga la mano en el hombro, claramente disuadido por la amenaza de violencia del profesor Tadeus.

Tomando conciencia de la situación, terminan por retirarse del sitio escupiendo maldiciones entre dientes y dejando una situación intranquila.

La chica se queda boquiabierta al escuchar lo que dijo Joseph. Su cuervo vuela y se posa sobre la capucha de Audrey.

"... ¿Ha dicho que es un nigromante?"

CAW CAW responde el cuervo.

"... Empiezo a pensar que nos hemos metido en una situación peligrosa, Crow..."

CAW CAW elabora el cuervo.

Cuando finalmente se retiran los maleantes, Audrey suspira y se relaja. "Al menos ya pasó todo... Y no hubo violencia..."

Penton se vuelve con una sonrisa satisfactoria, quizás pensando que su discurso ha sido muy útil. Se sacude las manos y se dirije a Kendra: "Señorita, ¿continuamos? - mientras da unos golpes sonoros al ataúd. Sonríe a todo el mundo, satisfecho de poder ayudar y sin darse cuenta de la gravedad de la situación. 

Kendra asiente confusamente, sin encontrar las palabras con las que romper el silencio.

Penton se carga el ataúd en los hombros otra vez, aunque el cansancio le hace desfallecer y no poder solo. "Perdonen la molestia..." - Le dice al tabernero y a Audrey - "¿Podrían ayudarme un poco ahora? Parece que la tensión del momento me ha dejado un poco... flojo de músculo". - Mirando hacia la gente que acompañaba levanta la voz y dice: "¡Que si alguien más quiere ayudar, será bienvenido!"

El tabernero, ni corto ni perezoso, ayuda a Penton echando hombro al ataúd con una sonrisa:

"¡Claro hombre, para eso estamos!"

Audrey asiente con suavidad ante la petición de Penton y alza la mano hacia el ataúd. Levanta dos dedos.

No lo toca. De hecho, no hace nada más. Vaya poca ayuda que da, no cuenta ni como apoyo moral...