Partida Rol por web

Tan pronto como llegan cerca del gentío, Renan se aproxima a la fuente que rodean. Se detiene por un momento al escuchar el disparo, pero en seguida se da cuenta de que el viejo ha apuntado al aire sólo para hacer reinar el silencio.

Ajeno a la histeria colectiva, avanza hasta ponerse delante del animal muerto flotante. A primera vista distingue pelaje y orejas, luego se da cuenta de los rasgos felinos; parece que se trata de un gato. Baja la vista para fijarse en la C escrita en sangre. — Mmm...— Se queda pensativo mientras mira la letra. Lo único que le viene a la mente es C de Conrad, en las últimas horas no han parado de mencionar ese nombre que casualmente empieza por esa misma letra.

Renan se sorprende que tilden de "asesino" a alguien sólo por matar un animal. Aunque, ciertamente, la escena es algo bizarra. ¿Habrá habido más muertes? Vuelve la cabeza hacia atrás para fijarse en Edgar. El hombre venía cubierto de sangre cuando toparon con él en las afueras. Demasiada sangre para un animal tan pequeño.

Renan encuentra un detalle muy interesante en la escena del crimen, más alla de lo visible a simple vista:

En el fondo de la fuente reposa un cuchillo de carnicero. A juzgar por el estado de la hoja, que ni siquiera ha sido tocada por el óxido, lleva aquí poco tiempo. 

Ante las palabras del alguacil, la multitud se comienza a dispersar, pero Reen llama de nuevo la atención del gentío, que se abre para dejarle paso y cuchichea el nombre de Edgar en un silencio casi sepulcral.

"¡Asesino! ¡Detenganlen, alguacil!" — grita una anciana con cara de sufrimiento — "¡Fue el quien mató a mi Bigotes!"

"¡Señora ya está bien!" — responde secamente el alguacil.

"¡Y qué ha hecho nunca el profesor por nosotros!" — reclama otra voz.

"¡SE CALLEN DE UNA VEZ O LES DETENGO A TODOS! ¡VAMOS!" ​​​​​​

De entre la multitud, aparece la oronda figura del concejal Montehogar, que se tambalea ante el pequeño gnomo y la inquisidora.

"¿Y ustedes quienes son, forasteros, para pedir esta audiencia?" — se gira hacia el alguacil y le indica con un movimiento de cabeza — "El sospechoso pasará la noche en la cárcel. Deténgale, Krueger. Por lo que a ustedes respecta..." — acaricia su mentón con la mano y concluye — "Les veré en el ayuntamiento mañana a primera hora. Este es un asunto urgente."

Renan se balancea cambiando de peso entre una pierna y otra, mirando abstraído el cadáver del pequeño gato. Es quizá debido al cambio de ángulo que le llama la atención un pequeño destello en el fondo del agua ensangrentada. El muchacho se agacha y sin muchas ganas (pues odia el agua como si, irónicamente, de un gato se tratara) mete el brazo en la fuente y saca un brillante objeto. Se trata de un buen cuchillo de carnicero, ahora limpio y brillante al sol después de sacarlo del agua. No parece mellado ni oxidado. — Vaya, otro cuchillo— murmura para sí, rememorando el arma blanca encontrada en el granero. Finalmente el chico se encoge de hombros y vuelve sobre sus pasos hacia el resto del grupo, mientras la multitud vuelve a agitarse con nuevos gritos de ira.

Un hombre de buen porte, quién parece ser el mandamás del pueblo, está cuestionando a sus compañeros.— Pues aquí tengo una buena pista: arma del crimen— bromea el ifrit acercándose al señor y mostrándole el cuchillo recién sacado del agua. Luego adopta un tono más serio — Si esto es tan urgente como dice, ¿Por qué no contaría con nuestra ayuda?—.  Quizá si ven que realmente están ahí para ayudar, les dejen investigar libremente.

Ante la vista del cuchillo, a Edgar le fallan las piernas y se derrumba diciendo:

"E-ese es... Mi... C-cuch..." — ni siquiera llega a terminar su frase.

- Bien, todo encaja y parece bastante simple... sin embargo el propio profesor decía que a veces esta es la mejor manera de echarle la culpa a alguien cuando quieres vengarte o alejar la atención hacia otro lado si quieres que no te pillen con algo más gordo.

- No hay nada de malo en que Edgard pase una noche a la sombra, mañana a primera hora estaremos en el Ayuntamiento, pero me quedaré más tranquilo si permite que tenga vigilancia. Mi amigo, - dijo mientras señalaba al tigre,- puede evitar que corra cualquier peligro, la gente está muy alterada y ya se sabe que en ese estado puede pasar cualquier cosa.

- Si es inocente o culpable será algo que sin duda estaréis capacitado de descubrir debido a vuestro porte y cargo.- Sonaba cargante pero igual la adulación ocultaba sus intenciones apelando a la vanidad del alcalde.

La multitud daba escalofríos, no porque fueran unos bravos guerreros determinados a luchar contra un enemigo común sino porque eran simples pueblerinos y si se descontrolaban sería complejo pararlos sin tener que lamentar luego heridas o incluso muertes. Cuando parecieron desistir de su furia la mujer se relajó, para volver a enervarse cuando aparecía el cuchillo.

- Le han tendido una trampa, no cabe duda. Lo pueden haber hipnotizado o poseído.

Aquello lo dijo para quienes estaban cerca, no iba a dejar que nadie más lo escuchara cosa imposible dado el griterío que sucedía alrededor.

Sigyn miró al acusado, acabaría esa noche en la cárcel mas lo entendía como un medio de apaciguar a las gentes, por eso estaba de acuerdo y no porque le considerara culpable.

- Estaremos allí a primera hora, estamos dispuestos a ayudar en lo que haga falta.

Lo que no tenía claro era cuánto podían contar a ese hombre, la inquisidora quería ser prudente pero podían necesitar a la autoridad para investigar con mayor libertad. Siendo el alcalde quizás pudieran hablarle de influencias malignas y podría llegar a entenderlo, mas todavía quedaba por ver cuánta confianza les inspiraba en su reunión del día siguiente.

"Estoy seguro, Audrey, y deberíamos aclararlo cuanto antes, pero parece que la burocracia se interpone en nuestro camino." Esta era posiblemente la primera vez que Audrey le hablaba directamente, dentro de la nebulosidad de su persona. Se había percatado de la tímida personalidad de la chica, y Joseph quería hacer que se sintiera segura con él y con el resto del grupo. Al fin y al cabo, estaban todos metidos en el mismo lío.

Joseph se hallaba intimidado ante la muchedumbre e inconscientemente iba haciéndose un hueco entre los demás miembros de su grupo para protegerse del ruido y el barullo.

El mago asintió a la petición del concejal de reunirse con él en el ayuntamiento a la mañana siguiente. No estaba seguro de querer mezclar la trama Lorrimor con cuentas legales, pero sin duda, sería una buena noticia tener a la ley local de su lado en las investigaciones.

Audrey se cubre la boca cuando el cuchillo que encontró Renan es reconocido por el pobre Edgar, pero hay tanto caos que quizás nadie se haya dado cuenta...

Se lleva las manos al pecho y baja la mirada, pensativa. Mientras ella está ensimismada, intentando pensar qué decirle al alguacil o al concejal, ¡pero afortunadamente Reen es mucho más rápido en pensar algo que decir que ella!

-Ah... Esto... _Uhm... Sí, por supuesto. Mañana mismo estaremos... Allí.- la joven inspira y exhala. Al menos está pudiendo responder en voz alta ahora. Ya le cuesta superar el 'pánico escénico', así que con tanto caos de la población se le hace incluso más difícil, pero por el otro lado el poder haber compartido una o dos palabras de forma "normal" con Joseph le dio la confianza necesaria para responder al Concejal~

-Creo que deberíamos volver a la mansión... Es tarde, y estoy cansada. No creo que podamos investigar nada más con el pueblo en este estado...-

Reen no había venido de la mansión y no sabía si sus nuevos compañeros se retirarían allí a meditar solos.

- Me reuniré mañana con vosotros antes de ir a hablar con el alcalde. Estaré en la posada si me necesitáis.- Confiaba en que solo hubiera una y fuera fácil de encontrar e incluso que contasen con algún sitio para Zaffs, normalmente no le dejaban acceder a las habitaciones y más de una vez había molestado a algunos animales en los establos, especialmente los perros que no cesaban de alterarse y ladrar en su presencia.

- Este asunto es algo turbio y necesitamos tener la mente clara, descansad.

Cuando ya se despedía y consiguió alejarse un poco, el tigre bufó ligeramente.- Tranquilo, amigo, si no te dejan quedarte buscaremos un sitio no muy alejado de este pueblo.

Edgar asiente cabizbajo mientras el alguacil le coloca unos grilletes en las manos y se lo lleva con porte sombrío. La multitud no tarda en dispersarse eventualmente, y así lo hacéis vosotros hacia la Mansion Lorrimor. Tras despediros de Reen y Zaffs, os encamináis hacia la colina en la que se alza el antiguo edificio y tras un corto rato, divisáis finalmente el edificio.

Somal, la luna azul de Golarion, ya se alza en el cielo cuando llegáis al umbral. Podéis daros cuenta de que la puerta ha quedado abierta, y al entrar, pronto podéis comprobar que no hay rastros de Kendra por ninguna parte. Encima de la mesa del salón, aún reposa el arcón de libros que el difunto profesor os solicitó entregaseis a la Universidad de Lepidstadt, con la llave de hierro insertada en su cerradura.

Por lo demás, no hay signos de violencia por la casa, y la habitación de Kendra se encuentra perfectamente ordenada, si bien algo escueta de posesiones.

Reen, no tardas en hacer tu camino hacia la taverna local, llamada El Segundo Ojo de Aroden según el letrero de madera que cuelga de su portón, decorado con un gran ojo en el centro de un triángulo.

El propietario, un enano gruñón de piel ceniza y barba pelirroja, se encuentra en el proceso de regresar al local a la vez que tu y se da cuenta de tus intenciones:

"He visto lo que has hecho chaval... Ya sabía yo que ese Edgar no era de fiar, todo el día solo y con cuchillos... Normal que se le fuese la chaveta. Hay que tenerlos bien puestos pa' encararse con un tiparraco así. Necesitas una cama, ¿verdad? Por hoy corre de mi cuenta, pa' ti y pa' tu amigo." — termina dando una caricia al lomo de Zaffs.

Antes de que subas a tu habitación, el enano te ofrece una oscura jarra de cerveza:

​​​​​​"Siempre viene bien pa' calmar los ánimos. ¡Artesanía de la casa! JAJAJA" — se ríe antes de dejarte ir a descansar. 

Lo último que hubiera esperado es que en un pueblo así hubiera gente tan amable. Aceptando de buen grado la habitación y el trato dado a su compañero, Reen cogió esa cerveza. Cabía la posibilidad de que estuviera envenenada pero creía haber visto cómo la servía del barril donde todos bebían y se la servía directamente. Creía.

- Permitidme entonces invitaros para que bebais conmigo. Es conocido el aguante de los enanos y no es mi intención distraeros mucho, pero si agradeceros el gesto.

Aunque estaba honestamente complacido también quería obtener algo de información.

- ¿Ha dado Edgar problemas anteriormente? Cuando lo encontramos estaba bastante asustado, y lo peor - bajó el tono para hacerse el interesante y llamar su atención- dice que no recuerda nada pero toda esa sangre es sin duda sospechosa.

- ¿Qué ha ocurrido de verdad hoy aquí?

"¡Me has caído bien, chaval! Un enano nunca dice que no a una cerveza, has dado en el clavo. Mucho menos si es una mía JAJAJAJA" — se ríe el enano mientras se sirve su propia jarra y le prende fuego al alcohólico brebaje, para sentarse contigo — "El nombre es Durgrin. Durgrin Barbaceniza. ¿El tuyo?" 

"Mira, mi familia ha llevado esta taberna durante generaciones. Nací en este pueblo, me crié en este pueblo, y por todos los ancestros de mi clan, ¡moriré en este pueblo! Y lo único que he oído del Edgar este son cosas malas. No voy a repetir lo que pasó con su familia, porque es de mal augurio, pero no te fíes de él ni un pelo, es un maleante." — te advierte con mirada aviesa — ​​​​​​"Yo no sé que ha pasado, y no se si quiero saberlo. Hubo una explosión mientras estaba terminando de limpiar las mesas, antes de ir a dormir... Sonó como un tiro, pero no puede ser porque sólo el alguacil tiene una pistola, ya sabes lo caras que son esos cachos de hierro, y cuando salí de la taberna, había un tipo lleno de sangre que salió corriendo... Así que ese era Edgar, ¿eh?"

- Yo soy Reen y ese peludo de ahí fuera Zaffs, te agradezco sobremanera que lo hayas acogido. No hará nada pero no todo el mundo tiene tu buen ojo.- Brindó con el enano con gusto y bebió un gran sorbo.

- El caso es que he de reconocerte que no me fío mucho de Edgar, todo apunta a que está metido de lleno en esto, pero también hay que ser objetivos y hasta que no se investigue tiene la duda del inocente. El profesor decía... Lorrimor, no sé si te suena... decía que muchas cosas no son lo que parece y que a veces es muy fácil orientar la mirada de la gente para conseguir en otro lado algo que queremos.

- Umh, excelente cerveza... quizá la mejor que he probado en años.- Se relamió con sinceridad.

- No sé cómo se las gastará el alguacil, pero el alcalde parecía bastante tranquilo. O lo lleva en la sangre o en el cargo.

Comenzaba a notar que le iba subiendo el alcohol, sin duda no tenía el aguante de su anfitrión.

- Creo que me retiraré pronto. Admiro tu empaque ante estas jarras, por cierto de tamaño considerable, algo que agradecer, pero tengo que organizar estos fardos y desempolvar el viaje para estar mañana presentable.

- Le hablaré bien a todo el mundo de esta posada, y si no te importa en un rato bajaré a cenar, y si quieres a cantar algo de tierras lejanas que pueda animar los corazones.

Mientras se dirigen hacia la mansión para descansar y ver a la tal Kendra (el chico no la conoce, pero le suena que el viejo profesor le había hablado de su hija tiempo atrás), Renan se queda pensando en la escena junto a la fuente. En aquel momento no le sorprendió mucho que el chuchillo que encontró perteneciera a Edgar. Confiaba en las palabras de aquel hombre, pues en sus emociones no había visto rastro de engaño, pero era obvio que alguien quería inculparlo. Renan sólo tiene ganas de que llegue ya la mañana para poder continuar con la investigación, sin impedimentos legales de por medio.

Aún sumido en sus pensamientos, llegan por fin a la mansión. Quizá el no sé da cuenta, pero sus compañeros se ponen algo tensos en descubrir que la puerta está abierta y la chica ausente.

- La verdad es que nunca he visto a Kendra pero.... ¿No podría ser que estuviera entre el gentío de esta tarde y aun no haya vuelto?- Intenta apaciguar el ambiente lúgubre que se ha instalado de golpe entre el grupo. - Ya sabéis como es la gente de pueblo, nunca cierran la puerta con llave-. Renan empieza a sudar a mares y no es precisamente debido a su pelo.

Reen podría haberles acompañado salvo que el tigre hubiera sido una visión demasiado dura para Kendra, esas eran sus cavilaciones, podría preguntarle cómo vería la presencia del gnomo y la mascota allí. Lo que encontraron fue una vivienda vacía, faltaba la anfitriona.

- Dónde ha ido esta mujer, qué ha pasado para que no haya podido esperar.

Se llevó las manos a la cintura, confundida. Cada paso que daban mostraba nuevos interrogantes siendo ahora la seguridad de la mujer el más relevante. Sigyn no tardó en acercarse al arcón que había en la mesa para abrirlo, buscando si había algún libro en la parte superior con una marca que sirviera de pista.

- ¿Se ha ido?

Esta investigación era muy compleja respecto a las anteriores en las que participó, aunque su vivencias pasadas más bien podrían calificarse de cacerías, no era lo mismo seguir un rastro de una criatura que la gran cantidad de sucesos en los que estaban inmersos ahora. Tendría que ordenarlo todo mentalmente si quería avanzar.

A Joseph le dio un vuelco el corazón al encontrarse la casa vacía. Y lo peor: Abierta. Notó una oleada de ira surgir desde dentro de él, que salió por su boca. "¡Dije que deberíamos haber regresado antes, era obvio que Kendra estaba en peligro!" Se sintió mal por gritar. Sus compañeros no merecían eso, teniendo en cuenta que probablemente estuvieran igual de confusos y se sintieran igual de impotentes que él.

Aunque la verdad era que no había signos de violencia por ningún lado y la finca parecía ordenada, como si no hubiera pasado nada. A pesar de todo, Joseph estaba muy nervioso y el sudor recorría su frente. Apoyó su espalda a la pared del salón y cruzó las manos, divisando el pequeño arcón que contenía los libros del profesor. Su pecho trabajaba a destajo para no hiperventilar. Se había percatado de que Renan había intentado quitar hierro al asunto, y aunque en su interior agradecía el gesto, no pudo acallar la histeria.

El mago nunca se había enfrentado a una situación como esta. Incluso Sigyn, que parecía una escultura impávida de mármol blanco, parecía desconcertada. Joseph se sintió sobrecogido. No sabía qué hacer. "¿Ha dejado alguna carta diciendo adónde ha ido?" Consiguó decir de manera entrecortada.

Audrey estaba cansada a esas alturas, pero aún así tenía energías para preocuparse al ver que Kendra no estaba por ningún lugar. Los nervios de Renan y la calma confusión de Siegyn confirman que no es la única que, con todo lo que ha pasado, teme que le haya pasado algo...

Y entonces Joseph pega un grito. Audrey casi da un salto y se cubre con su capucha más, nerviosa. Exhala y busca tranquilizarse un poco... y en eso, siguiendo la mirada de Joseph, da con aquél arcón. Alza una ceja y se acerca, dispuesta a girar la llave y ver si está todo dentro.

CAW dice su cuervo y se 'cruza de alas'.

-No te lo iba a pedir, Crow...- responde ella en un murmuro. -Pero es una buena idea. ¿Podrías mirar por los alrededores? Quizás hay huellas fuera...

El cuervo se da con el ala en el pico: Pretendía conseguir exactamente lo opuesto. CAW responde en una negativa y salta hacia el sofá, acurrucándose ahí y sudando completamente de Audrey.