Partida Rol por web

Después de un rato de cavilaciones, Athinjeris se dirige al padre Zantus: Señor, habréis podido comprobar que los trasgos se han divertido ensartando sus peligrosas agujas en mí. ¿Acaso hay por aquí algún sanador dispuestos a arreglar estos "desperfectos"? Le estaría eternamente agradecido.

Nieruk vuelve a la catedral pasado un rato, cargando todo su equipo, una mochila de cuero gastado, muy repleta, y numerosas armas, algunas de aspecto extraño.

-Ahora estoy preparado para lo que querais hacer. ¿Se sabe algo del Sherif?-

Y volviendose hacia Cremok:

-¿Que tal estaba tu "ama"?- Sonriendo sardonicamente -¿Le has preguntado si te deja venir con nosotros?-

Deivon se acerca a Athinjeris y comienza su plegaria.

Muchas gracias, amigo Deivon. Una vez cerradas casi todas sus heridas, el porte del chelaxiano vuelve a sert tan alegre como de costumbre.

Me dirijo a mis compañeros.

Muchachos, ¿hay algo por hacer, vosotros direis porque yo de momento no tengo nada que hacer?.

A Cremok no le pareció de buen gusto el comentario de Nieruk. Quizás aquello era una broma élfica, pero no estaba del todo seguro. No había conocido a muchos orejas puntiagudas y aún no estaba seguro de cuál era su comportamiento.

Además, ante la duda, Cremok tenía la costumbre de berrear un poco...

Quizás yo dejo que otros elijan a quién debo arrearle un hachazo, pero al menos cuando lo hago me enfrento a mis enemigos cara a cara, no atacándoles por la espalda aprovechando que están distraídos enfrentándose a un oponente digno... Como por ejemplo a alguien armado con un hacha como esta, terminó Cremok blandiendo su arma.

Anda con el blandidor de agujas para hacer calceta, no me estará llamando afeminado...

En las horas siguientes os dedicáis a echar una mano en todo lo que podéis. Sobre todo apagando fuegos, consolando gente y ese tipo de cosas. A medida que pasan los minutos la sensación inicial de tensión provocada por el ataque goblin se va haciendo más distendida a medida que algunos de los ciudadanos de Punta Arena cuenta alguna de las torpezas habituales de los goblins: goblins que se prenden ellos solos en llamas al intentar quemar algo, un goblin que se ahogó en un barril al ir a beber...

Antes de que la gente comience a dispersarse, veis al sheriff Hemlock que viene a interesarse por la situación en la catedral. El padre Zantus le comenta algo y se acerca a vosotros:

Aquí estáis. He escuchado más de una historia sobre vuestro valor y vuestro comportamiento en esta crisis. La ciudad os agradece vuestro valor y colaboración.

Su forma de hablar es seca y directa. El acento shoanti se nota en algunas partes de su discurso.

Después de las palabras del Sheriff, me siento muy subida y muy importante.

No ha sido nada señor, no nos podíamos quedar con los brazos cruzados mientras masacraban a la población inocente.

Ah, una cosa, tenemos un prisionero

Athinjeris responde cortésmente ante la felicitación recibida: La casa De Lorbert no se arrendrenta ante ningún obstáculo. Y una panda de goblins no puede calificarse ni siquiera como tal.

Todavía contrariado por lo acontecido, Athinjeris no puede reprimir su curiosidad: Señor, ¿cómo es que esos goblins atacaron la ciudad? Es decir, ¿por qué? Y más importante, ¿cómo llegaron tan lejos?

-Belor, ¿se sabe que es lo que buscaban los goblins? ¿ha desaparecido alguien o algo? Parece que estaban bien dirigidos por lideres, por lo que no parece muy probable que se trate de un ataque a lo loco, aunque con estas inmundas criaturas nunca se sabe. Quizas deberiamos perseguir a los supervivientes, a ver hacia donde se han dirigido-