Partida Rol por web

-Jodé, Blanca, ten cuidado, que lo tiras todo -dijo Amaia, asustada por el ímpetu de la troll. Le daba un poco de miedo cogerle la mano a Blanca, y también un poco de palo-. No me rompas la mano, por favor. -Y apoyando el codo en la mesa pegó su palma a la azul.

Canela se mordió la cara interior de la mejilla algo incómoda. No le gustaba nada por dónde estaba yendo la conversación.

-¿Otra más? ¿Por qué no disfrutamos de esta primero? Venga, seguro que se están preguntando dónde estamos -dijo tironeándole del brazo.

-¡Qué va! En el hospicio no nos dejan tener dinero, y casi ni cosas. Aunque podría mangar algo para él...- Dejó caer como quién no quiere la cosa, mientras mantenía la punta de la peonza que giraba entre dos pliegues de cuerda. - Me cuidan mucho, así que he venido porque he querido, pero hay tanta gente que no me puedo ni acercar a saludarle. O si lo hago no me va a oír. Luego entraré y ayudaré a recoger. Tengo hasta que termine la fiesta para encontrar un tesoro que regalarle.

Tristán suspiró y asintió. Candela le conocía bien, y sabía que estaba intentando disimular la decepción. La besó en la frente y en la nariz y se apartó para dejarla salir primero. 

-Bueno, pero este fin de semana no te me escapas.

Safira puso una cara my rara, como siempre que salía el tema de la situación de Segismundo. Se arrebujó en la chaqueta y dejó la peonza en el suelo para meter las manos en los bolsillos.

-Seguro que no le importa -le tranquilizó-. Cortapanes te quiere mucho.

-No, no. Así -dijo, y estiró su enorme brazo azul para coger la otra mano de Amaia y ponerla sobre la suya-. Con las dos manos, no te hagas la valiente que la cagamos. Si el otro te pone pegas le dices que no sea nenaza. No te ofendas, Marcel -le dijo a Lord Marcel, que todavía sostenía los vasos. Al sidhe se le había puesto sonrisa de abusón y le mostraba el dedo medio a la troll con una elegancia que Amaia nunca hubiera creído posible-. ¿Lista? ¡Ya!

Lord Marcel se echó hacia atrás para proteger los vasos y Blanca se levantó. Amaia se encontró de pronto colgada como un jamón mientras sus amigos estallaban en sonoras carcajadas.

De pronto hubo un chirrido de muebles siendo arrastrados. Amaia estaba suspendida en el aire, colgada de la mano de Blanca, mientras ella y Lord Marcel se reían a carcajadas.

Amaia empezó a menear las piernas como un pez fuera del agua. Quiso soltarse, pero no estaba segura de la altura y no se atrevía. Vociferaba algo ininteligible en euskera salteado de palabras malsonantes en castellano. Se había puesto tan roja que parecía como si hubiese ido a la playa y se hubiese quedado dormida sin echarse la crema.

Hizo un gesto para contestarle a Candela pero ya se había esfumado del lugar y se encogió de hombros, dando una vuelta sobre si mismo para ver cómo iban las cosas. Amaia hablando con Lucía, los infantiles haciendo sus cosas por ahí, Amaia flotando en el aire... ¡Amaia flotando en el aire!

Salió corriendo hasta su posición y alzó los brazos hacia ella. - ¡Baja, que yo te cojo! - le exclamó. Le echó una mirada a Blanca y Lord Marcel - Pero bajadla, hombre, ¿o queréis que la Meneos esté un mes soltando pestes de vosotros dos por armar jaleo en el cumpleaños de Cortapanes? -

Blanca miró a Samuel y soltó una risotada que hizo balancearse a Amaia y oteó la sala.

-A la vieja esa le pueden...

-Bájala ya, Blanca, no seas bruta -interrumpió Marcel, que parecía haber olvidado su mal humor-. ¿Estás bien, Amaia?

Blanca bajó a la redcap con cuidado y la dejó en el suelo. Le dio una palmada amistosa a la espalda y le acercó la silla.

-No te he hecho daño ni nada, ¿no?

-¡Joder tía, un gran poder conlleva una gran responsabilidad! -balbuceó, granate. Miró a su alrededor y se le encogió el estómago al pensar que todos se estaban riendo de ella-. No vuelvas a hacer eso...

Amaia se cruzó de brazos y posó sus ojos en los cascos de Samuel, notando las mejillas tan calientes como una sartén. En el fondo no estaba enfadada... pero no dejaría que Blanca pensara otra cosa.

Blanca dejó de reírse, aunque hacía esfuerzos visibles por no sonreír. Le rodeó los hombros con un brazo y la aplastó contra su pecho.

-No te pongas así, mujer, perdona. Ha sido una tontería.

Amaia no pudo soportar aquello. Dejó escapar un chillido y se le puso una sonrisa de oreja a oreja, pero su rubor era tal que se notaba el calor emanando de ella cuando se acercaba una mano.

-¡Bueno, ya vale! ¡Que menudos viajes me estás dando, caray! -Y sin poder aguantarse, se echó a reír.

Candela sonrió y tomó de la mano a Tristán, pero la dejó ir a su espalda al salir de la cocina.

-Blanca, tenía que haberla dejado más tiempo ahí arriba para ver si se le aclaraban las ideas. Candela había aparecido de la nada mientras los demás estaban distraídos. La sátiro subió un poco más la música de la radio, cambió al canal latino y rellenó su vaso, que llevaba demasiado tiempo vacío. Con la misma se puso a bailar.

Trini y Seve corrieron de vuelta al feudo a toda velocidad. Seve tuvo que detenerse a recuperar el aliento apoyado en el capó de un coche, porque entre la carrera y las carcajadas estaba a punto de ahogarse. Después de eso redujeron el paso y se encaminaron al Hontanar entre risas y jadeos.

Los dos pookas entraron en el callejón que albergaba el feudo y vieron junto a la puerta a Segismundo y Safira. El primero hacía girar una peonza mientras la eshu daba saltitos tratando de espantar el frío. Trini y Seve llegaban cansados y sin aliento. El pooka zorro, que no llevaba chaqueta, tiritaba y se reía agarrado al brazo de Trini. Safira sonrió a Trini y sacó la mano del bolsillo para saludarla.

Su cabeza se dedicó a imaginar con aquel gesto de Blanca y tuvo que carraspear un momento. Apareció entonces Candela metiendole un poco de zizaña a la redcap. Samuel suspiró y se desperezó sin ningún pudor. - Vale ya, muchacha, que nos vas a agüar el calimotxo con tanta disputa. - le dijo a la puertorriqueña - Iba a preguntarte si estás bien, Amaia, pero... creo que no podrías estar mejor, chica. -