Partida Rol por web

El nocker no les prestó ninguna atención y siguió llenando el silencio con el rasgar de su pluma. Los ojos de Segismundo no tardaron en acostumbrarse a la luz desigual de la estancia. No así los de Eli, que al pasar junto a una mesita derribó unos libros que estaban allí apilados en precario equilibrio. Eli escuchó un siseo amenazador que provenía de cerca de sus pies y algo se movió bajo un sofá que había junto a ella. Vicente resopló y le lanzó una mirada llena de hostilidad antes de seguir con su trabajo.

- ¿Lo has escuchado? - pregunta Eli muy bajito, y señala expresivamente al sofá. 

Mientras tanto, Pim se sube al hombro de Eli y se pone rígido. 

-Si, claro que lo he escuchado. mi linaje tiene unos sentidos muy agudos. Pero no me preocupa.- Dijo Segismundo mientras husmeaba entre los estantes en busca de cualquier tomo lo suficientemente viejo para parecer interesante.- Quiero decir, si es una quimera de la biblioteca, solo estará ahí para ordenar los libros o algo, no creo que sea peligrosa.

Eli arrugó la nariz. Se debatió internamente entre si quería ver a la quimera o mejor dejarla debajo del sofá. Al final, optó por lo segundo, pero solo porque tenía cosas mejores que hacer. Empezó a curiosear las estanterías en busca de algún tomo que hablara de cosas mágicas o leyendas de la zona. Quizá lograra encontrar una pista. Le pidió a Pim que ayudara, pero este prefirió dedicarse a meterse entre los agujeros que dejaban las estanterías, seguramente buscando un sitio para dormir. 

Segismundo encontró muchos libros que eran viejos, o que al menos lo parecían. Pronto se dio cuenta de que todos los libros parecían ir a deshacerse al menor contacto, pero que las tapas envejecidas no se correspondían con el contenido. Un gran tomo de cuero rojo con un título que prometía muerte y misterios resultó ser una novela de detectives, mientras que otro, con las tapas de un color que un día debió de haber sido azul, contenía las instrucciones de un Betamax.

Eli tampoco estaba teniendo suerte. Cada paso que daba y cada gesto que hacía parecía molestar a Vicente, que no cesaba de gruñir por lo bajo y chasquear la lengua. El siseo no había cesado; a veces sonaba más lejos, pero no tardaba en volver a escucharlo cerca. Finalmente, algo asomó entre dos estanterías y chistó a Eli. Se trataba de una cabeza de serpiente (presumiblemente pegada a un cuerpo de serpiente que se perdía entre las estanterías), grande como un pomelo y cubierta de brillantes escamas de color amarillo.

-Pareces un poco perdida, criatura. Si estás buscando algo para leer, estoy seguro de que puedo ayudarte. Creo que hay libros para colorear en algún sitio, pero no tengo pinturas.

La serpiente salió al pasillo y empezó a enroscarse sobre sí misma perezosamente. Debía de medir unos cuatro metros, tal vez cinco, y tenía una voz ronca y suave, lo bastante alta para que Eli pudiera escucharle pero lo bastante baja para no estar del todo fuera de lugar en una biblioteca.

-Me llamo Río Amarillo. Y antes de que me preguntes por qué no siseo o hagas un chiste sobre arroyos de orina me gustaría aclararte que tu amiguito se equivoca y soy, en realidad, de lo más peligroso.

El Sluagh miró a Eli y después a la quimera. 

-Solo era una suposición.-Comentó mientras se encogía de hombros.- Por cierto Eli, he encontrado una historia de detectives, cuando me la lea se la daré a Safira.- "Un detective se parece a un espía".- ¿Para que quiere un duque o duquesa una quimera de lo más peligrosa entre sus libros?- Preguntó a Rio Amarillo, sin entender porqué hacía esa refencia escatológica. Quién las hiciera estaba falto de buena educación, seguro.

Río Amarillo levantó la cabeza y se volvió hacia Segismundo, saboreando el aire con la lengua.

-Te haré saber que soy el guardián de esta biblioteca. Vivo aquí, y nadie entra y sale sin que yo me entere. Escribe tu nombre y el título del libro en el registro junto a la puerta, pequeño, o tendré que tragarte entero, y estoy demasiado ocupado para ponerme a digerirte.

-Vale, vale.- Se movió sigiloso hasta la entrada donde escribió los datos de su entrada antes de volver a donde la quimera- Río amarillo ¿Tienes algún registro de las Faes que han vivido aquí y a qué se dedicaban? Estamos buscando la historia de un Nocker de hace tiempo.

-Viven muchos nockers en Pozoverde, y han vivido muchos más a lo largo de los siglos. Yo no entiendo de estirpes y linajes, eso es cosa de mediomortales. ¿Por qué no le preguntas a tu amiga? -preguntó, ladeando la cabeza plana hacia Eli-. ¿O a la nueva Baronesa?

- Yo no me acuerdo de eso - responde mientras se le remarcaban las espirales -. Y tampoco quiero un libro para colorear. ¿Tienes cuentos sobre objetos encantados? ¿Quizá alguno que haya hecho mal a quien lo usó? - pregunta entonces. 

-Tengo muchos -respondió la serpiente. Se deslizó hacia las estanterías pasando por debajo de una silla y guió a los niños entre los pasillos de libros-. Por aquí debería haber un cuento... Los zapatos rojos, sí. Terriblemente deprimente. Si me acompañas unos minutos más puedo enseñarte mitos sobre objetos encantados y a la vez malditos. El collar de Harmonía, el anillo de Andvari, Brionac... En alguna parte hay un tratado sobre las propiedades mágicas de la flor del helecho real, pero no son más que patrañas. ¿Te interesa la botánica, criaturita?

- A mi sí, ella quiere saber cosas sobre artefactos de leyenda.- Comento Segismundo expectante por acceder a algún nuevo conocimiento.

- Sí, yo prefiero lo de los objetos - repite Eli -. Pero también es interesante un helecho si es mágico - añade sin poder contenerse -. No sabía que tuvieran flores. ¿Qué hace? Y sobre las leyendas, ¿hay alguna que ocurra por aquí cerca? - dice volviendo de nuevo a sus intereses originales.

-Hmmm. -Río Amarillo dejó de reptar y se volvió hacia ellos, bamboleando suavemente la cabeza de un lado a otro-. Hay algunos documentos sobre Tesoros perdidos hace siglo, pero ninguno local. Tendría que buscarlos... Pero no sé si debería. ¿Para qué queréis aprender sobre deseos y Tesoros legendarios? No quisiera que dos niños se perdieran en el Ensueño en una Búsqueda absurda; todo el mundo me echaría la culpa.

- ¡Claro que no vamos a perdernos! - dice Eli con total convicción -. Buscamos cosas que pudieran ser verdad, pero no pensaba irme hasta Arcadia para buscarlas. 

Entonces Eli se dio cuenta de que lo único que le echaba hacia atrás era que le echarían la culpa. No estaba demasiado segura si eso decía mucho a favor de Río Amarillo. 

-Muy bien -rezongó Río Amarillo-. Me pondré a ello. Mañana, probablemente. Esta época es muy mala. El frío me da mucho sueño. ¿A qué se debe este interés en reliquias perdidas, si puede saberse?

-Queremos correr aventuras e historias que contarle a nuestra amiga...y evitar que la gente se haga daño...- aun oscuro, Segismundo no era la clase de fae que disfrutase del sufrimiento ajeno.

-No deberíais correr aventuras sin la supervisión de un adulto. En cualquier caso, no soy un archivo. Soy un bibliotecario, y muy ocupado además. Los libros de historias están en esta sección -dijo, deteniéndose en la entrada de uno de los pasillos-. Si necesitáis algo más estaré por aquí.

La serpiente les sacó la lengua y se arrastró hacia la oscuridad.

-Gracias.- susurro Segismundo antes de entrar en el pasillo en el que Río Amarillo dijo que tal vez pudieran encontrar algo. Al fin y al cabo, si descubrían la identidad anterior de Eli, tendrían la mitad del trabajo hecho.- Tengo ganas de saber que tipo de objetos se le puede ocurrir construir a un nocker confuso.