Partida Rol por web

Al llegar al comedor todos pudimos ver una situación como sacada de un cuento de los que no se deben contar a los niños. ¿Era aquella la tal Annis Black? Supuse que sí y mis sospechas se confirmaron cuando el señor Mordred le disparó varias veces a quemarropa.

Me tapé los oídos y cerré los ojos. No sé si grité. Probablemente. El olor a pólvora invadio mi nariz y me hizo estornudar un par de veces mientras mis ojos lagrimeaban, no sabía si fruto del humo del disparo o de los nervios a flor de piel.

Como si eso no hubiera sido suficiente, el señor Poe pareció enloquecer mientras llamaba a Lorina a través de un trozo del espejo roto y el señor Le Fay sugería quemar el cadáver o no se qué mil cosas más.

Di unos pasos hacia atrás y me dejé caer hecha un ovillo contra una de las paredes de la habitación.

¿Están todos locos? ¿Lo estoy yo también?

A mi lado vi a una de las chicas, Agnes, cuyo subconsciente había tenido la misma idea que yo.

Me abracé las rodillas mientras escuchaba frases sueltas que parecían ser pronunciadas lejos de mí. Mujeres que no podían morir, el Purgatorio, otros mundos... Enterré la cabeza entre las rodillas y deseé estar a salvo en aquel jergón al que llamaba cama.

Pero hubo una cosa que me sacó de mi estupor. Escuché decir que Annis no podía morir porque no estaba allí. Tan solo había tomado un cuerpo.

Pero... si no es de Annis, ¿de quién es el cuerpo que han acribillado a balazos?

Lentamente me puse en pie y desee por dios todopoderoso que no se tratase del cuerpo de Lorina.

Estoy muy confundido. Si no es la bruja quien es esta mujer? El inspector le ha ensartado el corazon con una habilidad pasmosa. Me quedo mirando la escena con las patas de la silla en la mano y las dejo caer con estrepito en el suelo de la estancia.

A continuacion salgo anadeando tras Genieve ya que he observado su creciente enojo. Es la unica persona que me importa de todo este enredo.

-Señorita Genevieve, espere, por favor, se lo ruego. Aguarde¡¡ De que rehenes estaban hablando? Dejeme que la ayude,que la acompañe. -

Sin darse cuenta, William se empezó a notar raro. El cuerpo comenzó a picarle y, al parecer, la muñeca izquierda le molestaba; pues se pudo ver cómo la agarró fuerte y rápidamente con la otra mano.

Se giró hacia la pared, para taparse de los demás, y remangó levemente la manga izquierda. Cogió aire, volvió a bajar su manga y se giró, tranquilamente. Como el que vuelve a una conversación. Ahora buscaba algo, investigaba algo. Se plantó y miró toda la sala, tratando de no ser más descarado de lo usual. Paseó un poco por aquella habitación, pasó al lado de la chica que se había puesto en pie recientemente, mirando a sus alrededores. Continuó, evitando perder atención a la conversación, pues podría serle de utilidad. 

Finalmente, con cara extraña se paró frente a la srta. Wood, investigando aquella zona de la habitación.

Bien, todo estaba hecho un desorden. Cada uno por su cuenta, a su rollo, y a saber en qué estaban pensando. ¡Perfecto! Por alguna razón a Mordred le molestaban las grandes multitudes... Además, les faltaba el orden, el rigor, la jerarquía y la eficacia de los cuerpos militares.
¿Qué voy a hacer yo con todos estos? pensó, suspirando.
Fue entonces cuando Genevive se hizo sobre él, empujándolo. Sintió la presión y se dejó llevar, dando pasos gráciles hacia atrás, sin siquiera tropezar. Daba la impresión de que tenía más habilidad al caminar de la que dejaba ver...
Fue llevado a un muro, donde sonrió ante la furia de Genevive, mirándola a los ojos.
-¿Oh?-sonrió, alzando una ceja en un ademán desafiante.
Pero no tuvo tiempo de represalias. La señorita Shaw salió enfadada, con el enano húngaro detrás de ella. Claro estaba, él, Mordred Le Fay, no se podía perder eso. Si Genevive estaba relacionada con esa Annis...
Bueno, las cosas se ponían todavía más interesantes. Y él necesitaba estar al tanto, saber qué sucedía, con exactitud, y a cualquier precio. Sólo así podía desmantelar planes ajenos y trazar los suyos propios, y preparar defensas y ofensivas adecuadas.
-¿Por qué me pasa esto sólo a mi?-soltó con dejadez, echando a correr a por los que se habían ido.
-Wesley, ¡pon orden!-encomendó al caballero, esperando que tuviera suficiente sentido común y no demasiado orgullo como para que contrariase esa directiva.
Así, salió detrás de los dos.

aún atormenta por lo visto, sabe que en esa habitación ya no estaba esa bruja, ella había escapado, y vaya saber quién era o qué era lo que estaba en el suelo. La joven aún temblando, se puso de pie, necesitaba salir corriendo de ahí, pero aun sus piernas le temblaban, aunque se logró poner de pie, con su manos en su pecho, pero la señorita Genevive se había alterado con la mención de aquella persona, no había que ser muy listo para saber que era la razón que la unía a esa locura. 

Mojó sus labios, los sentía secos y una horrible sensación sentía en el pecho, sin esperar mucho más, salió de aquel cuarto, sólo buscaría llegar al pasillo, se daba cuenta que no había forma de escapar de esa situación, pero,   aún así, necesitaba un poco de aire fresco... En la conmoción sale, para buscar el jardín o un lugar más tranquilo. 

Le Frey salía nuevamente tras una dama, como lo había hecho con Agnes previamente, y el escalofrío de la fatalidad lo incomodó por un momento. Todos estaban nerviosos y desorientados, pero no él. No comprendía que sucedía pero no había porqué alterarse, todo eso ya había ocurrido tal cual lo estaba viendo ahora, así que la calma lo acompaño.

Con un gesto apropiado soltó la mano de Alice y la dejó en manos de su hermana, para acercarse poco a poco al cuerpo que yacía en el piso - No hace falta que todos salgan corriendo por esa puerta, es hora de calmarnos. Señores, por favor, acompañemos a las damas en este momento- dice mientras toma el brazo de Edith Cushing, que parecía aturdida por los disparos. Victor estaba revisando los pedazos de espejo, no dejaba de sentir curiosidad por su reflejo aún a sabiendas de que lo que le pasó a Lorina bien podría haberle pasado a él.

Luego sus ojos se posaron en el africano, que no denotaba temor, esperando una complicidad de su parte para calmar la situación, y luego se posaron en Will... sus miradas se cruzaron por un segundo que duró una eternidad, una sensación fuerte lo invadía, pero no lograba comprender si venía del joven o de la dama con la que estaba, aún así no pudo, o no quiso, sacarle los ojos de encima.

Sacando la pistola y alzandola frente al hombro, con el brazo doblado, en ademán solemne, dijo a Genevive:
-Con todo el respeto del mundo, señorita Shaw, deténgase y dése la vuelta para que la vea. Permítame las formalidades y las cautelas, pero no ha obrado usted más que de una manera sospechosa.-tiró del martillo de la Mauser, con un leve "click".
-Y usted, mon ami, apártese y busque no intervenir.-habló con Laszlo- Le aseguro que no deseo en lo más mínimo herir a la señorita Genevive, y que mi arma es sólo una precaución...

Cuando salgo tras Genieve me encuentro con la oposicion del Señor Mordred y su pistola. Esto se complica por momentos.

- Si no tiene interes alguno en herir a la señorita Genieve por que la apunta con esa pistola? Haga el favor de bajarla ahora mismo, señor Mordred. No subestime a las mujeres y a los enanos, se llevaria una sorpresa inmensa. Ah ,por cierto, no soy su amigo.- Le espeto a la vez que me interpongo entre el arma y Genevieve. - Salgamos a respirar aire fresco, querida - le digo a Genevieve mientras me giro de espaldas a Mordred.

- Sí, deben calmarse. No les hará ningún bien enfrentarse a esto nerviosos.- Dijo Noah con calma. No le preocupaba esta situación en absoluto. El único nervio que tenía era irse de este mundo sin obtener su venganza. Pero había algo en lo sucedido que le parecía extraño, una pregunta que rondaba su cabeza, pero que debía soltar en su momento adecuado.

Sostuvo la vela con fuerza y miró a los acompañantes que quedaban. Era un grupo extraño, y varios de ellos no le gustaban, odiaba la opulencia y a los opulentos, pero si tenían que sobrevivir para que él pudiera completar su misión haría todo lo posible para que así fuera. Aunque no le agradara.

Sonrió con malicia.
-He admirado tu seguimiento antes, pero me desagrada tu carencia de sentido común ahora. Claro, no soy yo quien tenga derecho a hablar, sacando un arma ante una dama como Genevive... No peques, mon ami. Estas ante fuerzas superiores a ti... Y me sería facilísimo mataros y habríais muerto todos ya, si era mi intención. Vuestros cuellos son tan ... Frágiles y mis c.... Mis cuchillas no tardarían en desgarrarlos...-desvió la mirada del enano y se fijó en la bella pelirroja.
-Ahora, Genevive... Quiero que cantes. Cuéntame qué sabes.-soltó las formalidades y se volvió autorritario, calmado e impasible.
Si alguien se quería interponer... Oh, pero no quería herir al húngaro. Genevive parecía estar a gusto con él de seguidor, y Mordred estaba a gusto teniéndola a ella en su bando.
Suspiró, se calmó y reposó el martillo, bajando el brazo. Aún así, tenía el arma en mano.
No le importaba dejar por su parte si con ello calmaba -y ponía fuera de riesgo- al enano.