Partida Rol por web

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No se puede negar que la situación era, si lo pensabas, bastante graciosa. El Capitán Renzio Gormanidi, oficial al mando de la nave Blackmore de la Armada de Drinax, se encontraba a los pies de su incursor comercial, subido a un pequeño estrado, observado por un par de cientos de invitados de la nobleza más selecta de Paal.

Que esperaban que diera un discurso.

Lo cierto es que, cuando al amanecer el ingeniero Pattinari informó a Renzio de que podían partir esa misma mañana, el Capitán supuso que la salida sería inminente. Se solicitó permiso para despegar a la torre de control y todos pensaron que éste llegaría casi de inmediato. Los depósitos de combustible estaban llenos y todos los sistemas chequeados. 

Desgraciadamente, el permiso se retrasó... porque las buenas gentes de Paal querían despedir con todos los honores a los aguerridos drinaxianos y a su fenomenal nave, que tanto habían hecho en esos meses para proteger el comercio espacial. Se podría decir incluso que la nave, al mando del Capitán Malta, era famosa en Paal.

Los encargados del espaciopuerto insistieron en dar una mínima recepción, a la que pronto se apuntaron unos cuantos nobles, algunos de los cuales llegaron en sus yates desde la superficie del planeta. Pronto, el espaciopuerto se llenó de naves, a cada cual más lujosamente decorada. Y de nobles vestidos con sus mejores galas, compitiendo para impresionarse lo máximo posible los unos a los otros.

Como no podían irse sin permiso de la torre de control, tuvieron que esperar mientras nobles, administrativos, periodistas y cortesanos iban entrando en el hangar. Se empezó a servir comida y bebida, y algunas cadenas de noticias comenzaron a emitir en directo. Hubo discursos de las autoridades y un pequeño refrigerio servido en unas mesas en el propio hangar. 

Y así, después de todo un día perdido, que sería recordado por mucho tiempo por la jet set paaliana, llegó por fin el momento de partir.

Después del discurso del Capitán Gormanidi, por supuesto.

Renzio estaba claramente fuera de su hábitat natural. Aquello se les había ido un poco de las manos, y había complicado mucho cualquier actuación "irregular" cerca de la órbita de Paal, aunque sin duda alguna de las naves nobiliarias que habían acudido al evento atraería la atención del "otro yo" de esa nave que tanto había protegido el planeta.

Además, lo de dar discursos no iba con él, pero lo asumió como otra "carga" que venía con la capitanía. Aspiró hondo, apuró su copa y, tras subir al estrado, carraspeó un poco antes de empezar a hablar:

-Ciudadanos de Paal... distinguida concurrencia... soy un recién llegado a su idílico planeta, pero esos pocos días me han bastado para darme cuenta de la hospitalidad, gentileza y elegancia de sus habitantes. También me han servido para darme cuenta -hizo un gesto rápido con la mano hacia Doble, De Bligh y el resto de la tripulación antigua– del buen papel que desempeñaron mis predecesores al mando de la nave, con el capitán Malta a la cabeza, a la hora de proteger Paal de cualquier amenaza en estos difíciles tiempos que corren. Por desgracia, asuntos más acuciantes requieren nuestra presencia en otros lugares, y debemos abandonar Paal por mucho que nos pese. Nos marchamos con la tranquilidad del deber bien hecho, agradecidos por el buen trato recibido por todos ustedes, y con la certeza de que algún día, tarde o temprano, volveremos a Paal, y si es necesario volveremos a brindar nuestra ayuda para hacer que el planeta siga siendo el lugar seguro y acogedor que es ahora mismo. Hasta que llegue ese momento... -alzo mi copa-, ¡paz y prosperidad para Paal! ¡Hasta pronto, amigos!

Roberto aprovechó la oportunidad para despedirse de Cassandra. Estos últimos meses le había gustado pasar tiempo con la ex doctora de la nave, si bien su modo de vida algo frívolo no terminaba de convencerle al menos era un cambio respecto a la tensión y la violencia de la vida pirata. Para empezar no sabía si saldría con vida de esta aventura de la Blackmore/Valkyrie y tampoco sabría si volver a Paal sería una opción viable,... si tan solo Cassandra me apreciara como yo a ella... pero la verdad es que le había gustado estar en segundo plano observando como Cassandra se desenvolvía con fluidez por esta maraña de risas fingidas, comentarios cuchicheados a la espalda y vestidos estrambóticos. Se había reído mucho y nadie le prestaba atención por lo que tampoco tenía que hablar en demasía, algo que, sinceramente, le gustaba. Tras despedirse de la noble con un beso en su mano, observó por última vez la farándula de Paal y subió a la nave para encasquetarse su traje de vacío. Hay que volver a la acción.

Malta se unió a los aplausos de una manera poco enérgica. Sabía que era lo que tocaba y no hacerlo generaría habladurías el resto de la noche. Debía apoyar al nuevo capitán y tenía más ojos en él de los que le gustaba.

Al ver que Roberto se separó de Cassana se acercó él a despedirse. Eso le daría unos minutos de esquivar a los nobles pomposos de la sala que por algún motivo pensaban que hacerse una foto con él era relevante, como si fuera una estrella local o algo.

- Si tienes problemas, mándanos buscar, ¿eh? – le dijo antes de darle un abrazo a la doctora a quien aún recordaba salvándole de morir por diarrea y vómitos en aquella maldita nave. Su mirada decía todo lo demás y ya lo había comentado con ella en otras ocasiones en estas últimas semanas. Dudaba que fuera tan sencillo salirse de aquello. Ahora era un cabo suelto para Oleb y Paal estaba a un tiro de piedra del palacio flotante.

Se dio otra vuelta por el sitio esperando que las fotos y los estrechones de mano acabaran pronto. Sin darse cuenta había acabado gravitando al lado de Darko y Roberto una vez más, con otra copa en la mano.

- Espero que den luz verde pronto. – masculló tanto para sí como por decir algo al llegar junto a los otros dos – Parece que hemos hecho demasiado bien nuestro trabajo aquí… - añadió al poco.

Hacía rato que había dejado de llevar la cuenta de las copas, aunque para ser sinceros nunca se preocupaba por llevar la cuenta. A pesar de ello, seguía manteniendo las formas, aunque notaba que comenzaba a pasar del puntillo. Quizás debería parar un rato. Un descanso de 15 minutos estaría bien.

Había estado charlando con algunos ricachones, acá y allá, y aunque parecían interesados en una partidita no lo estaban en este preciso momento. Panda de muermos.

- Como sigamos aquí media hora más voy a acabar meando combustible refinado. – dijo con tono mosqueado antes de soltar una risita junto a Holderlin – jijijji

- Y tú, ¿qué tal lo llevas? – preguntó por hablar de algo - No he logrado encontrar ningún primo que pique para esta noche. – añadió con fastidio.

- Espero que den luz verde pronto. – masculló tanto para sí como por decir algo al llegar junto a los otros dos – Parece que hemos hecho demasiado bien nuestro trabajo aquí… - añadió al poco.

Darko había pasado casi toda su estancia en Paal igual que casi toda su estancia en la nave: sin hablar mucho (casi tan poco como Roberto) y dejando que sus actos hablaran por él. Aunque pensaba que se moriría de asco en Paal, al final la cosa no había ido del todo mal y había acabado acostumbrándose a la tripulación... o lo que quedaba de ella. Aquella nave parecía estar gafada, cada vez quedaban menos de los "veteranos". Y el nuevo capitán parecía un listillo que quería aprovecharse de la situación y de la experiencia que tenían para no cumplir con el cargo. Menos mal que podía contar con Malta para meterle en vereda si se pasaba de listo...

-Grñn -respondió a las palabras de Malta, bebiendo luego un trago-. Paal no está tan mal como parecía, pero nos vendrá bien volver a volar... y a "trabajar" de verdad. 

La Segunda al Mando se mantenía con su uniforme de gala; lo estaba usando más de lo normal; en una posición respetuosa según marcaba el protocolo militar, de su Oficial al Mando. Sabía perfectamente que el protocolo y la pompa, en muchas ocasiones ganaba más batallas, adeptos o "amigos" que una buena batalla, así que, como en otras ocasiones, esperaba. Siempre había estado en segundo plano, a la zaga de su oportunidad, y como siempre, en las sombras, silente, permanecía.

- Ya llegará mi momento. Este no es el mio.

Pavel escucho el discurso desde las sombras, atento a todo lo que ocuria a su alrededor, el discurso era lo de menos.

-Otro discurso protocolario ejecutado con regular gracia-penso a las pocas palabras de este.-Adecuado-y pronto perdió el interés.

Entre el gentío intento atisbar las caras y las emociones que surcaban esas caras. Quien estaba allií de pasada o achispado, quien se apenaba por la partida, quien se alegraba y quien intentaba esconder su satisfacción tras una mascara de educada urbanidad. Esos podían ser importantes en un futuro. Memorizó caras para meterlo mas tarde en su base datos e investigar posibles conexiones.

Paal había sido un destino aburrido, falto de verdaderos desafíos, no lo echaría de menos pero era un sitio con el que contar en el restablecimiento del imperio, así que no estaría de mas mantener la información actualizada y los contactos vivos.

Lo que le recordó a Casandra, no solo era un antiguo y valioso miembro de la tripulación, ahora era un contacto en el planeta y por lo que había visto en su estancia se había integrado muy bien.

Después de unos discretos aplausos por su parte se acerco a la noble después que la dejara Valdes y tras atisbar en el oso algo que parecía humanidad, algo no muy frecuente en un marine.

Fue una despedida breve, sentida para ser suya, la animo a mantener el contacto y que si necesitara algo de la tripulación de la Valkyria que acudirían prestos. Como ultimo gesto le dejo el contacto de Kinara por si necesitaba algo, con la reflexión, hay veces que hay que pactar con el diablo, ella esta muy cerca de el, solo en caso que precises apoyo del mas alto nivel y te recomiendo yo. Y tendrá un precio. Después una reverencia y un a sus pies, mi dama.

Después volvió a las sombras evitando estrechones de manos y charlas intrascendentes con personas prescindibles. las relaciones publicas, cuando no estaba trabajando le daban ganas de vomitar.

Cassana se había amoldado perfectamente a la vida en Paal. Su acento drinaxiano y sus maneras típicas del Palacio Flotante eran para los paalianos algo hipnótico. La joven parecía sacada de una holonovela sobre los días antiguos, cuando Drinax dominaba a sangre y fuego el sector. El tiempo había convertido esos tiempos de un recuerdo de tiranía en algo más similar a un sueño de unidad y gloria pasada. Cassana era la sensación del momento entre los nobles de Paal, y si tenía habilidad, podría convertir esa moda pasajera en algo más permanente.

La mujer respondió con una sonrisa a las palabras y el gesto de Valdés, y hasta soltó una risa cantarina cuando Malta la abrazó. - Cuenta con ello, Doble. - dijo, en respuesta a las palabras del jefe de los marines. Sin soltarlo, susurró: - Y convence a Gormanidi de que retome las actividades de la nave cuando ya no estéis en Paal. - Se separó del soldado y sonrió.

Después, se quedó hablando con Pavel y guardó en un bolsillo de su atuendo el contacto de Kinara. Asintió y miró al antiguo agente de forma significativa. - En Paal siempre seréis bien recibidos, Pavel, si de mi depende. No hace falta que te lo diga, pero... nunca se sabe cuándo se puede necesitar un puerto seguro en el que atracar si las cosas se ponen feas. No lo olvidéis.

Al fin, se despidió de sus antiguos compañeros con lágrimas en los ojos. La mayoría eran simple teatro para impresionar a la audiencia. Pero algunas, pocas, eran auténticas.

A pesar de que el capitán había pedido que bajáramos a mezclarnos con la gente no pude evitar, en cuanto Renzio me perdió de vista, volver a la nave a repasar los procedimientos y preparar el inminente salto. No era la primera vez que hacía unos cálculos de astronavegación, pero sí la primera vez que era mi responsabilidad.

Desde la nave pude escuchar los aplausos y luego poco a poco los demás fueron entrando de vuelta. Primero los veteranos; parecía que no tenían mucho interés en tanta parafernalia a pesar de haber sido ellos quienes habían estado en este planeta durante tanto tiempo. Vi como se despedían de una noble, y por sus gestos parecía una despedida sentida ¿quizás alguien que habían conocido aquí? Ya les preguntaré, pero lo primero es lo primero...

Volví a mi puesto y, mientras repasaba el manual, seguí comprobando en la computadora como introducir bien los datos y dando un último repaso por si todo estaba correcto. No quiero sustos, y entonces me di cuenta que estaba hablando solo. Serán los nervios, y sonriendo tontamente me rasqué la nuca y seguí con mis cálculos

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Al fin, sorprendentemente, les dejaron marchar. Subieron a la nave mientras una orquesta tocaba un himno drinaxiano con virtuosismo, los nobles varones sacaban sus espadas para saludar a la nave y las damas agitaban sus abanicos. El populacho coreaba los nombres de los tripulantes y soplaban en una especie de cuerno de caza que hacía que fuera imposible apreciar la música de la orquesta. Ah, Paal; un planeta pintoresco.

Pattinari y sus dos ayudantes se marcharon con Pavel, Roberto y Darko a la esclusa, cerca de los motores de maniobra, el de salto y la planta de energía. Quería estar atento a cómo funcionaba todo y asegurarse de que no había ningún problema mientras se preparaba el salto.

La torre de control dio permiso para despegar. Gormanidi confirmó la orden y la nave se puso en movimiento bajo el capaz pilotaje de Adriana. Atravesar la atmósfera de Paal acelerando continuamente, mientras algunos de los yates de los nobles se unían a ellos, volando a su lado. Pero no pudieron mantenerse allí mucho tiempo, porque el fenomenal motor de maniobra de la Blackmore y sus 6G de aceleración pronto dejaron atrás a todas sus acompañantes.

El punto de salto se encontraba a 720.000 kilómetros de la superficie de Drinax. Con una aceleración continua, llegarían allí en una hora y 55 minutos. Suficientes para comenzar a calcular y realizar el salto hacia uno de los gigantes de gas del sistema Pourne.

A pesar de haberlo preparado mil y una veces, una leve pátina de sudor fría empezó a formarse en mi cabeza. Comencé a teclear y los datos bailaban ante mis lentes. A medida que la ristra de números pasaba me iba tranquilizando e iba ganando velocidad y confianza, pero una leve parte de mí no dejaba de pensar en lo que pasó en el último salto de esta nave. Ya sería mala suerte, pienso mientras pulso Enter y mando los datos a la computadora de Inovaz. Todo suyo, oficial, anuncio cuando termino el trabajo. Entonces me doy cuenta que llevaba un buen rato sin respirar...

La fiesta había estado bien, le recordaba momentos menos serios y lo habia aprovechado, quizas demasiado, pensó mientras se ponia los en el monitor de los sensores

Irina no había conseguido su partida, parece que su fama de tahur la habia jugado una mala pasada, las noticias volaban en Paal, para la próxima el haría de gancho y seria un momento divertido.

Tambien habia sacado un par de botellas de lo fino para celebrar su primer salto con la naver, era tradicion, no sabia si naval o no, pero desde luego suya si.

La tripulación en general no parecía saber disfrutar de una fiesta y eso que era en su honor, si no aprendían a relajarse iban a explotar, menos mal que estaba irina.

Se puso las gafas polarizadas y tomo un analgésico, el dolor de cabeza no tardaría en aparecer, incluso pensó en tomar algo mas potente y prohibido, pero lo reconsideró, no creia que fuera necesario, era un salto sin problemas, una vez lo dieran era cuestión, de descansar un poco. Esto era cuestion de rutina y lo hizo con eficiencia, pero le costo algo de esfuerzo.

Cerro un par de veces los ojos para acostumbrarse a los monitores,

-¡Putas luces!-penso.

La Segundo vio que la planificación era un tanto extraña, pero con ello había que trabajar. Sabía que la piloto estaría un tanto extrañada, ya que había dejado ese puesto, en pro de otra persona, pero ... era lo que había. Realmente estaba contenta de marcharse y dejar atrás el "puñetero protocolo".

Le respondió al matemático: - Si me va tratar así, mejor llámeme Segundo. Sin dejar de teclear, para meter lo dados de salto.

Inició el acelerador de germano y anunció por megafonía: - Atención abordo, saltaremos en breve. No te tardó ni medio minuto en notarse el zumbido del metal dentro de la burbuja de plasma que envolvía la nave para trasladarse más rápido que la luz podría hacer.

Cuando ya se había materializado la burbuja, continuó con su frase anterior, - ... Pero me puede llamar Inova, si le es más fácil. Sabía que había gente que tenía problemas de pronunciación, sobre todo con esa letra final, pero, no era problema. - Eso si, Ino me llaman mis amigo nada más.

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Con sorprendente rapidez, Inovaz activó los motores de salto. No hubo ninguna vibración ni se escuchó un pitido. El motor funcionó perfectamente y procedió a convertir cuarenta toneladas de hidrógeno en una singularidad que englobó la nave y la transfirió a un pequeño universo de bolsillo en la que estaría aproximadamente una semana. Las luces de la nave se atenuaron mientras el motor de salto obraba su magia, y pronto llegaron a la consola las lecturas que indicaban que todo había funcionado correctamente. Se dirigían a Pourne y tenían una semana por delante.

Como se entere Adriana que has dicho eso, igual te muerde un ojo.

Pues ingeniería, en concreto, SALTO (J-Drive) ya que tiene una maestra que puede enseñarle.

Broker. Me gustaría que pudiera ayudar en las negociaciones comerciales. (O defenderse ella en un futuro)

Ya tiene administración 1 y eso es que más o menos sabe como rellenar formularios y todo los papeleos que hay que hacer para hacer las cosas legalmente (o intentarse saltarse la legalidad XD)

¡A sus órdenes, Segundo! respondo a la sugerencia de la Oficial Ejecutiva. Luego veo que el salto ha sido todo un éxito y me maravillo de como se forma la singularidad. Nunca dejará de sorprenderme. Tras eso me retiro a mi camarote y me pongo a practicar mi Aslan con la computadora, escuchando audiolibros y con viejos softwares de reconocimiento de caracteres.

Renzio observó a la tripulación mientras realizaban los preparativos del salto y luego los ejecutaban. "Son todos más raros que un perro verde y a la mitad de ellos no les confiaría ni un pelo de mi cabeza, pero parecen bastante eficaces en lo que hacen...".

Eso le tranquilizó bastante. Les felicitó a todos con un escueto pero sincero "Buen trabajo, damas y caballeros; disfruten del viaje en lo que puedan" y luego se dedicó a trastear en las bases de datos de los ordenadores para empaparse un poco más del destino al que se dirigían, sobre todo de sus entresijos mercantiles, tanto los ilegales como los ilegales.

En otro lugar de la nave, Darko, a falta de un gimnasio de a bordo, se dedicó a reordenar ciertos contenedores de diversos materiales que había en la bodega, para desentumecer los músculos.

Pues parece que no habrá acción esta vez. Luego de quitarme el traje de vacío, escuché ruido en la bodega de carga. Después de un rato observando en silencio, esbocé una sonrisa y fui a mi camarote. Tras un rato trasteando encontré lo que buscaba y volví a la bodega. Fui hasta Darko y le arrojé algo. Mejor con esto. Darko se quedó mirando un par de bolas de cuero gastadas y viejas, MUY, VIEJAS, mientras yo me colocaba el otro par en las manos a modo de guantes. Luego, golpeando los puños, le hice un gesto al marine para que se acercara: Cuando quiera, Coronel, y adopté una posición defensiva.