Partida Rol por web

Incluso podriamos recorrer la misma travesía que el Pacificador, haciendonos pasar por un barco comercial mediante los conocimientos de Doña Isabel.

Intenta reprocharle algo con respecto al abrigo cuando la chica se agacha y el capitán no puede evitar mirar... cosa que no debería, porque se le queda cara de tonto durante unos segundos que parecen horas.

Finalmente, antes de que la joven Santamaría se vuelva se recompone. - Dudo que sus padres le hubieran permitido ir vestida así a una reunión de oficiales o a una ceremonia. - se cruza de brazos malhumorado y se pone de espaldas a ella.

Puede que en ocasiones ese abrigo le sirva para no pasar frío en cubierta o cuando bajemos a tierra, pero no en esta ocasión... confiaré en que usted no se ha dado cuenta de ello, pero la proxima vez pensaré que lo hace adrede tan solo para lucirse ante el resto de los oficiales o algo peor. - esto último lo dice en voz baja, casi en un susurro.

Nuestro barco no podría pasar por un mercante... es una fragata de guerra y aunque ocultaramos las portillas de los cañones, llevamos "pintado" en el casco que somos de la Corona española.
Ya no se construyen barcos como este.

Disculpademe, teneis razón. Entonces solo nos queda aprovechar estos tres dias para continuar instruyendo a la tripulación y terminar de cargar el barco con los repuestos, víveres y útiles que hagan falta.

solo lo usaré cuando se me requiera como mujer en mis asuntos... cogeré otro más adecuado para resguardarme del frío...

miro al capitán algo entristecida por haber recibido una nueva regañina... mis ojos arden de rabia así como mis mejillas... que están ruborizadas y me dan un aire jovial y hermoso, aún así mantengo la mirada como un gato herido que no va a ceder terreno aun sabiendose acorralado.

Me levanto y digo serena y segura: siento discrepar señor... con tiempo y el material adecuado podemos pasar por un navío pirata si así lo deseara... señor... se lo aseguro. dice mirandole directamente.

Me vuelvo al comprobar que su tono es más comedido y parece que acepta de buen grado que tengo razón.

No obstante el ardor de sus ojos y sus mejillas teñidas por la ira me dicen que la chica tiene un caracter demasiado fuerte como para hacer concesiones de buena gana.

En cuanto al corsé... no hace falta que lo use en estas reuniones. - concedo - Tan solo cuando suba a cubierta o haya de por medio alguna acción militar, no quiero que distraiga a los marineros ni a los soldados. - y aclaro.

Es nuestra oficial de carpintería pero parece demasiado joven e ingenua - reflexiono. Decido no responder lo que pienso.

Es posible, pero lo que nos interesaría es pasar por mercante. Y nos encontramos con el problema de los cañones, el doble puente y el casco reforzado, así como el mascarón de proa y el nombre de nuestro barco...

jajajaja... rio de buena gana, pero mas bien alegre, no a mala sombra... ya veo... supongo que en su presencia tampoco he de llevarlo obligatoriamente, ¿no?... le guiño un ojo.

Le repito, que con el tiempo necesario y el material adecuado puedo hacer que parezcamos un mercante señor. solo son horas de trabajo. esta vez estoy seria y mi mirada tiene mucha determinación.

Me muerdo el labio - ¿qué educación ha tenido la hija del almirante? - me pregunto y me viene la imagen de la ultima mujerzuela de taberna que hizo un chiste similar.

Señorita Santamaría no me malinterprete. Creo que los oficiales son suficientemente responsables para saber cómo comportarse en presencia de mujeres, sobre todo si son oficiales. - Parece algo molesto.

Y en cuanto a mí, no me ofenda... soy viudo y aun guardo luto por mi mujer. - dice esto ultimo entre dolido y triste.

Loo... la...mento... yoo... no lo sabía. atino a decir... muy avergonzada. No era mi intención faltarle al respeto. solo... yoo... lo lamento. me cuadro y me pongo firme. Señor, me retiro si es su orden, señor.

Cruzado de brazos, Don Fernando niega con la cabeza:
-Esa idea es inviable... ¡antes pareceríamos bucaneros que mercaderes! Y tampoco no me seduce nada la idea de ponernos a tiro y dejar que los corsarios nos disparen primero, que lo harán sin duda alguna si nos disfrazamos de cualquier presa apetitosa.-

Retirese, por favor. - Y me vuelvo de espaldas a ella buscando el licor, por si lo ha dejado Iñaki alli para echarme un buen trago.

el capitan siente una mano en el hombro en señal de consuelo... despues baja por su espalda suavemente y se retira...

no se escucha nada.

Doña Isabel, nadie duda de vuestros conocimientos y habilidades.

Si propuse un disfraz fue inspirado en mi anterior destino, una corbeta. Al ser una embarcación más pequeña y similar en dimensiones a muchos barcos comerciales nos resultaba mas fácil enmascararlo.

Ahora bien, el problema reside en establecer combate con los franceses.Cierto es que tendrán su puerto en tortuga o en alguna cala de las islas proximas a ella, pero harán todo lo posible por evitar el combate contra nosotros, luego si van a luchar será acompañado por sus semejantes y si tenemos que recuperar a la señorita deberemos abordar la embarcación, y en esas condiciones nos será desfaborable el combate.

Sin embargo, mi capitán, comento que embarcariamos refuerzos en Canarias.¿De que fuerzas adicionales dispondremos?.

Leonardo no interviene, parece que cada cual ha apostado por una estrategia, pero una quedan muchas millas hasta el caribe. Y por experiencia sabe que prepara cosas sin saber de que va la partida no sirve de nada.

Podemos reforzarnos con armas, disfrazarnos o incluso vestirnos de mujeres, pero hasta que no lleguemos no comprenderemos del todo cual es la situacion y realmente que podemos hacer.

De lo que esta seguro es de que va a necesitar muchas horas de preparar armas.

Miro hacía el lugar exacto donde el capitán ha dicho que fue hundido el barco, entre La Española y Chatull, y observo las distancias entre los puntos y valoro la distancia hasta isla Tortuga. ¿Habría algún espía en el Pacificador o en tierra o simplemente les darían caza por casualidad? ¡Ojala sea así! Una buena baza a nuestro favor sería que ellos no supieran exactamente lo que tienen. Mientras estoy un rato realizando cálculos mentales de posiciones y demás, escucho atentamente la conversación.
Al ver a Isabel levantarse, pongo una mano en su brazo y miro al resto de los oficiales de uno en uno, yo puedo dar fe de que el trabajo de nuestra Oficial al cargo de la carpintería es de la mejor calidad, trato de que se sienta respaldada y calmarla, después miro a ésta a los ojos con cariño y añado sonriéndole, y me da la impresión de que ninguno lo duda, Isabel, tranquila... es el hecho en sí mismo el que no es considerado oportuno en esta ocasión... y tratando de suavizar aún más la situación continúo, yo sé que puedes con lo que sea, pero parece arriesgado para nuestra propia salud transformar al Arcángel en un barco mercante, después tira un poco de la manga a Isabel invitándola de nuevo a sentarse. Como también es arriesgado acercarnos demasiado a isla Tortuga... podrían aliarse varios barcos piratas o corsarios y tratar de darnos caza... pero todo se verá según la situación en la que nos hallemos en ese momento o de la información que vayamos recabando en nuestro camino hacia allí... ahora tenemos por quiénes preguntar y quizás hallemos respuestas... miro a Juan Diego, saber con quién más contamos a la hora de afrontar la situación, es de vital importancia como bien apuntáis... observo de reojo a Don Rodrigo por si hubiera algo más de información que aportar en este punto y termino, pero si hay algo que he aprendido bien en estos años es que hasta que uno no se mete en faena, no sabe qué cálculos exactos abordar.

Permanece impasible y tan solo responde a Don Juan Diego - Son tropas de refresco, bien pertrechadas.
Y con experiencia...

Isabel se sienta orgullosa y continua escuchando a todos.