Partida Rol por web

En el cuarto de derrota Catalina está echando un vistazo a las últimas adquisiones: dos libros sobre navegación y algún mapa más actualizado y preciso, alguno de los anteriores debido a su antigüedad y al trato recibido a lo largo de los años, no estaban ya suficientemente claros en alguna de sus partes. Recordaba con exactitud el día en que conversando con el capitán le había explicado las carencias con respecto al tema que le competía y había tenido la suerte de que su opinión coincidiera plenamente con la prespectiva de Don Rodrigo.
Con una mano cariñosa, recorre las páginas de uno de los libros en el que pronto se imbuirá sin remedio. No puede estar de mejor humor, ya no puede faltar mucho para que se les notifique su destino y zarpen. Deja el libro de nuevo en el estante y se acerca a cubierta, son escasos los marineros que trastean por allí, pero ella se detiene, conversa y escucha su sentir. Después se apoya en la borda para observar el devenir matutino del puerto de Cádiz y observa tres figuras conocidas en la zona de atraque, sin más dilación y con total naturalidad, los que os hayais fuera de la fragata observáis dentro del Arcángel una silueta esbelta con una mano alzada en señal de saludo, un rostro conocido vestido con su sonrisa acostumbrada y un gesto alegre que intuye que la vida juntos está a punto de comenzar.

Un sencillo pero señorial carruaje llega al puerto. De él baja una joven muy hermosa y sonriente. Lleva un traje rojo de viaje que la hace llamar la atención de los allí presentes... Su sombrero negro le da un toque elegante y le tapa la cara del intenso sol.

Lleva una bolsa de viaje que parece bastante pesada y un baúl que dos sirvientes llevan al barco.

Mira el Arcángel y su cara sonríe, pero su alma se llena de melancolía al dejar tierra y saber que durante mucho tiempo estará a merced de los mares.

Se acerca a los caballeros que están a punto de subir al barco y les dice amablemente. Buenos días caballeros. Parece que zarparemos con la marea.

Buenos dias Doña Isabel, ¿zarpar con la marea? Vaya, parece que vuesa merced sabe más acerca de la reunión que cualquiera de nosotros.-Le comento mientras le devuelvo el saludo a Catalina.

Veo que ya estamos todos, por favor, subamos y presentemonos ante el capitán.

Leonardo antes incluso de que las palabras de Don Juan Diego se hagan patentes, toma la delantera para subir al navio.

Una vez arriba hace un gesto en modo de saludo a la oficial de derrota y mira hacia las alturas, intentando discernir, donde esta su maestro.

Isabel ve triste como Leonardo no le devuelve el saludo y la esquiva.

No niego que es más una esperanza que una certeza Don Juan Diego.

Acompaño a los caballeros arriba.

Catalina!!! Hola querida, qué tal todo por aquí?? la abrazo al encontrarla, agradecida de tenerla de nuevo cerca.

A medida que sus compañeros van subiendo abordo Catalina se acerca a ellos y les saluda en condiciones, un buen apretón de manos, un toque afable en el hombro y unas palabras de bienvenida que denotan su alegría al encontrarlos de nuevo, hola, Don Leonardo, bienvenido... ¿Una estancia agradable Don Juan Diego?... Por lo que veo un largo viaje Don Fernando... y luego cuando aparece Isabel ambas mujeres se funden en un abrazo alegre, lleno de cariño y afecto, ¿cómo fue todo, Isabel? ¿disfrutaste con la familia? Por aquí hay poco que contar, la verdad, pero estuve unos días en Málaga y me encantó...
Todos están allí en cubierta conversando unos con otros y sus risas, saludos y conversaciones cruzadas arrancan al Arcángel de su letargo y le ayudan con su savia nueva a resurgir y cobrar vida de nuevo.
Una estampa digna de mención; sí, señor.

-Saludos damiselas... si me disculpáis, me daré un buen baño en mi camarote para estar presentable para cuando estemos todo el cuadro de oficiales listos para zarpar. Si se me necesita ya sabéis donde estoy...-

Subo a cubierta al escuchar el alboroto. Reviso mi reloj de bolsillo, pasan ocho minutos de la hora a la que se fijó la reunión.

Vestido con su uniforme y espada al cinto, permanece enhiesto a la entrada de los camarotes de oficiales. Cuando Fernando se dirige hacia allí, percatándose de él, decide mostrar su presencia.

Carraspea con fuerza. - Buenos días - tuerzo el gesto al ver que doña Santamaría no lleva el uniforme, pero no digo nada.
Creo que tenemos una reunión pendiente - pasea la mirada de uno a otro - Contramaestre, cuando hayan terminado de charlar, lleve al resto de oficiales a mi camarote*. - Tras decir esto, me vuelvo y salgo de escena.

Camino con parsimonia, se que aun no estamos todos, pero los que se retrasen ya se excusaran.
Me dirijo al interior del buque, y al pasar por al lado del contramaestre.

Me temo que su baño, aun habra de esperar. Señor.

Devuelvo el saludo al capitán cuando aparece en cubierta y le sigo al interior de las dependencias del barco en compañía del resto de oficiales mientras continúo conversando con ellos animadamente, aunque en un tono de voz respetuoso con la situación.
Una vez ante Don Rodrigo en el cuarto de derrota guardo silencio a la espera de aquello que haya de comunicarnos.

-Justo a tiempo, ¡bien! -Pensó Ignacio al ver que su primera comida estaba preparada antes de que llegaran el resto de oficiales; había dispuesto una mesa axuiliar justo debajo del ojo de buey; en ella la cubertería de plata brillaba como nueva a la luz de las velas. -Haman ha hecho un buen trabajo frotando la vajilla con el paño¡tiene buena saliva este moro! -La mezcla de olores inundaba el cuarto de derrota de sensaciones olfativas muy agradables; la crema de mejillones al azafran, los panecillos tipo croissant caseros recién hechos, el lomito al vino tinto y el pastel de zanahoria liviano eran en verdad un deleite para los sentidos. El cava se enfriaba en hielo en su cubitera sostenida a su vez en un pedestal justo al lado de la mesa auxiliar.
A un lado de la mesa estaba Ignacio con su uniforme, en pose firme y con los brazos colgando y la barbilla alta. Al otro lado de la mesa estaba Haman bastante incómodo con sus ropas de gala. De vez en cuando se hurgaba el culo intentando colocarse el leotardo en su sitio; la mirada inquisitorial de Ignacio le hacía retraerse de su empeño.

Cita:

Muy bien, un largo viaje pero todo muy bien. Málaga... vaya! un lugar precioso.

Cita:

le dedico una mirada cálida de complicidad... y le doy los buenos días educadamente.

Sigo al capitán y me acerco a Leonardo. Qué tal Leonardo? Un buen viaje?

Tras dejar en mi camarote el par de libros que compré el día anterior me dirijo hacia el cuarto de derrota.

Al llegar me quito el sombrero y aguardo a que el capitán comience mientras observo los manjares allí dispuetos.

Vaya, vaya, Iganacio ha hecho un buen trabajo luego las noticias deben ser malas. Que no nos manden a Flandes, a Flandes no...

Leonardo entra en el cuarto de derrota, sabe que los oficiales suelen reunirse en las comidas en los buques para discutir los planes, y los manjares parecen exquisitos.

Se coloca en el quicio de la puerta a la derecha.

Al sentirse inquerido por Isabel contesta laconico.

No, llevo un mes en cadiz entrenando, y preparando todo. No he viajado.

Alli espera las nuevas del capitan.

Don Fernando se sienta en el cuarto en el lugar más acercado a la puerta y donde corre más aire. Se ha quitado la capa de viaje y el sombrero y parece de peor humor que de costumbre.

Me coloco en la cabecera de la mesa, y antes de sentarme me quito la chaqueta del uniforme y hago un gesto para que los demás oficiales se sienten.

Luego me giro a Iñaki - Parece que todo tiene muy buena pinta. - tras una sonrisa de complicidad me siento.

Si están todos ya ocupando sus asientos, dejo un minuto para orar en la mesa, como todo buen cristiano. - Por favor, empecemos, seguro que todo está tan apetitoso como parece. - Espero que todos entiendan que los asuntos serios vendrán después.

Leonardo siempre tan condenadamente correcto... digo cabreada y entro en la estancia.

antes de sentarme miro al capitan y le dedico una de mis sonrisas seductoras, dejo el sombrero en el perchero y entonces comienzo a quitarme los botones del vestido rojo de viaje que llevo.

observo como todas las miradas vienen a mi, pero no me importa. son unos cuantos botones, asi que tardo un poco. pero la maña denota que no es algo que haga pocas veces.

una vez quito los botones me doy la vuelta y me quito el vestido como si de un abrigo se tratase...

debajo dejo ver mi uniforme de alferez, dejo el vestido sobre una silla y me arreglo el uniforme.

al darme la vuelta guiño un ojo al capitán y tomo asiento cerca de él.

No me mireis así, son trucos femeninos... dediquémonos a lo que importa... Iñaki, esto enamora... ummm...

Iñaki hace una inclinación con la cabeza como gesto de agredecimiento. Toma la botella del Rioja Gran Reserva, arroja las primeras gotas al suelo para quitar los sedimentos de corcho y sirve un dedo en la copa del capitan esperando su aprovación.-Es un vino excelente mi capitán, notará que es un vino muy equilibrado.Tras el gesto afirmativo de Don Rodrigo, Ignacio termina de llenar la copa del capitán y continúa llenando las de los oficiales en el orden de grado establecido con el decoro propio del mejor gourmet. Una vez servido el vino, Ignacio hace un chasquido con los dedos y Haman comienza a servir la comida en los platos. Ignacio no probará bocado hasta que todo haya sido recogido y eso Don Rodrigo lo sabe y no insistirá. Así ha sido siempre, para él sería una falta de delicadeza por parte de los demás el invitarle a comer con todos, pues para Ignacio su trabajo no termina en la cocina, sino ofreciendo sus guisos a los comensales.Eso para él es el mayor de los orgullos. Cuando todos tienen su plato lleno Ignacio añade: -Que les aproveche señores.