Partida Rol por web

Pues que eso...

La bestia explota en mil pedazos llenando a todos los que no han logrado esquivar la explosión de una especie de chicle rosa sabor a fresa...

La sangre de la bestía comienza rápidamente a convertirse en goma, la cual dificulta mucho el movimiento de los engominados...

Pero ahora parece que está todo tranquilo...

¡HABÉIS MATADO A MI CRIATURA! ¡¡¡AHORA OS ENFRENTARÉIS A MI MEJOR HOMBRE!!!

¡¡¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA!!!

Maria se infla y se infla y no hace falta ser muy espabilado para preever lo que va a ocurrir.
Por tanto, en el preciso momento en que estalla, yo me agacho con agilidad y la materia pegajosa pasa por encima de mi cabeza.
Miro hacia atras y veo que mas de uno de mis compañeros acaba cubierto por ea sustancia.
Repugnante. Decididamente repugnante.
Y tras mi comentario, una vez mas retumba esa irritante carcajada y todos podemos escuchar la voz de Necross.
Agarro un jirón de los ropajes de María y digo a modo de respuesta mientras limpio la hoja de mi sable.
¡Necross!. ¡Espero que el desgraciado que nos envíes sepa hacerlo un poco mejor que el despojo al que nos hemos enfrentado!
¡Y vete preparando escoria!. ¡Pues cuando acabemos con el, tu seras el siguiente!

Una luz se enciende en la sala contigua...

Una figura misteriosa se recorta en la luz que sale de esa sala...

La figura se adelanta unos pasos hacia vosotros, sin salir de la sala, y allí se queda, con la luz en la espalda...

No podéis verle la cara... sólo... su figura...

Y he aqui que una luz salida de no se sabe donde, ilumina a una silueta que se detiene en el umbral de una de las puertas que he reventado.
Flexiono levemente las rodillas y lanzo un par de tajos al aire para no perder el calor en los músculos. Mientras lo hago, observo al recién llegado y, sin ponerme en guardia, digo.
He aquí al nuevo infeliz que nos envía Necross. Muy bien
Me adelanto como no podría ser de otro modo y añado.
¡Infeliz!. Has De saber que te enfrentas a la tripulación de Mery Red del Berenice. ¿Quizá ofendiste a tu amo para afrontar un destino semejante?. Un consejo te doy. Suicidate y te ahorraras sufrimiento. Pues tan solo de una cosa puedes estar seguro. De tu inminente muerte.
Y dicho esto, adopto mi clásica postura de guardia equilibrando mi acero a 45 grados el suelo, adelantando levemente mi pierna derecha y apoyando mi puño izquierdo en la cadera.
Cuando quieras, comenzamos.

Cita:

¿Mery Red? ¿La tripulación del Berenice? ¿Spade? Dice la Voz. ¡En este momento dejó de servirte Necros! ¡He conseguido lo que quería!

La sombra sale de la luz y por fin muestra su cara ante todos...

Soy Iñigo Montoya... tu mataste a mi padre... y ahora vas a morir. Le dice a Spade señalándole con su espada.

Todos miráis al que señala a Spade, pero después, véis movimiento a un costado...

¿Ese jarrón estaba allí?

Lentamente la tapa del jarron se abre...

Y veis dos ojillos divertidos, que se mueven de un lado a otro...

Después, una cabeza...

Es...

Es...

¡Es Westen!

Elisabeth mira extrañada la sucesión de hechos que se llevan a cabo después de la "explosión" de la bestia. Por suerte, no ha vuelto a pringarse en nada, aunque sigue sintiendo la peste a ron que emana de ella y el frio empieza a calar sus huesos, pues sigue empapada.

Desgraciados... Susurra sin más. Su mirada vuelve a estar furiosa mientras, sin dejar de maldecir, recorre la estancia recogiendo sus cuchillos con cuidado de no pringarse en la sangre rosa y pegajosa del bicho.

Está totalmente encolerizada, aunque nadie que no la conociera o no se fijara en su mirada lo diría. Mantiene la compostura sin problemas... pero cuando encuentre al responsable de todo lo que está pasando ahora, se lo hará pagar caro.

Luego se queda mirando la reacción de Spade a esa clara provocación... ¿iba a ser aquello un duelo en toda regla? Quizá el doctor deseara encargarse de ese duelo por sí mismo sin la interrupción de nadie... durante sus 19 años de vida, Elisabeth había tratado con el orgullo de muchos hombres, así que prefiere no intervenir... pero se mantiene alerta a cualquier oportunidad de acabar con todo aquello de una buena vez.

El Doctor, que había subido su arma de nuevo, abre enormemente los ojos al ver al hombre armado salir a la luz.

Y entonces deja caer su pistola, y lentamente se desabrocha el cinto y deja el sable en el suelo.

- Montoya, no voy a batirme contig. No aquí y no ahora. Nuestros asuntos pueden esperar a que acabemos con nuestros asuntos: Hay inocentes muriendo por culpa de ese Necross.

Spade hace un gesto para que sus compañeros bajen las armas mientras camina, desarmado, hacia el español.

- Te juro por mi Honor de Inglés que cuando termine con ese hombre, acabaremos esto de una vez por todas. Pero no ahora, Montoya. No así.

Los ojillos miran de un lado a otro y parecen aliviados al no ver a la criatura.

De pronto ven a Iñigo Montoya y se abren de par en par antes de desaparecer.

¿Que hacía Montoya allí? ¿Y que tenía que ver Spade con él?

Temblorosa, Carmen afianza su arma y apunta al recien llegado, esperando que ese hombre trate de hacer el menor movimiento para dispararle. Es atractivo... espero que no tengan que matarse el uno al otro...

¿Honor de Ingles? ¿Honor de Ingles? Siempre sacas la misma carta de la baraja, Spade. Dice acercándose poco a poco. ¿Pero que me dices de estos? ¿Puedo también confiar en ellos? Algunos tienen cara de no haber matado una mosca... pero otros... ¿Quien me asegura que no me ensartarán por la espalda?

Y si es verdad que Necros está matando mujeres, es mi deber como hombre salir en su ayuda. Siempre y cuando no me matéis por la espalda, claro.

La situación, da un giro inesperado tras la aparición de este individuo. Relajo mi postura y apoyo mi sable sobre el hombro derecho.
Me acerco con cautela entonces al llamado Iñigo y digo.
Necross mata mujeres además de tener otras aficiones que definire como curiosas.
Pero eres libre de creerlo o no. Lo importante en este momento, es que eres un obstáculo en nuestro camino. Y ese camino, conduce inexorablemente a acabar con la existencia de ese malnacido.
¿Y bien?. ¿Que va a ser?. Si quieres entablar combate singular con nuestro compañero, no es este el momento adecuado. Pues son otras las preocupaciones que tenemos ahora mismo.

Estaban perdiendo el tiempo de una forma exasperante. Y la joven noble no estaba dispuesta a pasar muxo tiempo más con esos ropajes, ese olor y ese frio que iba calándole los huesos.

Viendo que el tal Iñigo Montoya no iba a lanzarse sobre ninguno de ellos, da un par de pasos al frente, relajando las muñecas y bajando los cuchillos, para quedar junto al doctor.

Con voz clara, firme, pero sobretodo... suave y tranquila, Elisabeth empieza a hablar, no sin antes pedir permiso a la capitana con una sutil mirada de reojo.

Buen hombre... sé que no debo entrometerme en vuestros asuntos con el doctor Spade, pero como bien dicen mis compañeros, en este preciso momento tenemos asuntos más urgentes que tratar... y estoy seguro que ni a vos mismo os agradaría que un asesino de mujeres indefensas, sin querer llegar a nombrar lo que hace a sus victimas ese infeliz, escapara felizmente para volver a disfrutar con sus poco decentes vicios.

Así pues, y aceptando vuestras palabras, os invito a seguirnos para acabar con ese abominable ser humano, si es que podemos llamarlo así todavía, pues me atrevo a afirmar que vuestro duelo con el doctor, puede esperar unos minutos más.

Queda expectante, sin apartar la mirada de su interlocutor, esperando su respuesta.

- Te doy mi palabra, Montoya, - Mira a todos los que le rodean - Ninguno de mis compañeros te pondrá una mano encima. Ahora, si sabes donde está Necross, tenemos que acabar con esa alimaña.

Recoge lentamente sus armas, dejando bien claro que no tiene intención de usarlas en el Español.

Las palabras de la chica hicieron pestañar a Iñigo, pero también, las palabras del inglés.

Muy bien, Spade, muy bien. Acepto que nos batamos a duelo en otro momento, tengo que vengar a mi padre y ya sabes como son las cosas. Necros está en la siguiente sala, pero cuidado, es un hombre muy malo... muy malo. Dice Montoya bajando su espada.

La Capitana se acercó aún frotandose el brazo adolorido. Miró a Montoya y luego a Elisabeth. Sonrió orgullosa, esa chica era claramente parte de la tripulación. Lástima el tema de la ropa...

Asintió a las palabras de Iñigo.
Está bien, gracias por avisar. Pasó por su lado, dando una patada al jarrón, que se volcó en el suelo. Miró a la tripulación. Nos lo llevamos hasta la sala. Rodrigo, hazlo rodar si pesa mucho.

Y dicho esto cargó sus armas y sonrió. Ya es hora de vernos con nuestro anfitrión.
Dicho esto se encaminó hacia la siguiente sala.

AAAAaaaaAAAAaaaaahh!