Partida Rol por web

Elisabeth espera a que sus compañeros den sepultura al cadáver de Peter, bajando la mirada respetuosamente. Al finalizar, espera de nuevo a que los demás tomen un camino para ponerse en marcha.

Podríamos intentar subir a la montaña para averiguar con algo de exactitud donde nos encontramos. ¿Alguien tiene alguna otra idea?

Pregunta mientras recoloca algunos de sus cuchillos en sus lugares respectivos y observa la entrada de la selva que se extiende ante ellos buscando alguna senda o algo parecido...

Cora coge aire y observa asintiendo la caja con armas. Una buena caja, sin duda.

¿Amapolas? Sin comentarios.

Se gira a Elisabeth cuando habla, y se encoge de hombros.

No es mala idea... Dice girándose de nuevo, mientras mira la cima de la montaña, con una mano en la frente de visera.

Sí, me vendrá bien mantenerme ocupado pensando en otra cosa, la muerte de Peter y la perdida del Benerice sin duda me han afectado.

-Estoy de acuerdo con las chicas, lo mejor será que exploremos un poco este lugar- sugiero - averiguaremos si hay alguién más y si vamos a poder salir de aquí.-

Como si de una bruja se tratase, Coraline siente como su cuerpo se desdobla y su espíritu sale de él para echar un vistazo volando por los aires.

La isla parece una isla con forma de medialuna. La parte cóncava es donde os encontráis vosotros, y la convexa queda a unos kilómetros más allá. La montaña que podéis ver está justo en el centro del tupido bosque, un bosque tan cerrado, que es imposible ver nada en él. Si algo o alguien vive allí, es casi imposible descubrirle desde donde os encontráis.

Sólo queda una cosa por hacer, explorar.

Viendo que la gente no se decide ni se mueve un apice, cojo uno de los recipientes que han sido arrastrados por la marea y lo lleno de agua en la orilla. Con paso decidido me acerco a Stanley, aún inconsciente, y se lo vacío en la cara, con lo que vuelve en sí rápidamente.

- ¡¡¡Despierta Ingles!!! ¿podemos irnos ya?...- al pasar por al lado del vigía no me detengo, tiro el recipiente al otro lado y sigo camino hacía la selva, en dirección a la montaña que se ve al fondo

Despues del viaje astral de Cora (xD), vuelve a poner los pies en la tierra y observa divertida la escena de Rodrigo y Stanley. Luego se dirige hacia los restos del pobre Peter, y con sus harapos consigue hacerse una especie de bolso-mochila, luego se dirige hacia las cajas que habían sido arrastradas y mete un poco de comida y se lo hecha al hombro.

Sigue agachada junto a la caja. Si vamos a explorar, ¿deberíamos repartirnos las armas, no? Pregunta mirando desde su posición a sus compañeros.

Tras el cubo de agua Stan despierta alarmado, como si se estuviera ahogando. Tras unos cuantos aspavientos logra levantarse y espanta al Dodo.

-¡Fuera! ¡Fuera criatura del demonio!- entonces sus ojos se posan sobre los cofres que el resto de la tripulación ha desechado.

-¡Por el amor de Dios! ¿Eso son amapolas! ¡Doctor! ¡Amapolas! ¡Son amapolas!

Corriendo se tira sobre el cofre y mira a los demás desconfiado, como temiendo que se las arrebaten. Entonces se da cuenta de que a todos les importan un carajo las amapolas y se tranquiliza.

-Bieeeeen...- cuando se da cuenta la mayoría de la tripulación ya se encuentra camino a la jungla. Empieza a coger las amapolas a puñados y a meterlas entre sus ropas como puede, para transportar la mayor cantidad posible.

-¡Vamos Doctor, ayúdame!

Elisabeth espera a que todos hayan cogido alguna de las armas, e incluso ella misma toma una... aunque no sepa demasiado bien como utilizarlas. Prefería sus cuchillos, de lejos.

Al pasar junto a Vargo, su mirada se vuelve compasiva unos momentos y apoya su frágil mano en el hombro del pirata solo unos instantes mientras se adentra en la selva siguiendo a Rodrigo. No dice una palabra. Ya lo había visto así antes y sabía porqué era.

Mientras camina, va con cuidado de no tropezar y de no rasgar más sus ya estropeados ropajes. A este paso, iban a terminar yendo todos en cueros. La sola idea consigue que se esmere aún más en tener cuidado.

Una mano en el hombro del muchacho le hace reaccionar, estaba vivo.. con sus compañeros y ya era hora de partir. Así que sin decir nada sigue al grupo guardándo sus armas en las respectivas fundas.

-Oye Doctor, tu quédate aquí vigilando el resto de las amapolas mientras yo sigo al resto y me aseguro de que no hagan ninguna tontería ¿vale?- le dice al Doctor.- Venga, nos vemos.

Dicho esto empieza a correr con la pechera llena de flores rojas detrás del resto

Y allí os váis todos los que quedáis vivos.

Os giráis un segundo y véis al buen Doctor cogiendo las flores de amapolas con una cara de felicidad nunca vista en su rostro. Parece estar disfrutando con la escena, ya que ni siquiera le dice algo a Stanley cuando él le habla.

Lentamente, os vais introduciendo en la jungla, la impenetrable jungla y poco a poco la luz del sol parece ser menos potente dentro. Los grandes árboles casi no permiten que la luz entre al "camino" que vosotros mismos vais abriendo al avanzar.

Los sables cortan las ramas y las lianas que no os permiten pasar, y despacio, sin prisas pero sin pausa, avanzáis hacia el centro de la selva, tomando como referencia la montaña, que es lo único que se puede ver desde donde os encontráis, entre el follaje.

Los animales cantan contentos a medida que pasáis a su lado, también podéis escuchar a los Do-Do´s gritar en las palmeras.

Pero de repente, el viento cambia de dirección y a vuestros oídos llega el sonido de un retumbar de tambores.

Al parecer, la isla no está tan desierta como parecía.

Un pequeño sobresalto hace cambiar la cara de Markus, quien andaba perdido hasta ahora en sus propios pensamientos sobre lo acontecido.

El ruido de tambores podría no ser precisamente una buena señal, por lo que el pirata agudizó sus sentidos.

No estamos solos...

Vargo también despierta.. pero no por los tambores, sinó por las palabras de su compañero que hasta ahora había permanecido en silencio. - ¿No me digas?.. ¿vamos? - a continuación se le dibuja una sonrisa en el rostro. - No.. no estoy solo. - piensa dándose cuenta que aún le quedan amigos con los que confiar.

Coraline se detiene de golpe al oír los tambores. Mira atentamente alrededor, poniendo todos sus sentidos al máximo. Su mascota permanecía gruñendo al lado. Sujeta con fuerza la mochila improvisada que se había hecho y se tocó el cuerpo para buscarse algun arma de cuerpo a cuerpo, en lo que era más hábil, pero nada. Chasquea la lengua fastidiada.

Me quedo en silencio y escuchando al escuchar el retumbar de tambores, parece que la isla no está desabitada como pensabamos, ya veremos que grado de civilización tienen los nativos pero si están tocando los tambores no mucho. A la mente me vienen historias de todo tipo sobre islas remotas con habitantes que rinden culto a antiguos dioses.

- Creo que lo mejor va a ser echar un vistazo, propongo hacer un par de grupos, uno que vaya a ver lo que ocurre y otro que se quede escondido y acampando en algún sitio que acordemos. Si lo hacemos así en caso de que sean hostiles contaremos con un apoyo, que acudirá en un tiempo también acordado. En caso de que no lo sean se avisa a los otros y punto-

[Ruido de hojas moviéndose]

Uka, shaka, uka uka. Uka shaka, uka, uka.

[Sonido de alguien ¿cantando?]

Markus avanzó unos pasos cautos hacia el lugar de donde intuía que venían los cánticos, apartando con su espada la maleza. Echó un breve vistazo atrás esperando que Rodrigo y compañía le siguieran, antes de seguir su lento avance.

El sonido era ya reconocible, por lo que los emisores no debían andar lejos... y las tribus indígenas podrían ser imprevisibles. ¿Por qué Stan no verá a traves de la hierba?

-¿Eso lo has deducido tu solo lumbrera?- comentó el vigía mientras la comitiva se para en seco. Markus avanzó unos pasos hacia el sonido.

Sin moverse Stan miró alrededor, buscando un arbol o palmera al que poder trepar.

La rubia se mueve sigilosamente siguiendo al primero del grupo, mirando hacia todos lados, observando... Fueran quienes fueran, ellos no habían hecho nada malo. Al menos no todavía. Pero había oído muchas cosas de esos "indígenas". Para empezar, tienen una forma de pensar muy diferente a la suya, y con ello también su lógica está fuera de lo que había visto hasta ahora. Así que sería mejor ir con cuidado.

Con un gesto que acompaña su sigilo y sus suaves movimientos, Elisabeth empuña uno de sus cuchillos con una mano.

La maleza se mueve rápidamente y desde allí, sale una especie de persona rara...

Al parecer, un habitante autoctono de la isla.

¿Uka? Dice el desconocido cuando os mira.

¿Uka maluka? ¿Kuka kuka? ¿Wiki wiki?