Partida Rol por web

Esta vez fue "el francés" el que se mantuvo en la retaguardia caminando de espaldas para vigilar con su cañón la entrada del vagón que acababan de cruzar mientras sus dos compañeros tomaban la iniciativa.

Esperaba que esta vez no hubiera problemas con los ocupantes de este vagón. No por miedo, le apasionaba la aventura, pero no quería tener que disparar a individuos desalmados.

Asintió ante las palabras de Mc Ready y no pareció percatarse del comportamiento introvertido del chico ante la camarera.

Esta vez se limitó a seguir el paso de sus compañeros en dirección al siguiente cajón. Aquél vagón restaurante de primera clase le trajo rememoranzas de su niñez y de aquella vida acomodada que desechó en su adolescencia por otra de pasión y descubrimiento.

La corazonada de Lonegan resulta correcta, no hay nadie más en el acceso junto a la puerta que os impida el paso, pero más adentro del vagón es diferente...

Toda una multitud de agentes del First Bank habían salido al pasillo, y al veros entrar no perdieron tiempo y desenfundaron sus armas. No hubo disparo de aviso, desde el primer momento los agentes apuntaron a matar; solo la providencia y los temblores del tren os evitaron recibir una herida posiblemente fatal.

Vagón nº 9 (carga):

Temblando aterrorizados, camarera y chefs se hicieron a un lado mientras mantenían las manos en alto como les había ordenado McReady. No había ni un alma en el vagón que os impidiera el paso, y os abristeis camino a punta de pistola hasta el otro extremo del vagón sin ningún percance.

Salísteis del vagón restaurante por el otro extremo cerrando la puerta tras vosotros. Por el momento todo había sido fácil. Solo quedaban 2 vagones, el de primera clase y el de carga inmediatamente antes de la locomotora. Sin embargo, por la tradición de diferenciar a los más enriquecidos de la clase "inferior", el vagón de primera clase no tenía ventanas en su puerta de acceso exterior, únicamente a sus lados, innaccesibles para vosotros a menos que saltáseis del tren en marcha para disponer de una mejor vista. Si entrabais al vagón, lo haríais a ciegas.

-Vamos, ahora váyanse todos hacia el fondo del vagón y quédense muy quietos. No quisiera tener que hacer daño a nadie.

Una vez hubo movilizado a la gente para que se fuera al fondo del vagón, McReady apuntó a la puerta a fin de que, una vez su compañero abriese, tuviese ya un rifle apuntando al interior del vagón. Siendo un vagón de primera clase y para más si, como les habían dicho, viajaría en él el señor Carter, del First Bank; era más que probable que llevase alguna escolta. O que el propio tren le hubiese asignado personal de seguridad para protegerle.

-Chico, abre.

Cuando entramos comprobamos que, como suponíamos, se han reunido para "recibirnos".

-¡Hijos de Satanás!- exclamo mientras me echo atrás en nuestro pequeño hueco, intentando que no me atraviesen de parte a parte.

En cuanto siento una pequeña parada, me asomo para disparar al más cercano.

Para su agrado, el paso por el vagón restaurante había sido tranquilo.

-No os preocupéis, ya lo hago yo...- Dijo Pierre como respuesta a Mc Ready.

Se situó a un lado de la puerta para poder abrirla sin interferir en la vista de Thomas y Mc Ready. Esperó a que ambos individuos estuvieran con sus armas preparadas y apuntando hacia la puerta antes de seguir adelante.

- A vuestra señal. - En cuanto James y El Chico estuvieron listos, abrió la puerta...

El chico estaba plantado frente a la puerta. La orden de McReady le había dejado frío. La cosa había ido como la seda hasta entonces pero había que ser idiota para no darse cuenta de que lo peor estaba por venir. Los ricachones siempre luchaban más fieramente por defender lo que tenían, mientras que los pobres confiaban tan sólo en salvar la vida.

No le hacía ninguna gracia abrir la puerta y darse de frente con un par de guardias armados. Por un momento estuvo a punto de proponer asomarse por la ventana de uno de los laterales del tren. Pero al volverse hacia James para hacerlo fue plenamente consciente de la velocidad con el que el terreno se movía al paso del tren. Colgarse de un lateral del vagón ya no parecía tan buena idea.

- Quizás... - dudó - ¿y si cogemos un par de mandiles de la cocina y un gorro de cocinero y entramos en el vagón como si fueramos parte del personal de la cocina? - El disfraz no durará más que un instante, pero quizás fuera suficiente para que no nos disparen nada más entrar y cogerlos por sorpresa - ¿Qué tal?

Jack, aguanta la posición parapetado en la pared, sonriendo al escuchar las maldiciones de Juanita mientras dispara. Luego se dispone a imitarla, esperando el breve momento en que el estruendo del tiroteo por parte de los vigilantes cesa para asomarse al pasillo y disparar al siguiente hombre más cercano que quede en pie.*

Pierre se levantó el sombrero para rascarse la cabeza. En su juventud había tenido alguna idea de bombero (como fugarse de casa para dedicarse al circo). Pero a su lado, J.J. se llevaba la palma.

Se preguntó de donde sacaba El Chico semejantes ocurrencias. Abrió la boca para decirle algo a Thomas: -Estooo...- Pero al encontrarse con sus ojos no supo que decir. Lanzó entonces otra mirada de circunstancia a Mc Ready. 

-No me voy a escudar detrás de un cocinero, Chico-dijo James negando con la cabeza-Es una cosa más de la que preocuparse y podría intentar algo si nos despistamos.

-Hummmm...- Puso mirada extraña ante la respuesta de Mc Ready. No entendía que quería decir.

Ah, no había entendido bien al chico: -No, no. Creo que Thomas quiere decir que nos disfracemos de cocinero, no que nos escudemos detrás de uno.- No sabía si había sido una cuestión de malinterpretación, o si Mc Ready, debido a la edad, o bien no oía bien o chocheaba.

-Miren. Dejémoslo. Ya entro yo primero.-

Sin más abrió la puerta del vagón, pistola por delante. Si alguien les disparaba, el primer tiró lo recibiría él. C'est la vie.

Con vuestros primeros disparos, los dos agentes más cercanos cayeron al suelo, muertos. Tal vez fueran hombres valerosos, pero vosotros teníais experiencia en jugaros la vida en el empeño. Los tres hombres restantes apenas dudaron un segundo, pero continuaron disparando confiando en alcanzaros.

Uno de ellos consiguió su objetivo, disparando con precisión a Juanita en el momento en el que asomaba para realizar un segundo disparo.

A pesar de la idea del Chico, McReady y El Francés no parecían querer perder tiempo, y finalmente el segundo abrió la puerta sin esperar a nadie. Esperábais que el vagón fuera casi vacío... pero no tanto. Únicamente había tres personas en el vagón de primera clase, todas en el extremo opuesto, más cercano a la locomotora. Estos eran, un hombre musculoso de anchas espaldas, de pie y armado con un rifle, una joven que sostenía una bandeja con una tetera, y un hombre bien vestido que sostenía el vaso que le ofrecía la señorita.

En cuanto se abrió la puerta, los tres se giraron hacia vosotros con sorpresa, y el hecho de que el Francés apareciera armado y embozado sin disimulo fue el detonante. La mujer dejó caer la bandeja al suelo y la tetera se hizo añicos, el hombre elegante (que al ser el único, no podía ser sino James Carter, el hombre del First Bank) se levantó de la sorpresa, pero el hombretón del rifle lo empujó bruscamente a un lado, obligándolo a refugiarse tras la seguridad de los asientos a modo de cobertura, no sin antes adelantarse al Francés, disparándolo sin remordimientos.

Vagón nº 2 (Primera clase):

Pierre Grimauld "el Francés" cayó hacia atrás debido a la detonación, su sobrero ahora agujereado por el disparo salió volando por los aires, y su cuerpo quedando inmediatamente tendido boca arriba en medio del pasillo.

Un hilillo de sangre manaba de su frente allí donde la bala...

No se movía...

(...)

-¡Mondieu!- Exclamó abriendo los ojos de repente "El Francés" aún tumbado boca arriba en medio del pasillo del vagón. -¡Esa bala me ha pasado increíblemente cerca!- Se llevó la mano a la frente, manchándose los dedos de algo rojizo al palpar la sangre que manaba profusamente allí donde el proyectil había pasado rozándole la piel por los pelos.

Muy escandaloso, pero era apenas una rozadura. Podía decirse que aquél fuera el mayor truco de escapismo que había realizado nunca. Lástima de no estar en aquellos momentos sobre un escenario.

Desde su posición en el suelo miró a sus compañeros, luego al tipo del rifle aún humeante que le había disparado. Y luego de nuevo a Mc Ready y a Thomas:

-¿A qué estáis esperando? ¡¡Vamos, DISPARADLE!!-

También se le pasó por la cabeza que quizás deberían haber echo caso del plan del chico, y que Mc Ready también previno de algo parecido al respecto antes de entrar en el vagón. Tomo nota y se juró a si mismo que para la próxima ocasión, escucharía a sus compañeros y se lo pensaría dos veces antes de hacer una completa idiotez como aquella.

Aunque, bueno, posiblemente y siendo como era "el Francés", para dentro de los dos minutos lo de la promesa a si mismo se le habría olvidado. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

James casi se echó a reir cuando comprendió que lo que quería el Chico es que se disfrazaran de cocinero. El solo hecho de imaginarse de tal guisa...no...eso no va a pasar. Y entonces Pierre entró en el vagón por su cuenta, cogiéndolos por sorpresa.

-¡Pero qué h...!-.

No llegó a terminar la frase. Apenas llegó a ponerse en la posición acordada cuando oyó la detonación de un disparo y vió volar el sombrero del francés.

Se movió hasta la izquierda de la puerta del vagón, buscó el origen de los disparos. Lo encontró en un hombre fornido que estaba pertrechado con un rifle humeante. No muy lejos estaba el que debía ser Carter. Pero ya se ocuparían de él luego. Lo primero era eliminar la amenaza. Los gritos del frances los instaban a actuar.

Parapetado en su posición y afianzando el rifle contra la puerta, hizo un disparo.

Siento que algo me "muerde" en el brazo. Un disparo me acaba de dar. Duele, duele muchísimo. Me toco el brazo y sangra. Nada serio que me impida seguir adelante. Suelto una maldición entre dientes y disparo desde donde estoy. Había pensado ir avanzando pero creo que voy a esperar hasta que caiga alguno más. No puedo arriesgarme a que me den de nuevo.

Molesta y enfadada, disparo y me vuelvo a parapetar

Los dos mayores miraron desaprobatoriamente al muchacho cuando éste propuso su plan. Instantes después el francés pateó la puerta, se oyó un tiro y éste cayó muerto al suelo. Todo había ocurrido en un instante y el muchacho apenas tuvo tiempo de protestar y defender su plan. Antes de que abriera la boca, la sangre del francés ya le había salpicado profusamente el rostro.

Se encogió detrás del marco de la puerta. Cubriéndose por completo con la pared metálica del vagón. Una cosa era disparar a un tipo al descubierto y por la espalda y otra enfrentarse a aquello. Sin duda se trataba de un auténtico asesino, capaz de reaccionar tan rápida y letalmente.

Sólo el grito desgañitado del francés, que al final resultó que no estaba muerto, aunque le hubiera ido de un pelo, sacó a J.J. de su ensimismamiento. Apenas asomó un ojo por el marco de la puerta y disparó el revólver un par de veces sin apenas apuntar, confiando más en la suerte que en la puntería y poniendo especial interés en exponer el menor blanco posible.

Sonríe satisfecho al comprobar que, tras sus disparos, ya son dos los cuerpos caídos por el suelo del corredor del vagón. Mientras se vuelve a proteger apoyando su espalda contra la pared, Lonegan observa que han alcanzado a Juanita. La herida en un brazo debe de haber sido superficial, ya que la mujer parece decir algo entre dientes y en apenas unos segundos prepara de nuevo su arma para volver a disparar contra los vigilantes.
Una vez más, Lonegan espera con calma un momento en el que cesen los disparos de aquellos hombres para asomarse y disparar un par de veces, apuntando a los hombres que aun vea en pie.

A pesar de superaros en número al inicio, su posición os dio la ventaja ya que solo teníais que apuntar al único pasillo por el que avanzaban todos los agentes. En unos segundos todos los guardias del First Bank estaban inertes en el suelo y el tiroteo dio paso a un brusco silencio.

El vagón es vuestro.

El agente había escogido un buen sitio para defender su posición, parapetado tras los asientos y apoyando su rifle contra el respaldo; también parecía un buen tirador por haber estado a punto de arrancarle las pulgas al Francés con su rifle, pero no tuvo la oportunidad de hacer un segundo disparo.

Primero fue el disparo de McReady, que no dio en su objetivo pero arrancó un buen pedazo del asiento a menos de un centímetro del objetivo; después llegó el Chico, que descargó todo el tambor del revolver a sangre fría. No se vio con claridad el impacto, pero el guardaespaldas cayó hacia atrás del asiento. Del guardaespaldas solo se veía un brazo inerte, estirado hacia el pasillo entre los asientos y cubierto de sangre.

La camarera chilló con toda la fuerza de sus pulmones de puro terror.