Partida Rol por web

Meowth, el Pokémon gato araña. Meowth retrae las afiladas uñas de sus zarpas para caminar a hurtadillas, dando sigilosos pasos para pasar inadvertido. Le encanta todo lo que brilla. Adora especialmente las monedas que recoge y va amontonando. Tiene unos ojos muy sensibles a todo lo que brilla.

- ¡Aaw! ¡Qué monada! - exclamó con entusiasmo viendo al Meowth comer las golosinas que Sabine le había dado. - ¡Le gustan! - añadió sonriente mientras lo observaban maullar. Y luego... - ¿Mm? - Lena pestañeó un par de veces, con curiosidad. ¿Qué hace? Digamos que su sonrisa desapareció igual de rápido que aquel Meowth salvaje había devorado las galletis.

- Oh. Oh no... - musitó dándose cuenta de lo que se les venía encima. De la nada, aquel pequeñajo había llamado a sus amigotes, familia, mafia o como quisieras llamarlo. Por muy adorables que fueran, tenía la impresión de que aquello no acabaría bien. ¡Y ni siquiera tenían a sus Pokémon! - Esto es malo... Como saquemos la comida nos van a dejar secas. - comenzó a decir despacio, pero intentaba mantener la sonrisa para disimular. - Quizá... Deberíamos dejar el paseo para otra ocasión y volver al Centro...  Aunque me dan penita, pero.. - le dijo a Sabine mientras pensaba en un plan para huir. Podían echar a correr pero.. ¿Y si les perseguían? ¡Ah! Podría usar el spray de Hanako si las cosas se ponían feas, por lógica quizás funcionaría... ¿Pero y si tenían hambre de verdad? Aunque tenían el pelaje bastante bien. Aaay.

O... Podría tirarle unas pocas monedas. Lena se metió la mano en el bolsillo, palpando el cambio que había recibido en la tienda de pueblo Alba, pero sin sacarlo por si acaso. - ¿Cómo lo ves Sabine? - preguntó con una sonrisa nerviosa.

En cuanto el meowth se acercó para olisquear las golosinas y cogerlas, Sabine sonrió y sacó su grabadora de voz. Apretó el botón y comenzó a narrar:

 -Día uno de la investigación de la región de Ámbar por Sabine Yew. En el núcleo urbano conocido como Ciudad Arcoíris se ha producido un encuentro con un meowth salvaje. Al ofrecerle algo de comida como muestra de amistad, el pokémon la ha aceptado de buen grado y se la ha comido tras reconocer que era comestible.

El pokémon parecía feliz de haber encontrado un par de humanas tan majas, que le daban golosinas, así que les dio las gracias, o eso parecía.

 -El meowth se muestra agradecido por las atenciones. Parece que no es el primer contacto que tiene con humanos.

Entonces el pokémon empezó a ¿llamar? Al menos a hablarle a las plantas del parque. Y entonces sin comerlo ni beberlo, la futura profesora y su compañera de viaje se encontraron con cinco meowths hambrientos que extendían sus patitas pidiendo golosinas.

 -Pa… Parece que tiene un comportamiento gregario y… Ay, Arceus… Anda, tomad preciosos.

Con resignación, Sabine sacó más poke-golosinas y se las dio a los meowths. Si esto seguía así, se arruinaría en cuestión de días. Miró a Lena y suspiró.

 -¿Qué le vamos a hacer? Si no se conforman con esto, siempre podemos salir corriendo.

¡A los cinco Meowth parece que les gustan las golosinas que les ofrece Sabine! Todos agarran las golosinas y se las meten en la boca haciendo soniditos de estar satisfechos con la comida. ¡Todo va bien! Así que, antes de tener más problemas, decidís dar media vuelta y regresar por donde habéis venido, por lo que...

Oh. Oh, oh.

-¿Meowth? - dice al unísono el otro grupo de Meowth, más numeroso, que aguardaba tras vosotras.

Mientras dejaban que los cinco meowth comieran a gusto, Sabine y Lena se prepararon para marcharse, no fuera que los hambrientos pokémon quisieran pedirles aún más comida. Y entonces…

 -Oh no…

Una auténtica manada de meowth estaba acercándose a ellas por detrás. Y todos parecían estar más que hambrientos.

 -Y nosotras sin pokémon… Claro, que poco podrían hacer contra tanto meowth.

La futura profesora activó la grabadora para decir:

 -Los meowth de esta ciudad se reúnen en grandes manadas cuando salen a pedir comida a los incautos que se apiadan de ellos. Al parecer, un meowth solitario es el señuelo que se encarga de avisar a sus compañeros si el humano les da alimento.

Sabine apagó la grabadora y miró a Lena.

 -Se me ocurre algo, pero no sé si funcionará. ¿Tienes cosas que brillen? A lo mejor si les lanzamos cosas brillantes salen a por ellas y nos dejan escapar…

Si bien en un principio se había visto encantado por la variedad de colores, cuando la tarea de encontrar el centro pokémon se había empezado a complicar la ciudad empezó a perder enseguida su encanto. Sobretodo cuando el muchacho irrumpió en varias tiendas de golpe convencido de que se trataba del centro pokémon, solo consiguiendo darle algún susto ocasional a los dependientes.

-¡¡Por fin!! ¡Creía que no lo encontraríamos nunca!- Exclamó Klaus una vez se aseguró de que esta vez si, se encontraban en el centro pokémon.- ¡Vaya! Si que es grande, y cuanta gente.

Su mirada viajó por toda la estancia, así como por la gente que se cruzaba, y sobretodo se detenía a observar a sus pokémon. Hasta que finalmente dio con lo que hallaba buscando. Momento en el que el chico salió disparado.

-¡¡Hola enfermera Joy!!- Exclamó con toda la confianza del mundo.- ¿Podría curar a mis pokémon?- Preguntó para acto seguido dirigir la mirada a su compañero.- Vamos Eevee, métete en la pokéball, para que te echen un vistazo.- Una vez sacó la pokéball de su amigo y mientras esperaba a que este se metiera aprovechó para preguntar a la enfermera.- ¿Sabe si hay algún gimnasio por aquí?

La ardua tarea ha terminado, por fin encontramos el Centro Pokémon de Ciudad Arcoíris. -Con alivio, entro y suspiro: Pensaba que el nombre de la ciudad era una simple referencia, no me esperaba que fuese todo tan colorido.

Pese a que teníamos la misma edad con Klaus, y proveníamos de la misma región, éramos dos personas completamente opuestas. Yo sólo seguía a paso calmo a mi compañero a través de todo el Centro Pokémon, esperando que nadie notase mi presencia, mientras que Klaus corría de una parte a otra con toda confianza. 

Al llegar al mostrador donde se encuentra la Enfermera Joy, espero a que Klaus hable, y luego de ello, me acerco y exclamo tímidamente: Bue-Buenos días Enfermera Joy! Nos preguntábamos si usted podría curar nuestros Pokémon, se lo agradeceríamos muchísimo. Espero su respuesta, para luego proseguir: Somos entrenadores novatos y venimos desde Pueblo Alba, nuestros nombres son -apunto a mi compañero- Klaus Grayson y mi nombre es Alabaster. 

Y ahora aprovechando que tienen los carrillos llenos podremos irn- ... - N-no puede ser... - musitó junto a Sabine, cuando al darse la vuelta para aprovechar que los meowths estaban distraídos encontraron... Muchos más Meowths. ¿Cuántos eran? ¡Si no los había oído ni llegar! Lena se quedó petrificada, empezaba a entender porque el parque estaba desierto, a pesar de que era una hora muy normal para aprovechar las horas de sol en un espacio verde.

-Sí... Son demasiados. - concedió mientras tragaba saliva, estaba claro que si tuvieran que hacer un combate Pokémon, estaban en clara desventaja. Ni aún contando con Hanako y Céfiro los pondría en tal riesgo. 

Lena miró asombrada como aún con el problemón que las rodeaba, Sabine seguía adelante con su investigación. ¡Admirable! ¡Pero por otro lado más les valía hacer algo o tendrían que lidiar con toda una manada de Meowths hambrientos! - Hmm.. Creo que puedo hacer algo... - respondió mientras rebuscaba en su mochila, afortunadamente, el Kit de acicalado de Concursos estaba por encima de las mudas de ropa. Sin sacarlo de la mochila, lo abrió tomando un puñado del bote de purpurina con una mano. 

Cerró la mochila y con la mano libre agarró unas cuantas monedas del cambio del bolsillo de su pantalón. - ¡Mirad esto! Fijo que no habéis visto purpurina antes, ¿eh? - dijo con voz triunfante mientras juntaba ambas manos, impregnando las monedas con restos de purpurina de colores. Acto seguido extendió ambas manos durante un segundo mostrándoselas a los mininos, y antes de que se acercaran demasiado, las tiró a unos arbustos cercanos. - ¡Ahora Sabine! - dijo mientras que las vistosas monedas trazaban un arco volando por los aires hacia los matorrales del parque.

En cuanto los Meowths se lanzaran a por ellas, pensaba correr junto con Sabine de vuelta al Centro Pokémon y no pisar ese parque nunca más en la vida.

Los Meowth del parque tienen la mirada fijada en Lena y Sabine, a sabiendas de que sus compañeros han recibido comida de las dos humanas hace sólo unos minutos... pero en el momento en que Lena saca las monedas de su bolsillo y las cubre de purpurina, las dos chicas notan un brillo especial en la mirada de los Pokémon gato araña. ¡Están siguiendo las monedas con la mirada!

La estratagema funciona. Lena lanza las monedas en arco hacia los matorrales, y el brillo del sol y la purpurina hacen el resto. Los cuellos de los Meowth del parque se mueven en perfecta sincronía, siguiendo con la mirada las monedas, que vuelan en dirección a unos de los matorrales. En el momento en que la primera de ellas cae en la vegetación, y como si se tratara del típico espectáculo de un montón de payasos saliendo de un coche pequeño pero a la inversa, uno a uno los Meowth saltan hacia el interior del matorral hasta que no queda ni uno en el camino principal del parque.

Las chicas logran escapar de los Pokémon pedigüeños del parque y volver a la entrada del mismo. Con unas pocas chucherías menos una y con unas pocas monedas menos la otra, pero en general... ¡todo bien!

-Por supuesto. - la enfermera responde amablemente y con una sonrisa a la petición de Klaus. de curar a sus Pokémon Tras sacar dos bandejas metálicas y dejarlas sobre el mostrador, la enfermera indica a ambos entrenadoras que depositen en las bandejas las Pokéball de los Pokémon que desean tratar. - Ya veo, entrenadores novatos. - comenta mientras los chicos depositan a sus Pokémon. - Entonces los dos participan en la Liga Pokémon de Ámbar, ¿verdad? - pregunta la enfermera mientras un Wigglytuff se lleva alegremente las bandejas con las Pokéball al interior del centro. - Necesitaré que me dejen sus Pokédex un momento.

La Enfermera Joy niega con la cabeza, además, ante la segunda pregunta de Klaus.

-En Ciudad Arcoíris no tenemos ningún Gimnasio Pokémon... pero podéis consultar las ciudades que sí lo tienen en una guía de pueblos, o en un ordenador. - sonríe.

Consultando tu guía lees algunas cosas interesantes sobre los Centros Pokémon. El hecho de entregar la Pokédex a la enfermera para que ésta compruebe si realmente sois Entrenadores inscritos en la Liga Pokémon se debe a que los Entrenadores disfrutan de ciertos servicios gratuitos en los Centros Pokémon que la gente normal no tiene. La guía no entra en demasiados detalles, pero al parecer existe un sector médico Pokémon público y otro privado y funciona de forma similar al sector médico humano... en fin, un lío. Suerte que vosotros tenéis vuestras Pokédex.

Uno de los servicios más interesantes de los Centros Pokémon de los que disfrutáis por ser Entrenadores participantes en la Liga es el del alojamiento. El piso superior de los Centros Pokémon dispone de habitaciones en las que los Entrenadores participantes en la Liga pueden alojarse de forma gratuita. Eso sí, parece que las habitaciones son compartidas, y no incluyen desayunos ni otras comidas... ¡después de todo, no es un hotel!

Las monedas cubiertas de purpurina cumplieron su objetivo, distrayendo a la manada de meowths haciendo que ambas entrenadoras pudieran escapar y salir del parque con tan sólo unas chuches y unas monedas que lamentar.

Una vez fuera de peligro, Sabine respiró hondo y volvió a sacar su grabadora.

 -La información que viene en la pokédex sobre la afición de los meowth a los objetos brillantes, ha sido corroborada de manera empírica y personal.

Apagó la grabadora y volvió a meterla en la mochila.

 -Que nos sirva de lección. Para la próxima vez hay que llevar bombas de humo o algo así que pueda distraer a pokémon salvajes. Debería haberlo pensado cuando estuve en la tienda, a veces tengo una cabeza…

Respiró hondo ya sintiéndose mucho mejor.

 -¿Seguimos el paseo? Igual podemos ir a una tienda para ver si tienen bombas de humo. Oh, y dime cuántas monedas gastaste, que te quiero dar como mínimo la mitad. Al fin y al cabo nos han salvado a las dos.

Klaus miró a Alabaster divertido cuando este los presentó, y acto seguido miró a la enfermera, quien ya se ocupaba de sus pokémon.

-¡¡Gracias!!- Exclamó el muchacho tendiéndole la pokédex.- Si que participamos.

La enfermera se encargó de hacer algo con las pokédex mientras respondía a la segunda pregunta de Klaus, que no pudo menos que decepcionarse, y no pasó desapercibido en el rostro del muchacho. Puede que aun no contara ni con un equipo decente, pero había estado ilusionado con la posibilidad de enfrentar un gimnasio.
Aun así el muchacho enseguida se recompuso al escuchar a la enfermera sugerirles el echar un vistazo a la guía o a algún ordenador, de allí sacó bastantes datos interesantes.

-Quizás deberíamos dormir hoy aquí...- Dijo pensativo, aunque enseguida cambió de tema.- ¿Dónde está el gimnasio más cercano?- Le preguntó a su compañero en vez de mirarlo por si mismo, colocando sus manos tras la nuca con una sonrisa, y es que el chico rubio parecía bastante diestro en el uso de guías.

El chico también estuvo a punto de preguntar, si veía algo interesante que se pudiera hacer en la ciudad, igual la guía tenía algún tipo de recomendación, pero le interesaba demasiado su primera pregunta para plantear otra.

Según la Guía, los Gimnasios Pokémon de esta región están situados en...

- Lo.. ¡Lo logramos..! - consiguió decir, mientras se paraban para recuperar el aliento ya bien lejos de aquel parque, y la banda de Meowth pillastres. - Uf, por un momento pensé que no sería suficiente. - prosiguió mientras soltaba un hondo suspiro de puro alivio. Aunque eso no evitó que mirase el camino a sus espaldas con cierto temor. Estaba claro que no pensaba volver a pisar ese parque hasta que se le olvidase aquel encuentro.

Después de que Sabine guardase su grabadora, Lena se aseguró de que llevaba la mochila bien cerrada y estaba todo en orden, mientras escuchaba los consejos de la chica. - ¡Pues sí! Visto lo visto, será lo mejor. - respondió con su energía habitual de siempre, y es que a pesar de todo.. ¡Habían logrado apañárselas con lo que tenían! Pero era mejor ser precavidas de ahora en adelante.

- Claro, aunque.. ¿Crees que nuestros Pokémon estarán ya recuperados? Podríamos pasar por el Centro, ¡si nos pilla de camino claro! - comentó mientras se rascaba la mejilla con el dedo índice. Luego ladeó la cabeza ante las palabras de Sabine, y rápidamente negó enérgicamente. - ¡No, no! Si apenas fueron unas pocas monedas, y además tú perdiste varias chuches con el primer grupo de Meowth, no te preocupes Sabine. ¡Fue trabajo en equipo! - le dijo totalmente convencida, mientras alzaba un pulgar al tiempo que le guiñába un ojo a la futura profesora, con una sonrisa cómplice.

Entregué mi PokéDex a la enfermera en cuanto ella lo pidió.

Tras la propuesta de mi compañero de alojarnos aquí esta noche, respondí: Claro, deberíamos pasar al menos esta noche aquí. Pero primero deberíamos ir a comer algo. Kuro debe tener hambre y yo, sinceramente, muero por comer algo recién preparado. Me pregunto que clase de comida tradicional tienen en esta Región. El tan sólo pensar en las diferentes comidas y sabores que pueden estar a la vuelta de la esquina, se me hace agua la boca.

Comencé a ojear rápidamente la Guía de Ciudades, Pueblos y Rutas de la Región Ámbar: Según la guía hay 12 Gimnasios, 3 de ellos están en las ciudades o pueblos aledaños a este. Ahora, -levanto mi dedo índice: si consideramos que esta es la Primera Edición de la Liga Pokemon en Ámbar y los 3 profesores que entregan los Pokémon iniciales están en distintas ciudades, es muy probable que los Gimnasios cercanos a esas ciudades les otorguen una ventaja de Tipo a los entrenadores novatos, como nosotros. Aunque es sólo un pensamiento que he tenido desde que vimos al profesor Abeto, así que es probable que no sea así, sentencio mientras me rasco la cabeza y esbozo una sonrisa.

Sabine sonrió al escuchar lo de que eran un equipo y puso la mano en alto para que Lena se la chocara.

 -El mejor equipo de todos, ¡claro que sí!

La muchacha propuso que antes de irse a las compras, fueran a buscar a sus pokémon, que ya estarían recuperados.

 -Pues… Tienes razón. No quiero pensar qué pasaría si nos encontráramos con otro grupo de pokémon salvajes hambrientos. Tener a nuestros compañeros con nosotras es lo mejor.

Así que empezaron a caminar hacia el centro pokémon para ir a recoger a sus amigos.

 -Por cierto, ¿quieres que vayamos pensando ya en la comida? Porque no sé si serán los nervios por lo de antes o qué, pero empiezo a tener hambre. Después de recoger a nuestros pokémon podemos pasar por un supermercado y comprar material para hacer unos buenos bocadillos, ¿qué te parece?

Cuando Alabaster mencionó lo de comer Klaus pudo escuchar como tronaba su estomago, la verdad era que ni si quiera recordaba cuando comió por última vez, con tanta carrera para llegar rápido hasta la ciudad. Y tras unos instantes de reflexión el chico se pronunció.

-Claro, busquemos algún buen sitio en cuanto Pidgey y Eevee estén recuperados.- Dijo con su enorme sonrisa.

Entonces el chico le habló sobre los gimnasios más cercanos, al parecer había doce en total, y tenía la teoría de que los más cercanos serían más sencillos, por dar algún tipo de ventaja, algo sobre lo que Klaus no tenía ni idea, pues él simplemente quería conseguir su primera medalla.

-Vaya, pues si que hay.- Dijo alucinado ojeando el mapa.- Lo bueno es que vayamos hacia donde vayamos nos encontraremos con uno. Me da igual cual sea nuestro rival, lo venceremos.- Dijo con total confianza en su equipo comenzando a reírse él solo.

Ya ha pasado el mediodía cuando, en el interior del Centro Pokémon y mientras debaten sobre cual debería ser su siguiente movimiento, Klaus y Alabaster alzan su cabeza al escuchar una breve pero alegre musiquilla. Al mismo tiempo que suena esta melodía, en un panel electrónico del Centro Pokémon aparecen dos nombres que los chicos reconocen: Sabine Yew y Lena. Al parecer, este panel indica que estas entrenadoras ya pueden pasar a recoger a sus Pokémon.

El mundo alardea entonces de su don de la casualidad, pues es en ese momento cuando Lena y Sabine hacen su aparición y entran en el Centro Pokémon mientras charlan sobre comida. Allí, los cuatro entrenadores novatos vuelven a reunirse.

 -Y si le pones unas rodajas de baya meluce, está delicioso.

La futura profesora entró en el centro pokémon junto con Lena, hablando de la receta especial del bocadillo del investigador de campo que el profesor Serbal solía llevarse cuando salía del laboratorio. No obstante, se interrumpió al ver quiénes estaban en el centro pokémon.

 -Anda, mira quiénes están aquí. Hola chicos, ¿qué tal os ha ido la ruta 1? ¿Qué especies de pokémon habéis atrapado?

Y ya volvían a estar todos juntos de nuevo. Eso era bueno, significaba que a los chicos no se les había comido una horda de pokémon salvajes. Y mientras esperaba a que comentasen qué tipos de pokémon habían atrapado, Sabine sacó su libreta para apuntar toda la información que le pudieran dar. A este paso les tendría que poner como fuentes de información en la bibliografía en vez de en los agradecimientos…