Partida Rol por web

Tampoco quería asustar al buen hombre, pero esa podía ser la única opción para encontrar al chico, y aquello no empezaba a ser algo egoísta, de verdad me preocupaba que se hubiera metido en algún lio.

-No se preocupe, en cuanto sepa algo se lo contaré, pero seguro que está bien. ¿Tendría alguna foto?- Le dije algo pensativo, finalmente me atrevía a plantearle una última cuestión.- No se cuantos farfetch'd tiene, pero si me prestara al más vinculado al chico se lo agradecería, estaría al cuidado de Nadia y ella misma se lo devolverá en cuanto demos con el chico...

No sabía si era el único pokémon que tenía, y no quería dejarlo sin él, pero lo de contable olía a trola de las grandes, puede que partiera de una base de verdad y estuviera en ciudad Trigal, pero podía estar en cualquier otro lado...

Nadia interrumpe:

-¿Una foto? ¿Para qué quieres una foto de ese idiota? Yo puedo reconocerlo perfectamente: pelo negro, ojos azules, mirada de gilipollas...

El carbonero hace caso omiso de ella y contesta a Zero:

-Una foto... Odia las fotos, pero bueno, seguro que sale en alguna foto de Año Nuevo*... -dice el hombre, volviéndose hacia el interior de la vivienda. -Pasad-. Al frente hay un salón donde hay una mujer leyendo el periódico que probablemente sea la esposa del carbonero y que los saluda al entrar, mirándolos con curiosidad. El farfetch'd está subido a la mesa, comiendo verduras de un plato. En la estancia también hay una puerta que da al taller adosado donde se hace el carbón con la leña del Encinar.

El hombre se dirige a un ordenador algo destartalado y algo antiguo que hay en un rincón y lo enciende.

-Pues me viene muy mal que se haya ido sin buscar un sustituto, porque yo no puedo estar cortando la leña y haciendo el carbón, todo a la vez... -Comenta, mientras espera a que carge el sistema operativo y tal.

-Esto... -dice Nadia. Muy en contra de su voluntad, parece algo preocupada. -No creéis que le haya pasado nada grave, ¿no?

Torpemente, el carbonero busca entre las carpetas algunas fotos de familia. Pasa un montón de fotos de festividades locales y familiares donde aparecen él, su mujer, amigos, conocidos, etc. hasta llegar a una en la que, en un rincón y sin prestar atención a la cámara -a diferencia del resto de personas que aparecen en la foto, que están saludando, sonriendo o posando de alguna otra forma- se ve un chico de unos diecisiete o dieciocho años, moreno y de rasgos delicados, con los ojos color azul y la mirada perdida, bebiendo un vaso de vino, sentado solo a una mesa llena de comida.

-Este es -dice el carbonero, poniendo su grueso y recio dedo tiznado sobre la pantalla. Las fotos siguen pasando y Alex reaparece aquí y allá, siempre cogido por sorpresa y siempre serio o con expresión melancólica o ensimismada. 

-Respecto al farfetch'd... no te lo puedes llevar, es mi único pokémon y lo necesito para trabajar. Además, no veo en qué puede serte de ayuda. Nadia conoce bien a Alex, y además habla (y bastante).

-¡Cruá! -exclama el farfetch'd, sabiendo que están hablando de él.

No hago mucho caso a Nadia cuando dice que ella puede reconocerlo, osea, ¿cuanto piensa seguir conmigo? Cuando me enseñan fotos enseguida le pregunto si puedo descargar algunas en mi Pokégear, no tengo mala memoria, pero nunca está de más.

Su respuesta del farfetch'd es lo más normal del mundo, así que no le replico.

-Lo entiendo, pensé que quizás él pudiera encontrarlo... Pero daré con él por otros medios, no se preocupe.- Entonces rectifico y miro a Nadia recordando la pregunta que acaba de hacer.- No os preocupéis, seguro que estará bien, lo encontraré.

Estoy listo para ponerme en marcha, pero entonces recuerdo una última cosa, era tan básica, no sabía como se me había pasado.

-Casi me olvido... ¿Ha visto últimamente gente sospechosa por el encinar?, tal vez fueran acompañados por un Charmeleon.

El hombre no pone objeción alguna a que el joven descargue las otos, pero ante su última pregunta parece aún más confundido.

-¿Gente sospechosa? Pues... no sé... Euh... Hace uno o dos días, Alex me dijo que había un hombre acampado en el Encinar. Un tipo con barba y una pinta algo extraña, dijo. Creo que... sí, dijo que tenía un charmeleon. ¿Es que lo conoces?

Había sido una gran idea venir a aquel lugar, no tenía pistas claras, pero al menos sabía que buscar, aunque se me escapaba aun casi todo.

-Quizás se fue con él, es solo una teoría, pero podría ayudarme, ha sido usted de gran ayuda. Ahora si nos disculpa tenemos que seguir con la investigación, le avisaremos cuando demos con el chico.- Me limite a responder con una sonrisa.

Acto seguido insté a Nadia a seguirme fuera, debía irme a ciudad Trigal, así que no entraba en mis planes volver a pueblo Azalea, así que debía decírselo, aunque prefería que fuera a solas.

Nadia se despide del matrimonio y sigue al chico afuera. Parece un poco extrañada por la escena que acaba de presenciar.

Tardé un poco en abrir la boca, porque sabía que aquella conversación podía acabar con nuestra despedida, y no era algo que me apeteciera. Además le había prometido ayudarla a capturar un pokémon, pensaba mantener la promesa, pero quizás tendría que retomarla después de dar con Celebi...

-Se que esto es un poco raro pero...- Dije pensativo.- No, no puedo explicártelo, es... bueno, complicado... Lo importante es que voy a ir a ciudad Trigal a buscar a ese chico, los hombres con los que se ha podido mezclar me dan mala espina... además podrían conducirme a Celebi... Así que... supongo que es nuestra despedida... ¿puedes volver sola a pueblo Azalea?

-Profesor Jones... -La chica te mira de modo extraño, frunciendo el entrecejo y entrecerrando los ojos-. ¿De verdad eres profesor pokémon? Me parece más creíble que seas detective, la verdad...

No se muy bien que contestar, tampoco quiero mentirle.

-Se podría decir que soy una especie de detective, si...- Dije finalmente, la verdad es que eso no era mentira.- Ya que estamos aquí podríamos preguntar... Iremos al centro pokémon y al gimnasio, a ver si saben algo de Alex o del hombre de la barba con un charmeleon, después partiremos a ciudad Trigal.

Intenté cambiar de tema para que no insistiera en mi profesión.

-O sea, que sí que me habías mentido -dice, inclinándose hacia él con las manos en jarras y con tono recriminatorio. Sin embargo, Zero no deja de notar que no parece en absoluto tan molesta como cuando pensó que le había mentido sobre lo de tener novia: esta vez, la práctica totalidad de su enfado no es más que una broma. -Entonces, ¿puedo llamarte de alguna otra forma que me haga sentirme menos a la altura de un sentret que "profesor Jones", don Misterioso? -La chica no piensa dejar que se escape de sus inquisiciones tan fácilmente.

La pregunta me incomodó bastante, por un momento estuve apunto de mentirle. No parecía tan ofendida, pero sabía que si seguía con las mentiras solo acabaría por hacerle daño, así que era mejor darle solo las justas y precisas, y un nombre tampoco hacía daño a nadie... ¿o si?

-Zero... ese es mi nombre... puedes llamarme Zero...

Se me hizo raro decirlo, en mis viajes me tenía que presentar una y otra vez, pero pocas veces con mi propio nombre, y este ahora me resultaba extraño. Sin duda una sensación de lo más peculiar la de no identificarte con tu nombre...

Cuando lo oye, la chica deja inmediatamente su actitud medio bromista y se queda seria.

-¿"Zero"...? Pero... Eso no es un nombre. Es un número. -Pregunta con voz moderada pero llena de extrañeza. Mira al chico a los ojos, sin comprender, aunque intuyendo que no se trata de ninguna broma ni de otra mentira.

Sonreí ligeramente, con un poco de melancolía en la mirada, la verdad es que no se equivocaba, era un número.

-Si... supongo que tienes razón... Pero ese es mi nombre, hace tiempo tuve uno más normal, pero quedó atrás ahora soy simplemente Zero.- Dije mirándola a los ojos.

Por primera vez no sentí timidez ni nada por el estilo, le podía mantener la mirada, supongo que porque mi mente viajaba lejos de allí, claro que cuando esta volvió y me di cuenta de lo que hacía desvié la mirada algo avergonzado.

Dulcemente, tan solo rozándole la cara con los dedos, Nadia hace que el joven vuelva a mirarla a los ojos. Le sonríe.

-Hey. Está bien. Zero -pronuncia con aplomo y una sonrisa segura. Asiente-. En realidad, ser detective es mucho más emocionante que profesor pokémon, ¿no crees? -Añade, con tono alegre. -Venga, vamos al centro pokémon.

Le devuelvo la sonrisa, la verdad es que está como una cabra, pero es una buena chica, y por algún motivo parece preocuparse por mi...
Su mero contacto me hace sentir mejor, y antes de responder me paro unos segundos simplemente a disfrutar del roce de sus dedos, cuando la situación empieza a ser rara hablo.

-Supongo.- Le respondo divertido.- Sea como sea esto no cambia nada, como te dije estoy buscando a Celebi... solo que ahora me preocupa más encontrar al tal Alex, seguro que el uno nos lleva al otro.

Nos ponemos en marcha hacia el centro pokémon, y le digo a Nadia que pregunte por el tipo de la barba con un Charmeleon, cualquier información sobre él será interesante, y también si alguien sabe algo sobre la marcha de Alex, yo por mi parte hago lo mismo.

Los dos jóvenes llegan al centro pokémon y entran a preguntar. Es un sitio pequeño y recogido. Detrás del mostrador hay una enfermera Joy que les atiende amablemente. Desafortunadamente, no sabe nada del hombre de la barba y el charmeleon, y hace bastante tiempo que no ve al aprendiz del carbonero (como es un pueblo pequeño, casi todo el mundo se conoce, aunque sea de vista). Sugiere que le preguntéis a Antón y se despide, lamentando no poder ayudaros más.

Las preguntas fueron bastante inútiles, ya que allí no sabían nada. Me recomendaron hablar con Antón, que era precisamente mi segunda y última parada antes de partir a ciudad Trigal, así que sin perder un minuto fui a hablar con él, esperando que me pudiera dar alguna pista nueva...

El gimnasio de Pueblo Azalea, que no está nada lejos del Centro Pokémon, es un edificio algo extraño, con forma de cúpula y algunas partes de cristal. El interior está lleno de hierba y árboles y hay un curioso microclima, un poco denso, como si se tratase de un invernadero o un mariposario. Hace calor, pero no como en el exterior: este es un calor húmedo y pegajoso, aunque algo más suave.

En el gimnasio pueden verse algunos chicos con pokémon bicho o cazamariposas y aquí y allá hay pokémon bicho en los árboles o en los rincones a su bola: butterfrees, kakunas, spinaraks... También hay unas gemelas, de no más de once años, que salen corriendo hacia Zero y Nadia en cuanto los ven entrar por la puerta, antes siquiera de que les dé tiempo a cruzar el pequeño hall rodeado de jardineras llenas de flores y marcado por dos columnas que parecen dar la bienvenida al gimnasio y donde se graban los nombres de los entrenadores vencedores.

-¡Holaaaaaaaaa! -exclama una de las niñas.

-¿Habéis venido a...? -continúa la otra.

-¿...retar a Antón? -termina su hermana.

-¡¡Primero tenéis que vencernos a nosotras!! -declaran a la vez, con una amplia sonrisa infantil y haciendo una pose que parece muy bien ensayada, cada una con una pokéball en la mano.

-¡Yay, Amy, combate doble <3! -exclama una de ellas, sin poderse contener. Les puede el entusiasmo.

Las miré con una mezcla de desconcierto y vergüenza ajena, no me acostumbraba a las formas de recibirte en un gimnasio, ¿no podían saludar de una forma normal como en cualquier otro sitio?

-Yo... esto no...- Acabé por decir finalmente tras salir de mi ensoñación.- Venimos a hablar con Antón, además entre los dos sumamos un pokémon así que...

Ni si quiera podíamos realizar un combate doble aunque quisiéramos, lo cual me hizo pensar que en situación de peligro, un solo pokémon podría no ayudar. Además Zorua era un encanto, pero no sabía como iba a hacer frente a un Charmeleon o un Charizard solo con él...