Partida Rol por web

Encontré un rastro, es más, bien podían ser muchos, muchísimas pisadas revueltas, sin duda a mi no me iba a servir de nada, eran demasiadas y en todas direcciones, así que dirigí mi mirada a Zorua.

-Esta vez depende de ti amigo...- Dije, aunque era más un pensamiento en voz alta que algo que le dijera.

Entonces me pareció notar algo en él ¿era posible que hubiera encontrado algo que seguir?

Zorua vuelve a adoptar su apariencia original e investiga el lugar muy concentrado, con el hocico pegado al rastro de las huellas. Tras dar algunas vueltas parece decidirse por una dirección y sale trotando más o menos siguiendo el "camino" que van marcando los árboles hasta llegar a otro claro, no demasiado alejado, con un pequeño estanque de aguas cristalinas.

El agua es completamente transparente, pura, y la luz que se filtra entre los árboles hace destellar su superficie como un diamante. La orilla más próxima besa suavemente la tierra húmeda y rica del claro del bosque, mientras que la orilla más alejada se pierde entre la maleza, sin que sea posible ver del todo hasta donde se extiende. Sin embargo, parece oírse el relajante sonido de un arroyo más allá, entre los árboles.

El pequeño pokémon negro olfatea la orilla, levanta la cabeza un momento, como embelesado por la visión de aquel remanso natural de paz, y hace una pequeña pausa para beber algo de agua del estanque, luego sigue intentando encontrar el rastro. Da un par de vueltas sobre sí mismo con la nariz pegada al suelo y al rato echa a andar en otra dirección. Parece que le cuesta rastrear, al fin y al cabo, no es su especialidad, pero por lo pronto parece que el rastro que sigue ha pasado por ahí.

Al llegar al claro, Nadia deja escapar una exclamación:

-¡Ahh! Quería enseñarte este lugar. Es mi sitio favorito del Encinar. Aunque la entrada no ha sido como yo esperaba, je, pero bueno, es bonito, ¿verdad?

Nada más llegar al lago lo primero que pensé fue que si se habían metido en él, el rastro sería imposible de seguir, se había perdido, aunque a duras penas Zorua seguía intentándolo mientras yo intentaba animarlo con palabras, fuera como fuese más tarde tendría que recompensarlo.

Entonces Nadia me sorprende, casi había olvidado que estaba conmigo, y sus palabras me sonrojan, tenía bastante clara la idea que tenía en la cabeza, y lo peor de todo es que me apetecía muchísimo más que seguir el rastro de un Charmeleon... Quizás un picnic en aquel lugar tan bonito, ver a Zorua corretear y jugar con el agua. Besar los labios de Nadia... Pero aleje la idea. Tenía que centrarme en el Charmeleon. Así que me puse a buscar por la zona, quizás alguien hubiera dejado caer algo me me ayudara.
Miré unos segundos el lago con aire contemplativo y dije con una pequeña sonrisa.

-La verdad es que es bonito, si...

El resto de la frase no salió de mi mente, y mucho menos de mi boca, "...pero no tanto como tú.".

Zero echa un vistazo alrededor, pero de nuevo no encuentra más que un montón de huellas indistinguibles e inidentificables. Parece que el estanque ha estado concurrido últimamente...

Zorua, por su parte, parece haberse decidido por una dirección.

-¡Kau, kau! -llama impaciente a su compañero antes de volver a internarse en el bosque.

-¡Vamos!- Digo echando a correr tras Zorua, no sin antes coger la mano de Nadia.

Me siento contento, Zorua se está portando mucho más de lo que esperaba, y la sensación de correr junto a aquella chica me parece divertido...
Dejo salir mi alegría como nunca lo hago, y simplemente me relajo, pus no se cuanto durará esto.

-¡¡Muy bien Zorua!!¡Sigue así!

Nadia parece sorprendida cuando Zero coge su mano: por una vez no es ella la que toma la iniciativa y tira de él. Pero inmediatamente echa a correr tras él, contenta del cambio.

El pequeño pokémon negro conduce a los dos jóvenes a través del bosque -a veces olvidando que ellos miden más de medio metro y no pueden arrastrarse entre los matorrales-, hasta llegar, finalmente, a otro claro.

Aquí la vegetación también es verde y abundate, pero hay un elemento que destaca: se trata de una roca cubierta de un musgo húmedo y esponjoso, de un intenso color verde. Pero no es eso lo que zorua iba buscando. Los ojos expertos de Zero no tardan en darse cuenta de que junto a la roca hay señas de haber acampado. Pueden verse claramente los restos de... ¿haber asado a la parrilla un caterpie?

Seguimos corriendo durante un rato, libres, sin preocupaciones, hasta que Zorua encontró algo, los restos de un campamento junto a una enorme roca...
Me di cuenta de que seguía sujetando la mano de Nadia, así que tras ponerme colorado solté su mano.

-Veamos que es esto... ¿Se han comido un Caterpie?- Pregunté con algo de asco.

Empece a buscar con la esperanza de que hubieran dejado algo más, una pista, algo, aunque me daba cuenta de que no estaba siguiendo el rastro de Celebi, sino posiblemente de quienes lo liberaron, y aquello no era mi misión. Pero a lo mejor si descubría a aquellos tipos encontraría mi pokémon legendario...

Bajo la curiosa mirada de Nadia, que está un poco sorprendida por la extraña carrera a través del bosque y el rastreo de pistas más extrañas aún, Zero investiga los restos junto a la roca.

Claramente, ha sido un humano el que lo ha hecho, porque se ven los restos de un espetón improvisado con una rama con restos de caterpie asado aún pegados. Los restos no tienen más de un día, claramente.

Siguiendo con la roca, quien sea también ha estado hurgando en ella, porque hay un trozo de musgo arrancado, y marcas como de haberlo frotado en algunos lugares.

-Un... ¿un caterpie? ¿Alguien se ha comido un caterpie a la parrilla? -Nadia también examina los restos, curiosa, agachándose junto a ellos pero sin tocarlos-. Y esta roca... No recuerdo haberla visto en mi vida. -Pone la mano sobre la superficie pétrea cubierta de musgo-. Está fresquita -Sonríe-. Pero, en serio... No, aquí antes había una piedra, pero era normal, no tenía todo este musgo por encima. Creía que el musgo tardaba mucho en crecer, no es como que haya podido salir de un día para otro...

La piedra está completamente verde, como un cojín natural.

Contemplé la escena y como Nadia se acercaba a mirar las "pistas". Yo me mantuve un rato en el sitio, simplemente imaginando posibilidades, hasta que finalmente me puse a buscar a ver si algo más había escapado a mi visión.

-Todo esto es extraño, supongo que pudo hacerlo Celebi.- Dije refiriéndome a la roca.- Pero... ¿porqué? ¿Y que hacia el grupo que acampó aquí? ¿tal vez rastrearlo?- Me di cuenta que estaba pensando en voz alta y me sonrojé un poco.- Sea como sea no me dio de esta gente... ¿Puedes seguir el rastro Zorua?

Hice lo posible por ayudar al pokémon rastreando también el posible camino que había seguido el grupo.

Aquí el rastro es más difícil de seguir, pues la vegetación es muy abundante. En cualquier caso, varias personas y pokémon han pasado por allí, probablemente.
Es posible incluso que hayan combatido, a juzgar por las hojas de algunas plantas de alrededor, que aparecen rotas o cortadas. O quizá no, y haya ocurrido algo totalmente diferente.

Zorua mira a Zero, algo agobiado. Sabe que varias personas y pokémon se han movido por el bosque, y como mínimo uno de ellos ha estado mucho tiempo allí, probablemente acampando. Vuelve a transformarse en un charmeleon para indicar la fuente de los restos del caterpie quemado. Sin embargo, los rastros son confusos y se entrecruzan, y el zorua es incapaz de distinguirlos entre sí o de decir hacia dónde se dirigen y esto le hace sentirse frustrado.

Nadia observa al joven y al pokémon, con la cabeza inclinada.

Definitivamente, es bastante rarito.

-Mmm, bueno, por el Encinar pasa mucha gente, al fin y al cabo, es un lugar público ¿no? y bastante agradable... Vienen todo tipo de entrenadores y gente rara. -Lo dice con intención de animarlo, pero quizá esas no sean justamente las palabras más indicadas. -Luego está el ayudante del carbonero, que viene aquí todos los días a por leña. ¡Ja! ¡Pero no veo a Alex asando caterpies! -Se ríe de su propia ocurrencia.

Meditaba sin hacer mucho caso al exterior, ¿que había pasado allí?, me di cuenta de que Zorua empezaba a agobiarse, así que me acerqué a él para rascarle el lomo con una sonrisa tranquilizadora, había hecho lo que había podido.
Fue entonces cuando percibí las palabras de la chica y una bombilla se encendió en mi cabeza. Corrí hasta ella cogiendola de las manos.

-¡Claro!- Ella misma me había dado la solución, y después de días sin saber muy bien por donde seguir por fin tenía un camino, así que no cabía en mi mismo.- Por aquí pasa mucha gente, alguien habrá visto algo. ¡Llévame con ese tal Alex!

Si el chico no sabía nada volverían al pueblo a preguntar, alguien tenía que haber visto algo.
Entonces me di cuenta de que le estaba cogiendo las manos, por lo que me puse rojo y se las solté lentamente.

-Esto.... perdón...- Dije desviando la mirada.

Zorua parece agradecer la caricia de Zero, contento de ver que este aprecia sus esfuerzos.

Ante las palabras del chico, por su parte, Nadia pega un respingo, roja y aturullada, y contesta con quizá más fiereza de lo que era su intención:

-¡Qué! ¡Sí, hombre! ¡No pienso ir a ver a ese...! -Se interrumpe a media frase. Parece haber caído en la cuenta de algo y haberse expuesto un razonamiento a sí misma que la hace cambiar de opinión de repente-. Oh. Pensándolo bien, sí que voy a llevarte. -Sonríe, parece estarse felicitando a sí misma por su gran idea. Coge al chico de la mano obviando lo azorado que está y lo arrastra de vuelta a Pueblo Azalea, por un camino diferente. -¡Vamos!

No acabo de entender que le pasa con aquel chico, ni por que ha cambiado de pronto de idea, pero tampoco importa mucho, la chica me va a llevar a verlo, y al fin y al cabo es lo que quería.
Durante el camino de vuelta me olvido de la misión, por ahora esta todo hecho, así que dejo que todos mis sentidos se centren en la mano, y en el contacto con la chica, que me hace sentir calor, pero es un calor agradable, externamente no sonrío, pero por dentro se me ilumina el alma.

Mientras vuelven, Nadia sonríe al chico de vez en cuando, apretándole la mano cariñosamente. Aunque la chica va medio corriendo, es realmente un paseo agradable, ella parece muy animada. Bueno, me dan igual las idioteces que dijera antes sobre su trabajo... Lo mejor es vivir el momento y punto.

Zorua va trotando enérgicamente su lado.

Al poco salen del Encinar y llegan al pueblo.

-Este tipo... es un poco... raro. Pero no raro como tú, sino... no sé, es idiota -va comentando, con tono explicativo-. Pero es igual, si alguien ha estado acampando en el Encinar lo habrá visto. De hecho, me extraña que no nos lo hayamos encontrado con el farfetch'd del carbonero. -Sigue diciendo, mientras arrastra a Zero hacia la casa del carbonero, sin detenerse-. No sé cómo ese pájaro lo aguanta y no le ha sacado ya uno de sus estúpidos ojos azules... -masculla, más para sí que para el muchacho que la acompaña.

Caminamos a un ritmo apresurado, pero no era molesto, seguía concentrado en el punto en el que se unían nuestros cuerpos, la mano, hasta que empezó a hablar.

¿Raro como yo? ¿Como que raro como yo?, esa pregunta me rondaba la cabeza y me molestaba ligeramente, pero preferí no convertirla en palabras, suponía que mi comportamiento no era muy normal.

-Bueno, si es su pokémon, no es normal que un pokémon ataque a su entrenador.- Respondí a la chica con toda la inocencia del mundo.

La verdad es que Nadia parecía algo molesta, ¿le habría hecho algo?

-No, el farfetch'd no es suyo, es del carbonero, se lo deja para que vaya al Encinar a cortar leña. Alex... -Se queda callada un momento, con el entrecejo fruncido, extrañada, como si hubiera caído en algo por primera vez- la verdad es que no sé si tiene algún pokémon. Bueno, aquí es.

Se detiene frente a una casa pequeña con un letrero que reza "Carbonería".

Se asegura de tener bien cogida la mano de Zero, saca pecho, adopta una actitud ligerísimamente chulesca y llama a la puerta con energía.

Al poco abre un hombre de unos cuarenta o cincuenta años, muy fornido, con unos pantalones de trabajo manchados de carbón vegetal y la típica camiseta interior de tirantes blanca, o que sería blanca de no tener restos de carbón.

-¡Hola! Disculpe, ¿está Alex?

-Ah, Nadia... -El carbonero echa una mirada de curiosidad a Zero-. No. Ya no trabaja conmigo. Se fue ayer, medio de improviso -Se encoge de hombros-. Dijo que había encontrado un trabajo mejor y que dimitía.

-Ah. -Nadia parece haberse quedado bastante cortada. Se queda callada, sin saber muy bien qué contestar.

Al fondo, dentro de la casa, se oye el graznido de un farfetch'd.

Aquello no me olía bien, ¿el chico se habría unido a aquellos hombres?, o peor ¿se lo habrían llevado?
Necesitaba sacarle toda la información, no había tiempo que perder, aunque no sabía como reaccionaría Nadia, apreté su mano ligeramente para que me mirara y le guiñé un ojo, esperando que no me delatara.

-Verá señor, soy detective privado, no puedo ponerle al día con los detalles, pero me preocupa que el chico se pudiera haber metido en algún lío.- Le empecé a explicar, confiaba en que el hombre no tuviera dudas sobre mi al ir de la mano de Nadia.- Cualquier cosa que pueda recordar sería de vital importancia...

Al elegir detective privado y no policía espero que no me pida que muestre ninguna documentación, además confío en que no vea peligroso el compartir cualquier información que tenga. Miro al farfetch'd, es curioso que hace poco encontrara un entrenador con el mismo pokémon. Si el hombre no sabe nada quizás su pokémon si...

El carbonero es un hombre de pueblo, probablemente no ha visto un detective en su vida más que por televisión. Ni se le pasa por la cabeza pedir una identificación y, aunque la viera, no tendría forma de saber si era auténtica.

-Eh, ah, pues... -Parece algo nervioso. No por él mismo, sino más bien al pensar que a su ex aprendiz haya podido pasarle algo. Al fin y al cabo, ha vivido bajo su techo varios años. -Bueno, la verdad es que el chico suele ser bastante introvertido... Después de insistirle un rato me dijo que iba a trabajar como contable en una granja en Ciudad Trigal. La verdad es que no tenía ni idea de que supiera contabilidad. Cogió una mochila vieja y se marchó sin más. -El hombre parece algo desconcertado. -¿Por qué? ¿Es que...? ¿Ha ocurrido algo? ¿No estará Alex metido en algún lío? Se fue muy de improviso...