Partida Rol por web

Me quedo observando desconcertado a la chica, con ojos como platos y boca abierta al ver la clase de embuste que le cuela a su compañero. Después sale dispuesta para la aventura, como si lo hubiera sabido de antemano, y me siento el mayor idiota del mundo.

-Esto... eeehhh... ¿tú has...?-Empiezo a preguntar, pero al final prefiero vivir en la ignorancia.- Bah, es igual... vamos al Encinar...

No comparto su entusiasmo porque me siento como un idiota, pero estará bien pasar algo de tiempo con ella, se la ve llena de vitalidad desde luego. Aunque tengo claro desde el principio que la ropa que lleva no me va a ayudar a mantenerme firme en uno de los fundamentos de la Orden...

La chica echa la delantera y sube alegremente al piso de arriba. Allí dice a su jefa que Marcos va a sustituirla, que llegará enseguida. Justo antes de salir con Zero por la puerta, se vuelve para comentarle a Mya que si Marcos pregunta, que está con su abuela en el hospital y, una vez más, se larga sin darle tiempo a que le regañe por colarle embustes a su compañero y cosas por el estilo.

Al paso de Nadia, en menos de diez minutos estáis en el Encinar. Hace una mañana espléndida.

Una vez más la chica me sorprendió soltando tranquilamente sus mentiras, desde luego la debía querer mucho la mujer para no haberla largado del trabajo. En cierta manera Nadia era mi opuesto, hacía lo que le daba la gana, y no seguía las reglas de nadie, y en cierta manera me daba algo de envidia.

Deje a Zorua fuera para que pudiera disfrutar del buen día, y entonces me dirigí a Nadia.

-Por aquí había un altar de Celebi, ¿no?- Pregunté esperando que la chica lo supiera.- ¿podrías llevarme?

-Sí, sí, claro -contesta ella, contenta de poder ayudarte. Echa a andar con paso seguro pero tranquilo por el bosque. Si bien va marcando el camino, trata de ir lo más cerca posible de ti. Por una vez, parece no saber muy bien cómo sacar una conversación, aunque se nota que está buscando algo qué decir o esperando a que tú digas algo. Te lanza miraditas cada dos por tres.

Zorua va separado unos metros, saltando ágilmente entre las raíces y oliéndolo todo.

Se respira un ambiente muy tranquilo. Solo se oye el ruido de algún pokémon matutino, como un pidgey ocasional, y el ligero rumor de las hojas.

Observo a la chica de vez en cuando, es alentador ver que a veces también puede quedarse sin palabras. Y aunque sus miradas me siguen poniendo algo nervioso, consigo mantener la calma y hablarle normalmente.

-La verdad es que no se casi nada de ti. ¿Llevas mucho trabajando en el albergue?- Le pregunto con curiosidad.- ¿No has soñado nunca con hacer algo más?

Esa pregunta no va con mala intención, simplemente me parece que no es el tipo de persona que se contenten con trabajar de camarera toda la vida. Parece alguien con ganas de vivir aventuras, pero contrariamente a ello, apenas se ha alejado de su pueblo...

-Ah... pues... Sí, bueno, llevo trabajando ahí desde que terminé el instituto. En realidad no se está mal -Se encoge de hombros-. Aunque me queje de Mya porque no hace más que regañarme por todo, hay bastante buen rollo. Es un poco duro, hay que estar ahí al pie del cañón todos los días... Aunque sí que me gustaría ver algo de mundo, no sé, vivir aventuras... Pero no tengo ningún pokémon, ni realmente ninguna razón para irme de aquí, no sé. Estoy ahorrando algo, por si acaso. Quizá cuando tenga bastante pueda hacer algún viaje chulo. ¡La verdad es que no suelo hacer muchos planes! -Se ríe. Es una risa espontánea y despreocupada, no demasiado estridente.

Nadia va siguiendo el camino principal hasta que en un momento dado se sale de él para tomar una senda que es poco más que una línea zigzagueante de terreno donde los árboles están ligeramente más separados. Probablemente, si hubieras ido tú solo habrías tenido que pasar dos o tres veces por delante antes de que se te hubiera ocurrido echar por ahí.

Escuché a Nadia atentamente mientras observaba el camino. No me lo podía creer, pero al final parecía que la compañía de la chica si que me estaba resultando útil.

Una vez más me sorprendió lo feliz que parecía con aquella vida que llevaba, en la que básicamente hacía lo que le daba la gana.

-Podría ayudarte...-Le sugerí, y enseguida añadí intentando evitar malentendidos.- ¡A capturar a tu primer pokémon!

Me hizo gracia pensar que a pesar de lo diferente que eramos, yo tampoco solía hacer muchos planes, en lo que a mi vida no hacía ninguno.

"Seguir sirviendo hasta que me muera"

La chica se para abruptamente y se vuelve a mirar a Zero a los ojos de manera muy intensa.

-¿De verdad harías eso por mí? -¡¡Sí que le gusto!! Da un paso más hacia él, quedando bastante cerca -¿Crees que algún pokémon querría venirse conmigo?

En parte la razón de existir de la Orden era ayudar a pokémon y personas, así que me gustaba pensar que en aquellos momentos estaba cumpliendo con mi labor. Si bien había un pequeño componente egoísta, y es que de verdad me había gustado ver como su cara se transformaba en ilusión.

Di un paso atrás algo intimidado, pero después le sonreí.

-Claro, ¿porque no? pareces una chica agradable y simpática, seguro que cualquier pokémon te querría como compañera...

"Aunque lo mismo lo acabas volviendo loco, como a mi..." pero esto solo lo pensé.

-Conque "agradable y simpática", ¿eh? ¿"Cualquier pokémon me querría como compañera"?  -Da dos pasos más hacia ti, volviendo a acercarse aún más que antes, con una sonrisa entre pícara y divertida. Luego añade, con tono más suave. -¿Y tú? 

Bajo tus pies notas las raíces de una de las encinas, que te indica que al siguiente paso darás con la espalda en un árbol, si sigues retrocediendo.

Mi pulso se me empieza a acelerar y noto que las manos me sudan, intento responder algo mientras retrocedo, pero solo me sale un absurdo tartamudeo, hasta que finalmente choco contra un árbol, sin salida, como se suele decir me he quedado atrapado "entre la "chica" y la pared"...
Finalmente consigo serenarme sin apartar los ojos de la sonrisa que se dibuja en sus labios.

-Yo... yo...- Balbuceo sin saber muy bien que decir.- ¿Yo qué?

La pregunta es más bien un acto reflejo, algo para ganar tiempo, si bien en cuanto sale de mi boca se que es una de las preguntas más estúpidas de la historia de la humanidad.

A estas alturas ella también está roja, pero tiene mucho aplomo.

-Que si quieres salir conmigo, idiota. Si lo estás deseando. -Y sin darte tiempo a reaccionar, como es su costumbre, te planta un beso en la boca, rodeándote el cuello suavemente, para que no puedas escapar.

Aquel fue la primera vez que sentí los labios de otra persona en los míos. Intenté escapar nervioso, pero aquel árbol seguía allí, impidiéndome salir, y para cuando pensé apartarme hacia un lado sus brazos ya me habían aprisionado. No era escusa y lo sabía, podía zafarme, podía escaparme, pero simplemente no quería.
Le correspondí el beso sin saber muy bien que hacer con las manos que se sujetaron al árbol, y simplemente disfruté del momento. Aquella sensación era agradable, mucho más que ninguna otra que hubiera sentido, y no era capaz de entender porque nos negaban a sentir algo como aquello, era terriblemente cruel.

Finalmente el beso acabó, y todas mis preocupaciones me cayeron de golpe, me había saltado una regla vital de la Orden, y creyera que era cruel o no, eso no justificaba mis actos.

-Yo... no puedo... esto no está bien...- Me limité a decir manteniéndole la mirada por primera vez, con ojos triste.- Es complicado...- Añadí antes de que me pidiera ninguna explicación.- No debería haberte traído, lo siento... ¡vamos Zorua!

Dicho esto la aparte con algo de brusquedad y empecé a caminar.

-Pe-pero... ¿por qué? -La chica parece totalmente confundida, más que dolida incluso. Se queda un momento parada, sorprendida por el empujón, pero enseguida echa a correr detrás de Zero. -¿Por qué no iba a estar bien? ¡Claro que lo está! Si parecía que tú... ¡Ah! -De repente la asalta una idea terrible- Es porque tienes novia, ¿verdad? ¡Es eso! ¿Por qué no me lo has dicho antes? -Eleva el tono de voz, que se vuelve acusador, mientras persigue al chico. Ahora sí que parece dolida.

-¿Qué?- Exclamé con una voz más aguda de lo normal.- No, no tengo novia...- Se me escapó una ligera carcajada, si Nadia hubiera sabido que aquel había sido mi primer beso...

Realmente no sabía porque me defendía, lo mismo fingir que tenía novia me resultaría más sencillo, pero notaba como dos partes de mi combatían entre ellas. Una solo me pedía que me despidiera de la chica y siguiera con mi trabajo, pero había otra que intentaba por todos los medios no dar motivos a la chica para que me odiase...
No quería que me volviera a besar, pero tampoco arriesgarme a que no me besara nunca más...

-Ya te he dicho que es complicado... mi trabajo...- Empecé a decir, pero enseguida me arrepentí, no debía darle ninguna pista.- Es complicado ¿vale?

-No, no vale. ¿Qué es lo que es tan complicado? ¿Qué pasa, crees que no lo puedo entender porque solo soy una camarera, señor profesor? -Parece furiosa y triste.

Un pidgey sale volando de una rama.

La situación se escapaba cada vez más de mi control. Hacerle daño y ser un poco cruel podía ser la mejor forma de alejarla, pero no quería hacerle daño. En ese momento me dí cuenta de que aunque me ponía de los nervios, quería ver su sonrisa, y no aquella cara triste y furiosa.
Me acerqué a ella sin saber muy bien que decirle, mi rostro expresaba preocupacion y algo de tristeza. Quizás algo de melancolía por lo que quería pero no podía tener.

-En ningún momento he querido infravalorarte...- Le dije acariciándole con torpeza la cara.- Tengo que encontrar a ese pokémon y no puedo distraerme con otra cosa, me gustaría contarte el porque, pero no puedo, no está en mi mano...- Intenté esbozar una sonrisa, pero estaba llena de tristeza.

Hasta cierto punto era verdad, la Orden lo prohibía por diversos motivos, uno de ellos el que estaba experimentando en mis carnes, estaba más preocupados por los sentimientos de una joven, que por el fin del mundo.

Frunce los labios, frustrada, y sus mejillas se ponen redonditas. Tiene una carita muy graciosa. Parece que lo que le has dicho la ha consolado un poco, aunque sigue sin estar para nada satisfecha. Más bien, vuelve a parecer confundida.

-No te entiendo. Eres muy raro, que lo sepas. Solo espero que eso tan importante no sea nada ilegal. Mientras no me metas en más líos, te ayudaré a... Un momento, ¿"encontrar ese pokémon"? ¿Estás buscando a Celebi? -dice, mirándote con total incredulidad.

No la había dejado todo lo contenta que pretendía, pero la verdad es que aquello era imposible, así que debería conformarme con lo que había logrado y limitarme a seguir con el cambio de tema.

-Si, estoy buscando a Celebi. No se si estás al tanto de que últimamente han pasado algunas cosas "raras".- Dije haciendo una pequeña pausa.- Creo que si encuentro a Celebi podría arreglarlo.

Suponía que no había peligro en que supiera aquello, aunque me dejé un sin fin de detalles sin comentar, pero por el momento era mejor dejarlo así.

-Y te puedes fiar de mi.- Le dije esbozando una leve sonrisa.

Lo gracioso de aquella afirmación es que por un lado era verdad, no pretendía hacerle ningún mal, es más, la ayudaría en lo que pudiera. Pero por otro lado le estaba mintiendo descaradamente sobre muchas cosas...

-¡Ah, sí! Como el apagón de Ciudad Iris, te refieres, ¿verdad? -contesta, en respuesta a lo de las cosas raras.

Sonríe. Es una sonrisa cálida y dulce, con solo una nota melancólica.

-Mi madre me hablaba de Celebi cuando era pequeña, supongo que todos los azaleos hemos oído esas historias cuando éramos niños. También solía venir a visitar el templo con ella. Jiji, ¡es como perseguir un cuento de hadas! Ven, ¡por aquí! ¡Vamos, zorua!

Se ve que por ahora ha decidido mantener aparcado el tema de lo que quiera que haya entre vosotros, y echa a correr entre los árboles, cerciorándose de que la seguís los dos.