Partida Rol por web

Las chiquillas se miran la una a la otra, visiblemente decepcionadas.

-Joooo... -exclaman al unísono.

Una de ellas sale corriendo hacia el árbol central gritando:

-¡Antóoooooon! ¡Unos mayores han venido a verteeee! ¡Dicen que solo quieren hablar, son un rollo!

La otra se queda aún un momento detenida, señalando a Zero con un dedito amenazador.

-¡Si ahora lo retas, mi ledyba te pateará el culo! ¡Es trampa! -Dicho esto, echa a correr tras su hermana-. ¡May, espérameee!

Cuando las niñas se acercan corriendo y gritando al árbol que hay en el centro del gimnasio, que es alto y frondoso, de las ramas se descuelga un muchacho, que salta ágilmente al suelo.

-¡May, no grites! -la reprende, aunque no muy duramente, mientras cae al suelo junto a ella-. Asustas a los pokémon.

Enseguida se acerca a los recién llegados y los saluda con una amplia sonrisa.

-Ah, tú eres la chica del albergue, ¿verdad? Nadia, era, ¿no? ¡Hola! -Luego se dirige a Zero, tendiéndole la mano. -¡Soy Antón, el líder de este gimnasio! -Parece increíble que alguien tan joven pueda ser líder de gimnasio. No parece muy fuerte físicamente, aunque sí ágil y lleno de vitalidad. Sin ir más lejos, Zero le saca al menos una cabeza. Si no fuera porque el joven sabe que es un chico, quizá lo habría podido confundir con una chica-. Y, bueno, ¿qué queríais? ^^.

La chica me deja sin palabras, solo esbozo una sonrisa nerviosa... que manía con los duelos...

Cuando Antón aparece no deja de sorprenderme, había leído sobre él, pero en persona parece aun más chico, supongo que impacta más el verlo con tus propios ojos que el escuchar la noticia.
Le doy la mano que amablemente me ha ofrecido, y después voy directo al grano.

-Verás, el aprendiz del carbonero, mmm Alex.- Digo tras pensar unos segundos.- Ha partido, y me temo que pueda haberse metido en algún lío, podría haberse marchado con un hombre con barba y un Charmeleon, y nos han dicho que quizás tú sepas algo de alguno de ellos.

Soy consciente de que ni si quiera me he presentado, pero prefiero evitar las mentiras, y es posible que la simple presencia e Nadia haga que mi identidad no importe.

-Ah, pues... -Se queda pensativo un momento. -Ayer estuve en el Encinar... Había una colonia salvaje de metapod a punto de romper el capullo, siempre me gusta ir a verlo. El caso es que desde el árbol donde yo estaba subido, con los metapod, se veía el claro de la roca... ¿Sabes? No sé si conoces el Encinar, un claro con una roca grande... Pues bien, vi a dos chicos combatiendo. Puede que uno de ellos fuera el aprendiz del carbonero, tenía el pelo negro como él y usaba un farfetch'd. El otro estaba combatiendo con un eevee y me llamó la atención que también tenía un vaporeon. También había un hombre con barba junto a ellos, aunque no vi ningún charmeleon. No sé cómo acabó la cosa, porque los metapod empezaron a evolucionar y me distraje. ¿Habéis visto alguna vez a un metapod evolucionar? -dice, entusiasmado-. ¡Es un espectáculo increíble! El momento en que sacan sus nuevas alas de buterfree del capullo entre el destello de la evolución... es mágico :D Esto, no sé si os he sido de mucha ayuda...

No es que hubiera sido de muchísima ayuda, pero era una pista más, algo más que preguntar. ¿Por que estarían combatiendo? ¿Y seguro que era el aprendiz aquel chico que luchaba?, poco importaba ahora mismo, con un poco de suerte encontraríamos alguna pista en ciudad trigal. Un chico con un Eevee y un Vaporeon, el aprendiz, un hombre con barba y un Charmeleon, alguien habrá visto algo...

-Has sido de mucha ayuda.- Dije finalmente tras salir de mi nube de pensamientos.- Ahora si nos disculpas, seguiremos con nuestra búsqueda. Vamos Nadia.

Era hora de partir hacia ciudad Trigal, por si acaso estaría atento a cualquier pokémon salvaje, con suerte podría cumplir mi promesa con Nadia.

Para llegar a Ciudad Trigal hay un bus directo que no pasa por el Encinar y sale cada media hora, que no es nada caro y permitirá a los dos jóvenes llegar allí un poco antes de la hora de comer... o siempre está la opción de ir a pata, lo que les llevará sus buenas cuatro horas, además de hacerles cruzar inevitablemente de nuevo el Encinar.

Me planteo seriamente el cruzar el encinar, pero vamos a perder tiempo, demasiado, y la pista de Alex todavía podría estar caliente...
Le digo a Nadia que se dirija a la estación y vaya sacando un par de billetes, para lo que le entrego dinero suficiente, yo aun hay algo que quiero hacer antes de partir, es una tontería, pero quiero hacerlo.

Voy a una tienda pokémon con la esperanza de encontrar una pokéball para la chica, siempre he sido práctico, no tengo nada propio, pero por alguna razón decido que debería ser algo especial, que no debería ser una pokéball normal, aunque vaya en contra de todo lo que creo. Quizás debería separme ya de esa chica, pero bah, son tonterías, no me pasa nada.

Pienso en pokéballs que no he poseído nunca pero he visto en manos de otros, un chico que seducía a miles de chica, Ted se llamaba si no lo recordaba mal, habían cooperado algún tiempo para salvar unos Clefairy, él tenía una Lunarball de la que estaba especialmente orgulloso.
También recordaba a una niña que había salvado de morir a un pokemon salvaje por el mero hecho de usar una Saludball que le había fabricado su abuelo, era su pokéball favorita, y la reservaba para su pokémon preferido, un Togepi, pero cuando aquel Paras estaba entre la vida y la muerte no dudo en usarla.
Y por último recordaba a Margarita, una amable señora que la había ayudado a parar a un grupo de Grandbull especialmente violentos. Ella tenía una Amorball, se la había regalado su marido al principio de su relación, este hacía tiempo que había muerto, pero ella seguía teniendo a su Snubbull en dicha pokéball, la cual adoraba.

Muchas posibilidades, nunca me había dado cuenta del valor de las pokéball, es más nunca me había dado cuenta del valor de un objeto material hasta aquel momento. No me sobraba el dinero, y la orden no me lo daba para esto pero... quería que su primera pokéball fuera especial, al menos si nos separábamos, me recordaría...

Nadia asiente y se va muy entusiasmada a comprar los billetes. Antes de que te marches le apunta su número de pokégear al chico y le pide el suyo, "para que no se le vaya a ocurrir escaparse".

En cuanto la ha perdido de vista, Zero se acerca a la tienda de artículos pokémon local.

En la tienda solo tienen pokémon normales pero, al oír la descripción de lo que busca el joven, el encargado de la tienda le recomienda que se dirija a casa de César, un artesano famoso por elaborar manualmente pokéball especiales usando bonguris. Por ser hechas a mano, cada una de ellas es única. César solo las hace por encargo, aunque no las cobra muy caras.

Nadia y yo intercambiamos números, esperaba no tardar demasiado, pero supongo que estaba bien, cuando nos separasemos podría hablar con ella, y esa idea me gustó.
En la tienda no hallé lo que buscaba, pero el hombre amablemente me señaló que podría encontrar lo que buscaba en la tienda de César, cuando me lo dijo recordé bastantes anécdotas, siempre con un mismo punto en común, era el mejor artesano de pokéballs del momento. Así que no pude resistirme a ello, si quería una pokéball especial, no encontraría una mejor que la que me pudiera proporcionar César...

Sin más demora me dirigí hacia su casa pensando como sería el hombre.

Preguntando, a Zero no le cuesta demasiado dar con la casa del artesano. Nada más llegar se encuentra con que hay un señor mayor sentado en un taburete cerca de la puerta, bajo la sombra de un frondoso árbol de bonguris blancos, concentrado en algo que está fabricando o tallando. Presumiblemente, se trata de César.

Me acerco y toso un par de veces para captar la atención del hombre, no se como será, pero por su cara no parece ser un tipo especialmente sociable.

-Buenas... ¿es usted César?- Pregunto tímidamente.

No suelo tener problema en hablar con la gente, pero recuerdo perfectamente el motivo que me ha traído hasta aquí, y no puedo evitar ponerme rojo cada vez que pienso en ello.

El hombre levanta la cabeza, escruta al chico un momento y asiente. Zero puede ver ahora claramente que lo que tiene entre las manos es un bonguri blanco.

-¿Qué quieres?

La boca se me seca cuando voy a hablar, pero me tranquilizo, tengo que tomármelo como si fuera una misión, nada más.

-Una... una pokéball...- Consigo decir entre balbuceos.- Es... mmmmm... para una chica,,, quería que fuera algo especial...

Cada palabra que sale de mi boca me hace sentir más y más estúpido, pero aun así sigo, quiero hacer aquello, por primera vez quiero hacer algo por mi mismo, y voy a hacerlo.

-Hmmm, entiendo. -El hombre no parece demasiado conmovido. Sigue tallando el bonguri con la gubia que tiene en la mano, con su atención dividida entre el muchacho y lo que está haciendo. Sus manos expertas le van dando vueltas al fruto hábilmente mientas el hombre le da forma, sin necesidad de tener toda su atención centrada en ello-. Puedes llevarle una Amor Ball, son muy populares entre los zagales que quieren impresionar a las mujeres, como tú... Pero para eso necesitaré un bonguri rosa, que no tengo. ¿Me has traído uno?

-¡¿Qué?!- Pregunté alzando la voz algo histérico mientras movía ambas manos negando, me estaba poniendo excesivamente nervioso.- ¡no! ¡no! ¡yo no quiero...! es decir... yo... es mi aaahhh... yo...

Me empecé a frotar la frente con fuerza, no entendía ni yo mismo porque lo hacía, así que mucho menos se lo podía explicar a nadie.

-Yo... no se como explicárselo... solo, mmmmm es importante... pero no tengo ninguna bonguri...- Dije apesadumbrado.

El hombre mira a Zero a los ojos, alzando una ceja. La reacción del chico no hace más que confirmarle su teoría de "zagal que quiere impresionar a una mujer".

-Pues, chico, si no me dices más concretamente lo que quieres... ¿Sabes lo que le gusta a la moza en cuestión? ¿Qué intereses tiene? Hay muchos tipos de bonguri, cada uno adecuado para hacer un tipo de ball diferente... Ahora mismo solo tengo los de este árbol -Señala el bongurero blanco que extiende las ramas sobre su cabeza-, pero si me traes otros puedo hacerte otra cosa...

Miré aquellos bonguri blancos, la verdad es que no tenía ni idea de que pokéballs darían, pero si tenía claro que no podía ser muy especial si el hombre lo tenía ahí en medio, y de echo era el único tipo que tenía. Miré al hombre sin saber muy bien que responder.

-No lo se.- Dije finalmente rascándome la cabeza.- Ella es lanzada, divertida, alegre, aventurera y muy muy insistente.- Dije sonrojándome levemente.- Solo se que quiero que sea algo especial. ¿Dónde podría encontrar bonguris raros?

César mira al chico de arriba abajo. Luego sigue tallando.

-Pues no sé. Hay bonguris de muchos colores: azules, rojos, verdes, negros... Crecen por todo Johto, y probablemente también en Kanto, no lo sé, nunca he estado allí. -La ball a medio tallar va girando entre sus hábiles dedos de forma regular-. En la ruta 37 hay varios árboles, y también en la 42*, pero probablemente puedas encontrar uno en cualquier parte. Puede ser que en la floristería o en el mercado de Ciudad Trigal puedas encontrarlos también, si es que alguien está tan interesado en fabricar balls como para recogerlos y venderlos... Yo normalmente los cojo de las rutas que te he dicho, aunque normalmente la gente me los trae. -Vuelve a mirarte-. Si te decides por un tipo de ball en concreto puedo grabarte algunos motivos bonitos para esa moza que solo es tu "aaaaah", pero tienes que darme alguna indicación sobre lo que quieres exactamente... -Dándose cuenta de que no está siendo demasiado amable y quizá pierda un cliente (aunque en realidad esto no parece importarle demasiado), intenta poner algo más de su parte, a regañadientes-. Si le gustan los pokémon de agua, quizá puedas llevarle una cebo ball, si no tiene muchos pokémon, igual una nivel ball le interesa... Se hacen con bonguris azules y rojos, respectivamente. O igual quieres que haga una amigo ball con un bonguri verde...