Partida Rol por web

Shiert esquiva al belicoso ledyba.

El pequeño inciso provocado por este ataque fallido crea un buen momento para salirse del enredo y seguir su camino o para hacer cualquier otra cosa.

-Así es como debe ser. Si atacan a uno, un enjambre entero saldrá a defender.

Asintió para si misma.

-Esta bien -se acercó al enjambre con tranquilidad ahora dirigiendo la palabra a este. No era ni la primera ni sería la última vez que dialogaba con pokemon como si fuesen otras personas, llevaba una vida (corta, pero una vida al fin) haciéndolo- Aquí ya han ayudado. Recuerden que los humanos son mas frágiles, con tumbarlos y dejarlos inconscientes o hacerlos huir bastará. Bien hecho todos, no se separen los unos de los otros. Por ahora deberían esperar unos momentos a que sus compañeros despierten. Dejen que la mujer de negro se lleve a su compañero, no creo que vuelvan a molestar, y si lo hacen bueno, siempre pueden darles otra lección. Oh...¿quien es el Ledyba de la señora? Sería bueno que volvieras ya con ella, te necesita.

Acarició a Iri tras el rizo y añadió, con una sonrisa.

-Debemos irnos para seguir echando a esta gente de negro. Les pido disculpas por el tema del somnífero, él no pensó en lo que estaba haciendo, pero realmente esta intentando ayudar. Cuento con ustedes para mantener las cosas en orden por aquí, ¿de acuerdo?

Astrid era mucho mejor que yo tratando con los Pokemon así que era mejor dejarselo a ella, sin duda haria un trabajo excelente, ademas yo tenia otras cosas de las que preocuparme, la chica del Team Rocket acababa de escuchar Astrid dar un discurso sobre que estaban cumpliendo con su obligación, lo cual dejaba un poco invalidadas mis propias palabras, casi con seguridad eso haria que mi ex compañera nos atacase y eso no me gustaba, si Astrid calmaba a los Ledyba y nosotros nos metiamos en una pelea es como si no hubieramos logrado nada por que volverian al ataque.

Mi Pokemon estaba listo y a mi lado así que a la menor apariencia de que ella intentaba algo le ordenaria dormirla, por ahora esperaba que fuera lisa y decidiera escapar.

Astrid no está del todo segura de si los ledyba han entendido todas sus palabras, pero desde luego su tono tranquilizador y la intención general del mensaje sí que parecen haberlo entendido. Se elevan, replegándose, y dejan de mostrarse hostiles. Algunos de los que estaban dormidos van despertando y dan pequeños topetazos a sus compañeros dormidos, intentando despertarlos también.

De entre el enjambre, se separa un único ledyba, que se dirige volando a la histérica mujer. Ella recibe al pokémon entre sus brazos extendidos y enseguida lo abraza, pegando la cara contra ella, visiblemente aliviada.

-¡Lady! ¿Qué te ha pasado? Nunca te habías comportado así. Por favor, no vuelvas a hacerlo: ¡me has asustado mucho!

-¡Bzzzz! :3 -contesta la ledyba.

Parece que las cosas se están relajando, pero en ese momento, la chica Rocket exclama:

-¡Houdours! ¡Rodeadlos! ¡Ascuas a mi señal!

Y en un momento, Astrid, Shiert y Blake se ven rodeados por los cuatro pokémon de fuego.

La Rocket se vulve a ellos tensa y confundida, dispuesta a atacar pero sin estar segura de si es realmente la opción adecuada. Con un brazo extendido, lista para dar la señal de "fuego" a los houndours, pregunta:

-¿Qué es eso de "echar a esta gente de negro"? ¿Estáis con nosotros o era un farol?

Verme rodeado por un grupo de Houdours era exactamente lo que temia, porsuerte tambien era algo que me imaginaba, eramos tres oponentes contra ellos y una sola entrenadora a la que hacer frente, ademas parecia interesada en proteger a su amigo, en caso de necesidad podria utilizarlo de arma, no era una batalla complicada pero si una batalla que yo no queria luchar.

- Ni lo uno ni lo otro, yo soy miembro del equipo de elite del Team Rocket y ella es una cientifica de alto rango, pero eso por supuesto no significa que estemos siguiendo las ordenes de ese falso lider que os a mandado venir aqui a atacar, pero claro hay que añadir que eso no es precisamente lo mas importante de esta situación, si nos atacais el grupo de Ledybas volvera a empezar su ataque y sin nadie que los detenga esta vez temo que tu amigo y posiblemente tu no aguanteis demasiado, os dare una advertencia facil - Me quede en silencio un segundo mirando a mi ex compañera fijamente a los ojos - Retiraos ahora y salvar la vida -

Hoothoot seguia en mi hombro mirando a la entrenadora fijamente, estaba listo para acatar mi orden cuando fuera necesario, una sola palabra y ella caeria al suelo.

Esta vez, Astrid no dijo nada, cruzándose de brazos tras dejar a Iri en el suelo. El como quisiesen proceder con la mujer y sus Houndour debía dejarlo a criterio de Shiert, después de todo, era él el que sabía lidiar con sus propios compañeros. Su trabajo particular era el de tratar de lidiar con los asuntos pokemon, por ende la diplomacia humana quedaba en otras manos. Miró en dirección a donde debían ir, ansiosa.

Muchas cosas se resolverían fácil si las personas dialogaran mas con los pokemon.

La joven parece dudar. Sopesa las posibilidades por un momento y finalmente se decide. Solo dice una palabra:

-¡Ascuas!

-Iri -alcanzó a decir por toda advertencia para su pokemon. El haber colocado al Vulpix delante no había sido casualidad. Mas que defensa, a Iri le encantaba el fuego. En invierno dormía dentro de las chimeneas encendidas cuando hacía mucho frío y a la mañana siguiente se despertaba con el pelaje caliente y lustroso. Un par de ascuas no le daban miedo en absoluto.

- Hipnosis - Era la unicá orden que necesitaba dar, Hoothoot se encargaría de todo lo demas y una vez la entrenadora se quedara dormirda sus Pokemon dejarian el combate al no tener ordenes que seguir, Astrid ademas estaba totalmente segura tras Iri, el problema eramos yo y Blake, esas ascuas podrian hacernos mucho daño si no las evitábamos.

De las bocas de los cuatro houndour salen pequeñas llamas. Cada uno las dirige a la persona que les pilla más cerca: Astrid, Shiert, Blake y la otra mujer.

Iri salta de los brazos de Iri hacia las llamas, recibiendo el ataque de lleno en lugar de su entrenadora, y aterriza en el suelo suavemente, sobre las cuatro patas. Astrid sabe que, si Iri fuera una persona, estaría sonriendo.

Blake salta hacia atrás de manera algo aparatosa y consigue esquivar el fuego, pero Shiert no tiene tanta suerte: las llamas le han venido de una dirección que no esperaba y, sin saber bien cómo, se encuentra envuelto en pequeñas aunque dolorosas llamas (-6 PV). Esto no le impide, sin embargo, ordenar con precisión el ataque a su pokémon.

-¡Aargh!

Por su parte, las llamas también han alcanzado a la mujer, que rueda por el suelo, abrazada a su pokémon, a la que intenta proteger con su propio cuerpo.

-Iri, ayudemos a esa mujer. Así que, porfavor, deja que ese pokemon vea tu encanto, ¡Atracción!

Echarse dos enemigos encima no era algo que le motivara, pero teóricamente era posible para Iri que pudiera conseguir que algunos de esos pokemon abandonaran lo que estaban haciendo. Dentro de todo, dependería de lo fuerte que fuese su lazo con su entrenadora, y por el momento apostaba a que no era extremadamente excepcional.

Me aparto hacia un lado lo mas rapido que puedo, pero no soy lo suficientemente veloz, el ascuas impacta directamente sobre mi y no es nada agradable, la ropa puede cubrirme un poco de las quemaduras, pero aun así el fuego duele mas de lo que me gustaria reconocer, por suerte para mi Hoothoot tambien consigue algo y tiene un blanco facil al que acertar.

A la vez que todo esto ocurre, el hoothoot se ha lanzado decidido a la soldado Rocket, sometiéndola al influjo de sus redondos ojos rojos. No bien ha terminado de dar la orden a los houndour, su mirada queda prendada de la del ave y, unos segundos después, cae al suelo profundamente dormida.

Tras atacar, viendo que no reciben nueva orden y que sus dos entrenadores han caído, los houndour parecen confusos. Perdidos. Miran a su alrededor en busca de algo que les diga cuál es su nuevo objetivo o qué deberían hacer. Todos menos uno. 

Iri ha desatado sus encantos -para lo cual su suave pelaje dorado y sus ojos almendrados no son ningún estorbo- y el houndour que atacaba a la mujer del ledyba parece perder todo interés en ella y corre hacia Iri, sacando la lengua y meneando su cortísima cola.

-Arf, arf, arf :P

La mujer suspira, algo aliviada aunque aún temblando.

Otro de los houndour, no obstante, corre hacia la chica Rocket y empieza a lamerle la cara, dándole con la pata en el hombro. Parece preocupado.

Blake observa al houndour enamorado. Ahora que están menos preocupados por sufrir sus llamas, todos pueden ver que llevan collares negros con una placa con algo grabado, presumiblemente un nombre. En el del que se dirige a Iri pone "3".

Con toda tranquilidad, Blake se adelanta y se acerca a la chica dormida. Ignorando al houndour, procede a registrarle el cinturón de balls que lleva.

Pero el hondour no parece muy contento con eso. Empieza a gruñirle amenazadoramente.

-Dexter, alto. -Le espeta con voz de mando, utilizando el nombre que acaba de leer en su collar. El houndour duda lo suficiente para que a ella le dé tiempo a coger las pokéball de los otros tres houndour y volver a ponerse de pie.

Los otros dos houndour se acercan a ella, inseguros aunque hostiles.

-Se acabó la fiesta, amigos. -Diciendo esto, recoge a los houndour en sus respectivas balls, quienes le dedican una mirada de disgusto y algunos gruñidos al verse arrastrados impotentemente por el rayo rojo.

El houndour llamado Dexter se coloca protectoramente delante de la Rocket dormida, con las patas separadas y la cabeza hacia delante, dispuesto a saltar sobre Blake si ella hace el menor movimiento hostil hacia su entrenadora.

-Tranquilo, chico -dice con tono apaciguador, mirando a los ojos del pokémon-. Puedes quedarte con ella -Y, mostrando en todo momento sus manos y con movimientos suaves, deja caer su pokéball al lado del can. A continuación vuelve con paso tranquilo junto a Astrid y Shiert, llevando consigo las tres balls restantes.

-Vaya, Iri, estás hecha una rompecorazones, ¿eh? Je, je. No sé si los otros estarán muy dispuestos a cambiar de chaqueta así como a sí, pero al nuevo novio de Iri me lo pido. 

-Iri no tiene la culpa de ser tan bonita, solo sabe usarlo en su favor. Y ha sido bastante de ayuda de vuelta en el Centro de Voluntarios para pacificar pokemon nerviosos u hostiles.

Iri por su parte, tocó con la pata delantera el hocico del Houndour, mirándolo con ojos brillantes, al punto de lo fantasmagórico, afectándolo con una pizca de poder fantasmal. Luego de esto, se sentó escondiendo el suyo propio con dos de sus colas y aunque fuese un pokemon el gesto era idéntico al de una mujer escondiendo los labios tras un abanico. Tras unos momentos, echó a correr con suavidad lo cual invitó al otro pokemon a que la persiguiera. El resultado entre el rayo confuso y el atolondramiento por estar cerca de su "amada", era que en su persecución se enredaba con sus propias patas, mientras la vulpix lo miraba en la distancia sentada, esperando para repetir el proceso de alejarse.

-Bueno... -Astrid se rascó la mejilla con una media sonrisa- también he de decir que los Vulpix y los Ninetails pueden ser algo crueles en ese aspecto, están muy conscientes de su belleza. Me pregunto como terminará eso cuando se cruce con una Piedra Fuego.

Suspiró resignada, aunque sin perder la sonrisa.

-Deberíamos ir yendo -giró a Shiert- ¿Estarás bien con esa quemadura?

La cosa parecia haber terminado bien y rapido, no tan bien y tan rapido como a mi me abria gustado, pero lo suficiente como para que pudieramos avanzar de una vez y llegar hasta nuestro objetivo cuanto antes.

- Si, creo recordar que me dejaste con heridas peores tu, aguantare hasta el final no te preocupes - le guiñe un ojo de modo burlon mientras le dije esto, era curioso que se hubiera preocupado un minimo por mi.

- Guarda las Pokeball Blake las necesitaremos mas adelante, estos dos eran simples idiotas de nivel bajo, cuando alguno de los tenientes o soldados de alto rango del equipo aparezcan la cosa se complicara bastante mas, por suerte Iri parece perfecta para manejar muchas amenazas -

Blake asiente y hace lo que le ha dicho Shiert: guarda las balls miniaturizadas, aunque no recoge al houndour que sigue persiguiendo retozón y atolondrado a Iri, que juega con él con todo el encanto de una dama. En su lugar, lo observa divertida mientras caminan hacia el Centro Pokémon. El pokémon nombrado con el número 3 parece haber olvidado que hace solo unos instantes tuviera otra dueña, probablemente no le tuviera mucho aprecio.

-El campo de la psicología de las interacciones houndour-vulpix ofrece un mundo de posibilidades ignotas... -comenta para sí, con las manos en los bolsillos.

El Centro Pokémon parece más un puesto de avanzada fortificado que un centro sanitario.

De las ventanas del piso superior y tapando parcialmente el símbolo de la pokéball identificativo cuelga una enorme bandera negra con una gran R roja, atada mal y a toda prisa, por lo que se arruga y oscila con un extraño aire de mal agüero.

Todo el perímetro está rodeado de soldados Rocket protegidos por pokémon de aspecto amenazador: poochyenas, grimers, raticates, arboks y koffings; zubats y golbats en el aire...

Hay montada una barricada con materiales procedentes de los destrozos de la ciudad, que bloquea las entradas secundarias y solo permite el paso por la entrada principal, donde se arremolina un grupo de gente de la ciudad, que los Rocket que guardan la puerta, por lo que se ve, sí están dejando pasar al interior, aunque no en masa.

Un hombre con media cara ensangrentada grita, mientras otro lo sujeta para evitar que vaya a recibir más adonde ya le han estado dando.

-¡Cabrones! ¡Cabroneeeeeeeeeees!

-¡Esta ciudad está bajo el mando del Team Rocket! ¡Nosotros nos haremos cargo de una situación que este gobierno débil no es capaz de manejar!

-¡No os impediremos la entrada al Centro Pokémon! Pero a partir de ahora lo gestionaremos nosotros, porque los recursos son escasos.

-¡Y una mierda! ¡Trigal para los trigaleños! -se oye desde otro grupo distinto al de la puerta.

-¡Trigal para los trigaleños! -corea otra voz y una botella sale disparada desde la multitud a los soldados Rockets que montan guardia, lo que provoca que un golbat descienda en picado a atacar al grupo del que ha salido el objeto, haciendo que sus miembros se dispersen protegiéndose las cabezas con los brazos.

Hay gente dispersa o reunida en grupillos por todas partes, dudosos, temerosos, airados, llorando, discutiendo acaloradamente, todos dejando como mínimo una cierta distancia del perímetro formado por los Rocket, a excepción de los que se arremolinan ante la puerta con pokémon heridos entre los brazos.

Hay muestras de disturbios por todo el suelo: botellas, cristales rotos, ramas y algunas gotas oscuras de lo que con toda probabilidad sea sangre.

Y todo esto en medio de lo que ya parece ser las ruinas de una civilización perdida ahogada en el corazón de la jungla.

Astrid observó con cuidado conforme se acercaban, y suspiró.

-Si fuese una entrenadora mas fuerte me encantaría sacarlos personalmente, pero no es el caso -estaba muy consciente de que aunque sus amigos eran fuertes, no podrían jamás con una cantidad tan grande de pokemon a la vez. Se cruzó de brazos con cuidado, evaluando.

-Sin embargo, si toda la gente de la ciudad comenzara a pelear...pero nadie se está atreviendo. Es razonable, están asustados. Excepto que se te ocurra una mejor idea, planeo entablar combate. Tengo fé en que, tal cual sucedió con el Ledyba acorralado, nuestros amigos dispersos por la ciudad acudan si están cerca.

Lo decía totalmente convencida, aunque hasta para ella sonaba a una locura. Pero, sin ser fuerte o ser hábil de alguna forma práctica, lo único que le quedaba era la fé. Ya lo había visto, realmente la ciudad estaba infestada por Rockets, pero también pokemon salvajes estaban llegando y haciendo lo que podían. No estaban solos, estuviesen donde estuviesen.