Partida Rol por web

Mav sopeso la situacion. Mills no les habia seguido y eso no le gustaba y ademas Baronetti estaba obsesionado con avanzar hacia la pare posterior del templo.

-Bings! Saca de alli a Baronetti cagando ostias, nos vamos dentro! Mills no viene, algo malo ocurre dentro. Yo te cubrire.

No habia sido buena idea que el cabo o el sargento se quedasen dentro. El no tenia demasiadas dotes de mando, pero sabia que debia llevar a los otros 2 soldados dentro lo antes posible. "Algo MUY malo venia hacia aqui" Habia dicho Morriset y Mav confiaba en su juicio.

-Sacarlo, joder contigo Mav, crees que porque estamos solos estas al mando, en ningún momento escuche que el sargento te dejara al mando- Bings se notaba sumamente ofendido, aunque generalmente Bings se mostraba ofendido por cosas así o menores.

Sin embargo empezó a avanzar hacia Baronetti sin dejar de tener el arma preparada para lo que pudiera ocurrir y sin dejar de hablar –Joder con los blancos si en este jodido mundo de mierda solo que darán 100 personas y solo una fuera blanco seguro que se auto adjudicaría el calificativo de líder. Baronetti, joder Baronetti deja de jugar al soldadito en ven para acá ahora mismo, nos replegamos, no lo diré 2 veces-.

Mientras tenía la M16 entre mis manos, sus músculos dejaron de estar en tensión, dejó de estar agazapado,y se puso de pie. Ahora estaba completamente a unos pasos delante de Bings y estaba justo en la esquina, a punto de doblarla. Acto seguido, Baronetti, soltó una mano de su arma reglamentaria, y siguió apuntando al frente con la otra (la correa de la misma oscilaba bajo su codo). Sin más preámbulo, giró su tronco unos grados, y ahora podía ver a su compañeros de reojo, de soslayo... Acto seguido sacó su Norinco, para él arma lengendaria, y apuntó a Bings con gran decisión. Luego miró completamente a su compañero.

Su cara volvía a estar desencajada,  y ahora, tenía un añadido: unos ojos llorosos.  Baronetti estaba muy involucrado con sus pensamientos, y, sobre todo, con lo que acababa de vivir. Ninguno de ellos lo había visto; ni siquiera nada parecido en su vida. Quizá esos ojos humedecidos por el terror, la desesperanza, la impotencia o la desgana misma por vivir esos momentos mismos.  Esos pensamientos inestables e hiperbólicos le hicieron sacar su pistola y apuntar al pobre de Bings, que sólo trataba de reagrupar al joven Barthow.

-Bings -comenzó Baronetti con un perfecto uso del lenguaje sin tartamudeos-, estoy completamente seguro que el empujón que le di antes a Maverick -cuando le cogió por las solapas y lo llevó al barro-, no trascendería; es más, ni siquiera le haría daño... Ahora bien, si continúas siguiéndome te dispararé, colega... aunque yo muera... Lo juro.

Acto seguido, sus ojos brillaron un poco más. Sus lágrimas, que antes eran de dudosa procedencia, ahora denotaban cierta seguridad, la misma seguridad de quien sabe una verdad o ha visto un milagro y rompe todos sus esquemas anteriores... Luego, el joven Baronetti, volvió al tartamudeo de forma imprevisible...:

-Si... si quieres ayudarnos, si quieres, ayu... ayu... ejem... ayudartt...tt...te a ti tam, tam, también, dile al teni... teni...teniente que shh... salga de este templ...plo, y nos lle... lleve a un lugar segur...uro. Soy un caz... cazador, Bings, no la prrr....prrr....presa...-esta última frase sonó un poco peculiar-... te jur... te juro que dispara...dispara... ré si me ss..., ss..., sigues.

Luego, con su pistola en su mano izquierda apuntando a Bings, y su M16 a la derecha, apuntando al frente (y ambos brazos extendidos) comenzó a dar pasos hacia donde antes iba, para doblar la esquina.

-Mes estas apuntando jodido animal, me estas apuntando a mi, a un hermano, podrías darte por muerto si estuvieras en mis tierras, de hecho deberías darte por muerto aquí, un imbecil chiflado como tu no sobrevivirá a esta guerra; quieres irte por allá- le dijo señalando la dirección en que avanzaba baronetti –bien, lárgate entonces, y procura no volverte a topar en mi camino- finalizó retrocediendo lentamente y con el arma lista para lo que hiciera ese chiflado. Cuando llegó a la altura de Mav como no queriéndolo Bings tomó media cobertura con el cuerpo de este y termino de descargar su ira –Todo suyo sargento Mav, misión cumplida, ya puede ir terminar de matarse con ese lunático-

-Mierda, ¿Que coño le pasa?- Dijo mirando a Bings mientras volvia.

A grito pelado se dirigio a Baronetti.

-"Chico"!, escucha!. Morris ha dicho que algo malo viene, tenemos que ir al refugio. Nos esperan, dala vuelta joder!.

Viendo que se marchaba, Mavs corrio hacia Baronetti con la m60 como garrote y acercandose por su espalda le golpeo con todas sus fuerzas en la cabeza.

Pos mis cojones que te llevare dentro, quieras o no Pensaba mientras la M60 impactaba contra su cabeza.

Baronetti agadeció en su interior enormemente que Bings no entrase en la cabezonería de seguirle. Asi que bajó su arma. Luego escuchó a Maverick gritarle y hacerle entrar en razón.

Maverick dejó que Baronetti avanzase unos pasos para luego intentar deslizarse tras él para golpearlo con su arma. Sin embargo el soldado, aunque evidentemente desquiciado, seguía estando atento a su entorno. ¿Qué había dicho de que era un cazador? Maverick tuvo que detenerse cuando vio que la pistola que antes apuntaba a Bings lo tenía a él como objetivo. ¡Maldito chaval! ¡Estaba haciendo las cosas realmente complicadas! 

Bings retrocedió hacia la esquina mientras Maverick quedaba delante de él, entre la muralla y la pared este del templo. Baronetti estaba ahora al lado de la grieta donde antes había una palmera. Seguía sosteniendo en una mano su arma reglamentaria y con la otra apuntando a Maverick.

Morriset vertió el contendido de su cantimplora en el sumidero. Se hizo evidente que era insuficiente para llenarlo. Dudó un momento y luego se desabrochó la cremallera del pantalón con una sonrisa traviesa en el rostro. Ante la mirada sorprendida del sargento el cabo sólo se encogió de hombros. ¡Que se jodieran los sumerios! Empezó a mear en el interior del conducto. ¿No querían líquidos vitales? ¡Pues ahí los tenían!

Fue justo en el momento en que el líquido rebosó ligeramente cuando se oyó el click. Tanto el sargento Mills como el cabo Morriset dieron un salto hacia atrás cuando al ruido le siguió el deslizamiento hacia dentro de la losa. Lo más sorprendente es que se esperaban un movimiento rudo, sobre ejes, al estilo de las puertas secretas de los castillos medievales que se veían en las películas de la Hammer. Pero en lugar de eso la losa se desplazó hacia abajo con un movimiento neumático, para luego moverse hacia un lateral apenas sin ruido de roce.

El hueco en el suelo descubrió un pasillo de piedra negra con una altura de un metro y medio aproximadamente ¡iluminado!. Ambos soldados contemplaron el extraño descubrimiento: en las piedras negras había, a intervalos regulares, unas pantallas de cristal que podrían ser focos incrustados. ¡Aquello definitivamente no tenía nada de sumerio ni de antiguo!

Tan sorprendido se quedó Morriset al ver aquello, que por un momento olvidó subirse la bragueta.

- ¿Qué coj...? -susurró, pero no llegó a terminar la frase. En el fondo no le importaba.

Se abrochó el pantalón y cogió su Winchester. Todo aquello era muy extraño, sí... pero por lo menos había encontrado el túnel que recordaba. Miró a Mills, con una expresión que a todas luces quería decir "se lo dije, sargento". Luego se agachó y miró dentro del túnel, a ver qué podía distinguir aparte de las luces.

- Señor -dijo dirigiéndose a Mills, sin dejar de escrutar la abertura-, no sé qué habrá ahí dentro... pero yo voy a entrar. Me sentiré más seguro que en esta mierda de sitio. Y si aprecia la vida de los demás, yo les diría que me siguieran cagando leches...

Baronetti agadeció en su interior enormemente que Bings no entrase en la cabezonería de seguirle. Asi que bajó su arma. Luego escuchó a Maverick gritarle y hacerle entrar en razón. Además, ahora apuntaba a Maverick, pues éste se había introducido en la dirección de tiro de pistola.

Acto seguido, el joven Baronetti respodió a Maverick.

No, no, no.... -dijo "Barthow" con semblante serio. Est... estás equivoc...,ca...,cado Maverick... nada malo vi... vi... viene...

Luego se calló, giró su cabeza hacia el templo y miró vagamente un instante el butrón del templo, creado por su propia granada, aunque no podía divisar lo que había en el interior del mismo por el destrozo causado. Despues volvió a mirar a Maverick, y continuó hablando:

Nada ma...lo viene... colega..., -tragó saliva e hizo un último pestañeo muy largo antes de pronunciar la última frase: ya... ya está aqui.

Confundido y a la vez aliviado, Mills tenía problemas para conciliar su escepticismo con las pruebas empíricas que tenía frente a él: Morriset tenía razón y eso dejaba fuera de lugar su comprensión de las cosas. Sin embargo, rápidamente se repuso cuando el cabo se disponía a entrar.

- Entrará ahí cuando yo lo diga. No vamos a separarnos más. - Para Mills, tácticamente era temerario separarse más; dentro podía haber cualquier cosa (trampas, monos, charlies, aliens, rusos o sumerios, vete tu a saber) y no pensaba correr riesgos innecesarios. - Primero iremos a por los demás.

Morriset estuvo a punto de volverse y soltar algo como "tenemos que entrar ahí ya, que los demás nos sigan cuando puedan". Pero se contuvo. El sargento tenía razón. Al menos sabían a dónde debían ir ahora, y tardarían un minuto escaso en replegarse. Mejor entrar todos juntos. El cabo se levantó.

- Muy bien, tiene razón -dijo-. Pero démonos prisa, eso podría volver a cerrarse. Y por lo menos yo, tardaría bastante en poder volver a abrirlo... No sé usted...

No sin antes dirigir una mirada llena de curiosidad al interior del túnel, Mills guardó el cuchillo, recogió su escopeta del suelo, se levantó y acompañó al cabo a la salida.

- Con cuidado, no sabemos lo que hay ahora ahí fuera...

A Mills le habría gustado entrar sólo en el pasillo iluminado para asegurarse de que estaba ahí lo que había ido a buscar y ponerlo a buen recaudo antes de que entrara nadie más, pero no supo lidiar con la avidez de Morriset por entrar; a lo peor había tenido su misma idea. Si hubiese mandado al cabo a por el resto mientras él mismo entraba Morriset se habría extrañado y tampoco quería alimentar su aparente paranoia.

Mientras salía a la luz del exterior, no pudo sino preguntarse si Morriset tenía su propia agenda en todo ello...

Afuera la lluvia caía a raudales. En medio del caos cacofónico de las gotas de agua golpeándolo todo el sargento Mills y el cabo Morriset, que ahora salían del templo, se quedaron sorprendidos ante la escena que tenían delante.

En la esquina del templo, en la dirección por la que habían venido, el soldado Bings mantenía su arma a media posición entre alzada y baja. A su lado Maverick sostenía su enorme rifle como si fuera un mazo. Mills y Morriset descendieron los escalones del templo esperándose lo peor.

Al lado del hueco donde antes había estado la palmera que destrozara el muro estaba ahora Baronetti. Sostenía en una mano su arma reglamentaria y en la otra una pistola de factura rusa, su recuerdo de guerra. El soldado les había hablado en alguna ocasión de ella. Mantenía ambas armas apuntando hacia puntos distintos, como un cristo en medio de la lluvia. La reglamentaria apuntaba hacia fuera del muro: no quedaba ni rastro de la palmera y los escombros evidenciaban la explosión de una granada en aquel punto. Pero lo inquietante era hacia donde apuntaba la pistola: hacia el soldado Maverick. 

Los dos recién llegados sólo escucharon las últimas palabras de Baronetti:

- ...ya... ya está aquí.

- ¿Que coño está pasando aquí? - tronó el sargento con la paciencia en números rojos. Toleraba muchas cosas que otros sargentos llevarían mal (*) (en realidad no le importaban en lo más mínimo), pero ver a uno de los suyos apuntando con su arma a otro de los suyos... había visto (y oído acerca de) casos parecidos y como acababan; eso era algo que no soportaba.

Sa... sar...sargento, estoy aquí, -dijo Baronetti sin dejar de apuntar. Se... se... señor, usted no lo vi... vi... vio, ni..., ninguno de ellos lo... vio.

Luego tragó saliva. Baronetti se explicaba como un libro cerrado si. Sabemos que no tenía demasiado carisma hasta que una situación le sobrepasaba, y sus sentidos, por ello, se alertaban y trabajaban de otra forma. Después continuó.

-¿Al...,alguna vez ha devora...,ra...,rado una hamburgue, guesa hasta el punto de... de... de sent..arle m...m... ejem... mal, señor? Espe... espere,...¿Quizá ha contem...contem...contemplado a algún sol...dado en alguna trincher...trincher... trinchera, y un seg...gundo después ha revent....revent..., reventado en ped...dazos, justo a su la...lado por una gra...nada enemiga? ¿o tal vez ha vi...visto cómo un avión ali...aliado se preparaba para aterri...zar  para ayu, ayu, ayudarles con efec...efec...efectivos y lo han derri... derribado antes de aterriz... rriz..., rrizar, se...señor?

Luego bajó un instante su cabeza, miró la hedidura de la muralla y su cara hizo el gesto que tiempo antes había hecho: una cara casi sonriente, pero la cual no esbozaba alegría, sino tristeza, pavor, desesperanza, ¡impotencia más bien!, pues sus facciones se arrugaban demasiado. Después giró su cabeza mirando al suelo, como negando algo evidente, y, al levantarla de nuevo, mirando en la dirección que apuntaba con su pistola, continuó hablando.

-Si ha senti...tido esas cosas, teniente, no se ape... apene, señor. Aún no ha vi...vi... visto lo más terro... terro..., terrorífico de este mu...mundo...

Acto seguido, los ojos de Baronetti comenzaron a humedecerse y una lágrima le cayó por su mejilla.

El cabo Morriset se apoyó su Winchester en el hombro. Quería estar preparado para volar cualquier cabeza en el menor tiempo posible. Dio un par de pasos hacia Baronetti y habló con la voz más tranquila que pudo, pero lo suficientemente alto para que se le oyera con claridad en medio de aquella maldita lluvia.

- Baronetti, chico -dijo-. No se qué coño habrás visto, y mentiría si dijera que no me importa. Pero hemos encontrado un refugio en el templo, así que deja de apuntar a Maverick y vamos dentro. Allí nos lo explicarás todo...

Pero aunque sonaba tranquilo, al cabo aquella escena le gustaba tanto como al sargento. Se cuidó mucho de apuntar a Baronetti con su arma, no quería ponerlo aún más nervioso... pero a esa distancia era difícil fallar y no tardaría ni un segundo en alinear el cañón del rifle con la oreja del joven soldado. Esperaba, rezaba por no tener que hacerlo...

-Cabo..., ¡se...señor! ¿usted cree que es...es...esto lo merec...merec...merece? ¿ust...usted cree que apun...ejem...apuntar a dos compa...compa... compañero y dos sup...eriores merec...merece tiene una explic...explic...¡joder! alguna explicac...ción?

Ya se estaba poniendo nervioso... Hasta entonces, ni Bings ni Maverick le había inspirado con anterioridad alguna hostilidad, tan sólo había mostrado negociación (aunque fuera poca). Sin embargo, que le apuntase el cabo Morriset le parecía una ofensa.

-Permi...permítame señor... -dijo el jove Bartholomew-, pe... pe... pero ese templo es... ¡oh mierda!... una ma...ma... ¡maldita ratonera! No esta...mos so...so...solos, shhh...shhh...señor. Tan so...so...solo quiero inspeccionar la parte tra...tra... trasera... na.. na.., (tragó saliva), nada más... le invit...invito a que venga con...conmigo... ¡es más! ¡que todo este pelot...pelotón lo ha...haga!...

Luego sus ojos rompieron a llorar. Su mirada palideció. Seguía apuntando, con su brazo en alto, pero sus ojos no miraban al frente, con lo que podría decirse que tenía sostenida su arma en lo alto , pero sin apuntar con la vista. La cabeza de Bartholomew se inclinó hacia abajo un poquito y comenzó a llorar profundamente.

(con abundantes lágrimas en la cara) -Señor... -le dijo al cabo mientras negaba con la cabeza de forma rápida-, lo estaba dev...dev... ¡¡oh Dios mio!! ¡ ¡ ¡ Lo estaba devorando, joder ! ! !