Te vas acercando a la muralla, a la vez que ves como Babroth mete la mano en una bolsita y se la lleva a la boca. Después, rompe una botella de aceite que empieza a derramar. De su boca sale fuego y quema a dos no-muertos, dándole una oportunidad al drow para alcanzarlos.
Te vas moviendo sigilosamente para alcanzar una mejor posición desde donde podrás entrar corriendo por la grieta de la muralla.
"Ese fuego... interesante..."
Horxus parece pensativo.
"¿Conoces al grandullón del escudo?"
Merebor extiende su brazo hacia adelante proyectando el poder concedido - "¡noilaV es edrociresim!"
Unos rayos de luz salen de las palmas de Merebor e inciden directamente en los no-muertos, haciendo que chillen en agonía y su piel se queme. Esto le da la oportunidad a Babroth de quitárselos de encima y recomponerse.
Todos corréis a la grieta y entráis, Babroth con más dificultades, pero lo consigue.
Mirando hacia atrás, veis que los cadáveres empiezan a caer al suelo inertes.
Ves como el grupo incluido el drow consigue entrar por la grieta. Los cadáveres caen al suelo inertes.
Nada más acabado el peligro, me relajo y caigo de rodillas, afectado por lo que acababa de meterme a la boca.
Empiezo a retorcerme, dejando caer el escudo y con gruñidos que salen de mí sin poder controlarlos.
"Esto...es...argh...rargh...¡¡¡¡ARG!!!!" - empiezo a rugir mientras caigo al suelo.
Empiezo a rugir (no fuerte, pero si como de dolor) como un dracónico, entre jadeos respiraciones entrecortadas.
Al escuchar lo que dice Merebor, hago un gesto con la mano para que se aleje de mí. Empiezo a convulsionar mientras sigo gritando.
Poco a poco empiezo a calmarme; mi respiración se restablece poco a poco a la normalidad y, con cuidado, empiezo a levantarme. Mi respiración es débil y mis movimientos son al principio lentos y precavidos. Me levanto y acerco poco a poco a mi escudo.
"...creo...que ya ha pasado...no ha sido mi experiencia favorita esto que ha ocurrido atrás...espero no tener que volver a hacerlo...esto que me dio Melzir es..." - levanto poco a poco mi escudo, apoyándome encima para aguantar mi peso - "...útil, digamoslo así..."
Respiro profundo e intento recomponerme del todo - "...sigamos" - digo parcamente sin añadir nada más mientras bebo un trago de agua.
"¿El grandullón del escudo? Por lo que he podido comprobar en mis carnes es una sabandija traicionera y sin escrúpulos. Por lo que sé, podría ser un semiorco o algún otro engendro... Aunque comienzo a pensar en otras posibilidades, pues nunca le he visto la cara" Digo mentalmente a Horxus "En cualquier caso, si estamos cerca de él, no te fies. Huelga decir..." añado "que no cuenta con mi simpatía."
Con sigilo me acerco hacia la muralla, evitando a los no muertos caidos mientras hablo con Horxus " Has mencionado el fuego que ha escupido el grandullón... ¿Te suena de algo? "
Una vez a cierta distancia del grupo uso la visión demoniaca para examinar a Babroth y alrededores. Por cierto, si me sorprenden o se encuentran conmigo, intento hacer lo posible para si me reconocen que NO pronuncien mi nombre. En su lugar que me llamen Sarmiento. No quiero que Horxus lo conozca.
"Inútil descerebrado, usa tu cabeza, no es un orco ni ningún ser deleznable de esos que mencionas... es un dracónico, criaturas que vienen de los dragones, perseguidas por todos lados, casi extintas."
Te acercas sigilosamente con cuidado de no levantar a los muertos y te insertas por la grieta. Ves al grupo dentro de la ciudad a una distancia segura de ti.
Antes de que se fueran, usaste tu visión demoníaca. No viste nada.
Yo no voy a ser quien te meta con ellos, vas a estar todo el tiempo detrás del grupo escondido, cuando tu veas conveniente, apareces y haces lo que creas correcto.
Una vez os recomponéis del anterior combate, miráis a vuestros alrededores. Todo apesta a ceniza y humo, escucháis como hay diversas batallas a vuestro alrededor, seguramente entre los defensores y los atacantes.
La mayoria de edificios están derruidos y en llamas, delante de vosotros, veis lo que parece un guardia coordinando a unos civiles para sacarlos de la zona.
Estáis en una especie de callejuela que normalmente no tendría salida, excepto la creada por la brecha de la muralla. A vuestros laterales solo hay paredes de piedra y escombros.
El guardia está envuelto en una armadura metálica que le cubre completamente. Su complexión es la de un humano, medira sobre 1.80-1.90 metros. Tiene una espada y un escudo.
Está diciendo en común:
"¡Por aquí! ¡Vamos, vamos!"
"¿Un dracónido?" Digo estallando en carcajadas mentales mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro. "Esta vez acepto gustoso el insulto, demonio, sin duda soy un descerebrado. Jamás lo habría podido imaginar."
Echo un vistazo alrededor para conocer el entorno "Pero para descerebrados ese grupo de idiotas... Penetrar a una ciudad por la brecha de un asedio... Sigamoslos a cierta distancia y veamos qué hacen"
Tiro astucia para saber quién (y cómo) debería de acercarse a los guardias para que le vean como un aliado.
Motivo: Sen. comun
Tirada: 3d6
Resultado: 7 [2, 4, 1]
No.
"Debería de ir alguien sigiloso y averiguar qué sucede...que escuche a quienes ayudan los guardias y de qué lado están..." - comento a mis compañeros.
Merebor se acerca tratando de no sobresaltar, cojeando un poco y pidiendo ayuda.
Por cierto, a partir de ahora creo que convendría que cuando hable Horxus lo haga a través del director en lugar de su avatar para evitar el meta y las sospechas.