Partida Rol por web

En los tarros parece haber ciertas partes de criaturas mágicas, sus propiedades son poderosas, pero a la vista es bastante desagradable: ojos, huesos, sangre y otras partes parecen conformar los tarros.

Detrás de los objetos apilados la sala sigue y parece haber una bifurcación.

Siento bastante repugnancia por lo que veo y me voy inmediatamente de ahí. Voy a la puerta más cercana a la que estoy yo (de las que e dijo Okri, claro)

Sales de allí y dejas el farolillo en su sitio. Nadie parece haberse dado cuenta de donde venías, por lo que no crees que vaya a haber ningún problema.

Cierras la puerta con cuidado y entras a la siguiente, donde encuentras el muñeco, una vez allí clavas las flechas con toda tu fuerza y notas como resisten bien el impacto y no se quiebran. Cierras la puerta y vuelves hasta Okri satisfactorio.

Comento a Okri que ya está todo correcto.

"...he visto esa puerta...y su interior" - comento de forma sombría - "... salí lo más rápidamente que pude".

A pesar de todo, sigo con ánimos de ayudarle en el desempeño de lo que necesite.

"¿Hmm..? ¿De que hablas?" - dice mientras sigue arreglando un nudillo del guantelete.

"Hablo de esa puerta antigua... habían...partes...de otros seres" - digo mirando que nadie más nos escuche y en voz baja. 

Termina de arreglar el nudillo y empieza a ajustarlo a la capa metálica del guantelete, casi terminandolo por completo.

"Si, bueno, trabajamos con todo tipo de materiales para hacer cualquier cosa, no le des muchas vueltas, no hay ningun dragón ahi." - dice de forma cómica mientras comprueba que la capa metálica esta sujeta al guantelete.

"Si te consuela, son de bestias salvajes, no hay ningun gnomo u otra raza inteligente."

"Guantelete listo, pruébalo."

Okri te ofrece el guantelete.

No muy aliviado por lo que me dice, decido concentrarme en el guantelete que Okri me ofrece y me lo pruebo.

Cierro el puño, estiro las garras, cojo mi escudo y doy golpes como intentando incentar al enemigo a que me golpeé.

Si está todo bien, le agradezco a Okri sobremanera, diciéndole el magnífico trabajo que ha creado.

En caso de que esté algo mal o sea incómodo, comento de forma agradecida y suave lo que sucede con dicho problema.

El guantelete se ajusta a tu mano de forma espléndida. Al agarrar el escudo, notas como te proporciona un agarre más seguro y firme. Al dar los golpes, todo va bien, no notas ningún problema.

Agradeces a Okri su trabajo y este se pone a sacar la parte metálica de tu cuchillo poco a poco, intentando no dañar la empuñadura.

Dejando las cosas en lugar seguro, sigo ayudando a Okri en lo que me pida.

Ayudo en todo lo que puedo a Okri, acordándome de la última vez que ayudé a otra raza en tareas de cargar peso o sujetar cosas...

Cuando no tengo nada más en lo que pueda ayudarle, espero en un sitio donde  no moleste a nadie y recibo mi cuchillo, lo meto en su sitio y agradezco nuevamente a Okri.

Tras esto le pregunto si puedo llevarme ya las flechas. En caso afirmativo, le deseo un buen día y me dirijo a la taberna a reponer fuerzas comiendo y descansando (sin pasarme). 

De la que pase por la estación de trabajo del trabajador al que le puse el bocadito, me fijo de reojo si lo ha terminado.

Si lo ha hecho, pienso "que te aproveche, hacéis un gran trabajo" mientras sonrió y me voy a la taberna.

Tras saciar mi apetito y beber algo sin alcohol pero delicioso, repongo mis vendas, me dirijo a mi habitación y hago lo propio con la puerta para descansar sin reparos.

Me pongo cómodo, dejo las flechas de Merebor en mi mesita y descanso hasta ser convocado nuevamente.

Okri te da tu cuchillo y una nueva funda para este, ya que es ligeramente mas grande. Desenvainas el cuchillo y lo admiras, está brillante y muy afilado, se nota la calidad de este.

Agradeces con creces lo que Okri te ha dado y le preguntas por las flechas.

Saca un carcaj con 20 flechas y te lo da. Te lo cuelgas en el hombro y te diriges a la salida de la forja, por donde entraste. Antes de irte te mide el cuerpo para calcular el tamaño de la armadura.

Nada más te giras antes de salir ves que Okri ya está poniendose con las armaduras en el horno grande. Piensas que tardará mucho, parece un trabajo titánico.

También te fijas en que el bocadito que dejaste ya no está. Te subes al elevador y empujas la palanca hacia abajo, la bajada es más lenta que la subida. Una vez llegas abajo, escribes el símbolo y entras a la taberna, donde comes y bebes para después ir a tu cuarto y dormir, bloqueando la entrada a tu cuarto desde dentro.

- Busquemos ayuda para esa herida.

(Buscamos alguna persona amable por la calle, preferentemente una mujer)

- Por favor, ¿dónde podríamos encontrar un buen físico que viera el virote incrustado en mi amigo?. No podrá sanar si no encontramos una asistencia adecuada.

Intentas parar a alguien pero todo el mundo parece ignoraros, es como si algo les hiciera huir de vosotros.

Cuando has intentado parar a alguien este primero ha disminuido el ritmo para escucharte. Entonces es cuando su mirada se desvia a tu lado y su muesca de asco y miedo es claramente visible y aceleran el paso.

Despues de pensar esto observas tus ropas. Las manchas de sangre son minimas.

- Egelvild, esperame en el lugar donde hemos almorzado. Me parece que la vida superficial de la ciudad hace indiferentes al sufrimiento de un herido a sus habitantes.

Consigues parar a una anciana que te indica donde está el curandero local. Vas donde Egelvild y ambos os dirigis a la tienda del médico, a la que entrais.

Está de espaldas a vosotros, ordenando unos tarros con hierbas.

"Bienvenidos, en que os puedo asist...." - Calla al girar y de repente al ver a Egelvild.

"Lo siento, no creo que pueda ayudarte con lo de tu cara..."

Mientras Egelvild habla, Merebor señala insistentemente el virote