Partida Rol por web

- Quitémonos de encima a esos feuchos pequeñajos - murmuro, no se si para mí o para mi ballesta. Pese a que el conjuro lanzado por uno de los clérigos me dejo algo afectado, mi mano no tiembla y el disparo impacta en el pequeño ser.

Oh pobre!

Exclamo al verle tan herido y me acerco acariciandole suavemente la mejilla mientras murmuro unas palabras en otro idioma y añado

Siente el poder que puede pretar Asmodeo a sus seguidores, piensa cuanto mayor podria ser para quien le complazca, nunca olvides quien te asistioo en tu momento de necesidad le susurro mientras sus heridas se cierran

Mirella cura a Hothar y ambos avanzan hacia los enemigos de nuevo, pero mientras Hendrick clava un mito a la pared, Klatet, presa de un miedo terrible, sale corriendo.

Los pequeños humanoides azules vuelven a arrojar sus dardos contra el enano ¡Consiguiendo herirle de nuevo! A la vez uno de los humanos no puede hacer nada debido al conjuro de Maedros, y el otro gira su mangual pesado, golpeando el suelo a pocos centímetros del pie de William, que lo esquiva sin problemas.

Lleno de rabia, corro hacia el mito que está solo contra la pared y descargo mi hacha contra él.

¡Muere, migaja de escoria!

William se fijó que el enano volvía a la carga. Y los demás parecian estar disparando. El ranger dio un paso a la izquierda del humano y lanzó una nueva estocada.
Esta vez la extraña espada se hundió en el pecho del tipo y le dejó una fea herida.

Las púas de la extraña espada de William atraviesan la coraza de su humano oponente que suelta un grito de rabia y dolor, aprestando su mangual. A la izquierda del explorador el enano carga y con el extremo de hacha de su Ugrosh revienta la cabeza a uno de los mitos, como si fuera un melón maduro.

Maedros vuelve a usar Daze... esta vez sobre el clérigo que William acaba de lograr herir. Nuevamente el conjuro tiene éxito, evitando que este pueda responder al ataque de su compañero pathfinder

Mirella descarga su ballesta sobre una de las criaturas y vuelve a recargarla

Viendo que Mirella se encarga del mito restante, centro mi atención sobre el clérigo que tengo delante. Encaro la ballesta y envío un virote a nuestro oponente.

Maedros prosiguió aturdiendo a otro de los clérigos. Pero los dardos de Mirella y Hendrick fueron menos efectivos. Uno porque no causó daño apreciable (el mito se lo sacó del cuerpo sin sangrar siguiera) y otro porque se clavó en la coraza del clérigo pero sin traspasarla y hendir carne.

El mito, ante la muerte de sus congéneres, decidió escaparse hacia la escalera y subió por ella, tratando de largarse por la puerta, por otro lado, el clérigo que había al lado de Hothar trató de abrirle el cráneo con su mangual pesado, pero sólo logró hendir el aire al lado del enano, el cual esquivó el golpe a pesar de estar algo desequilibrado por haber cargado.

William veía como las cosas estaban yendo bien. Los bichos pequeños estaban cayendo y a los clérigos no les quedaban demasiado.
Aun así la pelea no había terminado, ya que el ranger no pudo superar la defensa de su contrincante.