Partida Rol por web

Julius se arregla el traje mientras se dirigen al vagón restaurante.

Por favor señorita, puede ahorrarse el Lord cuando hable conmigo - dice sonriendo.

Una vez sentados en la mesa, se asegura de que nadie les presta atención y se dirige a sus compañeros.

He de reconocer que enterarme de quienes iban a ser mis compañeros me produjo unas sensaciones enfrentadas. Por un lado me satisface trabajar al lado de unos miembros tan capaces, pero por otro... sinceramente, dudo que muchos otros agentes hayan tenido un contacto tan directo con lo Imaginario como los aquí presentes. Creo que lo que nos acontece debe ser realmente importante.

Por cierto, ¿dónde se encuentra el señor Brownbeach? - dice mientras levanta la cabeza para observar el resto del vagón.

Entonces, ¿puedo llamarle Julios? -digo acomodándome en el asiento-. ¿O prefiere que le llame sr. Crown?

Por mi parte con Muriel bastará.

Busco con la mirada por el vagón y añado:

En cuanto al sr. Brownbeach, debería andar por aquí…

No me preocupa demasiado el viejo millonario. Os garantizo que ha visto suficiente mundo como para no preocuparser por dónde puede haberse metido en un tren con unos cuantos vagones.

Lutien levanta la mano y señala la copa de alcóhol que tiene el hombre que juega a las cartas y que tiene la nariz roja.

Quiero una o dos como esa y espero que mis compañeros también.-Mira a Muriel y a Julius.-Perdonen sus excelencias que no use su extraño lenguaje victoriano, pero mi vida ha tenido demasiado reveses como para tratar de parecer educado a estas alturas.-Lutien cierra sus puños y se pueden ver las letras palabras "amor" y "odio" tatuadas en los dedos. Y sin necesidad de que el camarero se vaya continúa la charla-Muriel, pareces la mejor informada sobre nuestra misión. No tengo mucha cultura y me cuesta leer, así que no hice mucho caso al informe que nos dieron en la Sociedad porque supuse que me acompañarían gente letrada como vosotros. ¿Cuál es nuestro objetivo?

Pues, sinceramenre, no creo saber mucho más que usted -digo mientras echo un vistazo a la carta-. Combustión espontanea, pueblerinos asustados... Usted sabe más sobre estas cosas que yo -Arqueo una ceja y sonrio suspicaz.

Por otro lado, no se me ocurre demasiados imaginarios con poderes relacionados con el fuego capaces de hacer algo así -Lo medito un rato-. ¿Quizás una Salamandra? No sé si podrían llegar a controlar el que la ropa no se quemase. Cordelia no parece capaz de transformarme en agua sin empapar por completo mi vestuario.

Durante un momento mi mirada se pierde en el reflejo de las copas que hay en frente mio.

No sé que pensar... -susurro de forma casi inaudible.

Recuerdas haber visto en uno de tus sobados pergaminos, en busca de una forma de separarte de la extraña criatura. Encontrastes poderes relacionados con la mente que podian provocar la deflagación de las personas o gente con poderes como la pirokinesis(la creación de fuego) aunque te parece más problable lo primero. Lo llaman combustion espontanea. Cuyos episodios terminan con la victima entre llamas, pero que no ocurre nada alrededor... Eso si, jamás se ha presentado casos simultaneos o cercanos. Son rarisimos...

Recuerdo vagamente haber leido algo relacionado con poderes mentales capaces de provocar la deflagación de personas -prosigo tras un rato de profunfa meditación-. Pero, ¿casos simultaneos o tan cercanos? No, nada parecido. ¡Esto es algo verdaderamente extraño!

Parece que uno de esos monstruítos que tanto os gustan ha perdido la cabeza. En fin ...-Lutien levanta el ala de su sombrero con gesto de incomprensión.-Ésta es una de las pocas fábulas que estoy dispuesto a exterminar.

No nos precipitemos -digo con cierto recelo ante las palabras de Lutien, que caen como una losa sobre mi. "Exterminar". No sé si puedo hacer algo así. Después de casi cuatro años con Cordelia en mí... Las Fábulas no me parecen muy distintas a las personas-. Quizás podamos contenerlo. Puede que solo esté asustado o perdido. Ni siquiera sabemos qué es.

De acuerdo, Muriel. Si se sienten más cómodos usando los nombres de pila no tengo ningún problema en que me llamen Julius.

Parecía que ninguno de sus compañeros tenía mucha más información que él.

Yo tampoco he oído de ningún caso similar. No cabe duda de que no será un trabajo facil.

Cuando Arcturus Brownbeach encuetra la mesa de sus compañeros, saluda al ahora despierto lord con ceremonia. Sin embargo, su atuendo ya no es el de un noble inglés, sino el de un humilde y embrutecido campesino, y su barba está despeinada que choca con su refinado comportamiento.

Ah, veo que nuestro amigo ha ddo por finalizado su paseo nocturno por el mundo donde las fábulas son la única realidad. Discúlpenme mi ausencia... todos menos usted, Lutien; no creo que le atraigan las estrictas sutilezas del arte muerto del protocolo.

Cuando encontré el restaurante y volví a buscarles me encontré con que se habían marchado, así que aproveché para cambiarme. Les ruego que en adelante me traten por el nombre de Max, pues tan sólo seré un anciano granjero que regresa a su hogar tras acordar los pormenores de su herencia con un abogado londinense. Desde que slgamos por la puerta de éste tren, no nos conoceremos de nada.

Al sentarse, el extraño personaje hace un gesto de comprensión al joven francés, cuyo estilo directo y honesto es una rara reliquia para él, mostrándole en silencio su apoyo.

Pronto viene un camarero a tomaros nota, con un aire especialmente estirado, con su levita parece miraros desde las fosas nasales, aunque su parece que no corresponde a su acento ingles, que parece algo tocado y parece algo dificultoso para él:- Buenos tardes, señores, me encantara recoger vuestras peticiones, ... por favor si sois tan amables-.Se va en cuanto le decis eso, se dirige a la cocina y apunto esta de caerse por culpa de la pierna de uno de los jugadores... a los que dirige una mirada algo enfadada. 

Pronto los jugadores dejan de jugar, y con grandes risotadas hacia el camarero, con terminos como emperifollado, deciden irse del restaurante. Parece que ya llevaban más tiempo que vosotros. Pero uno de ellos, el que esta visiblemente más borracho termina cayendose, al lado de Muriel, agarrandose a vuestra mesa y derribandola después de un trastiballeo. Aunque en un principio pensais en ayudarle, veis su mirada de mal humor... Parece que ha perdido tanto como para que se le pasara el buen humor del alcohol. Y os dejan alli en el restaurante más tranquilos.

Los profesores hablan en susurros de los malos habitos de la gente de hoy en dia. Y la familia sigue en la lucha por hacer parecer que no hacen caso al niñato, que ha decidido luchar berrido partido por sus peticiones...

¡¡Habrase  visto!! -exclamo con indignación extrema, mientras aliso el faldón del vestido sobre mis muslos-. ¡Menudos modales!

Y, dígame, sr. Brown… Max -prosigo la conversación cuando todo está más calmado-. ¿A qué viene ese cambio de identidad? -susurro.

Lucius lanza una mirada furibunda al borracho que se marcha, mientras coloca la mesa de nuevo en su sitio.

Muy bien, señor... Max - dice sonriendo de nuevo - He de decir que es todo un placer conocerle, he oído hablar mucho de usted.

Arcturus ha sacado a colación - de una forma adecuada a su reputación - un punto interesante. Sería util determinar cual iba a ser su fachada una vez llegasen a su destino. Pero ya que Muriel había hecho su pregunta, prefirió dejarle hablar a él primero.

La acogida de los lugareños no tiene por qué ser amable. Usualmente se ha visto que traten de solucionar sus problemas ellos sólos, celosos del exterior, y unos hombres -y dama- de ciudad son para ellos fuente de desconfianza. Podrían incluso verles como el mismísimo origen de sus males. Por eso me he tomado la licencia de adoptar ésta... identidad. De ésta forma pretendo animar reacciones positivas y amortiguar recelos.

Es usted brillante, sr. Bro… Max. Lo siento no me acostumbro -digo con cierto azoro-. Aunque he de reconocer que creía que seguiríamos con la comedia preparada por la Sociedad -susurro levantándome el pequeño y negro velo-. Quiero decir, que si hemos de ir de pueblerinos deberíamos hacerlo todos juntos. ¿No cree? A demás, hasta la gente de campo sabe arreglarse cuando va a recibir dinero.

Creo que me parece más creíble lo del entierro... -tratando de resultar lo más moderada posible prosigo en un tono casi inaudible-: Si usted finge que vuelve al hogar, levantará sospechas. En los pueblos se conoce todo el mundo. ¿Ve a donde quiero llegar?

Bueno, yo no me preocuparía por eso. Si "Max" se merece la mitad de la fama que tiene, no creo que tenga ningún problema en valerse por su cuenta.

Por otro lado, quizá deberíamos concretar un poco más la imagen que vamos a dar los demás una vez lleguemos allí. Por ahora parecemos bastante heterogéneos, y simplemente las diferencias en nuestra forma de hablar pueden parecer extrañas a la gente - dice Julius mientras pasa la mirada de Muriel a Lutien.

El camarero regresa con vuestros pedidos con una ligera sonrisa forzada:- Que les aproveche señores-y espera a que le deis el dinero... Todos pagais, pero cuando llega a la señorita Muriel, se da cuenta de que no lleva el monedero. Mientrás busca se da cuenta de que se han llevado tambien la llavecilla de la maleta y tambien la del señor Lutien, que parece ensemismado en sus cosas... El camarero le mira impaciente, mientrás pregunta:- ¿Algun problema señorita?-

Comprendo sus desvelos, señorita, pero yo no soy natural de éstas tierras, sino un highlander escocés nacido a las afueras de Glasgow. Vengo aquí a pasar mis últimos días, cansado ya del clima de mi patria. A los aldeanos no les preocupará mi nacionalidad; más les inquietaría si fuera galés.

¿Entierro, dices? A los viejos como yo no nos gustan los entierros; al próximo que asista será al mio.