Partida Rol por web

PNJOTIZADO.
 

Iniciativas:

Richard:
Arthur:
Luke: dispara a atacante
Atacante: dispara a Luke

Te diste cuenta que junto a tus pies había un paragüera metálico y un macetero con varias piedras en su interior (sueltas, sobre la tierra de una pequeña planta que asomaba).

Tras ver como se desprendían las esquirlas de piedra de la columna, tras el impacto de la bala, me volví a cubrir tras la misma, tropezando con algo en mis pies. Un paragüero metálico se volcó en el suelo junto a una maceta que tenía una plantita que sobresalía junto a un palo!! muy pequeño... no vale ni para lápiz y unas cuantas piedras decorativas.

Si el palo fuese más grande... mucho más grande... enorme.... Volví a mirar la maceta. Las piedras!!!

Estaban sueltas, así pues cogí las que pude sostener en mi mano y tan rápido como pude, empecé a apedrear al loco de la pistola al verle que se fijaba esta vez en Luke. Con suerte le doy en un ojo y se le acaba la tonteria.

Al encogerme mas tras el mostrador encuentro un pisapapeles caído a mi lado. Lo recojo para aprovecharlo como un proyectil.

Poco a poco me asomo por el lado buscando alguna posibilidad de tirárselo.

No lo dañare pero puede hacerle cometer un error y que Luke lo pueda aprovechar.

Lo visualizo un instante y lo lanzo hacía él.

Castle, apoyada su espalda en la columna, tomó la piedra y apedreó al tipo. Le lanzó, literalmente una piedra, tomándola de un macetero cerca de donde estaba cubierto. Sin embargo, el lanzamiento pareció no ir muy directo, y golpeó en la pared interior. Tras ello, desde la esquina de la barra-mostrador, un agachado Arthur lanzó un pisapapeles allí caído. Se giró en su particular refugio y ¡¡PLAFF!! el pequeño pero contundente objeto impactó en el brazo del tipo... Finalmente, el piloto Luke disparó por última vez... ¡¡BANG, BANG, BANG!!

Los disparos de Sullivan provocaron que el tipo muriese en el acto. Había sido acribillado, pues la última ráfaga había llegado a parar a su pecho. Tras caer muerto, el cadáver arrojó el arma de su mano, asida a ella. Luego se escuchó únicamente el crepitar de chillidos en el exterior de la oficina (fruto del pánico por los sucesos de dentro), y un solemne silencio acto seguido.

PNJOTIZADO.

¡Hijo de perra! -Luke, que parecía calmado hasta el momento, había como despertado-. No sabíais que tenía un arma encima, y tampoco es que hasta ahora había habido ningún control preciso que la hubiera advertido. ¿Quién c*** es este tio? -gritaba mezclando euforia, asco y tensión aún-.

Sirenas... sirenas de fondo, del exterior. Cada vez más cerca. Las bocinas atravesaban las estrellas calles de Pisco y llegaba a vuestros oídos...

Al oír que nuestro atacante ha caído intento levantarme poco a poco atento a si aumenta el dolor o la hemorragia de la herida.

Sigo con la vista la trayectoria de la piedra que acababa de lanzar. Con una parábola casi perfecta la veo pasar a varios metros del sujeto. Por esto me metí a escritor y no a jugador de beisbol
Pude ver como Arthur lanzó algo que si impactó sobre aquel tipo, Desastibilizandole lo suficiente como para que Sullivan le acabase derribando a tiros.
Cuando le vi desplomarse, salí de detrás de la columna y corrí hacia el tipo, retirando el arma con mi pie de su vera.
Me fije en su rostro... Su tatuaje... Rápidamente cogi mi cámara y le saque un par de fotos. Oí las sirenas acercarse y corrí junto a Arthur para ver como estaba y auxiliarle.
Como estás? pregunté agachandome a su lado. De mi pantalon saqué un pañuelo y empecé a dudar si dejarselo y que presionase él sobre la herida o si hacerlo yo...

Mientras estoy dudando si probar a levantarme o no llega Richard ofreciéndose para ayudarme a levantarme.

– Muchas señor Richard, – ayudándome en él para incorporarme y salir de detrás del mostrador. – Parece que no ha sido tan grave como temí en un principio.

Doy los pasos muy cuidadosamente pendiente de si sangrara mas la herida acercándome a mi otro compañero.

– Y a usted señor Luke, seguramente estaríamos los dos muertos sin usted.

PNJOTIZADO.

De nada -respondió Luke-. ¿Ésto es así siempre aquí? -dijo con cierta ironía-. Miraba entonces al cadáver del tipo, con asco, mientras guardaba su revólver.

Arthur, no soy médico, pero quizás deberíamos ir a un hospital a que te viesen eso... Aunque eso suponga que nos tengan encerrados durante horas preguntandonos por el loco este. Aunque... Si decimos la verdad.. Que vinimos a mandar una carta y el loco entro y se puso a dispararnos.... No creo que nos retengan mucho. Ademas, los papeles de mi mochila son mis notas para mi proximo libro... Tu diras Arthur, es tu salud pero no voy a dejarte tirado. las sirenas sonaban cada vez mas proximas. Ayude a Arthur a manternese en pie mientras decidia.

Asiento agradecido ante sus palabras.

– Creo que tienes razón, Richard. No tenemos nada que ocultar. Nos ataco sin que hiciéramos nada por provocarlo y el empleado lo vio.

– Tampoco tenemos la opción de desaparecer, en nuestro país separándonos al salir difícilmente nos identificarían. – Intentando sonreír irónicamente aunque me sale mas bien una mueca. – ¿Cuantos extranjeros habrán ahora aquí? No necesitarían precisamente a Sherlock Holmes para dar con nosotros.

– Ademas, – sacando un instante la mano ensangrentara, – no puedo negar que me preocupa. Se perfectamente el daño que hacen las armas. Me aliste voluntario en el Ejército Belga durante la Gran Guerra.

Tras unos instantes esperando, un coche oscuro color negro y lleno de barro por los bajos aparcó con un fuerte frenzao delante de la oficina de Pisco. También se oían dos caballos acercarse a la puerta. Acto seguido, en un descomunal silencio tras un "quieto todo el mundo"*, se personaron cuatro hombres. La bocina había callado ya y los tipos, que pertencían al cuerpo de la guardia republicana, entraron con armas entre sus manos, apuntando a todos cuantos estábais (tres tipos, vosotros, en medio de la sala, un cadáver y un par de empleados asustados tras el mostrador. Algún otro se había escondido en un pequeño almacén).

Dos de los hombres vestían guantes blancos y polainas negras (los que habían acudido en montura), mientras que el personal policial de tropa de la Guardia Civil (que había llegado en vehículo) portaba un uniforme hecho de gabardina, color beige, y llevaban un sombrero de fieltro... Fue entonces cuando os observaron y apuntaron.