Partida Rol por web

Abren la puerta del callejón justo para ver cómo el hombre, al haber encontrado la puerta atrancada está comenzando a trepar por la escalera de incendios. Los zombies agitan la valla y gritan ante la perspectiva de más comida.

Sin duda el ruido atraerá más. Tienen que actuar, rápido.

Daniela, furiosa se acerca manteniendo una distancia prudente a los zombis y estira la mano con toda su fuerza intentando clavar el cuchillo a través de la valla en lo mas profundo de la cabeza de uno de los zombis.

Arthur vio como la puerta se abría y de ella salía una mujer con aspecto de profesora. La mujer empuñaba un cuchillo, lo cual encontró bastante fuera de lugar dado su aspecto, y sin pensárselo dos veces intentó clavárselo en la cabeza a uno de esos "borrachuzos". Aquella persona sabía lo que se hacía y al parecer estaba arriesgando su vida descubriendo su escondite y atacando a las criaturas para ayudar a Arthur. No se podía creer la buena suerte que estaba teniendo en estos tiempos en que tanto escaseaba.

Se bajó de la escalera de incendios, algo avergonzado por haber sido sorprendido huyendo y se dirigió a la mujer.

¡Vamos dentro! El jaleo sólo atraerá más de estas criaturas y créeme cuando  te digo que la ciudad está llena de ellas.

Al ver que todo parecía estar controlado simplemente se mantuvo alerta por si algún muerto se les acercaba demasiado. Se fijó en los vehículos próximos a la valla sin dejar de apuntar con su arma a esas cosas.

- ¡Vamos dentro!

 El hombre ve una posible vía de escape por las escaleras, pero al ver a las mujeres y volverse hacia ellas, Beatrice le alienta con la mano a entrar. Sin embargo, a pesar de querer buscar la seguridad en el interior del edificio, hay algo con lo que no está conforme de seguir ese plan a rajatabla. 

 - No podemos volver dentro y dejarlos aquí. Están haciendo mucho ruido. ¡Hay que matarlos o atraerán a otros! ¡Colin! - Lo llama a tal tarea. Podía ser un círculo, esos dos atraen a otros, y esos otros a más, y así hasta tener encima a todos los zombis de la zona y verse encerrados. Por otro lado, alguien debía vigilar al hombre que acababa de llegar, comprobar que no fuera un peligro, aun estando vivo. 

 - ¡Tú! ¿Te han mordido? - Pregunta directamente al desconocido, mirándole la pierna. 

Colin deja la pistola enganchada en su cinturón y se aproxima a la valla. A través de los agujeros comienza a clavar la barra en las pútridas cabezas de los zombis mientras vigila que la valla no ceda, su seguridad es lo primero y no piensa correr riesgos innecesarios.

- ¡Ayudadme o no acabaré nunca!

Ataco a otro. A todos los que pueda.

este tipo de tiradas van solo para director, o lo estoy haciendo mal??

Ejem

vale, pero entonces ellos no ven la tirada... no?

Todo sucede muy deprisa, a pesar de su edad Daniela es la primera en reaccionar con su cuchillo cebollero en ristre acomete a una de las criaturas con un tajo largo, que consigue cortarle un par de dedos de una de las manos, lo que le hace gruñir de rabia.

Tras un breve intercambio de palabras con Beatrice, Colin se une a la refriega con su palanca de acero, con asombrosa precisión clava la punta de la barra en la cabeza del segundo zombie, provocando un pequeño chorro de sangre semicoagulada y pestilente.

La criatura cae, totalmente inmóvil. Sin embarlo el otro vuelve a gruñir y comienza a trepar la valla, mientras la va lamiendo lascivamente.

Logré herir al zombie. A penas le corté unos dedos. Por supuesto, esa no era la idea. Pero los años me pesan, apenas puedo cortar la cebolla. Lamentablemente ya no estoy para hacer el trabajo duro yo sola. Por suerte estoy acompañada.

El autoestima de Daniela se había bajado, entró en pánico al darse cuenta que no era lo suficientemente fuerte para defenderse sola.

De repente, tomó coraje y el rostro de Daniela se pone furioso y sus movimientos son bruscos. Hablando fuerte: -VOY A TERMINAR LO QUE COMENCÉ!!-

Acto seguido se agacha intentando rematar al zombie que calló al piso, esperando que sus compañeros se encarguen del otro.

Apunta a su cabeza, teniendo en cuenta que el zombie está inmovil, para terminar el asunto.

Viendo el coraje demostrado por la profesora de secundaria y el chaval recién aparecidos enfrentándose a aquellos caminantes, l avergüenza sustituyó al miedo que nublaba su pensamiento.

¡Qué carajo!¡A por ellos!

Descendió de un salto de la escalera de incendios y con su bate de cricket empuñado con ambas manos decidió ayudar a la mujer con el "borrachuzo" que quedaba en pié.