Partida Rol por web

Yi Fan asiente con gravedad.

Nos retiraremos, pero en cuanto salga el sol vamos a volver de nuevo aquí. Exploraremos las calles de esta zona y memorizaremos su situación en busca del mejor lugar para tender nuestra emboscada.

El exiliado de Dindavara comienza a caminar a buen paso fuera de los Barrios Centrales, meditando sobre el hecho de que ni siquiera conocen la descripción de su objetivo.

Si Asceltis no les proporciona más información mañana tienen muy pocas posibilidades de completar este encargo con éxito...

Volvéis al Grifo Ardiente y pasáis la noche en vuestras respectivas habitaciones. No dormís mucho, puesto que al amanecer os encontraréis de nuevo en el salón de la posada.

Yi Fan está tomando su acostumbrado té cuando Areth baja bostezando por las escaleras. Os saludais y termináis el desayuno. El posadero empieza a recoger los platos cuando escucháis unos pasos que se acercan a vosotros. El suelo retumba como si un gigante acabase de entrar en la posada, y la expresión de terror del posadero no parece desmentirlo.

Os volvéis para encontraros con un hombre alto y musculoso, pero en absoluto tan grande como habíais imaginado por el sonido de sus pisadas. Una estrella de siete puntas está tatuada en su oscura frente, y de su costado pende un enorme alfanje.

El hombre se dirige directamente hacia vosotros, ignorando al posadero, que se retira rápidamente.

- Yi Fan, supongo. Y tú debes de ser Areth Dhalbach. - Os recorre con la mirada, evaluándoos sin el más mínimo pudor. - Me envía Asceltis para hablar con vosotros. Al parecer tenéis un encargo que realizar esta noche y necesitáis algo más de información.

Su voz es grave y seca, y os habla sin el más mínimo rodeo.

- El hechicero en cuestión es una mujer, llamada Jezzabel. Una stormtongue, hechicera de las palabras. Conoce el nombre del viento y del rayo, y es capaz de invocarlos pronunciando una simple palabra. Lleva una ligera armadura en el torso y una fina espada en el costado. Por suerte para vosotros, está herida y sus alas no están en muy buen estado, así que no podrá volar.

Os hace un gesto, impaciente.

- Si ahora me acompañáis, os llevaré a la zona donde se dirigirá al salir del Gremio, en los Barrios Medios.

apuro rapidamente el desayuno y hecho un trago largo. Me limpio con la manga, y me levanto de un salto de la silla.

Dirigiendome al ser de pisadas de hierro dejo caer un:

No me digais más, vos también os cobijais de los truenos, verdad?

Hago un gesto increpando a mi compañero:

Vamos Yi, tengo ganas de acabar con esto cuanto antes.

Y espero que sea rápido y sin mayores problemas... me estoy empezando a cansar de todo esto. Y más le vale a Asceltis cumplir, porque por los siete ríos que si no cumple...

Contacto de nuevo con Fawkes.

oye, Fawkes, ¿Te suena una tal Jezzabel? Por lo visto vamos a tener algún tipo de relación con eso... ¿ y que me puedes contar sobre las estrellas de siete puntas? Tengo aquí a una mole con eso tatuado, y me da muy mala espina...

El nativo de Dindavara saluda a Alder con una leve inclinación de cabeza y escucha sus explicaciones con atención, como si meditase sobre lo que el hombre del alfanje les revela de su víctima.

Después apura su té, se levanta echándose al hombro es estuche de su koto y hace una ligera reverencia de despedida al posadero, al cual, por su expresión, le incomoda sobremanera.

Se dirige al guerrero calvo:

Seguiremos tus pasos. Muéstranos el camino.

Yi Fan sigue a los dos guerreros fuera del Grifo Ardiente, pensando para sus adentros que el hombre de la frente tatuada debe trabajar para o con Asceltis, por lo que le conviene mantener una relación cordial con él. Sin embargo, le incomoda que completos desconocidos sepan de él, de su nombre, y del lugar donde se aloja. El exiliado vuelve a recordarse a sí mismo que en cuanto le sea posible debe conseguirse un lugar donde poder esconderse, un lugar que no conozca nadie más que él, en caso de que algún día sus "aliados" se conviertan en enemigos...

Pero para conseguirlo, necesitará mucho oro. Oro para alquilar por medio de otros una casa segura, mantenerla y que no despierte sospechas de nadie. Y para obtener ese dinero, debe seguir trabajando para Asceltis.

Pero otro problema más cercano le ensombrece los pensamientos. Areth. Su actitud de esta mañana sigue siendo igual de despreocupada que la de ayer. ¿Es que acaso no aprendió nada de lo sucedido?
Sin duda lo exaspera. Es como tratar con un niño maleducado. Tendrá que intentar encauzarlo por el camino adecuado si quiere llevar a cabo con éxito el encargo.

Y ahora que sabe que se trata de una mujer, Jezzabel, el encargo le incomoda. Nunca ha matado a una mujer, y aunque en esta ocasión no es lo que le piden, no es de su agrado.
Debe recordarse que en caso de hechiceros, las diferencias entre hombres y mujeres no existen.
Todos son igual de peligrosos.

Notas como el gato se despereza antes de ponerse en contacto contigo.

- ¿Jezzabel? Ni idea ¿Tienes algún dato más? Sobre la estrella de siete puntas, si no recuerdo mal es el símbolo de los sacerdotes de Ironbone.

Con sus zarpas delanteras araña la madera de una viga en el techo de la posada.

- ¿Nos ponemos ya en marcha? ¿Después de la que liasteis anoche que casi no me dejasteis dormir? ¡No se te puede dejar solo!

El hombre calvo se queda parado en la puerta de la taberna y, súbitamente, mira hacia el techo donde un enorme gato se despereza extendiendo sus garras delanteras.

- Dahlbach, será mejor que le digas a ese gato tuyo que si tiene algo que decir lo haga en voz alta. Y de paso, que se mantenga lejos... No me gustan los gatos... ni los magos.

Diciendo esto se pone en marcha hacia los barrios medios. Camina tan bruscamente como habla, apartando a la gente a empujones las pocas veces que algún descuidado se cruza en su camino. Avanza deprisa, dando toda la impresión de conocer la ciudad como la palma de su mano, y en ocasiones os cuesta seguirle el paso. Finalmente se para en seco.

- Hemos llegado. Esta es la zona donde vendrá vuestro objetivo. No sabemos el lugar exacto al que se dirige, pero no hay muchos caminos desde el Gremio de Encantadores hasta aquí. Explorad todo lo que necesitéis, luego os acompañaré al lugar donde tendréis que llevarla. - A grandes zancadas, se dirige hacia la esquina más próxima. - Si me necesitáis, estaré aquí.

Miro con escepticismo a esa gran mole y digo:

-Si Asceltis juega al misterio es justo que yo esconda mis cartas, no crees?

Miro con la mirada perdida y añado:

Gracias por la información. Si puedes síguenos, te necesitaremos.

Siguiendo a la gigantesca mole me fascino con todas las inmensas obras de la ciudad. Grandes torreones, casas de piedra de varios pisos, amplias avenidas...

Oye, Yi Fan... ¿alguna vez has estado en un sitio así? Es realmente impresionante...

Areth se separa ligeramente, ensimismado en sus pensamientos y silencioso, por una vez. Ves como el grandullón se empieza a impacientar y se acerca a ti con paso decidido.

- Por tu reacción vi que no te hizo gracia que vuestro blanco sea una mujer. Asceltis me advirtió sobre ello - sonríe cínicamente al ver la expresión de disgusto que no consigues controlar ante su última afirmación. - No sé en tu país, pero aquí las mujeres son tanto o más peligrosas que los hombres, así que los gestos caballerescos es mejor dejarlos para los bailes de salón.

Se da la vuelta para dirigirse de nuevo a la esquina, añadiendo -... Daos prisa, no tengo todo el día y aún hay otro lugar donde tengo que llevaros. Luego podréis explorar el camino desde aquí al gremio, creo que habrá varios buenos lugares para tender una emboscada.

Fawkes os ha ido siguiendo todo el camino, caminando por los tejados. Mientras paseas por la zona donde os ha llevado el misterioso hombretón, el cual aún no se ha presentado, caes en la cuenta, se comunica contigo.

Areth, mira esta calle. Está llena de comercios, salvo por una pequeña casa. No sé por qué, pero hay algo en ella que me pone nervioso, como si algún mago viviese en ella.

Te acercas a la calle que te ha indicado y no te parece ver nada raro en ella. Los comercios están abriendo a estas horas y aún no hay clientela en ellos. En la casa hay luces que evidencian que sus habitantes ya están levantados.

Aunque es posible que me equivoque, con ese grandullón paseando por aquí. ¡Él si que me pone nervioso! ¡¡MEEWW!!

Mirando al hombretón musito, con la vista perdida en las calles.

Si hay algo que puedas hacer por nosotros, sacerdote. Precisamos que, si eres tan amable, busques alguna calleja por las cercanías y compruebes las entradas por las alcantarillas. Además necesitaríamos una descripción del sujeto.

Me giro del todo, y con una sonrisa digo:

Nos ayudaría mucho que lo comprobases cuanto antes. Tómate tu tiempo si es necesario.

Comunicándome telepáticamente con Fakwes "pienso":

Tranquilo muchacho. Tómate tu tiempo. Espera a que el sacerdote se aleje un poco, respira hondo, y héchale un vistazo a esa casa. Eso sí, ten mucho cuidado, ¿quieres? No tengo ganas de que ningún mago te fría. Por cierto, seguramente... estén interrumpiendo nuestra conversación... pero, que demonios, ¿que sabes sobre los ironbone?

La mano del guerrero salta como una centella hacia su alfanje. Un instante después lo enarbola amenazadoramente hacia Areth. Sus movimientos son increíblemente rápidos para alguien de su tamaño, pero parece pensárselo dos veces antes de golpear.

- Vuelve a llamarme sacerdote, gusano, y te rebanaré el pescuezo como a la alimaña que eres. Es la primera y última vez que te lo digo. Tienes suerte de que Asceltis te quiera vivo, porque de otra forma ya estarías muerto. Será mejor que bajes tú a las alcantarillas, con el resto de las ratas y así desparezcas de mi vista al menos por un rato.

Su mirada, completamente inyectada en sangre, se clava en el mercenario con un odio más allá de lo racional. Tal vez no sepáis por qué, pero todo su cuerpo indica que está a punto de atacar y algo os dice que no es un espectáculo que os gustaría ver... Y menos siendo el blanco de su ira.

 Y allá a donde voy, haciendo amigos, como siempre!

Suspiro, intentando calmarme y evitar que mi lengua me traicione, tal y como suele hacer. Tras senerarme digo:

Sería una buena idea que bajáseis el arma, "caballero". No pretenderá que toda la guardia de Uldnach nos agujeree con sus picas, ¿verdad? Seamos razonables y dejemos el orgullo aparcado, pues lo que hacemos no haría felices precisamente a nuestras madres. Y mis más sinceras disculpas, pero no conocía esa fobia al sacerdocio, y me dejé guiar por el conocimiento ciegamente. Así que si os parece, seamos rápidos y profesionales.

Me alejo un poco del hombre, por temor a un posible embate e increpo a mi compañero, en voz baja:

Yi, he encontrado una casa sospechosa por una de estas calles, y también tenemos que mirar las alcantarillas. ¿Te parece empezar por la inmundicia? Sumado al calor de estos días no debe ser un lugar especialmente apeticible... Pero es posible que sea el más seguro que tenemos para movernos.

¡Diablos con el maldito! ¡Es rápido! Será mejor que tenga cuidado con él en el futuro. Lo último que necesito son enemigos en una ciudad que desconozco.

Durante el trayecto hacia los barrios medios de Uldnatch, Yi Fan rememora las palabras de Asceltis.

A partir de última hora de la tarde viajará desde el Gremio de Hechiceros a un lugar por determinar en los barrios medios.

Después, al llegar al destino que el hombre tatuado les ha conducido, escucha sus palabras.

Hemos llegado. Esta es la zona donde vendrá vuestro objetivo. No sabemos el lugar exacto al que se dirige, pero no hay muchos caminos desde el Gremio de Encantadores hasta aquí.

Planificar la emboscada es como enfrentarse al enemigo en la guerra. La elección del campo de batalla es un factor decisivo en la victoria. O en la derrota.
Éste es el lugar donde deben atacar. No en los Barrios Centrales o en las inmediaciones del Gremio de Hechiceros. Aquí las posibilidades se inclinan un poco en el favor de los atacantes.

Entonces tiene lugar el enfrentamiento entre los dos hombres. Ambos están a punto de matarse por nada, por una estupidez. Yi Fan los observa con gesto serio, y sin enarcar una ceja, hasta que las armas vuelven a ser envainadas y retorna la calma tensa entre Areth y Alder.

Su rostro no lo demuestra, pero el exiliado de Dindavara no puede evitar un ligero suspiro exasperado. Desenvainar un arma para no utilizarla es, desde el punto de vista de Yi Fan, una muestra de debilidad. Además, le ha permitido conocer algo de las habilidades como guerrero de Alder, así como saber que es fácil provocarle y ponerle furioso, lo cual es un punto débil a aprovechar.

Sus pensamientos son interrumpidos en el momento en el que su compañero de crimen le sugiere el explorar las alcantarillas.
Como respuesta, Yi Fan le entrega a Areth su pequeña lámpara de aceite.

La necesitarás. Yo quiero familiarizarme con las calles.

Y dicho esto, echa a andar.

cojo la linterna y hago un gesto de agradecimiento a Yi Fan.

Muy amable. Nos veremos en 10 minutos en aquella calleja, así de paso echamos un trago para recuperarnos de este maldito calor. -Me desabrocho varios de los botones de la camisa mosquetera-Por los 7 ríos, ¡vamos terminar cocinados! Las alcantarillas son importantes, podemos desplazarnos a otro punto de la ciudad sin, si todo sale bien, sospechas, y avanzar desde otro punto. Si consiguiésemos unas ropas ajadas que le cubriesen la cara podríamos fingir que acompañamos a nuestra amiga borracha a su casa. Nos quitamos todas estas armaduras y con algo de ropa normal no deberíamos tener problema en llevárnosla.

Me doy la vuelta, y con el dedo índice en alto añado:

Ah, Yi Fan. Deberíamos hacernos con algunas clavas de buen tamaño para evitar cortar el jamón antes del invierno, ¿no crees? Intentaré hacer un mapa del sitio...

Solventadas las dudas me dirijo a una alcantarilla que esté en un callejón o lo más escondida posible.

Yi Fan observa alejarse a Areth de camino a investigar los subsuelos de estas calles. Pero él tambien tiene trabajo que hacer y se pone en marcha. Sin embargo, al pasar al lado de Alder, susurra:

Si alguien dispusiese de un plano de las alcantarillas de esta sección de la ciudad, las posibilidades de tener éxito en nuestro empeño serían mucho mayores.

Dejando al hombre tatuado pensando en lo que acaba de decir, Yi Fan se dedica a explorar las calles próximas, familiarizándose con ellas, con los detalles que le pueden resultar útiles, memorizándolas. Previendo cómo cambiarán cuando llegue la noche.

Al pasar junto a una poza de agua, contempla su reflejo en la cristalina superficie. Sus finos ropajes grises y negros destacan demasiado. Para esta noche más le valdrá hacerse con una vieja túnica holgada y deshacerse de sus colores, a pesar del significado que tienen para el exiliado...