Partida Rol por web

Biza parece algo más animada que la última vez que la viste, enfadada justo antes de salir de casa. Camina más erguida, como sí se hubiese quitado un peso de encima.

- No, todo está bien... - contesta antes de mirar de reojo al pasillo. - ¿Qué le pasa a Irina? Estaba bastante rara...

Desde la habitación donde se encontraba, Ilsa observó el tejado del edificio riendo entre dientes. Una vez terminado el examen, comenzó a caminar por los pasillos, dirigiéndose al patio interior. Después de pasar unos minutos en él, comenzó un nuevo trayecto, esta vez hacia el exterior por fin. Desde la entrada, inició un rodeo al edificio del hospital, fijándose en las calles menos transitadas, mientras vigilaba atentamente que nadie la siguiera...

Bordeas el edificio sin llegar a ver a ningún perseguidor. En las calles te llama la atención ver que el hospital está comunicado con el Gremio de Físicos por un pasillo que, a modo de puente, une los dos edificios. Admiras el trabajo de los constructores de ambos edificios, pues varias generaciones de tu familia pertenecientes al gremio de Masones te han enseñado a apreciar el valor de este tipo de cosas.

En un momento en que no ves a nadie a tu alrededor, das un pequeño salto al tiempo que despliegas tus alas. Remontas el vuelo por encima de los edificios y oteas las calles mientras preparas algún conjuro para protegerte. Sin embargo no ves nada que te llame especialmente la atención.

Ilsa llevaba varios días sin volar. Para Ilsa no había nada como aquella sensación. La absenta podía igualarlo, pero era sin duda algo más enfermizo y vil. No obstante, volar tenía una pureza etérea que solo los elegidos podían sentir. Y ella era una de ellos. Recordó cuando de niña soñaba que podía poner un pie en el aire y elevarse, recorrer las calles. Ahora eso era real. Agitó sus alas con suavidad, disfrutando de los cambios de viento, y pensó en su protegida, Diana. Su cuerpo equino le producía una sensación pegajosa y... terrenal que le repugnaba. Tengo que darme prisa.

Después de unos primeros instantes deleitándose en el aire, observó el tejado y trató de posarse sin ser advertida por los transeúntes. En la Escuela le clavaron en la mente la norma elemental del vuelo: evitar que la sombra alerte al enemigo, así que puso todo su cuidado en aterrizar adecuadamente.

Diana se encoge de hombros, sin perder la sonrisa.

-No se, pero se ha puesto asi de rara un poco antes de que tu llegaras.-dice mirando a la sirvienta alejarse por el pasillo. En cuanto desaparece, se vuelve a girar hacia Biza.-¿Hay novedades?-le pregunta.

Segura de que nadie te sigue, aterrizas unas cuantas calles más allá del gremio de Físicos, asegurándote así de que nadie podrá encontrar tu rastro. Exultante tras el vuelo, te diriges de vuelta a casa a paso ligero.

Sin embargo, cuando estás a mitad de camino, dos conocidas figuras salen de una calle unos metros delante de ti. Eric y Stepjan caminan precipitadamente en tu misma dirección. Tu sirviente, sorprendido de encontrarte en la calle se acerca corriendo hacia ti.

El criado parece cansado, aunque teniendo en cuenta que se ha pasado todo el día en la Plaza del Consejo no resulta de extrañar.

- Mi señora, me alegro de encontrarla. La reunión del Consejo ha concluído y el maestro Rowan me ha pedido que usted y el oficial Eric vengan a su casa lo antes posible.

Recuerdas que tu maestro siempre alquila una casa en los barrios centrales cuando viene de visita a Uldnacht.

-Vayamos inmediatamente, Eric. Stepjan, pareces cansado, regresa a casa y descansa.

Ilsa también habría deseado ir con él, pero la posibilidad de hablar con Rowan bien valía el esfuerzo.

Se quedó un rato callada. Miró hacia el pasillo. Luego a la centauro. Escrutó con la mirada a ésta intentando adivinar que relación había tras aquella sonrisa y el nerviosismo de la criada. Estaba segura de que había sucedido algo con Irina que Diana se callaba.

Debemos buscar a ese acompañante tuyo, Alex dejó por el momento de lado las suspicacias

Intentemoslo en casa de su familia  esperó de pie a que Diana estuviera lista para seguirla.

Eric observa cómo tu criado te da las gracias y continúa de camino a tu casa. En cuanto te pones en movimiento, camina a tu lado con paso firme, pero dejándose guiar por ti.

- ¿Has averiguado algo en el Gremio de Físicos? No entendí por qué querías ir allí, si Biza ya había estado preguntando por Rhenar. Sin embargo los... acontecimientos... impidieron que pudiese acompañarte para preguntarte. ¿Qué interés tenías en un hombre con una quemadura en la cabeza? Creo que me he perdido algo y me gustaría estar enterado. Especialmente teniendo en cuenta que tanto mi gremio como los Soles están a cargo de la seguridad del hechicero -  Permanece en silencio un momento, avanzando a grandes zancadas y esperando una respuesta.

La centauro se levanta, con sus cascos golpeando el suelo de madera de la lujosa mansión de Ilsa.

- Sí, vamos... Ya estoy aburrida de estar aquí sin hacer nada... - empieza a decir.

La voz de Irina os interrumpe cuando llega airada desde el pasillo.

- ¡Ah, no! La... señorita Diana... - la siempre cortés Irina es incapaz de evitar que se la note reacia a dirigir ese tratamiento a un extranjero - no pude salir de casa si no es acompañada de Ilsa. Lo siento mucho, señorita Carkenna, pero ahora mismo la centauro está bajo la responsabilidad de mi señora. No es que no confíe en usted, por supuesto, pero...

La puerta interrumpe la escusa de la sirvienta al abrirse repentinamente.

Stepjan, el otro sirviente de confianza de Ilsa, entra al recibidor. Por su gesto y su forma de andar, da la impresión de estar agotado.

- ¡Hola! - saluda con su habitual jovialidad. - ¡Señorita Carkenna! ¡Me alegro de verla! Justo ahora acabo de estar con su cuña... - No llega a terminar la frase. Sus ojos se abren como platos al ver a Diana junto a Biza. Alterna su mirada entre la centauro, Irina y la propia Biza, para luego mirar nuevamente a Diana y girar la cabeza alrededor, como si quisiera comprobar que está en su casa. - ¡Vaya! Discúlpeme, señorita. Llevo todo el día corriendo de un lado a otro y el cansancio me ha impedido reaccionar como es debido - dice con una sincera sonrisa, que se acrecienta al ver la cara de enfado de Irina.

- Acabo de estar con su cuñado Eric y con la Señora -  continúa normalmente dirigiéndose una vez más a Biza. - El Maestro Rowan les ha convocado a una reunión en su casa, así que me temo que se retrasarán un poco más.

La mirada de Stepjan hacia la puerta de la cocina traiciona sus intenciones en este momento.

Ilsa caminaba a paso firme por hacia la casa de Rowan. No obstante, después de escuchar las palabras heridas de Eric se detuvo y le miró fijamente a los ojos.

- Biza fue a preguntar por Rhenar. Yo también quería verle... y conocer la ubicación de su habitación, por si fuese necesario. En absoluto dudo de la capacidad del gremio de Soldados, ni de los Soles Azules, para defenderle. Pero, díme, ¿no te parece increíble que dos hechiceros fueran abatidos sin oponer resistencia?  ¿Que uno desapareciera sin dejar ningún rastro? No es normal, Eric. Puede que fuese una emboscada perfecta, pero creo que valía la pena solicitar información sobre cualquier individuo que aparezca con una herida de quemaduras, ¿no crees? Esperemos que los nuestros fueran capaces de marcar las reses. Esperemos. Mis objetivos eran distintos a los de Biza, Eric. Me ha alegrado ver a Balder dispuesto, junto con el otro soldado. Pero ayer perdí la oportunidad de ayudar a nuestros compañeros, y no quiero que eso vuelva a ocurrir. No deseo volver a fallarles.

Ilsa soltó el discurso sin apenas interrumpirse para respirar. Después de ello, hizo una larga pausa, mientras observaba la reacción de Eric, pensando en añadir algo que llevaba mucho tiempo planteándose. Y después de un largo jugueteo mental, se atrevió a lanzar el órdago.

- Por cierto, Eric. ¿Me disculparíais que os haga una pregunta personal? Aunque no tengamos mucha confianza, soy de la opinión de que debemos observar nuestras debilidades para no ser destruidos. Dicho esto, no he podido dejar de percibir que Biza y su hermana mantienen una tensa relación. Creo que eso perjudica a las Gorgonas y a los Soles Azules.

Si queremos superar este conflicto necesitamos permanecer unidos, Eric, espero que estéis de acuerdo. Ése fue el deseo de Balder Carkenna, el motivo de su alianza entre nosotros. Y puede que esas rencillas constituyan una debilidad para nuestra facción, algo que podría costarnos caro. Mi pregunta, entonces, es: ¿conocéis la naturaleza del problema entre ambas?

Dicho esto permaneció quieta esperando alguna respuesta, fuese de la forma que fuese. Y a estas alturas, se sorprendió a sí misma, empezaba a darle igual.

Eric se para a tu lado y escucha tu respuesta a su pregunta.

- Tengo mis teorías al respecto de lo que ocurrió anoche. Ten en cuenta que Jezzabel estaba herida y Rhenar ni siquiera ha pasado la transformación de vuestra sintonización, así que poco podrían hacer contra una emboscada bien planeada. Sin embargo, insistes en buscar información sobre heridas de quemadura... Si coordinaron bien el ataque, podrían haber tumbado a ambos hechiceros antes de que tuvieran tiempo para preparar un conjuro defensivo. Rhenar cayó de un solo golpe preciso en la cabeza, Ilsa. ¿De veras crees que alguien capaz de realizar semejante ataque no se habrá asegurado de poder realizarlo antes de que su adversario pueda reaccionar? - pregunta negando con la cabeza.

Tu pregunta sobre las hermanas Carkenna le pilla desprevenido. Aprieta los labios con fuerza antes de empezar a hablar y, cuando lo hace, pronuncia despacio las palabras, como si las pensase mucho antes de decirlas. Es evidente que está bastante más incómodo hablando de un tema personal que de su trabajo.

- Antes estuve hablando con Biza sobre eso. Por lo que me dijo, no tiene ningún problema con su hermana, al menos no más allá de las típicas rencillas fraternales. Por lo que sé está... desmotivada. Aunque espero haberle dicho las palabras correctas para infundirle ánimo, pues ahora mismo todos lo necesitaremos. - Se para a pensar un poco más. - En cuanto a Kiba, creo que le guarda rencor a su hermana por haber abandonado a su familia hace años. Balder perdonó a Biza, pero mi mujer sigue culpándola por la muerte de su padre. Eso es algo que deben arreglar entre ellas, yo no puedo hacer más de lo que ya he hecho. Espero que Biza tenga el sentido común suficiente para no permitir que eso afecte a nuestros objetivos.

Ilsa esperaba que el asunto de la emboscada hubiese sido atenuado por la cuestión de Biza y Kiba. Tampoco entendía por qué Biza no había informado a Eric. Reconsideró los últimos momentos de su encuentro con la hechicera desde otra óptica. Pero si ella no había querido decirle nada, Ilsa tampoco iba a hacerlo. No obstante, había otros modos de plantear la cuestión... Ilsa bajó la voz y se acercó a su valedor.

-Ya sabes que es bueno tener buenos informadores en todas partes. Incluso entre aquellos que vagabundean por Uldnach buscando una hogaza de pan pueden ser de utilidad.

No quiero que le des más vueltas de las que yo le doy, Eric, pero parece que alguien deambulaba por la zona de la escaramuza en los barrios medios y escuchó algo. Como es evidente, tampoco se quedó oculto para ver el espectáculo. Al parecer los nuestros sí pudieron defenderse. Pero Eric, como no estoy segura del valor de ese dato no lo he compartido con nadie hasta ahora, ¿comprendes? Confío en que no diréis nada hasta que sea el momento oportuno. Tenía mis razones para callar, y en su momento os las expondré, pero ahora, sigamos, ¡POR EL PERRO!

Dice por fin Ilsa, y continúa acaso más rápido que antes, como escapando de alguna mentira pasada, presente o futura...

Creo que debemos seguir las directrices de Irina le dijo a Diana con cierta ironía. Supuso que entre la criada y la centauro habían saltado chispas y se regocijó ligermanete al imaginar la situación cuando las dejara solas en casa de Ilsa. La primera impresión que le había dado Diana no era muy buena así que la excusa le pareció perfecta.

Intentas ponerte en marcha, pero la mano de Eric se aferra a tu brazo impidiéndote avanzar. Cuando te vuelves ves su rostro intentando ocultar su indignación sin éxito.

- ¡Maldita sea, Ilsa! ¡Conoces a un posible testigo del ataque y no has considerado oportuno decírmelo hasta ahora! - dice haciendo evidentes esfuerzos por impedir que su tono de voz se eleve más de lo debido. - Espero que tus razones sean mejor que buenas para haberlo hecho... - añade mientras te suelta el brazo.

Respirando profundamente, consigue tranquilizarse antes de comenzar a andar a tu lado.

- Dime todo lo que sepas sobre el ataque... o al menos te contó ese testigo. ¿Cuántos eran? ¿Qué armas usaban? ¿Les escuchó hablar? - pese a haberse calmado bastante, no parece demasiado dispuesto a dejar pasar el tema sin más.

Irina sonrió ante la perspectiva de alejarse de la mujer caballo. Mirando a Stepjan por encima del hombro en un gesto airado, le dijo.

- Stepjan, la señorita Diana está bajo la tutela de Ilsa, así que esperará aquí hasta que vuelva la señora.

La sonrisa del recién llegado desvela que, a pesar de las constantes pullas entre los dos, su relación es, cuanto menos, cordial.

- Señorita Biza, si me lo permite yo la acompañaré a la casa de los Vangrant. Conozco a uno de los sirvientes de la familia, ya que son compañeros de mi Gremio - dice mientras le abre la puerta a la hechicera, disponiéndose a guiarla por los Barrios Centrales.