Partida Rol por web

Ilsa observa con gélida, distante, férrea y altiva frialdad el brazo de Eric y luego su rostro adusto. No se mueve ni un paso hasta que consigue el aplomo suficiente para no destrozarlo allí mismo. Pero había gente caminando por la calle, ajena a ellos, y debía seguir siendo así. Así que después de un largo y reprobatorio silencio, consigue encontrar alguna palabra prudente.

- Eric, mis razones son las que he expuesto. No estoy segura de lo que sucedió, eso es todo. -Mientras hablaba recuperó algo de humor.- Esas preguntas fueron las mias, y no obtuve respuestas, salvo que la emboscada no fue tan perfecta como has planteado y que hubo una mínima escaramuza. Ojalá supiera algo más de utilidad, Eric. Ojalá. -Consiguió relajarse lo suficiente como para imaginar la escena.- No he tenido tiempo en todo el día de averiguar más. Si tuviéramos más tiempo... pero no es así. Ahora, por favor os lo pido, POR FAVOR, -Ilsa recupera la expresión de preocupación en su rostro y la empatía hacia Eric -os he dicho que no os preocupáseis de esto. Tenéis suficiente con la seguridad de Rhenar, que es vital en estos momentos. Dejemos ese asunto por ahora. Vayamos con Rowan -Termina y se coge a su brazo en un intento de reconciliación.

De acuerdo. tuvo que hacer un esfuero por disimular la emergente carcajada.

Estoy convencida de que serás una excelente guía.

Diana. miró a la centauro

Si sucede algo enviaré un mensajero. Pero por ahora será mejor que esperes aquí. anduvo por la incertidumbre de evitar mencionar la obviedad de que una centauro llamaría demasiado la atención. Quizás se sentiría ofendida así que se giró antes de ver la reacción del reproche.

¿Vamos? señaló retoricamente a Irina la hora de marcharse.

Eric frunce el ceño. Tu explicación es claramente insuficiente para él, pero decide no seguir discutiendo sobre el tema... de momento. Al menos en una cosa sí parece que estáis de acuerdo... Hay muchas cosas que hacer en muy poco tiempo y ahora mismo es de vital importancia ir junto a Rowan y conocer las resoluciones tomadas en el Consejo.

Camináis rápidamente atravesando las calles de los Barrios Centrales en dirección a la casa de Rowan. El maestr alquila una pequeña mansión cada vez que viene a la capital. Pese a no ser tan impresionante como los principales palacetes de esta zona de la ciudad, como la propia mansión Svetlan, se trata de una hermosa casa que no desmerece su estatus de consejero.

Llegáis allí y os abre la puerta una joven sirviente, aprendiz del gremio de hosteleros que sin duda Rowan ha contratado para que su estancia en la ciudad sea más cómoda.

- Pasen por aqui - os indica la joven. - El maestro Rowan les está esperando.

Os guía por el interior de la casa hasta el salón principal.

Rowan os espera presidiendo la larga mesa del comedor. Su aspecto cansado no os sorprende demasiado. Dada la larga duración de la reunión del Consejo no os cuesta imaginaros la intensidad de las discusiones entre las distintas facciones.

- Sentaos, por favor. - El tono de su voz produce un escalofrío en la espalda de Ilsa. Frío y controlado. De repente Ilsa se siente nuevamente como si estuviese el Rulfoun, esperando la reprimenda de su maestro cuando fallaba en cumplir sus expectativas. - Supongo que no habréis parado mucho en todo el día, así que he pedido que nos sirvan la cena mientras charlamos. - Añade con una mirada gélida que contradice sus amables palabras.

- Por supuesto, señorita Carkenna - dice Irina mientras salís de la mansión.

La criada de Ilsa te guía por los Barrios Centrales, paseando tranquilamente. Parece agradecer salir de la gran mansión Svetlan y va charlando animadamente con Biza.

- Como le dije, conozco al ama de llaves de la familia Vangrant. Son buena gente, por lo que sé - te va diciendo. - El señor Vangrant, Lazarus se llamaba, es un oficial del ejército de Uldholm. Maestro de exploradores, si no recuerdo mal. Su esposa, Amanda Straussen, es una flamedancer, una poderosa hechicera del fuego. Ambos son bastante respetados en sus gremios.

Os dirigís hacia los barrios medios. Por lo que te comenta Irina, la familia de Alex, el compañero de Diana vive en la linde de los barrios centrales.

Ilsa se sienta en la mesa en silencio y espera con suma expectación las palabras de Rowan. ¿Todo habrá salido mal?

¿Sabes algo de Alex Vangrant? quiso saber Biza mientras seguía a la criada hacia las fronteras con los barrios medios. Se sintió tentada entonces de preguntar que había pasado con Diana momentos antes. Pero finalmente prefirió apartar la curiosidad. Despues de todo no era asunto suyo.

Eric se sienta frente a ti, al otro lado de la mesa. Al no conocer a tu maestro tan profundamente como tú no da la impresión de sospechar que se avecina una tormenta.

- El Consejo ha aprobado un ataque a los Truil. Nuestras tropas se empezarán a reunir en el castillo de Ulfanar, media jornada al oeste de Uldholm. ¡Esos imbéciles se han dejado engatusar por Porter! - casi escupe el nombre de un consejero rival, miembro del Gremio de Banqueros. - Dados los fracasos de los hechiceros en las últimas batallas, se están planteando reforzar el ejército con mercenarios... ¡Mercenarios! ¡Maldita sea! ¿Por qué no le venden directamente a Porter todos los asientos del consejo? ¡Tendremos que pedir un crédito a los banqueros para pagar las espadas de alquiler, y su mismo gremio recibirá ese dinero como pago por sus hombres! ¡¡¡ES UNA LOCURA!!!

Termina el vaso de vino, apurándolo de un solo trago justo antes de volverlo a llenar. Su enfado ahora es evidente, pero algo te dice que lo peor está aún por llegar.

Irina hace memoria por un instante, pensando en lo que sabe del muchacho.

- El joven Alex... - dice al fin. - Es un muchacho de constitución débil. De pequeño contrajo unas fiebres, que le tuvieron más de un año postrado en cama. Sin embargo ha heredado de su madre una facilidad natural para la magia... ¿Cómo se llama esa escuela en que los hechiceros bailan para controlar el fuego? El chico es un aprendiz del Gremio de Hechiceros.

Por fin llegáis al hogar de los Vangrant. Una casa un par de pisos, no demasiado grande, con un pequeño jardín en el exterior.

- Si me permite, señora, ahora volveré a casa. No me gusta dejar a Stepjan a solas con esa extranjera. No me fío de ella y podría ser peligrosa.

La noticia no coge a Ilsa desprevenida. En efecto, aunque la decisión a su juicio fuese errónea, era consistente con la situación. Ahora el gremio de hechiceros estaba en franca desventaja, y tenía que legitimar su poder frente a los demás. El enfado de Rowan, por tanto, era comprensible, aunque Ilsa no se atrevió a abrir la boca.

El maestro vuelve a llevarse la copa de vino a los labios.

- ¿Y cómo hemos llegado a esto? - pregunta tras dar un largo sorbo. - ¿Cómo? Os preguntaréis. ¡Ah! Dejadme explicaros... ¡Una extranjera en el Consejo! ¡Una hechicera equina! ¡Una maldita centauro!

Se levanta de la silla, llevándose la copa de vino mientras empieza a caminar de un lado a otro.

- ¿De quién fue la idea, decidme? ¡Perdemos a una reputada hechicera de nuestro ejército y la sustituímos por un centauro dindavara! ¡A quién demonios se le ha ocurrido!

Eric levanta la mirada hacia el maestro Rowan, dispuesto a asumir su responsabilidad y soportar el rapapolvo. - Mi señor, yo...

- ¡SILENCIO! - brama Rowan. Su voz no desmerece al trueno que resuena sobre Uldnacht. - ¡Ya sé que fuiste tú, Eric! Maldita sea, a veces me pregunto si realmente eres nuestro aliado... ¡Y tú, jovencita! - no te llamaba así desde que estudiabas en Rulfoun. - ¡No te he inculcado el sentido común necesario para que puedas evitarlo! ¡Ah! ¡Claro! No estabas disponible esta mañana... Es la víspera de una reunión del consejo, vital para el gremio y para Uldholm... ¡Y tú no estás disponible!

Terminándose nuevamente la copa se acerca a la ventana. Una tormenta se desata nuevamente sobre la ciudad.

Ilsa comienza a sentirse como un trapo para limpiar las letrinas de un lupanar después de la noche de fiesta de un regimiento.

Lo cierto es que no puede enarbolar ningún argumento en su favor, aunque lo cierto es que no fue de ella la idea de meter a una centaura de dindavara en el interior del Consejo. Pero eso carecía de importancia. El día, desde su mismo inicio hasta este momento, solo podía calificarse de fracaso, y esta no era sino la confirmación más evidente de que así era. Todo aquel discurso de ayer noche, visto desde la tormenta de hoy, resultaba una lastimosa cháchara.

Al fin se atrevió a decir algo:

-No pudimos imaginar que Rhenar y Jezz iban a ser atacados en Uldnacht. Hemos estado buscando respuestas esta mañana sobre el paradero de Jezz, pero lo cierto es que sin éxito, y no llegamos a tiempo de impedir que Diana actuase. También hemos acudido al Hospital a conocer la situación de Rhenar, que está estable, pero todavía no puede hablar. Lamento haberos fallado, maestro... Hoy nada ha salido bien. Sentencia.

De acuerdo. Y gracias por acompañarme contempló desde la calle la casa de los Vangrant. Intentaba sacar alguna conclusión a raíz de lo que veía. Estilo de vida, clase social... Era simple curiosidad. Escuchó el sonido de los pasos de Irina marchandose del lugar y entonces le dirigió una última mirada antes de que desapareciera. Le volvió a resultar gracioso la imagen de la criada discutiendo con Diana.

Rowan te mira un poco más calmado y la tormenta parece amainar en el exterior. La magia rezuma de tu maestro y recuerdas que su control del clima era tal que a menudo lo alteraba para que se correspondiese a su estado de ánimo. Cuando habla, lo hace con un cierto tono de culpabilidad, como si él mismo se sintiera responsable de la desaparición de la hechicera.

- No. Ninguno previmos el ataque a dos magos en medio de la ciudad. Pocos fuera del gremio sabían de la existencia de Jezz y tan solo el propio Rhenar y el consejero Christian conocían el lugar donde pasaría la noche. - Se queda pensativo un momento. - ¿Quién en esta ciudad es suficientemente poderoso como para organizar una emboscada de estas características? ¿Para obtener una información que nadie más conoce?

Su expresión indica que hay muchas más preguntas detrás de las que plantea. De momento parece dejar de lado el tema de Diana... De momento. Parece que, tras la explosión de ira inicial, está intentando buscar alguna opción más productiva que una simple regañina, algo que os permita avanzar en el mar de incógnitas en el que se ha convertido la ciudad en este último día.

Escuchas los pasos precipitados de alguien que se dirige corriendo hacia la puerta. Un momento después se abre la puerta. La propia maestra Straussen aparece en el umbral, con el rostro marcado por la preocupación.

- Disculpe, pensé que era... - comienza a decir - ...otra persona. - No tarda en recomponerse y mirarte de arriba a abajo. El emblema de tu gremio te identifica como aprendiz hechicera en contraste con el suyo, bastante más elaborado, que denota el rango de maestro.

- ¿Puedo ayudarla en algo, señorita? - Pese a pertencer al mismo gremio y, probablemente haberos cruzado por los pasillos alguna vez, no da muestra de reconocerte. Al profesar distintas escuelas y tener un rango tan diferente nunca habéis coincidido en ninguna conversación.

Disculpeme a mí. le bastó aquella escena para comprenderlo todo.

Mi nombre es Biza Carkenna. se presentó. No sabía muy bien como abordar el tema de Alex. Empezó a sentirse un poco incomoda por presentarse de aquella forma.

Estoy buscando a Alex Vangrant, aunque creo que no está aquí ¿verdad?

-¡¿Qué?!, ¡¿qué?! ¿Solo ellos lo sabían? Piensa para sí Ilsa. ¿Y qué hacían en la calle en mitad de la noche? Rowan no se atreva a suponer que fue Christian el responsable.

-Cualquiera con la suficiente habilidad para seguir a los hechiceros pudo conocer su ubicación y planear el ataque. Hay que pensar en quién tenía más que ganar. Y parece claro que el gremio de banqueros y el de mercenarios son los mejores candidatos. La pregunta es: ¿quién se atrevería a hacerlo?

Ilsa comienza a divagar para sí.

-Puede que el factor tiempo no sea casual. Es decir: quién pudo organizar la emboscada tan rápidamente. Solo alguien que podía estar prevenido de que venían Rhenar y Jezz, y pudo organizarse con la suficiente celeridad. Diana y su misterioso acompañante llegaron un día después de lo ocurrido... Dicen, ¿pero, quién vino con Rhenar y Jezz, Eric?, ¿lo sabes?

Amanda no consigue contener una mueca de preocupación, pero se recompone en un momento.

- Alex no ha pasado por aquí desde que partió a la frontera, señorita Carkenna. - Tras la asamblea del día anterior, todos los miembros del gremio sabéis que las posibilidades de supervivencia de un hechicero en las últimas batallas contra los Truil son, cuanto menos, escasas. - Pero dígame, ¿por qué busca a mi hijo?

Su pregunta es franca y directa. Desde luego no parece haber ganado el título de maestra con maquinaciones y bonitas palabras. Sin embargo, por su mirada no sabrías decir si está al tanto de que su hijo ha sido visto en la ciudad o si está preocupada como una madre que sabe que su hijo puede perder la vida en una batalla.

Precisamente quería hablar con él de lo ocurrido en la frontera con los Truil le sorprendió un poco que no supiera que era más que posible que su hijo estuviera en la ciudad. Tanto que retrocedió en la idea inicial de contarselo directamente.

Por desgracia veo que no está en casa.

De todas formas creo que sería conveniente que hablara con usted. insinuó con la mirada que tenía algo que contarle. Algo que no debía hablarse en un rellano.

Te observa nuevamente, como evaluando tus intenciones. - Claro, pase... - dice echándose a un lado mientras termina de abrir la puerta.

La entrada da paso directamente a un salón de tamaño considerable. Varias puertas en los laterales dan paso al resto de las dependencias de la casa y unas escaleras al fondo del salón permiten el acceso al piso superior.

- Lamento el desorden, pero por favor, siéntese. - Te dice señalántote un sofá junto a una mesa baja. - ¿Desea tomar algo? - Pregunta cortesmente colocándose a tu lado, aunque su expresión deja perfectamente claro que está ansiosa por saber qué es lo que tienes que decirle, suponiendo que está relacionado con su hijo.