Partida Rol por web

Se quedo unos minutos en silencio, intentando recordar todo lo que habia ocurrido en la batalla.

-Bueno...-empezo.-No estoy muy segura, pero a los hechiceros les pasaba algo raro. En un momento dado, todos se quedaron sorprendidos y los danzantes de fuego dejaron de bailar. Creo que.. les fue arrebataron la magia. No se como explicarlo, pero ya no pudieron hacer mas hechizos durante un tiempo y tuvieron que pelear con armas. Se lo explicaria mejor Alex-se quedo un rato pensativa antes de añadir.-Y creo que esto seria lo de menos, pero la mujer que mato al Capitan Johan llevaba un colgante que desprendia una luz roja(*). Esquivo mis flechas, lanzo una lanza a increible distancia que casi nos llego a dar.

Sobrevuelas los Barrios Centrales, demasiado turbada para disfrutar de las impresionantes vistas de la capital. ¿Qué demonios hacía Merak en casa de Zorya? Y, lo que te preocupa aún más... ¿Qué ocurrió la pasada noche en esa casa? Demasiado agobiada como para relajarte en el vuelo, te diriges directamente a tu casa, sintiendo la repentina necesidad de darte un baño de agua caliente.

Aterrizas junto a la puerta principal, reprimiendo las ganas de entrar por una ventana, lo que no estaría bien visto para alguien de tu posición. Abres la puerta y entras en el recibidor, casi temiendo enfrentarte a la reprimenda de Irina. Sintiéndote ligeramente culpable por haberles tratado con desprecio la noche anterior, al menos eso te contó Zorya, te diriges directamente a tus habitaciones sin ni siquiera avisarles.

Cuando llegas a tus aposentos, abres la puerta de los aseos que comunican con ellos. Te planteas preparate tú misma el baño, pero, con un suspiro de resignación, decides hacer frente a la situación lo antes posible. Mientras llamas a tus sirvientes, tu mirada se posa en la botella encima de la mesita, pero descartas la idea en seguida... La absenta ya te ha traído demasiados problemas por una noche.

En cuanto Stepjan abre la puerta sabes que algo va mal. Llevas demasiado tiempo con tus sirvientes como para no reconocer sus expresiones.

- ¡Señora! ¡Menos mal que ha llegado! - dice precipitadamente - Llevamos toda la mañana buscándola. Irina ha salido a ver si la localizaba. - Respira profundamente, intentando serenarse antes de explicar la situación. - Rowan vino esta mañana. Parecía nervioso. Quería hablar contigo, pero finalmente tuvo que ir a la reunión del consejo y nos dejó a nosotros el mensaje...

Notas cómo se aceleran los latidos de tu corazón y parece que transcurre una eternidad hasta que Stepjan termina de dar la noticia.

- Alguien atacó al oficial Rhenar anoche, dejándole por muerto en medio de la calle... ¡Y Jezzabel ha desaparecido!

Amanece. Los rayos del sol se cuelan por tu ventana cuando el astro, fijo en el cielo, aumenta la intensidad de su brillo para inaugurar un nuevo día. Pese al ajetreo de la noche anterior y el hecho de haber descansado apenas un par de horas, el día de hoy promete ser movido, dados los acontecimientos de ayer. Los nervios, más que la costumbre, hacen que te despiertes al amanecer.

 -Se lo describiré lo más detalladamente posible - carraspeó unos segundos para aclararse la voz y hablar con todo detalle.

-Partimos, todo el ejercito de Ulds hacia las fronteras, fueron varios dias los que tardamos en llegar, cuando llegamos, establecimos un pequeño campamento para descansar de la gran caminata que dimos. Dormimos casi todos y ese dia terminó.

A la mañana siguiente nos volvimos a despertar, nos armamos como pudimos y decidimos plantarle cara al enemigo, que no nos habia avistado aún - miró al suelo, pensaba, como seguiria - los arqueros empezaron a disparar, yo me quedé con mis compañeros hechiceros, que empezamos a conjurar preparados para que pudiesemos lanzar hechizos con facilidad y que no nos pillasen desprevenidos.

Los truil se dieron cuenta y fueron a por nosotros, les plantamos cara, todo parecia marchar bien, dentro de lo posible, atacamos y atacamos, parecia que nunca se acabaría...

Derrepente nuestras tropas fueron diezmadas, los hechiceros alados cayeron, y poco a poco ibamos siendo pocos, tal vez fuesen, 50 o 100 truil, pero parecia que eran infinitos. El capitan Johan nos dijo que nos replegasemos, y eso hicimos, o al menos mis compañeros, - toma una pequeña pausa - pronto vino el Caudillo Truil, con el cual batalló con el Capitán, ambos se batieron en duelo, hasta que Johan ganó, nos estabamos por ir cuando vino una mujer en un caballo creo que fue, que con rapidez acabó con el capitán, intentamos deshacernos de los pocos truil que nos rodeaban, pero nos pareció imposible.

Al final no pudimos más y nos fuimos, intentando cumplir lo que Johan nos habia dicho, informar a Uldhchant de que los truil se acercaban. Llegamos al campamento que dejamos la noche anterior, y el Sargento Evans nos atendió, yo tube que hacer guardia, hasta que al final cai rendido, pense que seria nuestra perdición y que llegarian de todas maneras. Nos levantamos, y nos fuimos a una velocidad considerable, mientras estabamos llegando por los bosques cercanos escuchamos gritos y ruidos, eran ellos.

El sargento nos aprovisionó con una bolsa de suministros para que pudiesemos cumplir nuestra misión, despues de varios dias corriendo, pudimos llegar, sin comida ni bebida, nos intentamos adentrar, un guardia nos paró, y mi compañera quiso entrar por la fuerza. Obvio que no fue así, y que por lo que se ve, fuimos reducidos. Ahora mismo las tropas Truil caminan en busca de venganza, queriendo arrasar todo a su paso...

Con la voz reseca miro a su interrogador. ¿Podia ser libre yá?¿Necesitaba alguna información más?

Los guerreros truil parecian estar enardecidos por una droga o algún hechizo...

Desolada por la situación, Irina coge a Stepjan por los hombros y lo mira sin llegar a entender lo que dice. Miles de ideas cruzan por su mente en un instante hasta que finalmente logra controlar el pánico. No puede ser casualidad lo de Merak. NO PUEDE SER.

-Stepjan. Cuéntame todo lo que ocurrió anoche. Todo lo que sepas. Y hazlo ¡YA!

Mientras tanto, Irina prepara una palangana y se límpia mínimamente mientras se quita la ropa que por un momento le resulta pegajosa y repugnante. Las preguntas se le agolpan, pero decide guardarlas todas hasta que Stepjan termine su historia.

-Por mis ancestros, qué terrible error cometí anoche...

Seguir el Filo del Corazón es un camino lleno de sacrificios. El dolor y el sufrimiento son inevitables compañeros de viaje.
No se trata de evitarlos o no. Se trata de cómo sobrellevarlos. De hacerlo con dignidad. Cada herida sufrida que no te mata sirve como experiencia al guerrero en su camino a la perfección.

Yi Fan está acostumbrado a las heridas sufridas en batalla. Pero éstas son diferentes. Un tajo que corte su carne, un hueso roto, son resultados posibles en un enfrentamiento digno. Sin embargo, estas quemaduras sufridas por magia quedan fuera de los conocimientos del Dindavara. Tan sólo espera que al limpiarlas bien evite infecciones.
Incluso las cicatrices que le queden no harán mas que aumentar su vergüenza porque ¿qué clase de heridas son esas? No las de un guerrero recto, sino las de aquél que se mezcla con hechiceros y calaña semejante.

Estos pensamientos sombríos le acompañan al territorio de los sueños...

Me levanto encogiéndome de hombros, emulando el tono de un ancianito0:

¿Musico? No, no, que va... Si lo único que estaba intentando era ponerle un abrigo al gato! Con estas tormentas no quería que se mojase, ya sabe.

-Lanzo una mirada interrogante, diciendo:

¿no habrán visto la escuela de danzantes del fuego, verdad? mi hermano comenzará a preocuparse, y no quiero que envie otra vez una patrulla a buscarme...

Disimuladamente me alejo lo suficiente como para que no me puedan agarrar cuerpo a cuerpo...

Mierda... La próxima vez creo que llevaré una pandereta... Quizás haya más suerte.

La sorpresa es evidente en el rostro del oficial.

- ¿Que... les arrebataron la magia? - pregunta incrédulo. - ¿Cómo que les arrebataron la magia? ¿Quieres decir que nuestros hechiceros dejaron de lanzar conjuros a los Truil, o que los contrarrestaban todos?

De repente se pone completamente pálido.

- Espera... ¿qué es eso de que Alex me lo explicará mejor? ¡Sois hechiceros! En tu caso es evidente, pero ¿acaso él también es un mago?

Su tono de voz parece entre excitado y asustado y, por primera vez desde que llegasteis a Uldnacht parece que te presta realmente atención.

Eric te escucha con atención, sin interrumpirte ni por un momento durante tu historia. Cuando terminas, permanece callado un rato, pensando en tus palabras.

- Has hablado de "tus compañeros hechiceros". ¿Acaso tú eres un encantador? Si es así deberías tener el sello del gremio. ¿A qué escuela perteneces?

Su mirada te somete a un serio escrutinio, esperando ver tus reacciones y detectar si mientes o no.

- Dices que eran 50 ó 100 Truil, contra un batallón completo liderado por un oficial condecorado y con un grupo de hechiceros. ¿Cómo es posible que acabasen con vosotros? La magia tendría que haberles barrido del mapa en la primera oleada. No tiene sentido.

Se queda pensativo un momento.

- Por otro lado, sé bien que en la primera batalla las cosas siempre se exageran en uno u otro sentido. Pero aún así, incluso aunque fueran 500 ó 1000 Truils, ¿de dónde habéis sacado la idea de que vienen a atacar la capital? Incluso en el improbable caso de que llegasen a acercarse a las murallas sin encontrarse con ninguno de nuestros ejércitos, les superaríamos en 100 contra uno, sin contar que nosotros tenemos magos de combate - añade negando con la cabeza.

-Dejaron de enviar hechizos. Apenas quedaban unos danzantes de fuego vivos (en los que estaba Alex), y vi que dejaban de bailar, y que miraban con cara de sorprendidos a su alrededor y sus brazos.

"Por fin me hace caso" se dijo a si misma.

-Es cierto que soy hechicera, pero apenas se hechizos. Yo estaba en el grupo de las jinetes arqueras, mientras que Alex en el grupo de los danzantes de fuego.

Los dos guardias se situan a ambos lados de ti, evitando que te alejes y arrinconándote contra una de las casas, cerrando toda posible via de escape.

- Un abrigo al gato... - dice el primero con una sonrisa leonina. - Vaya, vaya... parece que tenemos un graciosillo. ¿No serás uno de esos descastados sin gremio, verdad?

El otro guardia comienza a desenvainar una espada corta. - Pues yo diría que sí, que es una escoria sin gremio. Y a nuestro gobernador no le gusta que estén por las calles, mendigando y molestando a los ciudadanos decentes. Así que, amigo mío, me temo que tendrás que pasar un día en el calabozo.

- Bueno, Jeoffrey, no nos precipitemos. Igual este "caballero" - el sarcasmo en el apelativo que te dirige el primer guardia es notorio - pertenece a algún gremio y nos enseña su emblema... o el escudo del senado en un talento de plata...

La expresión de preocupación de Stepjan se incrementa.

- No sé nada más, señora. Cuando salimos de la reunión usted nos echó a Irina y a mi de malos modos. Quisimos seguirla, pero parecía muy enfadada, así que decidimos volver a casa - retira la mirada, como si se sintiese culpable por no haber hecho caso omiso a tu enfado para vigilarte.

- Esta mañana vino su maestro y nos contó lo que ya le he dicho. Irina fue con él al Consejo, por si acaso la encontraba en los pasillos antes de la reunión y yo me quedé aquí. Por lo que nos dijo el Consejero Rowan, el oficial Rhenar está en el Gremio de Físicos, al cuidado de los mejores curanderos de la ciudad. Le habían dado un terrible tajo en la cabeza y unos guardias le encontraron medio muerto en la calle.

Te trae ropa limpia mientras te lavas.

- Sin embargo Rowan estaba mucho más preocupado por la desaparición de Jezzabel. Dijo que debería haber estado con Rhenar y que era un testigo clave para la reunión de hoy. No sabía qué iba a hacer sin ella... - dice mientras te ayuda a vestirte.

Mientras te vistes, intentando decidir qué harás hoy, escuchas un ajetreo en en piso de abajo. Terminas de ponerte la ropa intentando sin éxito entender las voces de los dos hombres que hablan en el recibidor.

Sales al pasillo y, desde lo alto de las escaleras, ves que Eric sale precipitadamente por la puerta, acompañado por un hombre al que no conoces. Empiezas a bajar las escaleras cuando reparas en tu hermana, que te observa seriamente desde una de las puertas que comunican el recibidor principal con una de las salas de la primera planta.

Lentamente abres los ojos. Por la luz de la habitación dirías que es ya media tarde. Te duele la cabeza, pero el descanso te ha sentado bien. Lentamente te enderezas en la cama, llevándote la mano a los vendajes.

Sobreponiéndote al dolor, te levantas para cambiarte las vendas de la cabeza, pues supones que estarán manchadas de sangre y pus. Te diriges hacia el pequeño tocador de la habitación, donde habías dejado esta mañana unas cuantas tiras de tela preparadas para utilizarlas más tarde. Con cuidado, retiras la cura de tu cabeza y te dispones a mirar cómo ha evolucionado en tu pequeño espejo cuando ves el reflejo de una silueta al fondo de tu habitación.

Te das la vuelta rápidamente, tu mano dirigiéndose a la cintura donde normalmente está la empuñadura de tu espada, pero tan solo consigue agarrar el vacío, pues tu dinda sigue al lado del cabecero de la cama, donde lo dejaste al irte a acostar.

Al darte la vuelta, reconoces el rostro tapado de Asceltis.

- Tranquilo, Yi Fan - dice con voz melodiosa. - No deberías hacer movimientos tan bruscos en tu estado.

Ver que es alguien conocido no te tranquiliza del todo. Desvías la mirada hacia la puerta y ves que la silla sigue en su lugar, bloqueando el acceso a la habitación. Miras la contraventana para comprobar que permanece cerrada. Casi puedes adivinar la sonrisa de Asceltis mientras te preguntas cómo demonios ha entrado en tu habitación.

-¿Qué sucede Eric?.- dijo bajando rapidamente y cuando se acercó lo bastante a éste para que le escuchara. Fingió no sin esfuerzo no sentir la mirada de su hermana clavada en la nuca. Casi podía escuchar desde allí los engranajes de su retorcida mente maquinando en un bucle eterno.