Partida Rol por web

Anguy no tarda en reaccionar, probablemente avisado por los gruñidos de Serbal casi al mismo tiempo que el grito de Martha. Su propio arco hace eco del disparo de la exploradora y la flecha parece adelantar en vuelo a la de la mujer, cortando el aire en dirección a uno de los extraños murciélagos que se aproximan.

Henry le devuelve la mirada a Areth y sonríe, desarmado. El aviso de Martha le hace mirar al cielo y, con agilidad felina, se coloca en posición defensiva. Con frialdad, espera a que uno de los Schenvemlig se lance sobre él. Moviéndose más rápido de lo que creíais posible, se echa a un lado en el último momento, golpeando al murciélago con las manos desnudas al tiempo que se prepara para la siguiente acometida.

Sigilosos como la noche que habitan, una bandada de murciélagos se abalanza sobre vosotros. Tienen una envergadura de aproximadamente un metro y su cuerpo tiene el tamaño de una cabeza. Se lanzan a morderos con sus bocas abiertas y os fijáis cómo sus finos colmillos atravesarán sin dificultad vuestras armaduras, que os serán inútiles contra ellos.

De alguna forma parecen coordinarse entre ellos y cada uno se lanza sobre un objetivo diferente. El guerrero dindavara es más desafortunado, pues dos de los demonios alados aletean hacia él. Uno de ellos revolotea a su alrededor, tratando de desorientarlo, mientras que el último espera astutamente a ver la reacción del guerrero.

Recuérdame que no te de la mano, Henry... -Parecía que todo el miedo había pasado: el combate comenzaba.  Sonreía, listo para el combate, y en un sólo pestañeo el espadón reluce bajo la luz de la luna.

¿Pero qué criaturas son estas?

Apenas ese pensamiento cruza la mente del Dindavara y ya tiene a dos lanzándose a por él. Yi Fan está acostumbrado a los combates de espada contra espada y se ve sorprendido por la rapidez de los schemvemling. Usando su hoja envainada intenta alejarlos de sí y evitar el inminente ataque...

Me concentro en esquivar los ataques esperando que acaben rápido con sus enemigos los demás compañeras más duchos en las peleas, además me dan mucho miedo, seguro que si me muerden me pasan alguna enfermedad.

La flecha de Anguy vuela directa hacia el murciélago, alcanzándole en la cabeza y matándolo en el acto. El impacto es tal que el Schenvemlig sale despedido en dirección contraria en la que estaba avanzando y su cuerpo se pierde en la oscuridad de la noche.

Martha no tiene tanta suerte y el extraño animal se aparta de la trayectoria de la flecha. Afortunadamente, eso es suficiente como para que no consiga acercarse a ella lo suficiente como para morderla.

El golpe de Henry es esquivado por su contrincante, pero el uld se mueve demasiado rápidamente como para que el murciélago llegue a alcanzarle. Un ligero chasquido se escucha cuando el animal cierra sus colmillos en el lugar donde estaba el hombre un instante antes.

Areth desenvaina su espada, tratando de golpear al Schenvemlig en el mismo movimiento. Sin embargo, acostumbrado a la hoja más larga de su propia arma, no calcula la distancia con su nueva espada y, con un batido de alas, su enemigo se eleva fuera de su alcance.

Alex, acostumbrado a bailar en los combates, consigue echarse a un lado en el último momento, esquivando el ataque de su adversario pero sin hacer ningún intento por responder a él.

Yi Fan se lleva la peor parte. Dos de los extraños murciélagos se abalanzan sobre él. Desenvainando su dinda, trata de bloquear a uno de ellos, pero el animal rectifica la trayectoria para lanzarse sobre su brazo. El otro murciélago aprovecha para morder al guerrero en el otro brazo y se separa rápidamente, buscando un nuevo blanco para sus ataques.

Los murciélagos se separan ligeramente y, una vez más se lanzan sobre vosotros.

La exploradora carga de nuevo su arco en un rápido movimiento. - ¡Son venenosos! - advierte mientras trata de apuntar al murciélago que no para de dar vueltas a su alrededor.

Finalmente se arriesga a disparar, pero el schenvemlig gira demasiado rápido y consigue evitar el tiro, lanzándose sobre su espalda para morderla. Martha suelta un leve grito de dolor cuando el animal clava sus finos colmillos, atravesando con facilidad la armadura de cuero de la mujer.

Uno menos, piensa Anguy al acabar con el animal. Mira rápidamente a su alrededor, buscando un nuevo objetivo, cuando se fija que Yi Fan está teniendo problemas, atacado por dos de los monstruosos murciélagos al mismo tiempo.

La flecha pasa del carcaj a su arco en un instante y vuela en dirección a uno de los seres, atrayendo su atención sobre él. La flecha impacta en el animal, que emite un agudo grito de dolor mientras se lanza sobre el brazo de Anguy que sostiene el arco.

- ¡Maldita sea! - exclama. - ¡Se me está nublando la vista!

Henry sonríe al ver cómo el animal consigue evitar su ataque y se aparta rápidamente para hacer lo mismo. Se toma un momento para fijarse en su adversario, que revolotea frente a él. Girando sobre si mismo, lanza una patada hacia el murciélago, pero el schenvemlig consigue evitarla antes de lanzarse sobre Henry. Como si estuvieran jugando, el enviado de Asceltis salta hacia un lado sin alterar su sonrisa.

Con un gesto carente de total elegancia arrojo un mandoblazo al aire, con la intención de partir a uno de esos murciélagos por la mitad.

El tajo, que parecía completamente aleatorio corta la carne del murciélago que revolotea herido.

Las alimañas caen sobre Yi Fan. Sus agitados aleteos confunden al Dindavara, que siente cómo afilados colmillos desgarran las mangas de su camisa y su piel con dolorosos aguijonazos. Por puro instinto se agacha y gira sobre sí mismo para librarse de ellos, pero los schenvemlig ya se han separado de él y vuelan ya unos metros por encima suyo.

-¡Son venenosos!- Oye gritar a Martha, mientras no deja de vigilar el cielo. Siente la sangre corriendo por sus brazos y se pregunta de cuánto tiempo dispone antes de que el veneno le comience a hacer efecto. Respirando hondo, planta sus pies con firmeza en el suelo, se prepara para desenvainar su Filo y entrecierra los ojos para distinguir a los seres en el cielo nocturno, algo que por segundos se le hace más y más complicado.

Los oye antes de verlos. Ya vuelven. Sin embargo el ala de una de las bestias es atravesada por una flecha lo que le hace cambiar de trayectoria. ¡Anguy! Piensa Yi Fan, pero el otro Schenvemlig ya se le abalanza. Sin embargo, ahora está preparado. El Dindavara aguarda hasta el último segundo, quieto como una estatua, atento al errático vuelo de la bestia.

Entonces, justo un segundo antes de que le alcance, desenvaina su Dinda en un tajo fluido y hacia arriba. Sólo se oye un sonido  de salpicadura cuando la sangre marrón riega el suelo y después el cuerpo del extraño murciélago aterriza. En dos partes.

Finalmente, Yi Fan mueve su filo en un arco armonioso que acaba con la hoja envainada de nuevo en su funda.

El tajo de Yi Fan acaba con el murciélago, que cae al suelo partido en dos, salpicando de sangre al guerrero dindavara. Rápidamente, mira a su alrededor para buscar un nuevo objetivo y escucha el grito de Anguy. En ese momento empieza a darse cuenta de que su propia visión comienza a ensombrecerse mientras el veneno del schenvemlig se extiende rápidamente por su cuerpo.

Martha se revuelve para quitarse al murciélago de la espalda. El animal intenta alzar el vuelo, pero la membrana que une su ala se desgarra y cae pesadamente al suelo. Aparentemente, su maniobra no fue lo suficientemente rápida como para esquivar el último disparo de la exploradora.

Mientras Henry parece bailar con su oponente, jugando con él sin perder su sonrisa, Areth lanza un tajo al suyo, provocándole una enorme herida en su peludo cuerpo. El animal remonta el vuelo a duras penas y comienza a alejarse.

El joven hechicero no tiene tanta suerte. Abrumado por el número de enemigos, empieza a preparar un hechizo, girando sobre si mismo en un extraño baile. Pero uno de los schenvemlig aprovecha para lanzarse sobre él, mordiéndole el cuello. Acostumbrado a afrontar distracciones, Alex mantiene su baile pese al ataque del murciélago, sin que el veneno haga efecto en él por el momento.

Los murciélagos revolotean a vuestro alrededor, como si dudasen si atacaros una vez más. Sin embargo, deciden lanzase sobre vosotros, en un último intento de conseguir la comida para esta noche.

Martha ve cómo uno de los murciélagos intenta retirarse. Pese a no resultar una amenaza inminente, prefiere asegurarse de que no salga de aquí. Carga una flecha en el arco y apunta cuidadosamente. Con un chasquido, la saeta sale despedida en dirección al schenvemlig. El animal trata de evitarla en el aire, pero el disparo de la exploradora es demasiado certero. Con la flecha atravesando su cuello, el murciélago cae al suelo, muerto.