Partida Rol por web

Sentado frente al fuego junto a todos, Yi Fan no puede evitar parpadear desconcertado ante las palabras de Martha, ya que todo lo que ha dicho es completamente cierto.
El hecho de que una mujer, una extranjera y una desertora conozca tan a fondo una filosofía Dindavara le descoloca por completo, pero Yi Fan no es tan descortés como para preguntarle directamente cómo es que sabe todo eso, aunque sea lo que realmente quiere hacer.

Alargando la mano recibe de manos de la sonriente mujer uno de los cuencos metálicos con la humeante infusión dulzona.

Tienes razón en todo lo que has dicho, exploradora. Responde con voz grave el Dindavara. De algún modo conoces el camino de la Senda del Filo del Corazón. Mira a Martha intensamente antes de continuar. Pero conocer el camino no es lo mismo que recorrerlo...

Dicho esto, apura el cuenco de un trago, como para enfatizar sus palabras. Mala idea. La infusión está recién hervida y Yi Fan se abrasa toda la boca. Aprieta los labios en una mueca, entrecierra los ojos para evitar que le caigan gruesos lagrimones y se cala el sombrero de juncos sobre el rostro mientras se envuelve en su capa para echarse a dormir y tratar olvidar todo lo sucedido.

La mirada de Martha se cruza con la de Yi Fan.

- ¡Jaja! Sí, es completamente distinto - confirma sonriendo. - Poco sabría hacer yo con una espada, independientemente de mi intención y mi alma. Yo siempre he preferido los arcos - dice alargando su mano hacia el suyo. - La libertad que simboliza una flecha en vuelo antes de clavarse en su objetivo.

Le da un sorbo a su infusión, separando la taza caliente. Luego mira al dindavara para contestar su pregunta no formulada.

- Te sorprendería todo lo que pude saber Jakko. Le enseñó a Areth las técnicas básicas de la escuela y a mi su filosofía. - Se vuelve hacia el guerrero. - No hubiese tenido sentido hacerlo de otra forma... - añade con un guiño dirigido a Areth.

Termina la infusión y recoge las tazas.

- Descansad un rato - dice. - En una hora continuaremos el camino.

Se levanta y coge su arco. En unos segundos desenrolla la cuerda y dobla la madera para tensarlo. Con habilidad nacida de la práctica, el arco está montado en a penas unos instantes. Os saluda con una sonrisa y se aleja silbando para montar guardia alrededor del improvisado campamento.

Si algo aprendí de Jakko- Digo, tras beberme la bebida de un sorbo y ponerme rojo- Es que quien tiene poco, tiene menos que perder- Me tumbo con un buen estruendo sobre el suelo, y con una bienintencionada amargura murmuro - Que bien me vendría una botellita de licor para coger sueño...

Despiértame en dos horas, Martha- Digo, adormilado- Fawkes y yo haremos la segunda guardia. 

La hoguera desvelaba su posición y el explorador de Asceltis recordaba la promesa del dindavara de unirse a él para buscar a los truil. Había visto los planos de Jakko por la ventana, el tiempo suficiente como para saber la dirección que tomaría el grupo al salir del campamento. Salió en esa dirección esquivando a los centinelas y avanzó durante horas. Al cabo de un tiempo se echó a dormir, dejando su arco y su espada corta a mano por si necesitaba levantarse rápidamente.

Yi Fan y su gente habían tardado más de lo que había esperado pero ahora sabía dónde encontrarles. Se acercó a la hoguera, acechando entre las sombras. Uno de los desertores estaba con el grupo. La mujer que la noche anterior había estado hablando con el chico. Eso no le gustaba, pero tendría que intentar evitarla si quería juntarse con el guerrero.

La voz de Martha os despierta de vuestro breve descanso. - Yo que tú no me movería... - En pie a unos metros de la hoguera, la mujer con el arco tensado apunta hacia Yi Fan.

Un ruido unos metros detrás del dindavara os hace giraros y ver que no es el guerrero el objetivo de la exploradora. Anguy se revuelve rápidamente, cargando una flecha en su propio arco mientras apunta a la mujer. - Esto no tiene nada que ver contigo. No quiero hacerte daño, pero no tengo problemas en matar a desertores como tú.

Los dos arqueros se apuntan el uno al otro, mirándose con firmeza, dispuestos a soltar sus saetas al más mínimo movimiento del otro.

Oigo cómo Martha se revuelve en el sitio, y me levanto ruidosamente, algo adormilado, pero en cuanto oigo el ruido me llevo la mano a la empuñadura de las dagas, sin sacarlas de su vaina, pero listas para ser arrojadas. 

De pie, templando los nervios para no moverme y cubrir a Martha, sonrío socarronamente, como tantas otras veces he hecho.

-¿Que irónico, no crees, Anguy? Un desertor dentro de un campamento de desertores. Parece un trabalenguas. Dime, Anguy, ¿A quién vas a matar? ¿ O sólo vienes a por comida? - Niego con la cabeza- Un explorador avezado como tú no tendría problema en encontrarla... 

Adquiero una expresión seria, amenazadora, y añado:

-Sé que no tienes nada que perder, Anguy, nada excepto tu vida. Y quizás te parezca poco, pero créeme que no será lo que pienses cuando te la arranquemos, cosa que ocurrirá si lanzas la flecha. Baja el arco, cazador, y la conservarás .

Me bebo de un trago el té, dijeron que estaba caliente, pero claro eso para mi nunca ha sido un problema. No le tengo especial afecto a Anguy pero si está aquí sería para hablar con nosotros o avisarnos, o... no es justo que se derrame más sangre justo cuando estamos a punto de hacerles las cosas más faciles. Asñi que una vez apurado mi té como si de un licor se tratara, me levanto y me pongo me pongo medio de los dos arqueros. Intento tembñar lo mínimo posible.

- Por favor, Areth, así no arreglas nada- miro a ambos expertos arqueros- no deberíamos pelearnos entre nosotros, os pido por favor que os sereneis, Anguy, no eres un asesino-creo- Martha, Anguy es nuestro amigo por favor, os lo pido de corazón, bajar las armas. Nadie tiene que morir.

Henry se levanta como un gato al que le acaban de pisar el rabo y se queda agazapado un momento mientras mira a su alrededor. Cuando ve a Anguy no tarda en recuperar la sonrisa.

- Te habíamos echado de menos... - dice mientras se acerca a Areth.

Se coloca junto al guerrero. Su carencia de armas contrasta con la larga espada bastarda del otro hombre.

- Te recuerdo que no estás en situación de amenazar a nadie - susurra cuando está suficientemente cerca*, aunque sus palabras no escapan al atento oído de la exploradora de Jakko.

Alex se coloca entre los dos arqueros, que no dejan de apuntarse el uno al otro pese a la presencia del chico. La tensión se puede notar en el aire y durante un instante todos os quedáis quietos como si el más mínimo movimiento pudiera hacer volar toda la situación.

La figura del Dindavara se alza junto a la más pequeña de Vangrant, mientras la aparta suavemente a un lado, sacándolo de la línea de tiro.
No pensé que te pondrías en peligro tan pronto, hechicero...

Yi Fan todavía lleva el sombrero calado hasta los ojos. Y la mano en la empuñadura de su Dinda, en un gesto tan amenazante como el ruido de las cuerdas de los arcos al tensarse.
Mi hoja es como vuestras flechas. Una vez desenvaino ya no hay vuelta atrás. La sangre debe ser derramada. Pero... Su mano se retira lentamente de la empuñadura. Siempre existe la otra opción. Una opción honorable. Con la que el honor queda satisfecho.

Las manos del Dindavara van al sombrero de juncos. Se lo quita lentamente mientras mira alternativamente a la exploradora y al cazador.
Hoy nos internaremos en territorio Truil. En las tierras oscuras, donde no hay Sol. En un lugar extraño en el que un mal paso siginifica la muerte, y en busca de un enemigo que conoce el terreno mejor que ninguno de nosotros.
Sólo sobreviviremos si contamos con guías expertos. Os necesitamos. A los dos.
Martha. Anguy. Bajad las armas y ayudadnos.

El batidor frunce el ceño sin dejar de apuntar a la mujer. Alex y Yi Fan están en medio de su linea de tiro, pero no por eso ha desviado su arco ni un ápice. De alguna forma, da la impresión de poder alcanzar su blanco incluso con los dos hombres de por medio.

- Eso no es lo que habíamos hablado guerrero - dice levantando la barbilla hacia Yi Fan, pero sin desviar su mirada de Martha. - Son desertores.

La última palabra está cargada de desprecio. Sin embargo, siempre parco en palabras, no añade ninguna explicación.

El gesto de Martha es muy similar al de Anguy. Areth ha sido testigo de la puntería de la mujer en más de una ocasión y sabe que podría alcanzar al hombre de Asceltis de proponérselo.

- ¿"Lo que habíais hablado"? - pregunta. - Areth, ¿de qué va todo esto? ¿Yi Fan?

La punta de la flecha de Martha se mueve ligeramente, pero no está muy claro si para seguir apuntando a Anguy al otro lado de Yi Fan o para cambiar sutilmente de blanco.

No tenía ni idea, Martha... -Gruño, tremendamente enfadado, oliéndome qué había ocurrido- El honor es del que nunca ha fallado, del que nunca ha bajado el escudo en guerra, del que nunca ha perdido ninguna batalla. - Miro a Yi Fan y a Anguy, con el ceño fruncido - ¿Me equivoco? Pues, sabed entonces. Todos somos una pandilla de descastados.

-¡Mierda, es una idea perfecta! -Digo, sarcásticamente- ¡Trabajemos todos juntos ! ¡Seamos felices! ¡Consigamos nuestra información, nos apuñalamos y todos tan tranquilos!

Y será así. - Digo, negando con la cabeza- Yi. Has traicionado mi confianza, joder. Sabes que no soy ningún cobarde, lo sabes...  También sé que no soy un sabio, ni un tipo respetable; ni siquiera educado. Pero sí sé que hay más verdades que las que tiene uno en su cabeza. Y sin conocerlas, uno nunca sabrá por lo que lucha.  Mierda... Si lo que quieres es matarme, tan sólo dímelo; solucionémoslo como auténticos guerreros.  Pero ninguno de los dos puede mirar a los desertores por encima del hombro. -Miro al guerrero, con unos ojos seguros- Me asusta pensar que mancha de tu pasado intentas limpiar, guerrero. Y, Anguy, piensa si realmente tu venganza está bien canalizada, y si serviría para algo el daño que te estás haciendo.

Henry rompe la tensión del momento con una carcajada.

- ¿Matarte? - Dice dándole a Areth unos golpes en el hombro. - Alguna vez deberías pensar lo que dices. Nadie ha venido aquí a matar a nadie.

Con parsimonia, se adelanta unos pasos hacia Martha.

- Anguy, baja ese arco. - El explorador no se mueve lo más mínimo, lo que acrecenta la sonrisa de Henry. - ¡Ahora! - dice volviéndose hacia él. - No querrás que Asceltis sepa que no has seguido sus órdenes. Te recuerdo que fue ella la que me puso al mando. - El rostro de Anguy palidece ligeramente y finalmente baja el arco.

- Y tú, - añade Henry volviéndose a Martha. - Más te vale que hagas lo mismo. Por buena que sea tu puntería, dudo mucho que puedas alcanzarme con esa flecha y no tendrías oportunidad de cargar ninguna otra. - La mujer deja de mirar a Anguy y finalmente se decide a dejar de apuntarle, pero sólo para dirigir su flecha hacia Henry. El hombre ni siquiera se inmuta, pero eleva levemente las cejas en gesto de desafío.

- Anguy no ha venido a matar a nadie. Pretendía cumplir la misión por su cuenta, con ayuda del dindavara, a ser posible... - Mira al guerrero sin a penas parpadear. -  Yi Fan, la próxima vez que vayáis a hablar por la noche, hacedlo cuando todo el mundo esté dormido... Pero tienes razón. O trabajamos juntos en esto o sólo serán los Truil los que saldrán ganando.

Y ahora soy yo el que queda como un gilipollas-  Digo, escupiendo al suelo, y soltando la mano del cuchillo - Henry, cuando tengas a bien comparte tus descubrimientos, así quizás podrías ahorrarme la vergüenza; sobre todo cuando ese tipo quiere matarme a mi y a toda mi familia. - Miro a Yi Fan, con una mirada recta, mezcla de disculpa y reproche - Ningún hombre ha ganado una guerra solo. 

Yi Fan se aproxima a Anguy ahora que ha bajado el arco.
Sé lo que hablamos, explorador. Sé tu opinión sobre los mercenarios de Jakko. Señala a Martha y Areth. Pero no te pido que confies en ellos. Confía en mí. Tenemos que seguir adelante juntos.

Luego se vuelve hacia Martha. La desconfianza y el desprecio por el que es diferente son algo difícil de superar. Y te lo dice alguien que ha sido educado en esos conceptos desde niño. El Dindavara mira a la mujer y después hace una ligera reverencia. Pero te doy mi palabra de que no tendrás que preocuparte por Anguy mientras continuemos juntos.

Dicho esto, comparte una mirada serena con Areth, asintiendo con la cabeza, le da una palmada en la espalda a Alex, para animarle, y comienza a recoger sus cosas, que están esparcidas junto a la consumida fogata. No hace falta decir más. Es hora de partir.

Martha baja finalmente el arco y, sin dejar de mirar a Henry, contesta a Yi Fan.

- No soy yo la que desprecia a los demás, guerrero. Pero creeré en ti. - "Como si tuviese más remedio..."

Con movimientos lentos, guarda su flecha en el carcaj. Comprueba con la mirada cómo Anguy hace lo mismo y respira profundamente. Camina hacia sus cosas con paso firme. Cuando pasa junto a Areth se para a su lado, como si estuviese a punto de decirle algo, pero niega con la cabeza y continúa andando.

- Salimos en diez minutos. - Informa antes de meter sus cosas en su petate. Cuando termina de hacerlo, se lo carga al hombro y se aleja del resto.

Henry no deja de mirar a Martha. Cuando guarda su flecha, el hombre de Asceltis parece relajarse ligeramente pues de alguna forma parecía que estaba a punto de saltar. Se vuelve hacia Areth mientras Martha recoge sus cosas.

- ¿Por qué tendría que informarte de las cosas que sé? ¿Qué te hace pensar que podrías asimilar esa información? - dice sin perder su cínico gesto.

Mira a Anguy, frunciendo ligeramente el ceño, con gesto de seriedad y reproche. Por algún motivo, el explorador retira la mirada, con el rostro levemente apesumbrado.

Luego se vuelve hacia Alex. - Tienes valor, muchacho. - Le dice antes de volverse a su saco para empaquetar sus pertenencias. Mientras camina, mira hacia el dindavara y sonríe.

Bueno las cosas han salido bastante bien, aunque me parece que los grupos se ha definido quedando yo en el medio. No es una postura cómoda sobretodo cuando debería acercarme más a Anguy y Henry, pero no creo que sea el momento, quizas pueda equilibrar la balanza si se tuercen las cosas. El problema es que Anguy me da miedo, Martha parece muy competente, a Henry no me enfrento por nada del mundo, Areth y Yi dan miedo a su manera, lo cual me hace pensar que soy el más debil del grupo.

Necesito volverme fuerte y conseguir poder lo antes posible. Encajo la mandibula antes de que Henry me hable.

-Hay mucho en juego... - contesto a Henry, sin acertar a decir nada más.

¿Que te hace pensar a que eres inmune a un mandoblazo en tu boquita? - Sonrío a Henry, intentando imitar su "célebre" expresión. 

-Espero que sepáis asimilar flechas truil tan bien, Henry...  - Me doy la vuelta, preparando mi petate-  Así, hasta podríais ser de utilidad. 

Os ponéis nuevamente en camino. La tensión en el ambiente se puede cortar con un cuchillo y durante los primeros metros estáis más pendientes unos de otros que del camino. Anguy va a un lado del grupo junto a Yi Fan y Serbal camina a su lado con el pelo completamente erizado. Martha vuelve a guiar la comitiva, pero a menudo gira la cabeza para ver dónde estáis.

Al cabo de un rato, la situación parece relajarse poco a poco, transformándose en una calma tensa y empiezan a escucharse las primeras conversaciones, aunque en un tono lo suficientemente bajo como para que no trasciendan al resto del grupo.