Partida Rol por web

Una ladina expresión asoma en el feo rostro de Oligis Ledoma, bajo su nariz aguileña:

- Ya lo creo que puedo ayudaros, Maestra Svetlana… y en más sentidos de los que vos misma nunca imaginaríais – dice crípticamente el oscuro hombrecillo – Para empezar tengo el placer de informaros de que en breve seréis nombrada oficialmente como la nueva Consejera del Gremio de Encantadores y Eruditos, sustituyendo al fallecido Consejero Rowan, me congratulo de ser el primero en felicitaros por ello…

Tras estas sorprendentes palabras el ominoso personajillo sonríe malignamente y empieza a dar las tan necesarias explicaciones:

- Cuando tuvisteis conocimiento de la existencia del Decimosexto Gremio de Uldholm deberíais haber sido eliminada en el acto, según nuestras normativas… pero en el momento en que falleció Rowan y su puesto quedó vacante, decidimos buscar una solución más imaginativa y mucho menos cruenta al problema – explica con una meliflua sonrisilla – Así que movimos nuestros hilos, que no son desdeñables, para que vos misma fueseis promocionada al cargo de Consejera, ya que éstos sí están autorizados a conocer nuestra secreta existencia, puesto que hemos de gobernar Uldnacht todos en común.

Cuando la expresión de sorpresa de la hechicera lenguatormentas amenaza con dejar paso a su peligrosa y destructiva ira, el camuflado Maestro Asesino se apresura a susurrar:

- Antes de hacer nada que ambos tengamos que lamentar escuchad mis palabras: puedo aseguraros categóricamente que el Gremio de Asesinos no ha tenido nada que ver con los desagradables sucesos que habéis vivido últimamente, ni por supuesto con la lamentable muerte del consejero Rowan – afirma de una forma bastante convincente… si estuviera mintiendo ¿qué sentido tendría venir a informar a la Maestra Svetlana? – Esa maldita Asceltis y su organización se han tomado muchas molestias para intentar dirigir todas las sospechas sobre la organización a la que pertenezco... y eso como os podéis imaginar no nos hace ninguna gracia. Así que yo diría que tenemos un misterioso enemigo en común y eso nos convierte en circunstanciales aliados...

Por fin ya están las cartas sobre la mesa y el siniestro individuo, que ya no parece tan inofensivo, espera expectante, medio agazapado, la reacción de la Maestra Lenguatormentas.

Ilsa está a punto de soltar una sonora carcajada. Observa a Oligis, su perfecta fachada, y vislumbra la peligrosidad de un cazador vestido de presa. Pero el tiempo apremia, y la Maestra del gremio de sabios no puede detenerse en los encontrados sentimientos que se agolpan al enterarse por este extraño personaje de un nombramiento de semejante importancia. No es el momento.

-Eh, gracias...-dice azorada- Pero estáis hablando de una organización suficientemente poderosa como para conocer un secreto de Estado relativo al gremio que presumo representáis. Ese grupo ya estaba al corriente de la información de Jezzabel, Álex y Diana, luego si se trata de dindavaras, como ya pensaba, nos encontramos con un conflicto de Estado en toda regla.

Ilsa repasa mentalmente lo acontecido estos días, buscando intersticios, resquicios en los acontecimientos que permitan decidir una línea de acción... ese Alder... de ¿qué me suena?

Debemos ser rápidos: ¿Cómo os enterásteis de que Rowan había revelado esa información? Supongo que por lo ocurrido en el tejado del Hospital. ¿Ese hombre era de los vuestros? -Dice prácticamente asintiendo- ¿Por qué Rowan pensaba que debía hablar con vosotros para resolver esto, por qué aceptó su muerte entonces sin oponer resistencia si no se trataba del último gremio? -Ilsa hace una pausa para respirar, incapaz ya de seguir, como un cuenco que se derrama después de soportar presiones oceánicas, sus dudas emergen de golpe- De algún modo la pregunta más importante, -dice suspirando,- es dónde está ese maldito chico, Alex Straussen. Fue un grupo de los vuestros quien le ayudó a escapar del Cuenco de Oro, presumo, luego lo tendréis a buen recaudo, espero.

Ilsa observa la escalera esperando ver de un momento a otro la imponente figura de Balder.

Ilsa se gira hacia la escalera, pero el soldado es más discreto de lo que la maestra ha calculado y no aparece de momento. Es probable que esté haciendo tiempo para dejaros algo más de intimidad en la conversación, aunque sin duda llegaría a toda velocidad en caso de escuchar algún tipo de aviso o movimientos bruscos.

El siniestro personaje estudia atentamente todo lo que va exponiendo Ilsa, pero no la sigue en su fugaz mirada hacia las escaleras, sus oídos ya le informarán si el militar regresa... y no desvía la mirada un instante de la hechicera... Finalmente contesta en un apresurado susurro:

- Estamos hablando, Maestra Svetlana, de una organización que amenaza la estabilidad de todo Uldholm – dice con voz ominosa – Un grupo que sabe cosas sobre mi gremio que creíamos que nadie más conocía… y supongo que al hacerse consciente la entidad real de la amenaza, el difunto consejero Rowan intentó contactar con nosotros, avisarnos… pero lo detuvieron antes de que pudiera hacerlo.

El Maestro Ledoma está aventurando muchas cosas partiendo de muy pocos datos objetivos y contrastados… pero no le queda mucha alternativa, así que se ve obligado a reconocer lo que ignora formulando preguntas esclarecedoras:

- Ahora mismo lo que necesitaríamos es poner en orden lo que sabemos acerca de ésta conjura, así que empecemos por el principio de todo – inquiere – ¿Qué había llevado a Jezzabel, Alex y Diana a las tierras fronterizas con Dindavara? ¿Sabéis qué descubrieron allí? ¿Qué ocurrió en el Cuenco de Oro?

-¿Tierras fronterizas con Dindavara? -Ilsa no sabía el punto exacto en el que se había producido el encuentro con los Truil. Las preguntas rompen sus preguntas como un cuchillo, lo que le obliga de nuevo a regresar a la certidumbre de la ignorancia- Esas preguntas no tienen sentido, Ledoma. -Dice la maestra próxima al enojo, mientras de nuevo se concentra en su magia.- ¿De veras debo creer que no sabéis nada de Alex?, ¿del Cerro de Oro?

El límite de credulidad de Ilsa llega a su límite con cada interrogante abierto en este instante.

Cuando ve que la hechicera empieza a acumular de nuevo su poder el Rey Sombra se ve obligado a recordarle lo obvio:

- Mi apreciada Maestra Svetlana, os recuerdo que vos misma me habéis invitado a vuestra residencia, que me he paseado por ella – dice con una sonrisa y voz perfectamente serena, aunque sus ojillos tienen un brillo siniestro – Los miembros de mi gremio utilizan el veneno como los del vuestro la magia… pensad que de haberlo querido podría haber especiado la cena que están preparando en estos momentos en las cocinas, la jarra de agua fresca que tenéis ahora mismo sobre esa mesa… o incluso el picaporte de la puerta, empleando un veneno especial que se absorbe a través de la piel por cualquiera que no tenga la prudencia de emplear guantes – muestra los suyos, como una segunda piel de cuero negro, con un chasquear de dedos – Pero podéis estar tranquila, nuestro objetivo es asegurar la estabilidad de Uldholm, el negocio va bien y deseamos que siga así… de modo que no seré yo quien elimine a la segunda Consejera del Gremio de Encantadores y Eruditos en una semana. Os ruego que mostréis la misma consideración hacia mi persona…

Muestra una sonrisa de hiena y haciendo un gesto desenfadado con la mano trata de justificarse con respecto a sus preguntas y el desconocimiento que involuntariamente revelan.

- Veréis, el Gremio de Asesinos no es precisamente un modelo de transparencia y a menudo la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha – explica con gesto resignado – Así que cuando te encomiendan una tarea no suelen ofrecerte más información que la justa para cumplirla… lo que no siempre es suficiente ni lo más deseable. En resumen, que tendréis que darme información para que pueda seros útil afrontando a un enemigo del que no sé ni tan siquiera si podría estar infiltrado de alguna manera en nuestras propias filas…

Se encoge de hombros en un gesto que parece no ir con su estilo y se la queda mirando con aire expectante y una sonrisa difícil de interpretar.

Ilsa Svletana agita sus alas con disgusto.

-Sois venenoso, Oligis Ledoma.- Dice con una sonrisa pero sin bajar la guardia.- ¿De dónde sacáis pues que nuestros hombres estaban próximos a la frontera con Dindavara? La versión oficial es que se produjo un conflicto en la frontera Truil en la que nuestras tropas fueron diezmadas, lo que ha movilizado a todo el ejército hacia allí. El conflicto truil, que no dejaba de ser fronterizo y moderadamente estable, se ha desquiciado a un conflicto militar a gran escala. Si realmente alguien dispone de la capacidad de anular poderes mágicos (y una de nuestras hechiceras así lo atestiguó ante el gremio de Hechiceros, además del testimonio de la equina dinda que vos conocéis en el Consejo), y de una red que parece brotar de la nación de Dindavara, podemos encontrarnos con un conflicto militar cuyas consecuencias no seremos capaces de prever. La precipitación militar puede llevarnos a una derrota sin precedentes... -Ilsa cierra sus ojos meditando sus propias palabras...

-Ya sé que suena a locura, ya lo sé. Pero alguien debe mantener la vista panorámica, desde las alturas, como las aves que buscan su presa en las alturas sin ser advertidas. También era una locura pensar que alguien pudiera detener las capacidades mágicas y sin embargo, tal parece. Al menos según el testimonio de Jezzabel, una de nuestras hechiceras, que sin duda me ofrece mayor confianza que Diana.

Ilsa hace una pausa, absorta ahora en lo ocurrido estos días, que a ella le parecían ya años, tan flexible es el orden del tiempo -De algún modo, el otro hechicero, Alex Straussen, es la clave para desentrañar el problema. Jezzabel fue raptada y sigue desaparecida sin dar señales de vida, -la hechicera era muy consciente de que esa es la definición misma de la muerte- mientras que de Alex al menos sí sabemos que participó en un lance en esa posada, el Cerro de Oro, hace dos días, donde dejaron dos cadáveres. Fue ayudado por alguien, y tuvo que ser de los vuestros. Si no estoy interpretando al revés la situación, claro. -Dice Ilsa sin ocultar su desconfianza-.

-Eso que decís de Rowan es muy inverosímil. Ese grupo aprovechó la ocasión para eliminar a nuestro Maestro... a mí maestro, -enfatiza- pero parece capaz de anticiparse a cualquiera de nuestros movimientos, incluso a los del decimosexto gremio. ¿Y decís que "el negocio va bien"? Sois un hombre muy frío, señor Ledoma.

El oscuro hombrecillo ensancha su sonrisa antes de contestar:

- En mi oficio, ser frío es una virtud casi obligada, Maestra Svetlana – y añade – Coincido con vos en que necesitamos más perspectiva para valorar todo lo que está sucediendo, pero la impresión es de que puede tratarse de algo a gran escala, una conspiración que amenaza a la propia Uldnacth… – la mira de soslayo y continúa – También tenéis razón cuando decís que nuestro contrincante parece ir siempre un paso por delante nuestro, parece como si tuviesen gente infiltrada en todas partes… es una idea muy peligrosa… pero tal vez sea mejor avanzar la investigación por nuestra cuenta, sin reportar todavía a nuestros superiores para no poner en aviso a posibles informantes…

Se diría que el mezquino tipejo se debate en algún tipo de conflicto interno, pero lo acalla en unos instantes y enseguida vuelve a preguntar:

- Y una vez más opino como vos misma, por el momento el próximo paso a seguir parece ser tratar de localizar a ese Alex Straussen ¿se trata de un danzallamas, no?

-Sí, lo es. Desapareció al salir de la prisión de la ciudad al que fue enviado por algún conflicto que generó en la puerta de Uldholm. Nuestra única notacia remite a un lugar de los barrios medios, el Cerro de Oro, donde tuvo, como ya he dicho, una refriega con unos asesinos de la que salió victorioso gracias a la ayuda de alguien. La cuestión es por qué parece alguien tan interesado en liquidar a alguien de... sus características. Mi impresión es que alguien de vuestro gremio lo protege, al igual que yo fui informada en su momento de un ataque que se iba a producir en mi propia casa. Confirmar ambas noticias con la gente de vuestro gremio ha de ser prioritario, Oligis, -Le ruega Ilsa al sempiterno hombrecillo- puesto que de lo contrario, se abrirían otras líneas de investigación.

-La muerte de Rowan sigue siendo un misterio. Yo me encargaré de averiguar algo más sobre Asceltis y Adler... en la medida de lo posible. Vos localizad a Alex.

-También sería conveniente contactar con la diplomacia qué información pueden ofrecernos respecto a Dindavara, tendremos que observar sus movimientos. No obstante, creo que no podemos excluir de ningún modo la amenaza de sedición.

Concluye Ilsa tocándose el ala meditabunda, mientras, por alguna razón, piensa en las últimas palabras de Merak en la Sede del Gremio. Al fin tenía la sensación de que algo avanzaba, con incertidumbre, con inquietud y con un frío odio que se iba acumulando en su vientre. Pero avanzaban. Aunque todavía el destino permanecía entre las brumas de lo desconocido.

El Rey Sombra contempla a su interlocutora con una cíptica expresión dibujada en su feo rostro de nariz ganchuda. Ciertamente esta mujer le está provocando una impresión muy favorable, sabe tomar decisiones rápidas pero de forma racional y efectiva, con objetividad, aunque tenga ese temperamento vivo y terrible tan característico de los hechiceros lenguatormenta. Podría llegar a ser una gran Consejera del Gremio de Magos y Eruditos... si conseguimos mantenerla viva el tiempo suficiente como para que llegue a demostrar sus indudables virtudes.

- Cuando tenga información fideligna sobre Alex me pondré en contacto personalmente con vos, Maestra Svetlana - le dice con gesto respetuoso - En efecto desde hace unos días mi gente os está protegiendo de nuevos ataques, pero yo os aconsejaría no confiar en nadie pues ya he tenido un encuentro con algunos de nuestros enemigos que imitaban nuestro atuendo tanto como nuestras técnicas... y casi estaban a nuestro mismo nivel de habilidad... Sólo casi.

Hace una sorprendente reverencia y se despide antes de que regrese el militar que hace tiempo tamborilleando con los dedos sobre una superficie de madera en el piso superior...

-Asumo que seréis capaz de localizarme. No obstante, podéis confiar en mis sirvientes como en mi misma (de hecho, quizá algo más), Irina y Stepjan.

Ilsa agita ligeramente sus alas con resolución, dando por terminada la conversación.

La noticia de que un grupo fuera capaz de imitar con determinación a otro cuya importancia le resultaba completamente desconocida hasta hace unos días le llenó de inquietud. Al fin había cumplido con la misión que su maestro le había legado y una cierta sensación de progreso colmó su espíritu. Había que encontrar a ese grupo como fuese y algo le decía que conocía el lugar oportuno para ello.

Ilsa buscó con la mirada a Balder.

Nunca te fíes de las apariencias, decía su padre, el muro más endeble puede esconder la solidez más insospechada.

El soldado tarda aún un poco en llegar desde que termináis la conversación. Cuando aparece por la puerta, un incómodo silencio ha aparecido entre vosotros. Muchas cosas se han dicho en esta conversación, temas importantes han sido tratados y, aparentemente, ambos estáis más que dispuestos a colaborar en aras de la estabilidad política de Uldholm. Pero... ¿hasta qué punto os podéis fiar del otro?

- ¿Todo bien? - pregunta Balder al entra de nuevo en la habitación.

Asiente en silencio cuando ninguno de los dos contesta.

Irina llega unos segundos después y acompaña al Rey Sombra a la puerta tras despedirse fríamente de Balder e Ilsa.

El soldado espera a que tu sirvienta se lleve a Oligis.

- ¿Y bien, Ilsa? - pregunta. - ¿Qué te ha contado ese tipo? ¿Qué vamos a hacer ahora?

La sirvienta de Ilsa te acompaña hasta la puerta con su gesto severo. Cierra rápidamente una vez sales a la calle, como si estuviera esperando el momento de librarse de ti.

Miras a tu alrededor mientras guardas la bolsa de monedas que te ha dado la maestra Svetlana en pago por tu información. Pero estás en los Barrios Centrales y para la mayor parte de la gente de esta zona, todo ese dinero es prácticamente calderilla. Curioso, cuanto menos, porque en la Periferia más de uno mataría por mucho menos.

Echas a andar por las calles del lujoso barrio, buscando la sombra para evitar el calor veraniego y echando de menos el frescor de la noche en la que normalmente te desenvuelves.