Partida Rol por web

Vuelas a la sede del gremio de hechiceros y, durante un momento la observas desde lo alto. Hasta hace a penas unas horas pensabas que dentro de poco podrías obtener uno de los puestos más deseados de la dirección tanto del gremio como de todo Uldholm. Sin embargo, tras la súbita visita de la maestra Straussen, ese sueño parece más lejano ahora de lo que lo había sido desde la muerte de Rowan.

Merak. Parece que ese nombre es capaz de empañar todos los grandes momentos de tu vida. Sin embargo, ¿cómo ha sabido él sobre el destino de Alex Vangrant antes que cualquiera de tus asociados? ¿Quién sería ese conocido que le informó de la muerte del chico? De alguna forma, desde que empezó todo esto, el hombre se ha ido cruzando en tu camino una y otra vez: en casa de Zorya la noche que desapareción Jezzabel, en el hospital poco antes de la muerte de Rowan... Y ahora.

Desciendes directamente a uno de los patios del edificio, utilizado a menudo por los lenguatormentas para aterrizar cuando vuelan al gremio. Biza está ya allí, esperando. Aún no te has acostumbrado a ver a la joven con las alas típicas de los hechiceros de tu escuela, pero evidentemente ha llegado aquí por el aire, al igual que tú.

Me acerco a Biza después de las pertinentes formalidades con los compañeros. La "pesada carga de las alas" que decían sus maestros en tono jocoso, se le abalanza a Ilsa sobre su espalda con todas las consecuencias. No obstante, aún tiene fuerzas para ofrecer una sonrisa a la nueva maestra.

Las conversaciones con Biza suelen conducir a callejones sin salida, pero esta vez espera llevarla con más calma. Ilsa ha sido lenguaraz en sus acusaciones, pero tampoco ha encontrado en Biza más que evasivas y poca claridad en sus respuestas.

Ilsa busca un aparte para conversar tranquilamente con ella mientras trata de hacerse con la sala en un golpe de vista. Mentalmente pasa lista de presentes y ausentes.
Cuánto odia la normalidad rutinaria. Aquella que olvida la importancia del momento, e inconsciente de los acontecimientos que le rodean, se regodea en la rutina pensando que todo permanecerá siempre igual.

Parece que Merak no está. Menos mal.

Después de un breve saludo, y ya con mayor intimidad, le pregunta por el prisionero que capturaron en su encuentro con Aseltis, para después decirle:

-Traigo novedades.

Biza te saluda cuando os encontráis, pero niega con la cabeza al preguntarle por el prisionero.

- Ese hombre estaba demasiado asustado de Asceltis como para decir nada de utilidad. En cuanto nos descuidamos un momento, se tragó su propia lengua para suicidarse - comenta asqueada. - Si quieres creer lo poco que nos dijo, al parecer sólo trata con Asceltis directamente o con algún encapuchado que viene en su nombre. Siempre es ella la que contacta con él, encontrándole en sus propia casa o sus lugares habituales. Normalmente los encargos son conseguir algún tipo de información o vigilar a alguien... No ha llegado a decirnos cómo le hacen llegar esa información a la mujer, o cómo la informan de que han descubierto algo que le pueda interesar. Pero sí sabemos que cobran por sus trabajos. Y cobran bien, pues saben que Asceltis no es alguien a quien sea conveniente decepcionar.

Niega con la cabeza y maldice con una palabra malsonante, costumbre sin duda de la época que estuvo fuera de la ciudad.

- Esa mujer tiene una red de espías y fanáticos por toda la Periferia, demasiado asustados de ella para decir nada que pueda traicionarla. Hemos descuidado demasiado los barrios bajos, Ilsa.

Cuando termina de hablar le dices que tú también tienes novedades.

- ¿Sí? - pregunta casi sorprendida. - ¿Qué has descubierto?

Ilsa recordó las palabras de Christian acerca de los barrios bajos. Asceltis había aprovechado la debilidad del sistema de gremios para utilizarlo a su favor. No obstante, parecía más un medio para un fin mayor, que un propósito en sí mismo. Una operación medida desde hacía demasiado tiempo.

-Puede que tenga algo sobre ella, Biza. Puede que podamos enfrentarnos a sus redes, pero ¿qué opinas de su poder? ¿Crees que fue ella la que lanzó aquella onda mágica la noche en que capturaron a Jezzabel?

Ilsa respiró. A pesar de todo lo ocurrido Ilsa sentía que ya no podía confiar en nadie. A su juicio, ella o Eric pudieron trabajar para ella en el ataque de Asceltis ocurrido al liberar a Diana. Ambos podían tener sus razones. O tal vez era su imaginación meramente. La tortura de la desconfianza es que no tiene reverso o solución posible. Todo es negritud.

-¿Crees que podríamos vencerla, ahora que tus capacidades son mayores? Y lo más importante, ¿estarías dispuesto a enfrentarte a ella? -Hizo una pausa para mirar a su alrededor. En lo más íntimo, buscaba a Merak. Y entonces depositó una semilla en su mente, una simple idea que reservaría para después.

-No me preguntes cuándo, porque por ahora no lo sé, pero si estás conmigo, debes estar preparada para mi aviso.

Era la única manera que encontraba de involucrarla sin decirle demasiado. Lo único a lo que podía aferrarse, pero lo cierto es que Ilsa Svletana no podía intuir cuál sería la respuesta de la maestra.

Biza niega con la cabeza.

- No creo que la magia fuera cosa de Asceltis - dice. - Creo que fue la propia Jezzabel quien lanzó el hechizo que detecté... El problema de enfrentarnos a esa mujer es que hasta hace poco no hemos sabido de su existencia y sólo la hemos visto actuar cuando el dindavara se enfrentó a Diana. Sabemos poco de ella y, desde luego, no tengo ni la menor idea de cómo encontrarla.

Se encoge de hombros.

- Si lo que necesitas es algo de soporte para cuando la encuentres, por supuesto que puedes contar conmigo. Aunque sabemos demasiado poco de ella hasta el momento. Por lo que averiguamos - mira a su alrededor antes de decidir no mencionar a Cerberus - es probable que Asceltis lleve mucho tiempo planeando algo, y sólo ahora se decide a salir al exterior porque está a punto de culminar sus planes.

Te separas de Biza y partís cada una hacia su casa, acordando que si necesitas su ayuda enviarás a Stephan o Irina a buscarla. Cuando por fin llegas a la mansión Svetlan tu criada te informa de que has recibido un mensaje para juntarte con maese Ledoma a un par de manzanas de la posada El Cerro de Oro.

Le das instrucciones a Stepjan para que te siga hasta los Barrios Medios y se quede cerca de tu punto de reunión con el Rey Sombra. Estará bien tenerle cerca si tienes que mandarle a buscar refuerzos, pero no quieres que se meta de lleno en el ataque a la posada. El pobre ya ha pasado varias semanas en el hospital y prefieres mantenerle a salvo. Acuerdas con él una forma de avisarle para que vaya a buscar a Biza a tu señal y subes a tu cuarto con Irina para darle algo de tiempo a llegar hasta allí.

El vestido negro servirá esta noche perfectamente para tus propósitos. Volando en el aire con el fondo oscuro del cielo cuando el Sol prácticamente no emite luz será mucho más complicado verte desde el suelo vestida de ese color. Una vez más, agradeces el tono pardo de tus alas, pues unas plumas blancas como las de Jezzabel o Biza llamarían mucho más la atención.

No tardas mucho en cambiarte (tienes práctica) y salir a la calle. Evitas la puerta trasera, para no despertar a todo el vecindario con el estrépito de tus animales, pero en cuanto llegas caminando a una zona discreta echas a volar.

Seguimos en la escena
Guerra en la Sombra

Ilsa pregunta a los presentes por Vangrant para tratar de dar con él, con la esperanza de que esté más hambriento de venganza que su lastimera Amanda.

Proviene de la escena:
Guerra en la Sombra

Te elevas en el aire, alejándote del taimado hombrecillo mientras piensas en sus últimas palabras. Sin embargo, no tardas en olvidarte de ellas cuando notas cómo empiezas a respirar el humo de la posada. Desgraciadamente, el incendio te va a impedir remontar el vuelo en las inmediaciones del edificio.

Desciendes a la calle y caminas rápidamente por los Barrios Medios. La noche no ha salido como esperabas, pues en vez de encontrar a Asceltis y sus secuaces ha sido Merak quien ha acudido a ti. Aunque de alguna forma sus palabras parecen dejarte entrever que él mismo trabaja con o para Asceltis.

Mientras piensas cómo puedes utilizar esa información en tu beneficio, sigues pensando en los planes que tenías para esta noche. Biza no ha aparecido, al contrario de lo que te había prometido. ¿Habrá tenido Stepjan algún problema en llegar hasta ella? Con sus nuevas alas, la joven hechicera no debería haber tardado demasiado en llegar a la posada, si bien es verdad que aún no estará acostumbrada a volar rápidamente.

Cuando te alejas del incendio, el cielo se va aclarando poco a poco. Levantas una vez más el vuelo y miras cómo parece que la gente está consiguiendo controlar el fuego. Unos pasos rápidos llaman tu atención en la calle. Miras hacia abajo y ves a un hombre correr hacia el fuego. Alguien más dispuesto a ayudar, piensas un instante antes de reconocerle. ¡Stepjan!

A Ilsa le azota una angustia desoladora al ver a su hombre. No obstante, inmediatamente piensa en las infames apariencias, y en la posibilidad de ser involucrada con el incendio si es vista por los alrededores. No obstante, trató de concentrar esa ansiedad y ese dolor en  su entorno. Trató de expresarse por medio de los elementos, concentrándose en su dolor con la esperanza de poder paliar el efecto de las llamas.

Te concentras un momento e invocas la magia heredada de tu maestro. Un ligero viento se levanta casi instantáneamente, pero tu concentración es cuanto menos escasa, así que no llega a convertirse en el vendaval que son ahora mismo tus emociones. Maldices una vez más, dado que hubieses preferido una tormenta que ayudase a extinguir el incendio en vez de un viento que lo avivase, pero desgraciadamente el conjuro es lo suficientemente impredecible como para poder controlar el resultado.

Una vez más miras a Stepjan. Tu criado se para cerca de la zona cubierta por el humo que, por puro azar, empieza a alejarse de ti a causa del viento. Te fijas cómo mira a su alrededor y hacia arriba, como si te estuviera buscando, pero bastante desorientado.

Preguntándote qué le ocurre, decides bajar junto a él. En cuanto escucha el aleteo que produces al aproximarte, se gira y corre hacia ti, con urgencia en su mirada.

- ¡Ilsa! ¡Dindavara! ¡Medallón! ¡Biza! - exclama atropelladamente sin prácticamente ser capaz de vocalizar las palabras. Parpadeas sorprendida, sin terminar de entender qué está diciendo aunque evidentemente se trata de algo importante, porque pocas veces le habías visto tan alterado.

Ilsa coge alarmada a Stepjan al escuchar esas palabras.

-¿Dónde está Biza? ¿Qué medallón? ¡HABLA Stepjan! ¡¡Que te pueda comprender!!

La hechicera, cerca de la desesperación, agita a su sirviente con fuerza esperando la respuesta con la indefectible sesación de que todo se jugaba en la respuesta de Stepjan.

El hombre se toma un momento para ordenar sus ideas, pero no lo hace demasiado bien y continúa hablando atropelladamente.

- Medallón... ¡El colgante! - dice recordando la palabra exacta. - Como el que dijo Diana que llevaba la mujer truil... ¡Pero el brillo era azul! Bueno, al principio no brillaba, pero de repente todo se volvió azul ¡y Biza perdió sus alas!

Inspira dos veces ante tu mirada de asombro.

- Estaba esperando a Biza para traerla aquí y me atacaron dos hombres. Uno era dindavara, pero no el que asaltó a la centauro en tu casa -  dice atropelladamente. - Parecía querer quedarse al margen mientras el otro se batía con Biza. Vine corriendo a avisarte, pero por encima del hombro ví cómo Biza caía al suelo...

-Stepjan, ¿dónde?, ¿dónde estabas esperando a Biza?, ¿dónde la han atacado?, ¿qué le ha ocurrido?; y por todos los dioses, ¡¡¿¿qué haces aquí tirando agua??!!

Los sentimientos anegan la garganta de la hechicera. Es imposible poder enfrentarse a ese poder al parecer, para su gremio, así que tenía que conseguir ayuda. No obstante, la guardia no tardaría en aparecer a raíz del incendio. Si conseguía atraer alguno tal vez podría enfrentarse en igualdad de condiciones contra los atacantes de Biza.

El hombre agita la cabeza, atontado.

- Están junto a su casa... Me cogieron por la espalda mientras la esperaba. Al principio parecía que el dindavara no pretendía atacarla, que era un tema entre su acompañante y el otro y querían saldarlo con un duelo, pero luego sacó el medallón... - Respira fuertemente, tomando aire y aclarando sus ideas.

- Biza me ordenó que viniera a buscarte. Nunca la había escuchado hablar de forma tan autoritaria... Estaba esperando ayuda de Eric. - Su cuñado probablemente estuviera en su casa, así que no tardaría en llegar.

Miras a la calle, buscando con la mirada a la guardia, pero todos parecen ocupados en sofocar el incendio. Sin embargo, dado que la mansión de los Carkenna está en los Barrios Centrales, te extrañaría que un ataque en esa zona no hubiera llamado la atención de la guardia de la ciudad.

Ilsa sale inmediatamente volando hacia la casa de Biza.

-¡Nos vemos allí, Stepjan! ¡¡Busca al Sargento Fiannar y tráelo!!

Le grita, desesperada.

Ese objeto ya ha llegado hasta aquí, a la capital. Hay que tratar de averiguar cuál es su poder, y aprender lo suficiente. Si no para contrarrestarlo a él, al menos para contrarrestar a sus portadores. Esos dindavara... ¡¡maldita sea mi maldita ceguera!!