Partida Rol por web

Observando la mansión Carkenna acuclillado desde la esquina, Yi Fan sabe muy bien que si ha llegado hasta aquí, en el área más opulenta de los barrios centrales, es por seguir exactamente los pasos de Fender, que le indicaba cómo, cuándo y de qué manera tenía que moverse. El hombre sin duda sabe lo que se hace, aunque sólo espera que su ansia de venganza no sea mayor que su instinto de supervivencia y mantenga su cautela hasta encontrarse cara a cara con esa hechicera, Biza.

En silencio, escucha las palabras del bandido antes de responderle.

Preferiría un combate directo. Yo soy un guerrero, no soy un vulgar ladrón que se cuela en casas ajenas. Susurra el Dindavara, pero al ver la expresión de Fender añade inmediatamente. Sin ofender, claro.

Sacude la cabeza, disgustado. Muy bien. Lo haremos a tu modo. ¿Has estudiado la mansión? ¿Sabes si cuentan con guardias armados dentro?

El Dindavara entrecierra los ojos, mirando fijamente la entrada de la casa.

Si nos abrimos paso por la puerta principal nos podrían descubrir de inmediato. Se vuelve hacia Fender. Pero quizás exista una puerta trasera, o de servicio. O quizás… dice alzando la mirada… podríamos acceder al tejado a través de una de las mansiones de la misma manzana.

Fender te mira con seriedad.

- Lo cierto es que no he tenido ocasión de investigar la mansión. Sé que no tienen guardias en el interior, aunque un miembro de la familia es militar...

Bruscamente, se calla y te hace un gesto. Una figura se acerca corriendo por una calle lateral y se para junto a la puerta de la casa. - ¡Biza! ¡Biza! - Llama golpeando a la puerta.

Fender aguanta la respiración; si el hombre sigue gritando así no tardará en despertar a todo el vecindario. Sin embargo, tan sólo se ilumina una ventana y una mujer asoma la cabeza a través de ella. Ves cómo tu compañero sigue sin respirar, mirando anonadado a la joven que acaba de aparecer, con un gesto entre el amor y el odio propio de un amante despechado.

- ¡Shh! - dice Biza Carkenna desde la ventana. - Stepjan, ¿qué ocurre? - Pregunta desde el primer piso. Algo en la voz te resulta familiar, pero no consigues localizarla.

- Ilsa necesita tu ayuda - contesta el hombre desde la calle. - Dice que había hablado contigo esta tarde y me ha mandado a por ti.

- ¿A esta hora? - pregunta la mujer. No espera una respuesta antes de seguir hablando. - Dame dos minutos, ahora mismo bajo... - ¡Eso es! Te exijo que reveles tu identidad... son las palabras que una hechicera te dijo después de que Areth y tú atrapáseis a Jezzabel. Parece que hace siglos de eso, pero un ligero picor en la cabeza, ahí donde te impactó el rayo convocado con la maga hace que reconozcas la voz. El destino parece que te ha vuelto a juntar con la misma maga semanas después.

Fender se vuelve hacia ti. - Es nuestra oportunidad. Tenemos dos minutos para colocarnos de forma que pueda retarla antes de que se vaya. Si todo va bien, debería atacarnos con su magia y el medallón cancelará sus poderes.

Las cicatrices por quemaduras en la cabeza y el pecho del Dindavara son un perenne recordatorio de lo que está en juego cuando te enfrentas a un hechicero, pero lo que no se esperaba Yi Fan era encontrarse precisamente con la mujer que le hirió de gravedad cuando él y Areth perpetraron el secuestro de Jezzabel.

Todavía está digiriendo este descubrimiento cuando Fender le explica que cuentan con apenas dos minutos para prepararse. Tratando de recobrarse de la sorpresa, el Dindavara asiente, sabiendo que no dispone de tiempo para explicarle al bandido que el destino hizo que su camino se cruzase con el de Biza en el pasado.

Debemos permanecer juntos para que pueda disipar su hechicería. Susurra mientras se pone al cuello el Medallón. Lo mejor será avanzar entre las sombras a la vez, yo un paso por detrás, hasta situarnos enfrente de la puerta de entrada, al otro lado de la calle.

Yi Fan señala al mensajero. Debemos sorprenderle por la espalda, y hacer que se mantenga inmóvil bajo amenaza de muerte. Te tendrás que situar justo detrás de él mientras que yo permaneceré detrás de ti. Ese hombre bloqueará la línea de visión de Biza lo suficiente como para no darse cuenta de nuestra presencia hasta que haya salido a mitad de la calle.

El Dindavara realiza una inspiración profunda, para calmar la ansiedad anterior al combate. Sabe que ya no hay vuelta atrás.

Adelante Fender. Te sigo.

Fender se agazapa y se acerca al hombre por la espalda mientras le sigues a un par de pasos de distancia. Sus sigilosos movimientos son difíciles de escuchar incluso para ti, así que Stepjan, evidentemente nervioso por la tardanza de Biza, no tiene la más mínima opción de oirle.

Un cuchillo aparece en la mano izquierda del bandido y centellea mientras se dirige a la garganta del sirviente. - Si haces el más mínimo movimiento o emites el menor sonido, será lo último que hagas... - amenaza Fender mientras le sujeta por la espalda.

El hombre aguanta su respiración y se queda quieto como una tabla, sabiendo que su asaltante es perfectamente capaz de acabar con su vida. Fender mira rápidamente por encima de su hombro y te señala con la cabeza la pared junto a la puerta, para que te apoyes en ella y no puedan verte mientras salen.

Mientras sigues sus instrucciones y te colocas, observas al hombre al que mantenéis como rehén, o más bien como cebo. En su mirada hay algo de miedo, pero también cierta determinación. Sin embargo, cuando te observa, abre los ojos sorprendido, como si no esperase encontrar a alguien con tu aspecto en la ciudad.

La puerta no tarda en abrirse y la mujer aparece en el umbral.

- Ya está, Step... - dice precipitadamente mientras sale. Pero en ese momento se fija en el hombre agazapado tras el sirviente. Frunce el ceño al reconocer a Fender. - ¡Tú! - exclama. Sin embargo en su tono no hay ningún atisbo de sorpresa. Parecía saber que este momento llegaría, aunque desde luego no esperaba que ocurriese ahora. - Debía haberlo imaginado, nuestro problema siempre fue que nos encontramos en los momentos menos oportunos... ¡Suéltale! Sólo me quieres a mí, y sabes que no puedes vencerme - dice desplegando sus alas en un gesto amenazador.

Fender empuja al hombre hacia un lado, cerca del alcance de tu dinda.

- Veo que te has ganado tus alas - dice. Y tú sabes que no ha sido hace mucho, porque por un momento al verla ese detalle te había hecho dudar de que fuese la misma persona que te había perseguido. Desgraciadamente, esas alas pueden hacer que todo vuestro plan para tener un duelo igualado se vaya al traste si sale volando.

Stepjan se recompone ligeramente tras el empujón. - ¡Biza, no está sólo! - avisa a la mujer aún a riesgo de que tomes represalias.

La hechicera gira la cabeza y te mira rápidamente antes de volverse nuevamente a Fender.

- Eso no lo había esperado de ti... - dice, no sin cierto desprecio. Pero se interrumpe antes de terminar la frase y te vuelve a mirar, fijándose en la túnica con la que siempre te cubres. - El dindavara... - susurra.

Ver cómo la mujer-hechicera de nombre Biza despliegue sus alas hace que Yi Fan apenas pueda contener un respingo. Nunca se acostumbraría a los terrores de la maldita magia. Pero aprieta los dientes, dispuesto a mantener la compostura mientras se coloca rápidamente detrás de donde Fender se encuentra.

Me reconocéis… Dice el Dindavara en voz baja mirando fijamente a la hechicera alada por encima del hombro del bandido, pero suficientemente alta para que se escuche perfectamente en mitad de la silenciosa noche. Sin embargo yo no sabía quién erais hasta que os he visto en esa ventana hace unos instantes…

No os guardo resentimiento por lo que sucedió la última vez que nos encontramos. Continúa diciendo Yi Fan, aunque sabe que sus palabras deben de estar sorprendiendo a Fender. Yo era una espada contratada y eso conlleva riesgos que uno ha de asumir. Pero hoy estoy aquí para cumplir la promesa de acompañarle a él. Señala a Fender mientras levanta las manos mostrando las palmas vacías. Y no usaré mi Dinda contra vos a no ser que me ataquéis primero…

Es cierto, pero es una verdad a medias. Porque sí está dispuesto a usar el poder del Medallón contra ella, para privarle de su hechicería. Yi Fan se pregunta con pesar desde cuándo se ha convertido en un manipulador, alguien en cuyas palabras no se pueden confiar.

Fender… concluye el Dindavara. Es hora de poner fin a esto…

Biza te mira con una sonrisa socarrona mientras apoya su mano cuidadosamente en la empuñadura de su espada.

- Y, por supuesto, debo fiarme del honor de un mercenario, una "espada contratada" - dice citando tus palabras - que se dedica a secuestrar a una hechicera con información privilegiada - se gira hacia Fender - y de un bandido y asaltador de caminos...

Por un momento la tensión se masca en el ambiente, mientras todos os preparáis para cualquier reacción por parte de los demás.

- Está bien, acabemos con esto de una vez por todas - dice lentamente la mujer sin relajar su postura. - Pero si sólo has venido aquí para acompañarle, lo justo sería que yo también tenga un padrino para el duelo, ¿no? Además, no podremos batirnos en mitad de la calle sin llamar la atención de la guardia.

Fender parpadea, sin esperar esa respuesta de la mujer, y te mira ligeramente desconcertado.

- Stepjen, avisa a la maestra Svletana de que no podré acudir a nuestra reunión. - Dice Biza con tono autoritario. - Mi cuñado me acompañará en el duelo. ¿Conocéis algún sitio más discreto o queréis batirnos en el patio trasero de mi casa? - Añade no sin cierto sarcasmo.

El criado se queda paralizado, tentado de obedecer a la hechicera, pero aún mirándoos sin saber cómo reaccionar. Fender, por su parte, parece ligeramente desorientado. Su deseo era acabar con su ex-amante en un duelo justo, al menos eso te había hecho saber, pero no parecía estar preparado para esta reacción de la mujer.

La suficiencia de la mujer da cuenta de lo mucho que confía en sus propias habilidades, y quizás sea la prueba que incluso aunque sean capaces de anular su hechicería, éste no será un combate fácil para Fender… ni para Yi Fan en el caso de que se vea involucrado.

Pero las palabras de Biza desconciertan al bandido, y el Dindavara puede verlo en su mirada, por lo que responde a la cuestión no planteada por Fender negando con la cabeza, lo que da clara muestra de su postura. Esta mujer es peligrosa como una víbora, y cuando te enfrentas con una víbora no juegas con ella, no le das tiempo para que te engatuse, sino que acabas con ella de un golpe certero, cuanto más rápido mejor.

Pero no expresa su opinión en voz alta, eso no ayudaría a aumentar la confianza de Fender. No, es el bandido quien tiene que reaccionar y acabar con esta situación cuanto antes. Esta es una decisión que él y sólo él puede tomar, y Yi Fan espera que no la demore por más tiempo, porque tiene la sensación de que a medida que los segundos pasan, más peligro corren…

La hechicera te mira atentamente mientras niegas con la cabeza mirando a Fender. - Perros sin honor - exclama tras un momento de incómoda tensión.

Súbitamente, una intensa luz azulada brilla entre tus dedos y, casi al mismo tiempo, un resplandor del mismo tono ilumina la calle mientras un rayo sale de la boca de la mujer. Te concentras para contrarrestar la magia de Biza, pero tú no eres el objetivo. Sino que el rayo va dirigido a Fender.

- ¡ERIC! - Grita la mujer tratando de avisar a alguien en su casa.

Al mismo tiempo, el hombre al que Fender había tomado como rehén, al que han llamado Stepjan, da un paso hacia atrás, dispuesto a alejarse de la zona.

Apenas un neófito en estas artes, Yi Fan no acierta a reaccionar para interponerse entre Fender y la hechicera, que lanza su relámpago mortal a través de la boca, igual que si pronunciara una maldición...

Fender se concentra para resistir el hechizo y el rayo impacta en su pecho sin producir ningún efecto. Sin embargo, para hacerlo tiene que renunciar a todo tipo de ofensiva contra la mujer, y el tiempo corre en favor de Biza, porque la guardia o ese tal Eric no tardarán en aparecer.

- ¡Maldita sea Yi Fan! ¡Déjame a mí el medallón! - exclama al ver que no llegas a interponerte entre él y el hechizo. Si Biza sigue centrando sus conjuros en él, parece que no podrás hacer nada con el artefacto truil.

El criado, por su parte, viendo que no tratas de detenerle sino que intentas proteger al bandido, aprovecha para darse la vuelta y echar a correr, siguiendo las instrucciones de la mujer.

Yi Fan se reprende a sí mismo por llegar a creer que la protección que pudiera proporcionarle el Medallón Truil también salvaguardaría a Fender.

No ha sido así y al Dindavara no le queda más remedio que quitárselo de entorno al cuello y alargar la mano para que el bandido lo recoja, a pesar de que esto le deja a él mismo indefenso ante la hechicería de Biza.

El sonido de los pasos del criado alejándose por la calle hace dudar a Yi Fan si debería perseguirlo para darle alcance, pero desiste de hacerlo. Sea quien sea ese Eric al que la hechicera llama, aparecerá mucho antes que cualquiera al que el criado pueda alertar.

Y no tiene intención de dejar sólo a Fender…

Fender agarra el medallón justo en el momento en que la hechicera repite su conjuro. Un destello azulado os deslumbra durante un instante. Parpadeais rápidamente para reajustar vuestras pupilas a la oscuridad de la noche y véis cómo Biza cae al suelo de rodillas. Durante un momento parece desconcertada y no tarda en mirar por encima de su hombro para darse cuenta de que sus alas han desaparecido.

Se gira hacia Fender con odio en su mirada, pero no tarda en desviar la vista hacia el medallón que sostiene en la mano. La gema central de rebma desprende un fulgor azul que ilumina la calle, mucho más intenso que unos momentos antes, incluso en el momento en el que Biza lanzaba su conjuro. Las runas grabadas en el metal que engarza la gema central brillan en ese mismo tono, como si la luz de la piedra se filtrase hasta ellas.

- ¿Qué...? - empieza a preguntar la hechicera. - ¡La contramagia Truil! - exclama con un gesto de comprensión mientras se endereza. - Pero, ¿cómo...?

- Basta de preguntas, Biza... - interrumpe tu compañero. - Ahora nos batiremos tú y yo en igualdad de condiciones.

Bruscamente, la puerta detrás de la hechicera se abre y en el umbral aparece un hombre con una espada en la mano. - ¡Biza! ¿Estás bien? - pregunta preocupado sin darse cuenta de que la mujer no tiene sus alas. Después de todo, por lo que ha comentado Fender, es probable que no haga mucho tiempo que se haya sintonizado permanentemente con su escuela, así que su cuñado no estará tan acostumbrado a las alas como para notar su ausencia.

El Dindavara jamás hubiera imaginado que el Medallón tuviera un efecto tan poderoso contra la hechicera. No sólo ha cancelado su magia sino que incluso ha hecho desvanecerse las alas de la mujer. Ahora ella y Fender se enfrentarán sin trucos, espada contra espada.

Pero para eso debe ocuparse del hombre que acaba de aparecer a través de la puerta del edificio.

¡Eric! Grita Yi Fan sabiendo que al pronunciar su nombre llamará inmediatamente su atención. Los pies del Dindavara se mueven rápido sobre el suelo de la calle, aproximándose al hombre armado, pero sin inmiscuirse en el camino de los dos antiguos amantes.

¡Este combate es asunto sólo de ellos dos! Su mano se mantiene sobre la empuñadura de su Dinda. Su cuerpo se flexiona, como un gran felino preparándose para su ataque.

No se te permite interferir...
 

El hombre te mira con seriedad mientras da un paso a un lado, evaluando con la mirada a Fender y a ti.

- ¿Sólo de ellos? - pregunta mientras observa el medallón. Al ver la luz azulada parece darse cuenta de lo que acaba de ocurrir y se fija finalmente en la espalda de Biza. - ¿No tienes ni idea de lo que tienes entre manos, verdad? No sabes qué acabáis de hacer... Esto va más allá de un duelo, de una rencilla personal. Ese medallón es un problema de seguridad, no sólo en Uldholm, sino en todo heluso...

Notas cómo su mano se abre y cierra sobre la empuñadura de su espada, mientras que con la izquierda busca una daga en la parte trasera de su cinturón.

- Daos presos en nombre de Uldholm - avisa, aunque sus palabras parecen vanas en esta situación. Sin embargo las dice con el convencimiento y la autoridad de un oficial de la guardia de la ciudad. - ¡A MI LA GUARDIA! - grita de repente. - ¡Biza, defiéndete! El tiempo corre en su contra - añade adoptando una posición defensiva.

La impulsiva mujer no parece hacer mucho caso a su cuñado. Aprovechando la ligera distracción que el grito de Eric provoca entre vosotros, se eleva desde su posición arrodillada dando un salto hacia Fender mientras desenvaina su espada en el movimiento típico de tu escuela. Por lo que sabes, fue el mismo bandido quien le enseñó a la mujer sus conocimientos de esgrima y por un momento puedes ver cómo el golpe dirigido a la cabeza de tu compañero podría fácilmente acabar con su vida.