Partida Rol por web

Los gritos de Irina subiendo por las escaleras te sacan de tu sueño.

- ¡Ilsa, Ilsa! - te llama, exhaltada. Parece que tus sirvientes últimamente sólo te traen un sobresalto tras otro. - ¡Ha llegado un mensaje del Gremio!

Abre violentamente la puerta de la habitación y te encuentra aún enderezándote. ¿Mensaje del Gremio? Aún faltan unos días para la votación... ¿Qué será tan importante como para que envíen un mensajero a tu casa?... ¿Qué habrá hecho Merak?

Irina te ignora y se dirige directamente a la ventana, descorriendo las cortinas para que entre la luz de golpe y te obligue a desperezarte. - Se trata del hombre tatuado, ese sacerdote. ¡Está en la biblioteca!

Alder. El supuesto lugarteniente de Asceltis parece haber salido a la luz... ¡y está nada menos que en el Gremio! Frunces el ceño, dudando de cómo habrán reaccionado tus colegas ante su aparición. Por supuesto, ellos no saben su relación con Asceltis y la desaparición de Jezzabel, así que dudas mucho que haya causado demasiado revuelo. En teoría, Alder podría reclamar que aún pertenece al Gremio pues, a pesar de sus disputas con los Consejeros y su desaparición, sigue siendo un hechicero que ha abonado sus tasas de inscripción, aunque no esté al día con sus pagos anuales. El hecho de que haga uso de la biblioteca no debería suponer más que un tema más de habladuría para la mayor parte de la gente, aunque tus compañeros de Cerberus no habrán dudado en tratar de localizarte en cuanto haya aparecido.

Ilsa continúa meditando en las intenciones de Alder, inmersa en sus pensamientos, de modo que no responde directamente a Irina. Solo después de un buen rato de absorta evasión regresa a la realidad.

-Perdona Irina, estaba pensando. -Le comenta a su fiel servidora.- Debo irme.

Sin más y con lo puesto sale a la calle. Con un felino movimiento alza el vuelo y sale disparada hacia la sede. Mientras se mueve por el aire, la grácil sensación de volar reconforta a Ilsa. Piensa en la situación de Biza Carkenna, atacada por los agentes de... ¿de quién? Ese símbolo en la alcantarilla le inquieta profundamente. Parece, en cierto modo, que confirman las palabras de Merak. Debía tener cautela. Sin dilación, llega a la Sede y se dirige a la entrada en busca del hechicero tatuado.

Vuelas hacia la sede de tu Gremio y aterrizas en la entrada principal. Mientras entras, tienes que esquivar a varios compañeros que se acercan a preguntarte sobre la próxima elección de Consejero. Tal vez tu premura te reste un par de apoyos en las votaciones, pero ahora mismo la prioridad es bien diferente.

Caminas por la red de pasillos del edificio hasta llegar a la entrada de la biblioteca, uno de los orgullos de tu gremio. Varios aprendices y oficiales se han juntado en la entrada y cuchichean entre ellos, mirándote interesados cuando apareces. Echas de menos a Rhenar, el historiador aún inconsciente que se encargaba de mantener el orden en las proximidades de esta sala.

De repente, la puerta se abre bruscamente y un hombre enorme aparece en ella. Alder. Su oscura piel no esconde un tatuaje en la cabeza y sus pasos delatan un peso aún mayor al que esperarías de un hombre de su tamaño y musculatura. No puedes olvidar que los sacerdotes del hueso de hierro sufren un efecto permanente en su sintonización acorde al nombre de su escuela. Colgando de la cintura de Alder, un alfanje de tamaño proporcional al del hombretón golpea su cadera mientras camina.

Sale de la biblioteca con el ceño fruncido, mirando a la gente allí reunida con seriedad, como desafiándoles a decir algo. Finalmente su mirada se clava en ti y ves un gesto de reconocimiento en su mirada.

Ilsa contempla con puro desprecio a aquél hombretón. No obstante, supone que al fin podrán conocer de primera mano a uno de los ejecutores de Asceltis. La intriga por la presencia del ironborne domina a Svletana. Los acontecimientos se precipitan a medida que se aproxima la votación, por lo que Ilsa entiende que puede tratarse de un momento trascendental. ¿Acaso este grupo pretende dominar un sector estratégico del Consejo para ejecutar sus secretos planes? La presencia de Alder revela un elaborado plan que comenzó con la escaramuza Truil, hasta la aparición ayer de la joya mágica que elimina la sintonización. Puede que su amenazadora presencia sea el único objetivo. ¿Por qué ese interés en desestabilizar el gremio de los sabios? Ilsa, por ahora, solo era capaz de ver en Alder el resentimiento y la rabia. Pero Asceltis todavía era desconocida... y era evidente que no podía confiar en el Rey Sombra. Además, estaba convencida de que alguien de su círculo próximo era un traidor... o como mínimo un informador privilegiado de Asceltis. El pasado de Biza siempre la había hecho candidata, pero Eric y su crisis continua con Kiba también era buen candidato. De hecho, casi mejor.

Pero todo aquello en el fondo era irrelevante. Conocer el auténtico objetivo de este grupo era la cuestión principal e Ilsa era consciente de que Merak estaba jugando en esto un cierto papel. Si no conseguía hacer hablar a Alder, tal vez podría tratar de presionar a Merak ante la Asamblea.

Ilsa saluda con un gesto cortés al hombretón y le pregunta directamente:

-¿A qué habéis venido?

El hombre observa cómo te interpones en su camino y frunce el ceño, dudando por un momento si seguir avanzando y pasarte por encima o pararse en frente de ti. Dada la afluencia de gente a vuestro alrededor, decide optar por la segunda opción. A su lado, incluso con tus alas, no puedes evitar sentirte pequeña y el hecho de saber que sus huesos están forjados en metal mientras los tuyos son más frágiles de lo habitual para permitirte volar no ayuda precisamente a mitigar el efecto del tamaño de Alder.

- Maestra Svletana... - dice. - ¿No tiene cosas más importantes que hacer que molestar a un oficial del Gremio que viene a la biblioteca? Según tengo entendido, la elección del nuevo consejero se hará esta misma semana.

Su voz grave resulta casi tan amenazante como su mismo aspecto, a pesar de que trata de mantener el control sobre sus palabras.

- Si se pregunta qué hago aquí - dice respondiendo a tu pregunta - sencillamente: cobrarme los años de impuestos que he pagado a este Gremio sin que me aporte absolutamente nada. Ahora, si me disculpa, tengo asuntos que atender...

Se queda quieto un momento, esperando a que te retires antes de cambiar su opinión inicial y seguir avanzando como un animal a la carga.

Ilsa medita durante unos breves instantes, todavía afectada por la presencia de esta mole de carne y acero

-En efecto y toda ayuda en la elección será bien recibida, incluso la de oficiales ausentes desde hace mucho tiempo... pero que pagan sus impuestos. Tal vez sea momento de que le aporte algo ventajoso esa pertenencia al Gremio, ¿no cree?

Ilsa trata de ofrecer su imagen más transparente y frágil frente a Alder, no sin cierto temor. Con un paso se hace a un lado, pero señalando una sala privada:

-Las muertes de las últimas semanas han afectado mucho al gremio en su conjunto. Tal vez podríamos llegar a algún compromiso y propiciar vías de comunicación que eviten tragedias como las que se han producido en la frontera. No queremos que las capacidades se descontrolen y termine por generarse una situación desagradable para todos. -Ilsa suspira- A juicio de los Antiguos, la contienda armada constituye en mayor de los males y solo la política orientada por y para la paz puede gobernar adecuadamente un pueblo. ¿Qué opináis vos, Alder? Podríamos discutirlo en privado, por supuesto.

El hombre te mira sorprendido y luego abre los ojos desmesuradamente.

- ¡JAJAJA! - estalla finalmente en una sonora carcajada que retumba por todo el pasillo. - El Gremio ya me ha dado lo único que necesitaba de él... Y esta misma mañana me he puesto al día en mis cuentas. Aunque eso no signifique que yo haya dado al gremio todo lo que puede esperar de mí - dice sin ocultar el rencor en su voz.

En cuanto te apartas el hombre sigue avanzando, pero tus palabras le hacen parar y volverse.

- La única tragedia que ha ocurrido en la Frontera, maestra Svletana - dice con total y absoluto desprecio - es que no hayamos exterminado a los salvajes Truil para extender nuestro territorio por toda la tierra del crepúsculo.

Sin esperar ningún otro comentario, vuelve a caminar por el pasillo en dirección a la salida del Gremio.

Ilsa observa cómo Alder se marcha sin decir palabra y luego se gira hacia la biblioteca a averigüar qué quería de ella el hombretón.

Ilsa se detiene en el último momento... para qué retener la lengua. Al fin y al cabo lo que quiere es provocar al gigantón. Se gira rápidamente y le espeta:

-Me alegra saber que la muerte de tus compañeros allí y aquí no se incluye entre tus intereses, aunque sí las cuotas. Por otra parte, creo que te vendrían bien esos medallones azules que se han puesto de moda, ¿no Alder? ¡Así podrías canalizar tu resentimiento!

El hombre se para y se da la vuelta con una sonrisa.

- ¿Muerte de mis compañeros? - dice negando con la cabeza. - Hace mucho que no muere nadie que me importe lo más mínimo... Claro, que tengo intención de poner solución a eso pronto. En cuanto a los medallones, ¿qué quieres que te diga? Yo los prefiero marrones... Quedan mejor con mi tono de ojos.

Con una sonora carcajada, se vuelve a girar y se aleja hacia la salida del gremio con grandes zancadas. El resto de los miembros de tu gremio se quedan mirándote, esperando a ver qué vas a hacer después de su sorprendente respuesta.

Ahora sí, con un soplido de desprecio:

-He ahí la mentalidad más dañina para el Gremio. Dice en voz alta, más para sí que para el posible auditorio. Y, sin más, se dirige a la biblioteca a preguntar.

Entras en la biblioteca y preguntas al encargado qué es lo que ha estado buscando Alder aquí. El hombre, a penas un muchacho recién nombrado oficial del gremio y asignado a la biblioteca para reemplazar a Rhenar mientras está en el hospital, asiente al reconocerte y te lleva a la sección donde estaba el gigantón tatuado.

Busca rápidamente y saca un libro de una estantería. Te lo da casi con timidez, evidentemente intimidado por una de las dos personas que están pugnando por el puesto de Consejero. Coges el libro y te apoyas en una mesa antes de empezar a leer en voz alta:

- "Los Secretos de las Runas de Ironbone" - pronuncias mientras lees el título. El hecho de que en Heluso no se sepa leer en voz baja ha permitido al bibliotecario encontrar el libro sin posibilidad de error.

Abres el tomo y hojeas las primeras páginas: por lo que puedes ver, parece que en este volumen se explican los hechizos que los sacerdotes del hueso de hierro invocan a través de sus runas. No necesitas avanzar demasiado para encontrar lo que estaba buscando Alder: en una de las primeras páginas ha sido arrancado el dibujo de una de las runas más sencillas de la escuela, el "Glifo Menor de Fuerza de Hierro". Lees la descripción del hechizo y te parece uno de los conjuros más básicos de la escuela, algo que sin duda un sacerdote tatuado debería controlar sin dificultad. ¿Por qué Alder ha querido hacerse con esa runa?

Unos pasos rápidos entrando en la biblioteca y dirigiéndose hacia ti te hacen volverte hacia la puerta. El Consejero Christian se acerca corriendo a tanta velocidad como le permiten sus viejos huesos.

- ¡Ilsa! ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está Alder? - pregunta jadeando.

-¿Consejero Christian? -Saluda Ilsa al anciano con incertidumbre- ¿Qué ocurre? Acabo de cruzarme con Alder en la entrada. Mire- Le indico señalando la página arrancada del libro- ese hombre se ha llevado una runa menor de su propia escuela.- No alcanzo a entender...

La expresión de Christian le intriga sobremanera, por lo que finalmente se detiene en su explicación.

-Hable, ¡por los Antiguos!

El consejero mira sorprendido los dibujos de las runas en el libro.

- Su propia escuela... - repite casi en un susurro. - No. Alder es un danzallamas, y siempre despreció a los sacerdotes de Ironbone. Decía que su magia era torpe y tosca en comparación a la sutileza y el poder auténtico de su Fuego Interior. Si ha venido aquí a buscar esa runa debe ser porque está tramando algo.

Christian lee en voz alta el nombre de la runa que ha robado Alder, pero son las palabras del hombre tatuado cuando le hablaste del medallón las que resuenan en tu cabeza. "Yo los prefiero marrones".

- Ilsa, no sé qué pretenderá es hombre. Era un soldado y nunca simpatizó con la política tolerante del Gremio con respecto a los Truil. Cuando perdió su magia y fue expulsado de su escuela juró vengarse de todos nosotros. Sea lo que sea lo que espera conseguir aquí, seguro que no es nada bueno - sentencia el consejero con expresión apesumbrada.

-Alder fue forzado, según me dijísteis, a ser un Ironborne. -Dice Ilsa después de las palabras del Consejero.- Puede que pretenda hacer lo propio con otros y realmente no conociese ese conjuro menor, puesto que precisamente no fue obra de su voluntad.

El asunto provoca en Ilsa un desagradable cosquilleo.

-Por lo que empezamos a saber, parece que ese medallón (o medallones), arrebatan la sintonización, pero solo temporalmente. ¿Y si pretende utilizarla contra alguno de nosotros mientras hemos perdido la sincronización con nuestra escuela? -Ilsa tiembla solo de pensarlo. Ya no se concibe a sí misma sin sus alas.

-Por lo que a mi toca ese individuo es una amenaza para todos. ¿Está de acuerdo? -Inquiere.

A continuación, suspira levemente.

-Además, me he enterado de que al parecer hay otras personas informadas de las intenciones de ese individuo, que no parecen estar en absoluto ocultas para nosotros. ¿Estábais al corriente de ello?

El consejero te mira con cara de terror.

- ¿Medallones que arrebatan la sintonización? - pregunta asustado. - ¿Es eso lo que los Truil utilizaron para derrotar a nuestros ejércitos? ¿De dónde han salido esos objetos? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que Alder tenga acceso a alguno de ellos?

Baja la cabeza, como si se sintiera derrotado. Al hacerlo, su mirada se clava de nuevo en el libro que habéis estado mirando. Rápidamente, empieza a pasar las hojas hasta que encuentra lo que estaba buscando, un dibujo de una estrella de siete puntas, similar al que Alder lleva en su cabeza.

- No. A Alder le arrebataron sus poderes porque grabaron la runa de sintonización de Ironbone sobre su cabeza. Aunque normalmente esos tatuajes se pueden borrar, lo intricado de esa runa y la localización en la que se la hicieron no permitía asegurar su supervivencia si intentaba quitársela. - Vuelve a mirar el libro y te señala la página que ha buscado. - De todas formas, si él quisiera hacer lo mismo, habría buscado este ritual, no uno mucho más sencillo como el que se ha llevado.

Lee en voz alta el ritual de sintonización.

- Grabar esta runa llevaría 9 horas al hechicero. Aunque tal vez lo plantease de forma puntual, Alder era conocido por su crueldad en batalla. Ese hombre es un carnicero y cualquier cosa que pueda plantearse lo hará a lo grande, no vengándose de todo el mundo de uno en uno...

Te mira fijamente.

- Me preguntas si creo que Alder es un peligro. La respuesta es sí. No solo para nosotros, sino para todo Uldholm. Si alguien sabe las intenciones de ese hechicero, debes dar con él lo antes posible. Hay que detenerle antes de que pueda lleva a cabo su plan.

Ilsa no pudo evitar sentir una punzada de traición por lo que iba a decir a continuación.

-La situación no es fácil, Lord Consejero. Ya he identificado a ese aliado de Alder, pero se trata de una persona influyente. Tratar con ella... -se interrumpe para tragar saliva y algún sentimiento remoto pero extremadamente carnal- puede ser difícil, y necesitaremos mucha capacidad de negociación para alcanzarlo.

Ilsa reflexiona sobre el tiempo del que dispondrían para esta maniobra. También advierte el conflicto de intereses y duda entre lanzarle toda la información a Christian. Pero a estas alturas la precaución se ha convertido en un vicio difícil de rebasar. Ante la evidente mirada de incertidumbre de Christian, Ilsa no puede recular.

-No voy a ocultarle que existe un conflicto de intereses por mi parte con esa persona. Por lo que esta decisión, en realidad, queda en sus manos.

Una acusación a Merak exige pruebas por parte del Gremio, que puede ser acusado de parcialidad ante las próximas elecciones a Consejero tras la muerte de Rowan. Hasta ahora los únicos hechos constatables son: que existe una red criminal liderada por una tal Asceltis; que Alder es su mano derecha y que hay dindavaras involucrados junto con agentes uld; que esa gente asesinó a Diana, presumiblemente raptó a Jezzabel, retuvo y "eventualmente" mató a Alex; que su centro de operaciones es el Cerro de Oro. Además Merak reconoció abiertamente dominar a ese grupo. No obstante, no tiene ninguna prueba de esa ligazón. Ilsa siempre ha creído que se trata de una situación de agresión externa, con asesinos dinda implicados. Los muertos en el asalto a Diana lo demuestra. Para una acusación así Ilsa no puede contar solo con su palabra. Merak podría acogerse a un juicio por el Consejo, pero si el alcance internacional del problema se reconociese, podría llevarse al Senado. Eso dilataría indefectiblemente la elección, pero seguiría existiendo el problema de las pruebas y el de la credibilidad de Ilsa. Además la Guardia de la ciudad se ha demostrado completamente incapaz. Por otro lado las pruebas en las alcantarillas parecen aludir más al gremio de asesinos que, (Ilsa no puede dejar de creer), mató a Rowan, más que al grupo de Asceltis del que participa (o domina) Merak. La realidad es que un enfoque público no podría prosperar, pero un encuentro privado y la simple amenaza de sacarlo a la luz, podría ser una jugada viable... si Merak y Asceltis tienen prisa por llevar a cabo sus planes... sean estos cuales sean. Al menos podría obligar a Alder a acudir al Gremio y dar la cara en la Asamblea.

-Ante casos que afecten gravemente al gremio, sus miembros tienen la obligación de informar a éste, entiendo. No obst... -Ilsa se detiene de inmediato y piensa en Biza.- El hechizo de sintonización menor... Ayer Biza recuperó se magia después de enfrentarse al portador del medallón utilizando ese sortilegio que olvida todo el mundo -Ilsa advierte que Christian ni siquiera está sintonizado, ni es usuario de magia.- Biza conocía el conjuro todavía, puesto que acaba de llevar a cabo la sintonización. Eso le permitió recuperar su capacidad mágica, si bien no sus alas tan rápidamente. Alder pretende recurrir a ese conjuro para lo mismo. Tal vez porque vio cómo Biza se recuperaba, en cualquier caso acaba de enterarse de ello, de lo contrario habría venido antes. Pero, ¿por qué Alder pretende hacer uso de ello? ¿Para enfrentarse a los poseedores del medallón?, o -Ilsa está realmente asustada ante las posibilidades- tal vez pretenda actuar sobre NOSOTROS, utilizar el medallón, recuperar sus poderes y encargarse de todos los hechiceros mientras están indefensos. Tengo que ir a hablar con ella.

Pero antes...

-Creo que antes de dar ese paso convendría convocar a Alder para dar explicaciones por la desaparición de Alex. Creo que Alder estaba en el Cerro de Oro y se llevó a Alex sin que sus padres pudieran localizarlo. Hay gente que los vio juntos. Creo que ello es suficiente como para que acuda a dar explicaciones ante un gremio que ha de preocuparse por los suyos. Y creo que la Guardia está obligada a ayudarnos en este caso oficialmente. Ésta debe darnos alguna explicación de por qué está resultando tan ineficaz y apoyarnos en esto. Mientras tanto, yo trataré de encontrar alguna prueba que nos permita ganar fuerza para atraer a ese individuo. Y también debemos hacer entender al Consejo que este problema tiene alcance nacional. Le dejaré pensar en ello durante esta mañana. Vendré por la tarde si es posible y hablaremos. Ahora debo hacer algo.

Dice Ilsa sin más, y con una ligera inclinación se retira hacia la sección de su escuela de magia en la biblioteca, para buscar el conjuro de sintonización menor. Coge a muchacho que antes le ha informado y se lo lleva con él. Con cierta tristeza abre el libro y, al igual que Alder en su momento, y sin dar tiempo para reaccionar al estupefacto muchacho, arranca la página del conjuro.

-Lo siento, no tengo tiempo para copiarlo...- Le dice con una risa consoladora.- Pero te lo devolveré. Te lo prometo. -afirma, dándole un rápido beso en la mejilla.

De algún modo se siente repleta de energía de nuevo. Luego sale directamente por la ventana, dirigiéndose a casa de Biza.

Tal vez ha llegado el momento de volar por libre. Piensa.