Partida Rol por web

—Estupendo, ya hemos dejado todos claro nuestras posiciones: matar gnolls varones, adultos, blancos y cisgénero está bien y hacer daño a todas las demás hienas es malo, entendido, muy razonable. Por mí, no hay problema mientras que no tenga que cuidar de todas las mascotas que vayáis adoptando por ahí. A ti también te parece bien, ¿verdad, Thxzx? ¡Genial! Pues ahora que ya saben cómo nos las gastamos, por favor, que alguien que no esté tronado de la cabeza... Redrick —añado el nombre del mago en medio de una tos fingida— tenga la bondad de preguntarles a nuestros nuevos amiguitos qué demonios hacen aquí y explicarles muy amablemente que vamos a matar a todos sus hijos, hermanos y papás pero que ellos están a salvo, que no se preocupen cuando escuchen sus gritos. Estoy convencido de que estarán deseando colaborar con nosotros y decirnos dónde encontrar al elemental que tienen escondido.

Ignoré a la polilla puesto que después de ejecutar a aquella cucaracha gigante en nombre de Seyran por sus actos, iría esa cosa invisible, aunque con ella sería algo personal no por cumplir la ley de Seyran. Pero la voz de Crodos, sus palabras, detuvieron mis manos cuando iba a asestarle el golpe de gracia a aquella cosa mientras se levantaba. En lugar de eso, bajé mi arma con cuidado y miré al paladín.

- ¿Acaso os habéis vuelto loco, mi estimado Crodos? Seyran le dio una oportunidad anoche y la ha malgastado. De hecho, sus acciones han servido para demostrarnos quien es su compañero volador, la criatura aduladora que conocimos ayer, ahora es una pérfida criatura, embustera y oportunista. Nos ha mostrado la nobleza del mediano y la duda del mago. Creo que ha cumplido de sobra con su función. La ley de Seyran dice que se ejecuten a los asesinos de inocentes. ¿Por qué debería salvarse de eso? ¿Qué mal hacía la anciana gnoll? - Le pregunté ofuscada y llena de dudas.

- Con Mitil no fuisteis tan confiado. - Le acusé dolida por aquel primer día donde me encontré perdida en aquella aberrante ciudad y si no llega a ser precisamente por quien fue nuestro patrón en aquel momento, quizás no hubiese vuelto a ver a ninguno de mis compañeros nunca más.

Pero cuando dijo que sanaría a aquella criatura, le miré llena de vergüenza por sus actos. - Asesina a inocentes, sus compañeros supervivientes están presentes y, ¿vais a sanar sus heridas? Y después de eso querreis que nos ayuden los gnolls supervivientes a su ataque, ¿verdad? Su aliado polilla ha demostrado que puede sanarle, que lo haga él y no os inmiscuyais más a favor de esta horrenda y cruel criatura, mi buen Crodos, puesto que en vos no existe la palabra venganza, pero en él sí. - Igual que en mí.

Y miré a ese cruel ser y vi su postura agresiva hacia nosotros y opté por alzar mi espadón para potegerme de un posible ataque suyo. - Miradle... dispuesto a saltar a por cualquiera de nosotros y vos queriéndole sanar... Creo que algo os nubla la mente mi querido paladín y pronto os dejará ciego.

Grotch, agachado junto al cadáver de la anciana, miraba de reojo a su asesino, aquel ser con aspecto de cucaracha. Mentiría si dijera que no le temía. Al igual que el resto de sus congéneres, estaba temblando tras la matanza de la que había sido testigo. 

Lo que no acababan de comprender mi Grotch, ni el resto de gnolls era lo que estaba sucediendo en esos momentos. Pensaban que el grupo que había aparecido del subsuelo, era un solo grupo, pero en el momentos en que el insecto sobredimensionado empezó a matarles, dos humanos, una mujer cornuda y otro humano mucho más bajo cargaron contra aquel ser y ahora...

¡Ahora parecía que volvían a ser amigos!  Desde luego, ser cautivos de una casta de gnolls superior a la suya era malo, pero ser rescatados por un atajo de locos como aquellos era aún peor. Casi hubiera sido mejor que nunca hubieran aparecido. ¿Casi? ¡La abuela Ginki había muerto y también Krod y Gratcj!

- ¿Nyanxh uhg naka? - Dijo entonces Grotch dirigiendose al pequeño Truzx.

El pequeño gnollito, que den encontraba recostado contra la pared todo lo alejado que podía de Krath-Tk, escuchó al adulto. Miró con temor a los recién llegados, los asesinos de su abuela y luego observó de reojo a Grotch. 

- Gtat nah uhj. - Respondió en su gutural idioma. - Igga tijk jiakk.

Se armó de valor y dio un paso adelante. Estaba temblando de forma evidente y si voz se mostraba igualmente temblorosa. Tragó saliva y finalmente habló.

- No sabe-mos a qué ha-beis ve-ve-nido. - Hizo una pausa tratando de controlar si voz. - Pe-pero habéis hecho mu-mucho daño. Só-lo queremos hu-huir...

- Tranquilo pequeño. - Intervino Redrick. - Nadie te hará daño. Ni a ti ni a los tuyos. - Dijo el arcano. Miró entonces a Krath-Tk esperando que estuviera conforme. - Lo que ha sucedido aquí ha sido una equivocación. Os confundió con una amenaza y... Bueno, siento lo que ha sucedido. - Hizo una pausa y miró alternativamente a todos sus compañeros. - Creo que os podéis marchar por donde hemos venido nosotros. Al otro lado hay un lugar hermoso donde podríais vivir. La amenaza del templo pronto será... - Sus ojos se iluminaron en llamas. - ... erradicada. 

Crodos suspiró largamente y mostró las palmas de las manos a su sacerdotisa amiga.

— Bueno, bueno. Tampoco sabemos si estos seres habían hecho algún mal ANTES de llegar nosotros. No debemos dar nada por sentado, que siendo anciana puede haber tenido tiempo de hacer maldades por ahí. Pero Seyran, alabado sea en su infinita sabiduría, también nos anima a creer en las segundas oportunidades. Yo se la di a Mitil — dijo el nombre con cierto esfuerzo. Empezaba a atragantársele ya, el tipo parcialmente calvo aquel. — Confíad en mí, le necesitamos, que hay un mal mucho mayor entre las paredes de este templo obsceno y maldito y toda ayuda es poca.

Luego asintió, haciendo gestos impaciente con las manos, dando la razón al polilla.

— Escuchadle, escuchadle. ¿Acaso algo de lo que ha dicho ahora es mentira? Sin duda es pérfido también, sí. Solo hay que verlo, cuando se deja ver, para darse cuenta, con ese aspecto de bichejo vil que tiene. Pero no quita que ahora tenga razón. — se giró hacia los gnolles con gesto de gran pesar — Ah, qué desgracia... Lamentamos profundamente lo ocurrido, ¡pero en fin! Haced caso a nuestro joven sabio, que hay un lugar hermoso para vivir en paz al otro lado. Pero no hagáis nunca el mal, que Seyran todo lo ve, ¿de acuerdo?

Habían salvado a la mayoría de aquellos seres inferiores, y eso ya era suficiente para el paladín. Podía ser que en el futuro se volvieran malvados, claro. Era su naturaleza. Pero cada preocupación a su tiempo. Ya se encargaría de volver y ajusticiar a quien fuera cuando tocara. Así de desagradecida era la ardua tarea de llevar la luz a los rincones más oscuros del mundo.

- Te costó dársela a Mitil, mi buen Crodos. Mucho más que a esta criatura. Y sí, puede que los gnoll hayan sido chicos malos, pero todos tenemos la oportunidad de redimirnos. Mírales, temblorosos y asustados. Ellos si buscaban la redención cuando nos suplicaron al entrar... tu nuevo amigo no. - Miré con fuego en mis ojos a Crodos. Ese que mi raza solía tener como característica principal. - Me pregunto donde está el buen paladín que salió conmigo del templo y que me hablaba de ajusticiar en nombre de Seyran a cualquier criminal. De ellos no tenemos pruebas de nada. De él... le hemos visto actuar. Y no Crodos, no escucharé a pérfidas criaturas ni a paladines que han perdido el buen juicio.

Y miré al pequeño gnoll y me separé del monstruo que había matado a su abuela y a sus amigos, guardando el espadón. Esperaba que aquella cucaracha gigante no me hiciese nada y de ser así, Crodos cargaría con mi muerte para toda la eternidad o hasta que Mitil le cortase la cabeza, si es que era capaz de volver a él y contarle que había muerto por salvar a tan cruel criatura.

Me agaché y llamé al cachorro sin armas en mis manos. - Ven, pequeño. No te haré daño. Nadie debió haceros daño. - Y miré con odio a la cucaracha. - De hecho, no debió salvarse después de lo que hizo... Dile a tu padre y a los demás, que aquí está la salida. - Dije alzando la trampilla de nuevo. - Podéis huir por aquí... aunque creo que eso ya lo sabíais... porque muy oculta no parece estar. - Añadí pensativa. - De saber que estaba aquí la salida, ¿por qué no os habéis ido ya? - Y es que estaban tardando.

Crodos devolvió la mirada con sus ojos azules de hielo, pero permaneció en silencio. No podía obligarla a ver el mal descomunal que había allí escondido, aunque -entre protestas- de momento la estaba arrastrando con él.

Esa mujer era fuego, y podía quemar si se tocaba directamente. Sólo tenía que redirigirla sutilmente hacia la verdad, y entonces, cuando viera el mal profundo que se arrastraba bajo sus pies, lo entendería todo.

De ser por mí, le habría matado allí mismo. Si algo había aprendido en mis viajes era a moverme rodeada de gente en quien pudiese confiar, al menos hasta cierto punto. Aquel ser era demasiado perverso como para caminar a nuestro lado por lo que estaba claro que en cualquier momento tendría que caer víctima de su propia ansia de sangre y muerte.

Pero bajé el arco y relajé mis músculos.

-Me parece bien no terminar matándonos, pero este ser debe marcharse. No caminaré al lado de alguien de quien no puedo fiarme. O se va él o lo haré yo. Mi vida es más importante que la de cualquiera de estos seres que hay aquí y la invocación de cualquier mal dentro del templo -establecí, guardando mi arco y desenvainando de nuevo el estoque.

El alma de Crodos le exigía a este seguir adelante para salvaguardar la bondad y la dignidad del mundo pero la mía no. Tenía mis límites y aquella criatura acababa de dejarlo muy claro. Si marchaba delante, era un peligro y de ninguna manera podía arriesgarme a dejarlo caminar detrás de mí.

-Así que ellos se van -dije, señalando a los seres cautivos, volviéndome después hacia ese Krath-Tk -y después él, o seré yo quien me largue de aquí y os espere fuera dándome un chapuzón.

El pequeño gnoll escuchó atento a las preguntas de Akta. Pese a que ya había pasado el peligro seguía temblando. Miró hacia la trampilla, pero no dijo nada. Acto seguido miró a Grotch y habló con él. La conversión su gutural idioma duró pocos instantes. Luego volvió el rostro hacia la sacerdotisa de Seyran. 

- No... - Hizo una pausa y volvió a mirar a Grotch, para acto seguido contestar a Akta. - No sabíamos que existía ese túnel, señora. Debía estar tapado con estiércol y paja. - Se encogió de hombros. 

Sin duda alguna el trío de valerosos "héroes" tenían una fuerza abrumadora y era obvio que no podía matarlos, o por lo menos no estando juntos, además el único que lo mantenía con vida era del que menos esperaba, el paladin de Seyran, en cierta medida le debía la vida, un escalofrío le recorrió el cuerpo de solo pensar en ello.

Tras las palabras de Crodos sus dos acompañantes enfundaron sus armas pero, la hostilidad no mermaba por parte y parte, mucho menos ahora después de escuchar a la tiefling.

- no kaminaré al lacdo de algguien de kién no puekdo fiacrme - repitió las palabras de Lerissa con cierta ironía, escupiendo un coágulo de sangre verdosa al finalizar la frase, - fiarcse... he teknido innucmerablex opportunidades de attakarlos, mienttrax dorkmian, kuando kaminaban delantte de mi siggiendo a exte ecstuppido ggordo o al subir las escaleras. Pero en el primer momentto en que lex doy la espalda, ¡me attakan a traición! - miraba con furia desmedida sobre todo a Akta y a Lerissa - ¡esttúpida ciega! - claramente estaba ofuscado - qquien no ttiene qque fiacrse soy yo de uxstedes - bajando sus garras pero sin quedar expuesto, continúa diciendo mientras señala a los gnolls - han enttrado a erradikar el "mal" de exte lugar para kumplir su misión, no se confundan qquien está ayudando soy yo a uxtedes no uxtedes a mi, y mi rekompemsa por mattar lo qque hemos venido a mattar es qque me claven sus armas en mi ekspalda -.

El insectoide lograba entender  el porque habían arremetido contra él pero, su nula empatía y gran desprecio por la vida misma, le hacían imposible digerir aquella información.

Después del ultimátum de Lerissa responde con cierta mueca o sonrisa en su rostro - vamox pequeños gnolls, yo lox akompañare a la ttierra prometikda - sabía que los otros dos se opondrian, pero ya que la otra hembra del grupo lo había propuesto, no perdería nada con intentarlo.

Grotch se acercó a Akta y le miró fijamente a los ojos. Era evidente que pese a todo no se fiaba de ella. En sus ojos se leía cierto rencor. Quizás la culpaba por haber llevado hasta su refugio a aquella cosa que había matado a tres de los suyos y en concreto a Ginky, a quien realmente quería. 

No obstante, también en parte se leía cierto agradecimiento. No sabía muy bien si por el hecho de detener la matanza o por liberarles de su cautiverio. Seguramente por ambas cosas. Fuera como fuera no dijo nada. Tampoco le hubiera entendido y con esa mirada tampoco hacían falta palabras. 

Agarró entre sus brazos a Truzx y se dispuso a marchar. Fue entonces cuando escuchó como Lerissa y la criatura asesina hablaban hacia el resto de intrusos. No entendió una sola palabra, pero el pequeño gnoll sí y le susurró algo al oído.

- ¡Hiaaaj! - Gritó nada más escuchar aquello. - ¡Nia jiakka naj kujrt! ¡Hiaaaj! ¡Hiaaaj!

- Dice que no es po-po-sible. - Tradujo Truzx. - Nos ma... matará al sa-salir... - Estaba nervioso, temblaba todavía más y sobre todo, estaba aterrado. 

Un par de lágrimas surcaron su peludo rostro. Negó con la cabeza y acto seguido corrió hasta Lerissa agarrándose a sus piernas con fuerza. 

- ¡No lo permita! - Le dijo. - ¡Lléveselo! - Le suplicó. -​​​​​ Mi padre siempre dice que hay que estar cerca del enemigo... - Le explicó del tirón. - No... No sé qué qui... Quiere decir, pero... No... No le deje cam-par a sus anchas.

Crodos observó a Lerissa, incrédulo, cómo empujaba flagrantemente sus nobles intentos de pacificar y unificar las fuerzas de todos directamente hacia una letrina. ¡Por todos los dioses falsos y verdaderos, quién le mandaba viajar junto a aquellas dos hembras tan peleonas! Un dolor familiar comenzó a hacer su aparición de nuevo detrás de su ojo izquierdo. Cerró los ojos, puso el índice y el pulgar en el puente de la nariz y contó varios segundos antes de hablar.

— Lerissa, por favor. Kreth no nos atacará, pues si no lo ha hecho cuando tenía mejores oportunidades ya no lo hará aunque le hayamos dado motivos para ello. Es evidente que es un ser cruel y violento, pero le necesitamos. Como te necesitamos a ti. Es evidente también que si los dejas solo con los gnoll los va a destripar uno a uno. Incluso a ese pequeñito de ahí — señaló a Truzx, agarrado desesperado a las piernas de la cornuda, y pensativo añadió — Sí, especialmente a ese pequeñito. — suspiró, cansado — No puedo obligarte a acompañarnos, pero mucho nos ha unido hasta ahora y más hay en juego si es cierto que bajo este suelo se encuentra algo tan terrible como se sospecha. Que los gnoll se vayan, y continuemos nuestro camino todos. Juntos. — dijo con firmeza.

Se dirigió al pequeño gnoll y se puso en cuclillas junto a él.

— Tranquilo, pequeño ser, nadie os hará daño a ninguno. ¿Qué hay tras esta puerta? ¿Y por qué estabais aquí encerrados? Vamos, cuéntame.

- Es una torre, señor. - Dijo el pequeño. - Aquí nos tienen... - Comentó sin añadir mucho más. - Hacemos cosas para ellos y nos dan poco de comer. - Truzx era parco en explicaciones, pero era evidente que no estaban allí por decisión propia. 

Todos miraban esperanzados el túnel que les conduciría a una nueva vida. La luz no era buena allí y quizás por ello no se habían dado cuenta hasta ese momento, pero aquellos gnolls estaban desnutridos y muchos de ellos presentaban cicatrices. Era evidente que les habían golpeado con un látigo, incluso Truzx mostraba algunos latigazos ya cicatrizados en su espalda, aunque debido al pelaje, era difícil percatarse de ello.

- Ellos están en el templo, señor. - Le dijo entonces, como incitándole a que fueran en su búsqueda.

Aunque la mayoría de los presentes siguen atrapados en las rencillas personales, me alegra que alguno sea lo suficientemente despierto como para entender que eso no nos va a llevar a ninguna parte. Si hubieran visto las cosas que me han sido profetizadas en sueños, ninguno se preocuparía demasiado por matarse entre ellos. Claro que seguramente optarían por el suicidio y eso tampoco es muy provechoso.

Opto por ignorar las recriminaciones y las amenazas estériles y apoyar el interrogatorio del paladín.

—¿Alguien tiene por ahí un pergamino y un trozo de carboncillo para las hienas? Aunque no hablen nuestro idioma, malo será que ninguna sepa bocetarnos cómo es el templo, cuál es la composición de las fuerzas enemigas, cuál es su jerarquía, dónde tienen escondido al elemental... Si vamos a dejar que se marchen de rositas, por lo menos que compren su libertad con un poco de información y buena fe.

- ¿Marcharse de rositas? Creo que ya han sufrido bastante con lo que hizo tu amigo. - Le increpé a la polilla y me retiré la mochila de la espalda y saqué raciones de comida para los gnolls. Una para cada uno. Siete en total.  - Pequeño, diles que es comida. Seguramente muchas de las cosas que hay no las conozcáis o no os gusten, pero os harán bien. Necesitáis comer. Es una ración de comida para un día entero, pero quizás os duren un poco más. Os harán recuperar fuerzas.

Y esperé a que el cachorro se lo tradujese a los adultos antes de darles las raciones de comida.

- Él no os seguirá. Si quiere matar gnolls, lo hará ahí dentro. Pero no a unos tan debilitados como vosotros, ni ancianas ni niños esclavos de sus misma raza. Porque eso sois. - Suspiré mirando las raciones que me quedaban. Nos tocaría cazar algo de camino a casa si salíamos de allí con vida. Al menos a mí. Por lo menos Crodos dejó claro que sabía como era aquella cucharacha. Lo que no entendía era su obsesión por salvarla. - Yo tampoco me fio de esa cosa, Lerissa, pero no le dejaré que mate a más inocentes. Si quieres irte adelante, no te lo impediré, pero te recuerdo que Mitil te contrató para velar por mí y no habrá paga si te vas. - Luego miré a los gnolls, quizás fuesen útiles de alguna manera.

- Si queréis algo de ayuda extra, puesto que ese será el pago por hacerle llegar a mi amado noticias sobre mí, id a la Encrucijada Vieja. Dudo que tengáis problemas para entrar con la diosa que gobierna ese lugar. Aún así debeís ser cautelosos, pues es una ciudad de humanos, pero el mal se asienta en ella. Debéis buscar a Mitil Ironsar. Es un hombre desconfiado y escurridizo, pero suele ir acompañado por una especie de gnoll de nuestro tamaño si está en la calle.

» Moreno, alto, con una cicatriz junto a su ojo izquierdo. Decidle que os envía Akta. Que la misión a la que nos mandó resultó ser un rumor solamente, pero que encontramos algo peor, este templo y que como pago por poner vuestra cabeza en peligro haciendo que entréis allí, que os mantenga unos días y os alimente hasta que estéis bien. Quizás incluso tenga trabajo para vosotros. Quien sabe. - Dije encogiéndome de hombros. - Si os pregunta donde estamos, indicadle el lugar y lo que sabéis de aquí. Simplemente por ayudarme a mí él os ayudará a vosotros. - Le dije convencida al cachorro.

- Si no te cree, dile que te he dicho que llevamos tiempo buscando tener un hijo y que parece ser que Seyran no quiere concedérnoslo y que temo que si me caso con él, Seyran me de la espalda y todo lo que puedo hacer gracias a mi dios lo pierda... y lo necesitamos. Ambos son mi vida, él y Seyran y no puedo estar sin ninguno de los dos. Simplemente no sería yo. - Aunque al final me tocaría decidir y aún sin poderes, sabía usar una espada. Y a veces, solo con eso bastaba. - Es algo que solo sabíamos nosotros dos.  - Y ahora lo sabían Crodos y Lerissa.

No importa cuánto me esfuerce por ignorar las provocaciones de aquellos que solo buscan una respuesta por mi parte, porque insisten infatigablemente para mi diversión y su desesperación ofreciéndome en el proceso información tan inútil como cómica. Que su dios haya premiado sus esfuerzos con un vientre marchito habla mucho y muy elocuentemente del mérito de sus actos y de la conveniencia de que cambiara por completo su forma de ser.

Pero, por supuesto, escojo continuar regodeándome en silencio con este teatral espectáculo de maternidad frustrada que intenta ejercer con un niño-hiena nada menos. Es mucho más edificante para mí que rebajarme intelectualmente a mantener una conversación con alguien que está tan decididamente perjudicada.

A pesar de lo que opine mi apaleado aliado artrópodo, yo solo deseo que ni ella ni la mujer-cabra se marchen. Encuentro que las dos forman una pareja la mar de cómica y parece que en cualquier momento al pobre Crodos le va a explotar la cabeza tratando de lidiar con ellas.

Tratando de ignorar el taladrante monólogo, que también amenaza con hacer explotar mi propia cabeza, me acerco a la puerta de la sala y aguzo el oído tratando de escuchar lo que hay al otro lado. Aunque mucho me temo que solo voy a oír: "Mi-TIL-MI-TIL-MI-TIL..."

Truzx escuchó lo que aquella extraña humana acorazada le estaba diciendo. Su cara era de completo estupor. Todas aquellas extrañas confesiones no le interesaban demasiado. Al fin y al cabo él no era más que un criajo peludo. Los amoríos y problemas a la hora de concebir un heredero no eran para nada de su incumbencias. 

¿Y Mitil? ¿Qué diantre era un Mitil? Poco a poco y a medida que iba entendiendo el concepto, llegó a la conclusión de que Mitil era el nombre del macho con la que esa humana se trataba de aparear sin demasiado éxito. La pregunta ahora era: ¿por qué me lo está contando a mí? 

Fuera como fuera, les dio una oferta para llevar a cabo alguna clase de encargo. Ir en busca de ese hombre a un lugar totalmente desconocido para él y advertir al macho que su hembra se había escapado y que ahora corría peligro. Supongo que lo que quería es que fueran en busca de refuerzos. 

- Haré lo que pueda. - Le dijo para nada convencido de sus palabras. - Hablaré con el resto y si podemos... - Carraspeó. - ...le ayudaremos. Será difícil convencer a los adultos... - Le advirtió. 

Redrick parecía más o menos satisfecho con el curso de los acontecimientos. Que finalmente no se hubieran matado ente ellos era todo un alivio. Después de lo que había visto que se encontraba en el interior de aquel templo dedicado a un retorcido dios, sabía que iban a necesitar mucha ayuda para derrotar a los seres híbridos que vivían en su interior. 

Era una suerte haberse encontrado en primer lugar con Glÿnmaer, Himmble e incluso la cucaracha gigante. Ellos le habían salvado de una muerte atroz y habían hecho que recuperara las esperanzas de poder derrotar a aquellas criaturas y expulsar de Gea el mal que representaban. 

Ya se había rendido cuando su grupo original sucumbió a las fuerzas del mal antes incluso de llegar a las puertas del Templo. El grupo de extraños seres le dio una nueva esperanza, sumando a Xaod, el difunto paladín. La muerte de éste volvió a sumirse en la tristeza y la desesperanza, pero ver cómo Seyran le enviaba a un nuevo grupo le hizo recobrar el ánimo. 

- Tebenos que estar unidos. - Les dijo entonces a todos interrumpiendo el emotivo momento que estaba viviendo la frustrada madre y el pequeño y peludo cachorro gnoll. - Es la única manera de expulsar a esas criaturas del templo. Si no remamos todos a una, la victoria será imposible. Os lo digo por experiencia y de mi podéis diaria, creo que no he dado razones para lo contrario.