Partida Rol por web

Por allí todo el mundo tenía demasiada ansiedad por luchar y matar, más incluso que por buscarle una utilidad a todo aquello. Sabía que al final, me vería obligada a intervenir, puesto que no iba a dejar que Crodos o Akta se quedasen solos ante aquellas criaturas hiena o lo que fuesen, ni tampoco el mediano, que no me caía mal, así que desenvainé la espada y seguí a este, aceptando que me tocaría jugarme el tipo, otra vez, y de nuevo no por interés personal, sino por eso que solía servirme para seguir adelante, algo llamado "lealtad".

Pero no por ello iba a aceptarlo de buen grado.

-En fin, supongo que tendré que hacer algo. Así que vamos allá -dije, lanzándome a la pelea y mirando al bicho con repugnancia y desprecio -. Si atacara a traición ya estarías muerto, maldito insecto.

Y dejándolo atrás, me uní a aquella estúpida pelea.

Redrick agarró entonces su ballesta ligera, la cargó y disparó desde el interior de la torre un virote contra uno de los gnolls. El virote salió muy desviado impactando muy lejos de su objetivo y haciéndose añicos al golpear contra una de las paredes de una construcción cercana.

- ¡Maldita sea mi suerte! - Exclamó ofuscado. Y es que pensaba que su puntería era mucho mejor de lo que en realidad era. - Tendré que practicar más... - Se dijo a si mismo.

Questin volvió a golpear con saña al gnoll que parecía liderar aquella patrulla. De nuevo el filo del arma del mediano se incrustó en la carne de su enemigo abriendo una brecha muy fea en una de sus piernas. El gnoll a punto estuvo de perder el equilibrio, pero finalmente logró mantenerse en pie. Al ver que no le había matado pese a las heridas que había producido, Questin frunció el ceño.

- ¡Son duros! - Gritó alertando al resto de combatientes. Pero para cuando se dio la vuelta, se percató de que estaba totalmente solo ante el peligro.

Questin PG 57/57 CA: 19

Redrick PG: 28/28 CA: 14

Akta PG: 35/35 CA: 19

Crodos PG: 52/52 CA: 23

• Usos diarios de imposición de manos 2/3

Glÿnmaer PG: 15/15 CA: 22

Krath-Tk PG: 29/51 CA: 22

Lerissa PG: 42/42 CA: 22

Akta salió disparada del interior de la torre dispuesta a hacer justicia divina y a destruir a su enemigos. Cargó contra el gnoll herido con la esperanza de derribarlo y lanzó un tajo descendente que le causó un nuevo tajo sangrante.

- ¡Por Seyran, desterraré éste mal de Gea! - Gritó convencida de sus palabras.

El gnoll marrón, imposibilitado como se encontraba a hacer todo lo que sabía hacer, se limitó a golpear con su espada sobre el gordo mediano que le había atacado en primer lugar. Su rostro mostraba de una mezcla de irá homicida y pánico al ver como su vida se escapa por momentos. 

- ¡Jiajhh, Jiajhh! - Arengó a los suyos, annjw quizás demasiado tarde.

Una vez fuera de la torre, pude ver la situación. El mediano y Akta parecían estar luchando con uno de aquellos gnolls, mientras se reía malévolamente. No parecía un ser sanguinario, pero sí otro espécimen más que disfrutaba con la sangre de otros, aunque no entendía que supusiera un problema cuando teníamos en el grupo a alguien que era precisamente así.

Siempre que me lanzaba a la lucha, quería hacerlo por algún motivo que me impulsara a ello, que si bien no era lo mismo que a Crodos, al menos sí que me proporcionaba lo justo como para continuar a su lado, y al lado de Akta, y sentirme honrada por defender a aquellos que consideraba compañeros y amigos. La maldad seguiría estando a nuestro alrededor, creciendo y buscando lugares en los que anidar, así que luchar contra ella era como combatir al viento. Pero estar codo con codo con los míos sí que era suficiente para mí.

Así que corrí todo lo que pude y cuando llegué al lado de Akta, accioné mis tobilleras, transportándome justo al lado de la criatura, sorprendiéndola de espaldas a mí.

-¡Ya eres mío! -exclamé, mientras descargaba la hoja sobre su cuerpo, atravesándolo como si fuese de mantequilla y mi brazo una montaña cayendo sobre él.

La tiefling no tuvo piedad. Tras su astuta jugada ensartó por la espalda al gnoll, que totalmente sorprendido por la teleportación de aquella mujer demoníaca, nada pudo hacer por salvar su vida. Cayó al suelo inerte. Por suerte para él, pereció al instante fruto del shock causado por la redoble herida y la perdida de sangre.

Sin esperar a nadie, básicamente porque casi todos salieron antes que él, Crodos salió de la torre buscando a los enemigos Cuando vio donde estaba el combate no se lo pensó un instante y se dirigió hacia ellos haciendo girar el mangual pesado sobre su cabeza.

— ¡Al abismo con vos! — exclamó tratando de estampar la bola de púas en el rostro perruno de su oponente.

La cucaracha estaba atónito tras tantos cambios de opinión que veía en la tiefling, para empezar era una raza descendiente de ajenos malignos que veneraba a un dios bueno, dijo que no haría nada cruzándose de brazos para luego salir corriendo a luchar a fuera y por último dijo que no atacaban a traición cuando eso fue lo que hizo hace algunos minutos, era claro que no podía fiarse de lo que dijera o hiciese, era mejor tenerla vigilada.

Uno a uno fueron saliendo los que antes casi le matan, el último fue el paladin, este era al que más despreciaba por su naturaleza inclinada al bien pero, irónicamente era el único de aquel grupo en quien medianamente podía confiar.

- tu fe cciega algkun día tte mattara - le contesta a Crodos antes de verlo salir por aquella puerta, la cual atravieza después de él.

Nada más saliendo ve a Himmble sangrando, cosa que le casua satisfacción, aunque esperaba encontrarlo más herido. Avanza por detrás de él y de Akta rozando sus garras metálicas con las piedras de la torre, para que se dieran cuenta de su presencia o tal vez se distrajeran dándole una oportunidad a sus enemigos, todos mirando a los gnolls y dándoles la espalda a la mantis, tan solo Bane sabía las atrocidades que cruzaban por la mente de Krath-Tk sin embargo, se quedaron en eso, meros pensamientos.

Sin perder más tiempo avanza en dirección a los gnolls haciendo una L, hasta llegar a uno de estos en quien desataría toda su frustración, y en quien se imaginaria a Akta o a Lerissa para así atacarlo con mucha más fiereza.

Sir Crodos avanzó con buen ánimo y con la intención de impartir la justa venganza sobre aquellas criaturas que a priori nada le habían hecho y de nada con cierto fundamente, podía acusarles. Pero él, que representaba al bien por encima de todas las cosas, tenía la intuición inequívoca, de que estaba haciendo lo correcto. Mas cuando lanzó su mangual castigador contra aquella criatura de tez perruna, la bola armada pasó por encima de su cabeza y a pocos centímetros de impactarle directamente en la cara.

Quien no falló fue la criatura con rostro de cucaracha, quien se acercó veloz a uno de los gnolls y de un zarpazo de arrebató el arma, la cual acabó en el suelo. Desarmado, el gnoll extrajo una daga que portaba en el cinto y trató de herir a Krath-Tk, pero no logró atravesar su armadura quitinosa. 

Quien no tuvo tanta suerte a la hora de esquivar el hacha del otro gnoll, fue la tiefling, quien sintió un enorme dolor cuando el filo del hacha de batalla del hombre-hiena le provocó un buen tajo en el brazo. 

Krath-Tk alzó una garra en dirección a Lerissa, bien pudo haber evitado que aquel gnoll pudiera hacerle daño pero, se detuvo en el último segundo, - ¿Para que ayudarla? - era cierto que habían "limado asperezas" pero, seguía siendo un enemigo potencial al igual que Akta, en cualquier momento podían ir en contra de él, así que era mucho mejor dejarlas morir en combate.

Empuña nuevamente su garra y olvidándose de ella se enfoca en el enemigo que tenía en frente.

El gnoll desarmado me parece un verdadero peligro. Solo hay cuatro de mis compañeros enfrentándose a él y me temo que sin mi ayuda serán incapaces de doblegarle. Por ello, en un heroico y altruista gesto por mi parte, decido dejar de atacar a mi primera víctima para centrarme en el segundo hombre-hiena.

Al otro, al que combate la semicabra, ya le he dejado gravemente herido y sin duda ella podrá rematarle con facilidad llevándose todo el mérito. Si es que en el fondo soy todo corazón...

Poco a poco nos vamos uniendo a la batalla. La verdad es que no quería entrar en combate, pero al ver a la mediano, que creí que era un hombre, ir a lo loco y después de su ayuda, no podía dejarla sola.

Lo que me sorprendió fue ver a la cucharacha unirse, aunque se pudo ahorrar el chirrido de sus manitas con la pared y metérselas por... ¿aquellas cosas tienen culo? Era una buena pregunta, pero mal momento para realizarla. Además, ver que de golpe la cucharacha dejaba de atacar no me gustó nada y me desconcentró justo cuando mi acero bajaba en busca del gnoll.

¡Ah, qué contrariedad, que su mangual no había alcanzado el morro de ese ser de obvia hechura maligna! Pero está vez sí que le atinaría.

Crodos se inclinó hacia atrás y movió el mangual en amplios círculos para aumentar la inercia de la bola armada. Conforme la cadena giraba lo visualizaba como si fuera una premonición: los colmillos de ese ser, que con casi total seguridad habían devorado bebés arrancados de los brazos de sus madres, pronto volarían en todas direcciones. La justicia sería administrada, porque su intuición jamás fallaba.

Ruru y Señor Pinckles acceden al piso superior a través de los ahora modificados túneles bajo el complejo del Templo. Observa que se encuentra en el interior de una sala llena de heno y estiércol, además de unos "nidos", hechos jirones. Probablemente este es el lugar donde estuvieron viviendo los gnolls antes de su escapada a través del túnel.

Nada más salir al exterior de la sala donde se encontraban los esclavos, tras abrir la puerta que curiosamente no estaba atrancada de modo alguno, se encontraron en un área diáfana. 

La sala principal de la torre era sin duda la más grande. Contenía una larga mesa de madera y dos bancos. Sobre la misma había comida, barriles de cerveza y toscos utensilios. En el suelo seis colchones de tela extendidos, cerca de la parte occidental de la torre. Una escalera en espiral que asciende hasta el pico de la torre termina a la derecha de la puerta. Por desgracia parte de ella se ha derrumbado y no alcanza la cima de la torre. Bajo la escalera hay lo que parecen antiguas cajas y barriles viejos y junto a esta, una puerta abierta que da acceso a una habitación llene de muebles y ratas recientemente muertas.

Dentro de dicha sala se encuentra un joven vestido con una túnica oscura y armado con una ballesta que le da la espalda. Al parecer está apuntando hacia el exterior a través de una ventana. Fuera de la torre, se está desarrollando un extraño combate entre dos humanos acorazados, una hembra y un macho que lucen los símbolos sagrados del dios solar Seyran. También hay una tiefling armada con dos espadas, un mediano regordete y lleno de cicatrices blandiendo una espada larga a dos manos y lo más extraño, un ser insectoide de la altura de un humano, con muchos brazos y unos ojos rojos llenos de ira.

Todos ellos, parece que trabajan juntos y que están masacrando a tres hombres-hiena. Para cuando Ruru realiza su análisis de la situación, los gnolls ya han caído en combate. Quizás estas sean las criaturas de las que Truxz le habló, las cuales parecen con la intención de erradicar el mal que asola aquel antiguo enclave maligno.

El mandoble de Akta, la espada de Crodos y principalmente gracias a la inestimable aportación en combate del bueno de Glÿnmaer, los gnolls son masacrados de forma totalmente horrible. Mueren ambos a causa del desmembramiento y sobre todo por la falta de sangre que se escapa por sus terribles heridas. En un momento dado, todo se vuelve silencio de nuevo. Todo excepto por el pesado caminar de una criatura a sus espaldas, dentro del interior de la torre donde todavía se encuentra Redrick.

Un enano viejo y barbudo, de pelo cano, aparece justo  sus espaldas montando sobre un enorme oso pardo. Redrick, el mago de ropajes oscuros y cicatrices en la cara, es el primero en percibir que a sus espaldas acaban de aparecer tales criaturas a través del túnel, cuando parece imposible que un oso como aquel, haya podido pasar a través del angosto pasadizo y escalar por la escalera de mano.

- ¡Cui... cuidado! - Gritó Redick con la voz entrecortada.

Questin fue el primero en percatarse de lo que estaba sucediendo. Al girarse y observar por la ventana y a través de la puerta, que Redrick ya no estaba solo en el interior del torreón en ruinas, blandió su espada con ambas manos y corrió en dirección a su amigo arcano. 

- ¡Atrás bestia! - Le ordenó al oso y a su jinete.

Ruru mantuvo su expresión agria y disgustada en todo momento, mirando a los presentes desde la altura que le confería su montura, achinando los ojos mientras los analizaba

-Silencio, criatura-mustió ante la orden emitida por Questin. -Mantened vosotros la distancia y el Sr. Pinckles nada os hará. Siempre que yo no le diga lo contrario, claro.

La mirada inquisitiva del enano se mantuvo, si bien no parecía especialmente hostil ni preocupado.

-Tengo entendido que vosotros sois los que estáis limpiando este lugar de presencia racional. Nuestro objetivo es el mismo así que os ayudaré.

No parecía estar negociando si no más bien relatando un hecho inapelable.

Alguien más apareció detrás de Redrick y sin saber si era amigo o enemigo, era mejor dejar de jugar con aquellos perros y acabarlos de una buen vez.

Sus garras y mordisco superaron las defensas de sus enemigos cortando y quemando la carne de los gnolls con sus poderes marciales.