Partida Rol por web

- ¿Vamos a por esas criaturas ya, o tenemos que seguir aquí hablando de nada? - Intervino entonces Himmble. - Mientras estamos aquí perdiendo el tiempo, ellos... Ellos... - Dudó de lo que querís decir. - ¡A saber que estarán haciendo ellos!

Fuera como fuera era evidente que Questin Himmble, aquel peleón mediano, tenía ganas de revancha y ganas de sangre. Acariciaba con ansia el pomo de su espada y parecía más que listo para el combate.

Tenía ganas de cortarle la cabeza, las alas, las patas y cualquier otra extremidad a esa criatura que no hacía sino ser una molestia. No entendía a qué había venido el pedirnos ayuda para entrar en el templo si parecía que él solo se bastaba y que no necesitaba ni mirar sobre quién blandía sus armas. 

Todo el mundo era un enemigo potencial.

Sus palabras me parecían completamente idiotas y para mí no significaban nada, pero no iba a arriesgarme por él ni tampoco fiarme de lo que me dijese.

Solo Crodos tenía la capacidad suficiente para calmar mis ánimos, porque al final, lo aceptase de mejor grado o peor, era un amigo fiel, un hombre con honor junto al cual no solo no me molestaba permanecer sino que lo consideraba hasta una obligación personal. Salvar vidas era algo que no me parecía tan importante, puesto que continuamente se perdían no una sino multitud de ellas, pero si él seguía, yo también.

Y Akta había dejad a Mitil, por lo que merecía algo de agradecimiento por mi parte, al menos seguir a su lado hasta que ella misma quisiera dejarlo. No lo hacía por la paga, sino porque entre nosotras dos había una conexión que iba más allá del dinero. El dinero también era algo que nunca perduraba; la lealtad, en cambio, siempre estaba allí para aquellos que la merecía.

Sí, por ellos podía continuar; por nadie más.

-Está bien, iré, pero solo por vosotros. Los demás podéis iros al infierno. Y mantened a este bicho lejos de mí o no me lo pensaré dos veces la próxima vez que vea algo que no me gusta -dije finalmente, volviéndome hacia los prisioneros y hacia nuestros nuevos "compañeros".

-Cuanto antes sigamos, mucho mejor. Ni mapa ni nada; salgamos de aquí y matemos a cuantos enemigos encontremos a nuestro paso. Y mientras tenga a alguien más contra quien luchar, menos me preocuparé de los que dejo con vida -añadí, mirando directamente a Tk, que cada vez me ocasionaba más disgusto.

Crodos hinchó los pulmones todo lo que la coraza le permitió, y lo soltó luego muy poco a poco. Era obvio que había fallado. Le encomendaron proteger a Akta, y eso incluía mantenerla cerca de la Fe. Pero la verga corrupta de Mitil debía haber afectado el raciocinio de la sacerdotisa. Nunca debieron ir a Encrucijada Vieja, ciudad obscena donde las haya. ¡Un hijo! Definitivamente ya estaba perdida.

— Buena y fiel Akta, dejad a Mitil tranquilo en su casa, y no enviéis a estos pobres seres a la ciudad. Miradles. Suerte tendrían si no los mataran unos cazadores por el camino, pero en cuanto llegasen a las puertas los mismos guardias de la ciudad los saetearán sin piedad. Lo que sea, lo afrontaremos sin Mitil y sus lacayos maleantes.

Ante la respuesta de Lerissa, Crodos asintió agradecido y se llevó solemne la mano al pecho. Mejor unidos, tal como decía Redrick. Le alivió ver que el grupo estaba más cohesionado que al comienzo, dentro de que seguía siendo una unión tan frágil como el cristal agrietado.

— Bien pensado es lo de obtener el plano de la torre y la cantidad de enemigos, Glÿnmaer, pero dado el escándalo que hemos debido formar, temo que nos hayan escuchado. Tal vez deberíamos actuar ya antes de que puedan prepararnos una emboscada.

- No sé dibujar planos, pero tampoco hace mucha falta. - Intervino el gnollito tras la insistencia. - Unas murallas recorren en templo. Nosotros estamos en una torre en las murallas y después de unos árboles está el templo. - Desveló. - El templo es muy grande tiene pocas salas. Hay muchas columnas. Los amos viven dentro. Tienen allí si campamento. - Y no dijo más. Tampoco parecían conocer el recinto a la perfección. Habría ido un par de veces a lo sumo.

Questin salió de la estancia cansado de tanta conversación banal. Deseaba investigar por si mismo donde se encontraban sin tener que seguir preguntándoles a un cachorro de hiena parlante. Lerissa y Glÿn le siguieron de cerca, mientras que el resto más ruidoso del grupo esperaba en el interior de la celda el informe de los exploradores. 

Nada más salir al exterior de la sala donde se encontraban los esclavos, tras abrir la puerta que curiosamente no estaba atrancada de modo alguno, se encontraron en un área diáfana. 

La sala principal de la torre era sin duda la más grande. Contenía una larga mesa de madera y dos bancos. Sobre la misma había comida, barriles de cerveza y toscos utensilios. En el suelo seis colchones de tela extendidos, cerca de la parte occidental de la torre. Una escalera en espiral que asciende hasta el pico de la torre termina a la derecha de la puerta. Por desgracia parte de ella se ha derrumbado y no alcanza la cima de la torre. Bajo la escalera hay lo que parecen antiguas cajas y barriles viejos.

Debajo de la escalera hay una puerta, tras abrirla descubren un montón de ratas que les atacan nada más abrir. Tras un par de mordeduras y rasguños sin importancia, logran acabar con ellas. En dicha sala no hay más que un par de mesas y taburetes volcados. 

Mientras Himmble y Lerissa acababan con las ratas, Glÿnmaer, mucho más práctico salió volando al exterior de la torre y puedo contemplar como a corta distancia de encontraba una patrulla de tres gnolls bastante ociosa, que en vez de estar patrullando, se encontraban detenidos y parlamentar entre ellos, de vete a saber tú, que importante asuntos de negocios.

Este es el mapa de combate. La torre está en la esquina inferior derecha.

Observo al trío de desprevenidos gnolls que montan guardia en el exterior de la torre con cierta curiosidad. Podría acercarme a escuchar lo que dicen pero, sinceramente, dudo que lograra comprenderlos o que su cháchara sea verdaderamente relevante para nosotros. También podría intentar asesinarlos, pero estando yo solo lo más probable es que solo consiguera ahuyentarlos y hacer que dieran la voz de alarma.

Así pues, regreso por donde he venido para avisar a mis alegres compañeros de que, si necesitan desahogarse, tiene ahí fuera una maravillosa la oportunidad.

—Como entendido en gnolls que soy, yo diría que ahí fuera hay tres especímenes adultos, de mediana edad, del color mayoritario de los miembros de su especie y casi seguro que varones heterosexuales. Si eso no los convierte automáticamente en culpables de los crímenes más atroces y por ello en víctimas propicias para vosotros y vuestros razonables dioses, yo ya no entiendo nada. Así que haced el favor de salir ahí fuera y enseñadles la misericordia que pueden esperar de vuestra justicia y vuestras bondadosas deidades.

- No sé que tenéis contra mi amado desde el día que le conocimos, mi buen Crodos, pero solamente les estoy dando una opción a estos gnolls, una oportunidad y avisándoles del peligro que corren si van. Y sí, de paso despreocupo o quizás preocupo más a mi amor por estar aquí y no en sus brazos ahora mismo, que era donde debería estar. Vos siempre habéis creído en segundas oportunidades o eso habéis dicho siempre, pero solo os veo dársela a una criatura horrible y cruel. Mitil sigue sin gustaros y estos gnolls, que ahora son libres de elegir su camino, tampoco.

En vista de que no cogían la ración de comida les insistí una vez más y vi como la puerta del torreón era abierta. La voz de la polilla no tardó en hacerse eco en el lugar. Parecía que había salido a mirar. - Pues ya sabéis. Coged a vuestro amigo con sed de sangre y acabad con los tres al igual que hizo con los inocentes de este lugar, si es que los consideráis peligrosos.  - Le respondí a la burlona criatura que ya había dejado ver su lado más oscuro.

Luego me volví al cachorro de gnoll. - Sea como sea, coged la comida y marchaos... salvo que queráis esperar a que acabemos con alguna patrulla y así haceros con unas armas, lo mejor es que os marcheis de aquí ya. No quiero que os ataquen de nuevo a traición... Tienes que decirle a tu padre y a los demás que debéis iros ya. - Insistí al cachorro. Poco me importaba lo que hubiese fuera si allí dentro se quedaban los inocentes sin protección.

- Se lo diré. - Respondió el pequeño gnoll. 

Acto seguido intercambió unas pocas palabras con su padre y asintió con la cabeza. Dos de los gnolls se hicieron cargo de las raciones de comida y fueron internándose en el túnel. Llegado en turno de Truzx, miró alternativamente a Crodos, Akta, Lerissa y también a Himmble. 

- Gracias... - Les dijo sinceramente antes de desaparecer en el interior del túnel.

Grotch se acercó a Akta y le miró fijamente a los ojos durante unos momentos. Mientras eso sucedía tres de los gnolls agarraron los cuerpos sin vida de los tres gnolls asesinos por la cucaracha y se metieron en el túnel. 

- Gra-cias... - Le dijo sin bajar la mirada, que de no ser por el contexto, casi se podría decir que era una mirada desafiante. 

No dijo nada más y finalmente desapareció al final por el túnel en último lugar y cerrando la trampilla tras sus pasos.

—Vaya mierda de aliados para salvar el mundo nos has conseguido, Kratktx —le acuso, a pesar de ser yo tan culpable como él (si no más) de habernos juntado con esta panda—. Tienen miedo de romperse una uña a la hora de trabajar y solo se les da bien quejarse y atacarnos a traición. ¿Estás seguro de que no trabajan para el elemental ese? Porque tenemos un ojo... a ver si van a ser gnolls disfrazados.

-Y aquí es donde se ve vuestro valor y arrojo. Como bien decís vos mismo, estamos para ayudar, no para hacer el trabajo. Así pues, ya sabéis que hacer. Entrad ahí y asesinad como habéis demostrado que sabéis hacer. Ya os ayudaremos cuando sea necesario. - Mis ojos brillaron mirando hacia el lugar del cual provenía la vocecilla aquella, sin ver nada en absoluto.

Había descubierto que aquella polilla tenía poca paciencia y me divertía molestarle y sacarle de sus casillas. Cuanto más hablaba, más clara dejaba su postura y quien era.

- Cuando limpiemos el templo, lo reclamaremos en nombre de Seyran. - Dije con solemnidad y miré a Crodos. - No está  muy lejos de La Encrucijada Vieja y podría ser una parte influyente para la ciudad y volver a restaurar allí la imagen y fe de nuestro dios, quitando a aquella cosa blasfema de sus murallas.

Iba a ser divertido, ver a la polilla cabrearse más por no hacerla ni caso y hablar del futuro del templo sin mover ni un solo dedo.

Al parecer la hembras que acompañaban al paladin pensaban más con el entre pierna que con su cabeza, no sabía a qué habían entrando al templo ni muchos menos que las ataba a seguir en ese lugar, por lo que se sentó en el lugar donde se encontraba, ya que con lo mal herido que se encontraba no se animaba a avanzar, ni mucho menos a salir corriendo.

Dado que tenía tantas ganas de matar, que fuese "eso" lo que entrase primero en el templo. Yo desde luego no iba a salir por aquella puerta y a jugarme la vida por él. Si tenía que hacerlo, sería cuando no tuviese más remedio o alguno de los míos estuviese en peligro o necesitase de mi ayuda, pero no antes.

Así que me apoyé en una pared, con los brazos cruzados.

-A mí me parece bien salir, pero como no tengo prisa en sentir la sangre de los demás, podéis hacer los honores. Total, para vosotros todo el que se encuentra dentro del templo parece que ya está destinado a morir, ¿no? Pues adelante, nosotros protegeremos vuestra retaguardia -dije, con una sonrisa traviesa -. Ah, no os preocupéis, no dejaremos que nadie os ataque por la espalda. Todo os vendrá de frente. 

Después, miré a Akta.

-Seyran seguro que nos está sonriendo desde arriba. ¡Nada mejor que un grupo de luchadores que en su nombre! Quién iba a decir que alguien como Tk defendería sus ideales.

Crodos puso un una mano gentil en el hombro de la sacerdotisa.

— Hablaremos de Mitil y todo eso más adelante, ¿de acuerdo? — observó a los esclavos gnoll marcharse y asintió cuando el pequeño les dio las gracias.

Después se giró hacia los demás 

— Así es, Lerissa. Por la información que nos ha traído Glÿnmaer, ahí fuera hay tres hombres-hiena armados que de seguro han cometido abusos con los de su misma especie, si no incluso con otras, por lo que han de morir. Probablemente hasta hayan tenido algo que ver con la muerte del honorable Xaod. Así que su suerte está echada. — devolvió la mirada a Akta — Hará falta mucho tiempo y trabajo de los clérigos de Seyran para restablecer aquí la luz, pero quizás sea posible. Todo se andará. De momento, tenemos que empezar por dar muerte a esos tres gnoll y continuar. Pero antes... — se acercó a Krath-Tk y se agachó junto a él para imponerle sus manos de nuevo. Sangraba por múltiples heridas una sangre verduzca y grumosa, pero percibió cómo retrocedía instintivamente. No podía culparle. Pero ya se encargaba la polilla de culparles a ellos. — Krithtx, deja que el poder de Seyran vuelva a sanar tus heridas. — le pidió, y volvió a posar sus manos en el dañado exoesqueleto. — Dadnos un momento.

- ¡Está bien! - Gruñó el pequeño, pero corpulento mediano cansado de discusiones. - ¡Estúpidos y cobardes! ¡De vaya panda me he rodeado! - Dijo malhumorado.

Desenfundó su espada mientras las heridas de Krath-Tk se iban cerrando gracias a la magia de Seyran a través de la imposición de manos de Crodos y entonces salió al exterior. El mediano, sigiloso como siempre, se acercó por la espalda a uno de los gnolls, el que parecía estar al mando y le incrustó su arma entre las costillas.

- ¡Espera...! - Intervino Redrick sin demasiado tiempo para detener al mediano. - ¡Nunca hace caso! - Se lamentó.

Acto seguido sacó una gota de melaza de un tarro que se encontraba en una bolsa llena de componentes de conjuro y realizó unos pases mágicos con las manos mientras pronunciaba unas extrañas palabras. 

- ¡Ibo, dini-dul! - Alzó la voz mientras miraba a través de la ventana del molino y señalaba el área donde se encontraban las criaturas híbridas.

Sólo el gnoll marrón pareció afectado por el encantamiento, pues de repente comenzó a moverse más lentamente.

No puedo evitar soltar una carcajada cuando la mujer-cabra afirma que no debemos preocuparnos por nuestra retaguardia estando ellos allí. Puede que a mi amigo artrópodo no le haga ninguna gracia el chiste, pero a mí me parece divertidísimo. Hasta el momento han demostrado ser las últimas criaturas a las que uno podría dar la espalda. Por suerte, yo no tengo que preocuparme por eso.

Y río de nuevo cuando escucho a la otra decir que reclamarán como suyo este lugar cuando nosotros hayamos hecho todo el trabajo. Ayudar, lo que se dice ayudar, ayudan poco, pero a cómicas no las gana nadie.

Como a mí no se me caen los anillos por trabajar (principalmente, porque no tengo), me aventuro a encabezar la heroica masacre de gnolls con la tranquilidad que da saber que tengo tan poco que temer de los enemigos que me esperan delante como de los que dejo detrás.

Crodos miró satisfecho cómo las heridas se habían cerrado parcialmente. ¡De nuevo, el milagro! Seyran no había sanado a aquel malvado ser una, sino DOS veces. Era más que obvio que su dios lo exigía vivo para insondables y divinos propósitos. Bueno, insondables del todo no. Era obvio que el asunto se trataba de dar muerte a otros seres. En cualquier caso, mantener con vida a ese monstruo se había convertido, paradójicamente, en su misión. Otra más.

Quiso continuar sus rezos, pero entonces el mediano contrahecho salió corriendo espada en mano, seguido del lánguido mago. Los observó mientras se levantaba, y luego se dirigió hacia Krath-Tk.

— Seyran ha vuelto a curar tus heridas, Krothtk. A través de mí curará tus heridas hasta que sepamos cual es el propósito que te tiene reservado. ¡Adelante, libera tu furia! — proclamó con voz metálica al haberse bajado el visor de la celada. Mientras hablaba echó mano a su herramienta de administrar Justicia y de Fe en casos difíciles, su mangual pesado.

Parte de sus heridas fueron sanadas por Crodos y a pesar de poder encarar el combate rápidamente, decide no moverse de donde se encontraba.

- al pparecer solo xaben hajblar y atackar a traición - 

Seguía sin entender a qué habían entrado aquel grupo, habían dicho que era parte de su misión erradicar el mal de ese lugar, pero no parecían estar dispuestos a sangrar por ello. Hablar con aquellas dos hembras era una perdida de tiempo, mientras una solo pensaba en procrear con su "Mitil", la otra solo se escondía detrás de sus propias palabras.

El insectoide era el que menos compromiso tenía con aquel lugar, no vivía cerca de allí, no sentía el deber de salvar al mundo del elemental (para empezar, eso podría ser un invento de la desquiciada mente del Pixie), no tenía el deseo de vengar a un compañero, ni mucho menos tenía el deber de purgar el "mal" de ese lugar, siendo así, ¿Por qué iría a atacar de primero? ¿Por qué darles la espalda otra vez a quienes hace nada intentaron matarle? A Krath-Tk poco le importaba si todos decidían quedarse sin hacer nada en aquella habitación, ni si eso significase que Questin muriese al combatir solo a aquellos gnolls, a fin de cuentas él también intento matarle.