Partida Rol por web

FECHA: 5 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DE LA LUNA (LARGA NOCHE Y LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA.

CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

La mirada de Emil se endureció tan pronto observó como, tras limpiar buena parte de la zona, aparecía Sanvil Trett. Lo recordaba, por supuesto. El buhonero que había vendido las armas con las que habían sido atacados tan pronto llegar hasta ese plano, o mundo, o lo que fuera. Al enterarse, incluso, había mediado a favor del buhonero cuando habia considerado las palabras de Equilibrium demasiado duras. Ahora, sin embargo, todo era distinto. ¿Que demonios hacía ese buhonero ahí? ¿Cómo había llegado y lo que era peor, por qué?

- Señor Trett- dijo mientras se acercaba sin envainar sus armas y con la mirada profundamente seria e, incluso, enfadada- Os prometo que no esperaba encontraros aquí. Es algo que me... sorprende. Incluso podría decirse que me molesta. ¿Cómo habéis llegado y qué hacéis aquí?

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- "Pues..." - Agita las manos nervioso, como si tratara de inventar una mentira plausible y fracasara en el intento.

- "La verdad es que me ha podido la curiosidad al saber que estas ruinas llevaban aquí todo el tiempo. Esperaba quizás hallar algún tesoro..." -

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Negó Emil con la cabeza, poco convencido.

- Quizá no me haya explicado bien. Habéis logrado ganaros mi desconfianza. Sea quien sea lo que yace en este lugar tiene toda la pinta de tener algun tipo de aliado en Antorcha, que le haya suministrado información. Y vos acabáis de haceros con casi todas las papeletas. Os lo vuelvo a preguntar. ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?

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- "Pues... nadando, claro. Llevo años viniendo a Antorcha a mercadear, y no tenía ni ni idea de que esto estuviera bajo la Colina Negra..." -

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Y, ahora, le golpeo con mi hacha, de arriba abajo, derramando sus tripas por el suelo. Eso sería lo más razonable, porque este hombre es un traidor y un problema para nosotros.

El pensamiento apareció con toda claridad en su cabeza y, por un instante, estuvo a punto de hacer exactamente eso. Pero, finalmente suspiró y se dio la vuelta, habiendo visto como llegaba parte del resto del grupo.

- Shidi, abre la puerta. Adentro todos, y eliminar a los adversarios. Sanvil, lárgate. Si te vuelvo a ver en este subterráneo pensaré que eres un traidor y un peligro para mi y los míos. Y actuaré en consecuencia.

De darme tiempo, entro igualmente en la habitación cuya puerta, espero, abra Shidi.

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Tras haber alcanzado a sus compañeros, Vicky se había situado al sur del grupo, lo que ella consideró la retaguardia, para vigilar la otra puerta que no sabían a dónde llevaba. Demasiados monstruos y sorpresas como para que algo les atacase por la espalda. Ahí se quedó vigilando mientras Emil se encargaba del extraño visitante del pueblo, un tipo altamente sospechoso. Vicky escuchaba la conversación enarcando de vez en cuando una ceja hasta que Emil decidió dejarle pasar sin más.

La ranger se dio la vuelta mirando extrañada al líder elfo, que no tardo en dar instrucciones para abrir la puerta y seguir avanzando. No esta segura de qué pasaba por la cabeza de Emil, pero ella no habría dejado a ese tipo deambular por allí sin más. Tal vez eran sus recuerdos, falsos o no, del tiempo que se dedicaba a cazar malechores.

- ¿Estás seguro Emil?  - preguntó mientras se acercaba ligeramente al grupo. No iba llevarle la contraría, pero tal vez su decisión estaba afectada por algo. Llevaban una buena racha de extraños ataques de locura entre sus compañeros y acababan de encararse a una criatura con poderes telepáticos, con lo que la posibilidad existía. Si era un enemigo y no estaba solo, dejándole campar a sus anchas podía emboscarnos.

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- "¡No se hable más!" - Dice con la falsa y retorcida sonrisa de un mercader engañando a sus clientes con una balanza trucada para engañar con el peso.

Compone una torpe reverencia y pone pies en polvorosa.

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Observo como el comerciante se aleja, aparentemente autorizado por Emil. Cosa que no me da ninguna confianza, sobre todo si tenemos en cuenta que este tipo parece metido en bastantes fregados oscuros.

Sin embargo la cosa no está para perder el tiempo, así que mientras Emil abre la siguiente puerta me acerco con el hacha y la daga en la mano mirando de reojo al comerciante pero sin llegar a hacer nada contra él.

Cuando llego junto a Emil le digo en bajo dime qué habéis encontrado al consejero vivo o que al menos no habéis encontrado rastro de que esté muerto. Alexa depende de ello.

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Halberd se asomó entre Equilibrium y Briaeros para ver que se trataba del vendedor ese pesado de Antorcha. Halberd arrugó el entrecejo. No le había gustado antes, y ahora allí abajo menos todavía ¿Por dónde había entrado el tipejo? ¿Le habrían echado también el conjuro de respirar bajo el agua? A saber, pero al menos parecía que ya se largaba. Mejor, bastante tenían ya...

Lo bueno era que detrás del tipo estaba el resto del grupo, o al menos algunos de ellos. Ver a su gente le alegró un poco, pero se le volvieron a anudar las entrañas cuando pensó en la pobre Alexa, muerta en brazos de Briaeros.

Suspiró con tristeza y levantó una de las manos para saludar a los compañeros, sujetando la ballesta luminosa con la otra, apuntándola al suelo.

— ¿Estáis todos bien? — preguntó preocupado, mirando uno por uno a sus compañeros en cuanto Equilibrium se adelantó a hablar con Emil. No veía a Muxu...

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Emil no pareció darle peso a las palabras de Vicky y la ranger observó con el ceño fruncido al extraño Sanvil mientras se escabullía. Apenas le dio tiempo a saludar al resto del grupo o ver quién faltaba ya que Shidi siguió las órdenes de Emil como si de aquello le dependiese el pescuezo. Los gritos del hombre mientras irrumpía en una habitación que Dios sabía qué podía tener tensaron a Vicky que entró detrás , ballesta en mano, intentando protegerse de cualquier posible ataque. 

Los extraños sonidos que le llegaron de una esquina de la habitación no ayudaban. Intentó buscar una mejor posición para apuntar con su ballesta y atacar si fuese necesario.

- Si nadie entiende que dice, disparo. - advirtió cansada de intentar dialogar con monstruos. 

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Xavier se dejaba llevar por la desesperanza, desactivando su Campo de Camuflaje para así poder moverse más deprisa en busca de su muerte.

Thomas seguía inconsciente, siendo penosamente arrastrado por el suelo por una desesperada Muxu que apenas podía con él en su esfuerzo por llevarlo a alguna zona menos infecciosa. La Maga ex-Alcaldesa se tomó unos instantes para recuperar el resuello.

Shidi había de nuevo vuelto a perder el control sobre sus actos, avanzando de forma suicida desarmado, y gritando con grandes aspavientos y balbuciendo incoherencias. Emil lo siguió hasta lo que tal vez una vez fuera un laboratorio médico, que en este momento parecía más bien una sofisticada y tecnológica cámara de torturas con camas quirúrgicas automatizas. Se adelantó hasta ver que Shidi le estaba gritando a una especie de robot que se mantenía en reposo en un rincón. Lamentablemente, el robot no permaneció inerte por más tiempo, se activó accionando todo un arsenal de zarpas y jeringas mientras exclamaba algo en el idioma de los constructores de la nave espacial.

Daeron y Briaeros observaban desde sus respectivas posiciones, casi sin aliento.

Con la velocidad aumentada que le daban sus implantes cerebrales, Equilibrium se apresuró a seguir a Emil, viendo lo mismo que él. Halberd se adelantaba también, tan veloz como era capaz, lo que no era mucho.

El mercader ambulante local, Sanvil Trett, se retiraba escurridizo, siguiendo la orden dada por Emil, nadie le detuvo, pues nadie tenía instrucciones de hacerlo.

Vicky y Raxus se adentraron también en aquella cámara de torturas llena de sangre humana reseca.

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Halberd seguía con la mano levantada cuando de pronto Shidi abrió una puerta y entró gritando a otra sala, seguido del resto de los Rifts Warriors que había visto. Esa entrada le alarmó, y aferrándose de nuevo a su ballesta-linterna se dispuso a avanzar hacia la sala en la que sus compañeros habían irrumpido.

Temía que allí hubiera algo peligroso, y cuando Emil ordenó que atacaran sus miedos se confirmaron. Esperaba que al menos, lo que fuera, no tuviera tentáculos.

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Desde que se diera el brutal golpe en la cabeza, y pese a unos breves momentos de lucidez, lo que debía ser un traumatismo craneoencefálico, fue ganando terreno y el comportamiento de Shidi se volvió errático. El breve momento de lucidez y esplendor que culminó con la muerte del hongo cerebral parecía haber agotado tanto su energía como el buen funcionamiento de su sinapsis. 

Vagó de un punto a otro, deteniéndose en ocasiones, recuperando la movilidad en otras, pero sin un objetivo claro más allá de la brumosa existencia de Emil en medio de su confusión. Y entonces, algo pareció materializarse, un extraño engendro mecánico dispuesto a acabar con sus amigos. El hematoma subcraneal se expandía, dilatándose y comprimiendo a su vez la masa encefálica, sumiendo a Shidi en un éxtasis de exaltación de la amistad, de crítica a la autoridad del droide médico y de enaltecimiento del autosacrificio. Y así fue cuando estalló la tormenta.

-Hijodeputaaaaaa -gritó avanzando hacia él-. Atrévete, pégame. Aquí me tienes. Yo soy tu objetivo, cabronazo. Dame, dame si te atreves. 

Se atrevió. No lo vio venir siquiera. El filo del bisturí cruzó el aire como un fino relámpago azul cruzando su pecho, sajando carne y músculo. La herida no debiera haber sido tan importante pero Shidi cayó. Era la gota que colmaba el vaso de una sucesión de errores, desde el olvido inaceptable de llevar armadura al incomprensible deseo, fruto de ser una copia imperfecta, de morir para poner fin a una agonía incomprensible. 

Tendido en el suelo, sintiendo que la vida por fin huía en un reguero de sangre, observó a cámara lenta lo que acaecía a su alrededor mientras reflexionaba sobre la futilidad de la existencia. 

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- Soy poco más que un trozo de mierda en el zapato. - Me dije mientras avanzaba pasando de todo a pesar de los esfuerzos de Muxu arrastrando a Thomas.

Me había quedado con ella. Era Muxu. Tenía que ayudarla. Estaba tocada. Del coco al menos.

Thomas... bueno. Thomas era ya otro trozo de mierda todo roto y desecho. Pero al menos no se autocompadecía ya. Merecía mi ayuda.

Y estaba claro que nadie me echaba de menos en el cuerpo a cuerpo.  El resto me había dejado atrás. Sin muchos miramientos. Estaba claro lo que debían pensar de mi utilidad. Parecía la nueva política Rift. LO que funciona adelante, lo que no, quedas atrás.

Así que, en mi penuria mental, dedique algunos esfuerzos a explorar la zona para evitar que el resto de Rifts acabasen con sus huesos en un lodazal. Lo que se dice de mierda hasta el cuello, vamos.

Atravesé pasillos y puertas.

Los activaba con cierta fiereza. Con desesperación. Sencillamente para demostrar que podía ser igual de bueno que Raxus, Emil o Equilibrium. Aunque a quien quería engañar. Lo hacía por mi propio ego. Por una indigna y escasa posibilidad de supervivencia de mi ego.

Y al final llegó. Localicé la mierda que necesitaba. Y vaya mierda. Era una de esas situaciones de película. En las que al héroe le daba un arranque de frenesí. Solo para conseguir algo que no necesitaba para nada en su aventura. Y que si lo conseguía lo único que hacía era joder la situación de todos los demás. 

- Joder, como me recuerda a una antigualla de culto. Como era Callahan, ... Indiana "nosequemierda". - Pensé momentáneamente al ver el escenario.

- Mierda. Mierda. Mierda. Mierda, mierda y más mierda. ¿¡Qué coño hago aquí solo!? Estúpido del carajo. - Me imprequé con ganas de clavarme la daga en un costado solo para espabilar. - Vale chaval. Ahora. Despacito y con buena letra, das un paso para atrás y sacas tu culo de aquí a toda leche. - Me dije tratando de actuar de forma lo más sigilosa posible antes de que cualquier "tecnomierda" se activase. Ya me veía a la mente.

- Acudan a pasillo C7, limpieza de charco de grasa. -  

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Cuando les vio aparecer sintió, por espacio de segundos, alivio. No lo bastante para quitar el cabreo con el seguramente pútrido traidor Sanvil Trett, pero alivio. Se planteó en ordenar a sus compañeros que lo mataran o, al menos, en capturarlo. ¿Pero tenía bastantes pruebas para lo primero? ¿y tenía tiempo para perder en lo segundo? Las dudas aparecieron en su mente eliminando en ese momento las ganas de ver que el resto de los compañeros estaba bien. Y decidió que no, que no tenía suficientes pruebas para matarlo directamente ni tampoco podía permitirse gastar tiempo y recursos en apresarlo. Sencillamente, el coste era mayor que el posible beneficio.

Tan pronto volvamos al asentamiento con el éxito hablaremos de este... señor. Apuntó mentalmente mientras Vicky Morrisona, a quien dedicó una sonrisa leve y un asentamiento de cabeza, le preguntaba. ¿Seguro? No, ni de broma. Pero creo que hubieras torcido el gesto si hubiera hecho lo que me indicaba el instinto y lo hubiera matado sin más preámbulos.

No había tiempo, ni tampoco era adecuado hablar mucho, pero notó la falta de Alexa y una mano helada apretó su corazón. Y a todo esto, ¿donde se había metido Xavier? ¿tan difícil era sencillamente ir todos en grupo salvo los malheridos? Pero había un rastro, y la necesidad perentoria de encontrar al concejal vivo si resultaba que Alexa había fallecido.

Así que entraron a un nuevo combate para el que, al menos algunos de sus compañeros, no estaban preparados. Esta vez contra un robot médico loco o alguna majadería por el estilo.  Shidi (¡demonios!, ¿tan errados estaban sus recuerdos sobre que era un combatiente cojonudo?) se las arregló para dejarse destripar en un visto y no visto, y Raxus le siguió poco después. Tras un primer golpe contra el autómata Emil tuvo que encargarse de evitar que Shidi primero, y luego Raxus, se desangraran. Afortunadamente los golpes de él mismo, y de Equilibrium y Halberd fueron bastantes para destruirlo.

- Me alegra vuestro regreso. ¿Pero donde están Alexa y Briareos?- preguntó nada más terminar de usar su magia para estabilizar a los heridos.- Mirad si en este lugar hay algo para curar, y si hay alguien vivo. ¿Alguien ha visto a Xavier?

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Como en una extraña ensoñación o duermevela, Xavier se distrajo por los corredores y pasillos nuevamente iluminados de la Cubierta Científica, alcanzando lo que podría haber sido un invernadero. Su presencia despertó a cinco presencias humanoides armadas con lanzas. Seres primitivos más planta que homínido. Por sus siseos parecían hostiles.

Muxu colocaba con esfuerzo al malherido Thomas sobre una mesa que parecía lo bastante limpia, mientras se disponía a examinar el resto de la estancia en la que había entrado en busca de algo útil.

Mientras, en el antiguo laboratorio médico reconvertido en cámara de torturas de horrores tecnológicos, Emil se desesperaba viendo caer con el pecho abierto a Shidi, y eviscerado después a Raxus, mientras se afanaba como podía con sus poderes mentales por mantener al menos sus constantes vitales colgando de un hilo.

Daeron se acercaba para dar un bastonazo sin mucho tino, mientras Equilibrium usaba una y otra vez su daga mágica para apuñalar la carcasa metálica del robot. Era Halberd quien desactivaba finalmente al droide torturador con un afortunado virote de su ballesta, mientras Vicky se acercaba para dar apoyo.

Entretanto, Sanvil Trett, el mercader ambulante local, se afanaba por alejarse del lugar lo más rápidamente posible. De hecho ya no era visible para ninguno de los Rifts Warriors.

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Halberd había entrado el último en la sala, justo para observar a dos de sus compañeros siendo literalmente eviscerados. Con el corazón encogido, Halberd avanzó junto a Vicky para tener mejor línea de tiro.

Entretanto Equilibrium había encajado dos fuertes puñaladas que hicieron destartalarse el dron, y el virote que él disparó fue suficiente para terminar de destrozarle los circuitos principales. Pero llegaba tarde, al igual que con Alexa. Como a todas partes. Shidi y Raxus yacían en el suelo y no había podido evitarlo. Se preguntó cuántos de ellos volverían a la superficie con vida.

— Briaeros está ahí. — respondió a Emil, señalando a la puerta. En el umbral estaba la figura imponente y acorazada del cyborg — Pero Alexa... — miró al elfo con tristeza, negando con la cabeza — Alexa no estaba bien, algo le pasaba. Hablé con ella, la tranquilicé y le dije que todo estaba bien. Di dos pasos y entonces un monstruo apareció del suelo y la acorraló. Ya habíamos pasado por allí y no habíamos notado nada. Estaba enterrado en la arena. — tragó saliva, pero el nudo en la garganta seguía allí — Hicimos todo lo que pudimos para salvarla, Emil, pero ya era demasiado tarde.

Miró a los caídos y se mordió el puño, impotente. Tenía que hacer algo o empezaría a llorar de nuevo, de modo que siguiendo las indicaciones de Emil se puso a rastrear la habitación en busca de algo de utilidad en aquel sitio lleno de sangre reseca, y ahora fresca también.

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Espabila chica. O reaccionas o Thomas y tú no lo contáis. Los pensamientos de Muxu habían desvariado durante demasiado tiempo. Los recuerdos recientes estaban envueltos en una neblina que difuminaba todo. No estaba segura de qué era real y qué había pasado y qué no.

Acababa de colocar a Thomas con cuidado, y rezaba en su interior porque su compañero aguantara hasta poder recibir ayuda. Pero mientras tanto tenía que investigar esa sala. Sus ojos recorrieron la estancia y su mano se dirigió a la ballesta, acariciando inconscientemente la madera. Esperaba no tener que utilizarla pronto, pero tenía que estar preparada por si acaso.

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Raxus se abalanzó contra aquella máquina, siguiendo la estela de sus compañeros. Lanzó un golpe que erró por mucho y maldijo en silencio su ataque. Estaba tranquilo puesto que era un grupo compacto que tenían rodeada a esa máquina. Pero esa tranquilidad iba a resultar ser fatal para el enano. Bajo las defensas que le provocó que aquella máquina le lanzase un poderoso tajo que casi le abre en dos.

El enano cae agonizando e inconsciente al suelo. 

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... Pero Alexa.

Era lo que se temía. Podía tratar de salvarlos a todos, pero finalmente fracasaría. Había atravesado un mundo y varios planos, y una y otra vez veía como sus amigos, sus camaradas, caían. Los gritos dementes de Vicky le hicieron mirarla, un instante. Era un mundo irracional y violento. Y estaba cansado.

Y triste. Alexa, Muxu, Vicky. Sí, eran frágiles, y humanas, y hermosas. Por mucho que se molestaran por sus piropos, encantos, groserías, dobles palabras, eran un soplo de aire y hermosura. Y algo más. La amistad, como la que tenía con cada uno de esos locos. Los miró un instante mientras sentía el pecho lleno de cristales. ¿Pensaban ellos lo mucho que eran importantes para él? Que el deseo de curar a todos y cada uno no era solo un cálculo de posibilidades, un deseo de beneficio.

Pecho lleno de cristales.

El lugar era un matadero aséptico, y si el concejal había pasado por aquí, podían perder toda esperanza de recuperar a Alexa. Notó la suave mente de Glo-Glu transmitiéndole calma. Sí, era cierto: notaba una mente humana. ¿Pero merecía la pena tener esperanza?

"Porque es pasto de la tumba

aquella que era un manojo de orquídeas"

- Bueno, pues entonces habrá que resucitarla, ¿no?- dijo con una sonrisa petulante, encantadora, llena de suficiencia, en la que no dejaba que se notara ni la tristeza, ni el dolor. Que lo odiaran, si era necesario. Pero no iba a permitirse romperse y desperdiciar así las pocas posibilidades que podían tener de salvar a la buena de Alexa. A su Alexa.- Aquí no hay nada vivo más allá de nosotros. Si tenéis pócimas de curación, priorizar a Raxus. Necesitamos que pueda matar o moriremos todos. Porque estando muerta Alexa debemos continuar, señores, y señoritas. Hay que salvarla, y eso supone encontar al concejal vivo.

Mientras hablaba se concentró una vez más por si notaba algo útil en este lugar.