Partida Rol por web

FECHA: 5 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DE LA LUNA (LARGA NOCHE Y LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA.

CLIMA (EN EL EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Tras el fastidio inicial, Halberd se apresuró a recorrer el pasillo hasta llegar a sus compañeros, que se estaban viendo envueltos en un nuevo intercambio de violencia con más aparatos de los Androffan. Estaba claro que era necesario invertir un buen rato de investigación en los restos de esos drones. Ya le empezaba a resultar extraño que todos se hubieran vuelto tan agresivos, a no ser que se les hubiera activado algún sistema de defensa para evitar expolios, quién sabía las intenciones de sus creadores.

Como fuere, Halberd observó otro robot cirujano y otro volador muy curioso, pero también peligroso, seguro. Se le ocurrió que si sus compañeros no lo destrozaban mucho se podría fabricar una especie de mochila con hélices que le permitiera volar y...

Pero todos sus proyectos y ensoñaciones tecnológicas se detuvieron de golpe cuando no vio la melena plateada de Emil moviéndose al viento mientras luchaba, sino que yacía en el suelo tapándole la cara a su dueño, igualmente inerte. Eso era malo, muy malo. Emil sabía estabilizar a los heridos de algún modo milagroso, y si alguien resultaba gravemente herido...

Escuchó a Vicky pedir auxilio por encima del ruido, pero Emil y, especialmente, Briaeros eran unos buenos armarios y no consiguió localizarla, de modo que se dispuso a ayudar como mejor se le ocurrió en ese momento. Esperaba que pudiera aguantar.​​​

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Si no estás tú, esto se va a la mierda. 

Aún recordaba el chasquido de su martillo contra aquella lechuga supervitaminada y mineralizada que parecía ser la jefa del huerto. Un sonido húmedo y plástico que se la había puesto dura.

Shidi, son tiempos de guerra y empiezas a necesitar una trinchera. 

A partir de ahí se había limitado a seguir al grupo. No era algo demasiado valiente pero había que ser consciente de la realidad. Estaba maltrecho y malherido y un simple bofetón podía dejarle tumbado. Era una simple cuestión de inteligencia logística y militar. Arriesgarse en vano carecía de sentido, así que mejor que otros ocuparan la vanguardia. La cuestión era que los enemigos no dejaban de aparecer y de zurrar como si en ello se les fuera la vida. Y una vez más, un cuello de botella. 

Se lo tomó con calma. Mantuvo la posición y analizó posibilidades. Si no se equivocaba, aquella sala tenía otro acceso, uno desde el cual quizá pudiera hacer algo más que taparse las pelotas con ambas manos por miedo a una patada. 

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Vicky y el extraño robot se enzarzaron en una batalla sin ganadores ni perdedores, ya que ninguno de los dos lograba encajar un ataque. La Justice Ranger oía a sus compañeros detrás suyo, pero ninguno parecía venir a ayudar. Maldijo entre dientes que sus compañeros se hubiesen quedado clavados en la puerta, creando de nuevo un tapón que jugaba en su contra. Pocas oportunidades les quedaban para corregir ese fallo antes de que acabase cayendo el grupo al completo.

Fuera como fuese, iba a tener que aguantar hasta que el otro dron cayese. Imaginaba que al menos uno de sus compañeros vendría a ayudar y rodear al enemigo, ya que al menos lo de atacar hasta que todos los enemigos cayesen sí que lo hacían. Imaginaba que era la adrenalina y el instinto, ambos actuando de manera automática.

De repente Vicky vio un hacha bajar con fuerza sobre su enemigo, dándole un pequeño respiro y esperanza de salir con vida de aquello. Empuñó su daga con fuerza y nueva confianza, intentado también ella acertar con su ataque y poder terminar deprisa con aquello.

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El disparo era demasiado difícil para la ballesta y, como era de esperar falló. Y menos mal. Tal y como estaban las cosas lo que faltaba era clavarle un virote en la espalda a un compañero. Vio cómo Briaeros y Equilibrium estaban literalmente destrozando el dron médico, pero el muy tozudo se negaba a caer.

Claramente se hacía necesario un pequeño empujón que acelerara su desactivación. Utilizando el pequeño artilugio que llevaba en el dedo, casi sin apuntar, volvió a proyectar dos dardos luminosos que terminaron por destruir la máquina. ¡Qué maravilla! Aquello era mejor que cualquier pistola que hubiera tenido jamás.

Sin embargo, como pasaba con cualquier arma a esta también se le acababa la munición. ¿Tendría "batería" para una o dos intervenciones más? No estaba seguro, y eso era un problema. Era difícil trabajar de forma eficiente con un recurso que no podía medir objetivamente. Necesitaba con urgencia algún tipo de indicador, tal vez digital y de muñeca, que midiera su e-magia con precisión.

Pero una vez más sus proyectos tenían que esperar porque había asuntos más urgentes en aquel momento, como Emil, por ejemplo. Se preguntó cuándo tendría un descanso para poder llevar a cabo la cantidad de proyectos que se le empezaban a acumular en su mente inquieta.

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No recordaba cuanto tiempo llevaba sin ello. Pero la dama fortuna me había sonreído en mi búsqueda. Quien me lo iba decir a mí. Que de entre todos los tesoros que allí podían esconderse. De entre los artilugios, la tecnología, los alienígenas vivos, los no muertos y los robóticos. Lo que más me haría levantar una sonrisa tan brillante como un templo al sol, sería el descubrimiento de los baños de aquel lugar dejado de la mano de Dios.

- Oh sí. Oh sí. Oooohh síiii. Todo ha valido la pena Señor. Menuda meada. - Pensé mientras me aliviaba. 

La tentación era grande para aliviarse de otras formas menos decorosas. Pero a saber. Moho rojo y bichos planta. Podían haber dejado allí mierda suficiente como para que se me cayera el culo nada más posarlo.

- Qué lástima joder. Qué lástima. En fin. - Pensé con unas últimas sacudidas. Había costado lo suyo entender como la armadura camaleónica podía abrirse lo suficiente como para sacar una pequeña parte de mi anatomía.

Bueno. No tan pequeña. 

Parecía que cualquier raza tecnológicamente superior nunca tenía el menor decoro por entender las "funcionalidades auxiliares" que cualquier armadura siempre debería incluir. Pensando en ello. Ahora entendía la peste permanente de Briaeros.

- ¡Buaj! Nunca más volveré a darle una palmada. - Susurré. - Anda mira. Mi daga. Ven aquí pequeña cabrona. - Dije reconociendo el brillo del filo cuando buscaba con que limpiar las manos. Lógicamente, los restos del botín de mi "expedición" fueron a parar a la armadura. En concreto a los cuartos traseros. 

- Prácticos a la par que elegantes. - Pensé divertido mientras reajustaba la armadura.

Salir de los baños fue romper el breve idilio con aquel lugar. Sonido de lucha. Joder. Siempre igual. Esperaba que al menos fuese algo nuevo. Algo menos letal. O feo. Ya puestos.

Guardé la daga y desenfundé la ballesta. Si tenía que ir a dar cobertura, tendría que avisar a Muxu.

Mierda.

Salí en dirección al cuarto. Solo para encontrarme las puertas bloqueadas.

- ¡Pero qué coño! - Pensé mientras pellizcaba el puente de mi nariz obviando el anterior destino de mis dedos.

Recurrí a todas mis dotes, creatividad y sapiencia ingenieril para salir del atolladero.

- ¡¡Eh Muxu!! ¡¡Muxu!! ¡Abre la puerta joder! ¡Hay otra refriega más allá! - Grite mientras aporreaba la compuerta hasta recordar el panel que activaba la entrada.

Una mirada al cielo y suspiro después llevaba la mano al panel. 

- Voy a entrar. No trates de volver a ensartarme mujer. - Dije advirtiendo a la maga.

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La situación en la Enfermería situada más al Sur se había prolongado durante varios agónicos segundos, sin duda eternos para los participantes, pero que realmente no habían llegado ni al medio minuto.

Un disparo de dardos mágicos de Halberd había desactivado al Dron Médico que había derrotado a Emil después de que el elfo resultara parcialmente aturdido por el arma aturdidora integrada del segundo Dron. Eso había descabezado al grupo de aventureros mientras Muxu y Xavier seguían en una tranquila estancia al Norte, custodiando al malherido Thomas y al cadáver de la mística Alexa.

Daeron y especialmente Raxus habían sido decisivos en abatatir al segundo Dron, que levitaba sobre unos rotores que producían una vibración molesta para los oídos de todos, una suerte de presión incómoda. Sin embargo, el constructo había conseguido previamente agarrar a la Ranger Vicky y todos habían escuchado con claridad el horrible crujido de sus costillas al partirse como ramas. Ahora la Justice Ranger estaba caída en el suelo, sangrando por la boca, muerta o agonizante.

Shidi se había unido a la batalla, llegando a saltar ágilmente sobre una de las camas de la Enfermería, pero no había llegado a tiempo de asestar ningún martillazo. El antiguo Comando miró a su alrededor. Con el elfo Emil caído, el liderazgo probablemente debería de recaer sobre él por veteranía dentro de los Rifts Warriors.

La Enfermería estaba compuesta por una hilera de camas situadas a lo largo de la pared Sur de una estancia bien iluminada. En las paredes opuestas podían verse escritorios metálicos y pantallas brillantes, sin duda ordenadores que hacía eones que no funcionaban correctamente y ya no resultarían de utilidad a nadie.

El suelo y varias de las camas se veían manchados por manchas de sangre. Hacia el Este, un gran artilugio metálico del tamaño de una camaba zumbaba suavemente. De ahí procedían unos débiles y amortiguados gritos balbuceantes e inarticulados, aparentemente producidos por una garganta humana, probablemente de alguien que sufría un retraso mental severo.

Muy probablemente, en tiempos esto fue una enfermería para la tripulación de la nave, en particular para aquellos que hubieran podido verse expuestos a patógenos desconocidos en nuevos mundos o a través de la interacción con flora o fauna alienígena que hubiera sido llevada a bordo.

Las camas estaban pensadas para una recuperación estándar, mientras que el artilugio metálico hacia el Este a Halberd le pareció que era alguna especie de suerte de cámara de estasis o similar, que en su día se hubiera podido utilizar probablemente para colocar a los casos más graves en un estado de animación suspendida mientras se pudiera preparar una cura u otro procedimiento para salvar la vida de la víctima. A Halberd le pareció a primera vista que estaba averiada más allá de cualquier posible reparación, pero que probablemente estuviera siendo utilizada como una especie de celda improvisada que, a juzgar por la franja doble visible en un panel, sólo podría abrirse por medio de una tarjeta blanca o negra.

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La lucha había terminado tan rápido como comenzó. Y sin embargo me pareció que habían transcurrido eones desde que comenzó. Emil está inconsciente, Vicky está mucho peor. Solo puedo rezar porque siga viva.

De inmediato decido tomar la voz cantante. Porque si no la tomo yo no la va a tomar nadie. Hallberd, ven conmigo a la camilla aquella del fondo. Los demás, intentad conseguir que Emil se despierte, quizá con unos golpecitos en la cara o algo de agua. Si lo hace que intenté ayudar a Vicky, o si alguno sabe algo sobre medicina y cree que es capaz que lo intente.

Junto con Hallberd, si ne hace caso, busco acercarme a la cámara de crío-éxtasis, o lo que quiera que sea, para ver qué hay dentro. No puedo evitar rezar a todo Dios que conozco para que sea el consejero, que siga con vida y por tanto Alexa tenga alguna posibilidad.

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— Uf, tranquilos muchachos, Emil está bien — dijo con una sonrisa tras comprobar el pulso del elfo justo a tiempo para ver cómo el dron volador atrapaba y retorcía a Vicky Morrisona en un ángulo horrible con inhumana y letal precisión. La sonrisa se le congeló cuando las garras mecánicas aplastaron su caja torácica, al igual que unos tentáculos monstruosos habían estrangulado a Alexa. Apenas unos segundos después Raxus y Daeron destruían por completo el dron acabando con el zumbido de sus rotores, pero estaba seguro de que Vicky ya estaba muerta.

— ¿Eh? — respondió distraídamente a Equilibrium con la mirada fija en el cuerpo de Vicky y la sangre que salía por su boca, hasta que se obligó a centrarse — No... Emil está bien, o mejor dicho, "estable". Pero me parece que no se va a despertar tan fácil. Creo... creo que se recuperará del todo, no estoy seguro, pero no creo que lo haga hasta que salgamos de aquí. Está como en coma, y herido. No creo que sea buena idea sacudirle, hay que moverlo con cuidado.— tragó saliva — Vicky, no... Ayudad a Vicky, por favor. Yo no puedo... — Halberd se agachó empezó a rebuscar en los bolsillos del elfo con un nudo en el estómago. Él no era médico, y no podía ayudar a la ranger, pero tal vez al tipo encerrado en la cámara de crio-éxtasis sí, y era evidente que los segundos podían ser decisivos. Lo que no sabía, ni quería pensar, era sobre qué pasaría si necesitaban dos pergaminos de resurrección. — Hace falta una tarjeta para abrir esa cámara. ¿No llevaba Emil una? La debía llevar encima cuando abrió esta puerta.

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El martillo quedó suspendido en el aire. Había sido una gran carrera pero sus compañeros ya habían acabado con el trabajo para cuando él llegó. 

-Buen trabajo -no le quedó más que decir. 

Miró en derredor, desde la altura que le proporcionaba la cama. Emil yacía más allá, inconsciente. Aquello no era bueno. Vicky, casi a sus pies, ofrecía un cuadro más que complicado y una imagen de cómo no debía estar un cuerpo. Negó con la cabeza ante aquel despropósito.

-Halberd -llamó al enano-. ¿Estás seguro de eso que vas a hacer? ¿Para qué abrirla? ¿Qué piensas que puede haber dentro? Si es lo que parece y si la abrimos, puede que lo que encontréis en su interior nos mate. Un organismo enfermo de a saber qué o cualquier otra cosa. U otra mierda de mutante o bicho raro como los que ya nos hemos encontrado. Estamos cayendo como moscas, unos detrás de otros, estamos bajos de moral y de salud. Esta misión se complica por momentos y no hemos dado con nuestro objetivo. Y el tiempo va en nuestra contra. En fin, haced lo que os salga de los huevos, pero estad atentos a cualquier cosa y cierra esa mierda de cámara a la menor amenaza. Daeron, Briaeros, Raxus, esto es una puta enfermería. Deberíamos poder encontrar algo que pueda curar o estabilizar a nuestros heridos. Buscad bien -dijo. 

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Halberd levantó la mirada ante la voz de James: 

— Pues... no se me había ocurrido eso. Pensé que dentro podía estar el concejal. No sé si será él, pero parece que necesita ayuda. — se rascó el cogote antes de seguir buscando — Pondremos la oreja antes de abrirla, para asegurarnos. — como si poner la oreja se tratase de una prueba infalible para detectar elementos hostiles.

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Una nueva refriega estalló en la nueva habitación, una desastrada enfermería, donde un par de drones que deberían servir para sanar y ayudar, se dedicaban a atacar y matar. Daeron se sintió inútil, como de costumbre, al no disponer de magia con qué combatir aquellas criaturas y la poca que aún le restaba posiblemente causaría más problemas a sus aliados que a los enemigos. La impotencia de ver caer a Emil primero y a Vicky después se convirtió en rabia.

Diantres, Daeron. Siempre has sido un tipo muy en forma. Si se te ha negado el don de la magia en este mundo... ¡Aún te quedan tus brazos!, se dijo con creciente furia en su interior, sintiendo que sus músculos de sus brazos eran fuertes y tonificados, mucho más que su comprensión de las artes arcanas, y por ello aferró su bastón luminoso con ambas manos y se acercó al robot que había abatido a Vicky y que Raxus ya comenzaba a propinarle buenos golpes. Alzó el grueso palo de madera sobre su cabeza y dando un grito furioso descargó un brutal golpe que hizo que robot-dron que revoloteaba casi cayera al suelo conforme numerosas piezas salían despedidas. Pero el maldito no caía... aunque descendió lo suficiente para que el enano, con sonrisa satisfecha al tenerlo a una altura apropiada, descargara otro salvaje golpe que terminara por despedazarlo.

- Por los Tres de Dweomer, esto es lo más efectivo que he realizado - dijo el joven, satisfecho con el resultado y consigo mismo, mirando a su simple bastón como si fuera una reliquia de batalla. Pero su mirada se tornó rápidamente hacia los caídos.

- ¿Alguien sabe proporcionar unos primeros auxilios? - apremió, viendo que como toda respuesta los presentes se dedicaban a buscar algo con lo que atender a los caídos y que pudiera suplir la carencia de conocimientos de cómo tratar a los heridos.

Estamos apañados. Que los Tres nos ayuden, pensó desconsolado, uniéndose a la busca a contrarreloj de cualquier cosa que pudiera ayudar a Emil y Vicky.

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Demasiados golpes fallidos habían llevado a dos Rift Warriors más en el suelo. Y todo ello era un problema en un contexto en el que simplemente no tenían medio alguno para hacer nada. Briaeros se unió a la búsqueda por la enfermería, en busca de cualquier cosa que pudiera ayudarles, mientras respondía brevemente a la pregunta de Daeron.

-Tengo conocimientos muy leves sobre primeros auxilios.

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Frunzo el ceño preocupado. Las voces que se escuchan no parecen las del consejero, lo cual es un problema. Aún así ahí dentro parece haber un humano, así que deberíamos sacarlo de allí.

Regreso dónde está Hallberd. Cuando llego allí miro al norte donde los demás están rebuscando entre varios objetos y luego otra vez a Hallberd.

Dame la tarjeta, hay alguien humano allí dentro. Mientras tanto deberías buscar si hay algo útil entre esos objetos que están rebuscando.

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Muxu sonreía cuando Xavier entró de nuevo en la habitación. La ballesta seguía en sus manos, cargada y amartillada, lista para ser disparada, pero no estaba apuntando a ningún lugar en concreto.

- No pensaba librarme de ti. Todavía. - Le dijo con una sonrisa en el rostro. Había escuchado las palabras del mercenario cuando le estaba advirtiendo de que iba a entrar. - ¿Qué es eso de otra refriega? - Preguntó. 

- Emil y el resto estarán acabando con los últimos enemigos que queden por ahí resistiendo. - Comentó imaginando que eso sería. Después de todo en eso habían quedado, Xavier y ella se quedarían cuidando a Thomas, y los demás acabarían de registrar toda aquella zona.

- A ver si nuestra suerte cambia, joder... - Masculló finalmente tras echar un nuevo vistazo al cuerpo inerte de Thomas.

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Shidi se movió como un sabueso por la habitación, olisqueándolo todo menos los culos de sus compañeros. Se detuvo ante los escritorios, sobre los cuales pudo apreciar algunos aparatos de función indeterminada pero que le parecieron podrían serles útiles. 

Alguien los ha machacado a propósito. ¿Por qué?

Y entonces, frunció el ceño y la nariz, como si hubiera encontrado un pelo en la sopa. 

¿Qué es eso?

Se acercó quedando bien claro que era una mochila.

Miró a Equilibrium.

-Abre esa cosa, Equilibrium. Si esto es una mochila, el Concejal no debe de andar muy lejos. Quizá quedó atrapado ahí dentro tratando de escapar de las mierdas de este lugar -le dijo antes de volverse a Halberd-. Échame una mano. Quiero ver qué es esto y podemos ayudarnos mutuamente.

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Halberd atravesaba muy lentamente la enfermería con los ojos pegados a los objetos tecnológicos que husmeaban sus compañeros. Cuando notó que Equilibrium le alcanzó se detuvo.

— Sí, claro Equilibrium. Ten. — le dijo tendiéndole distraídamente la tarjeta negra, casi sin mirarle. Sus ojos saltaban indecisos entre los los artilugios y ordenadores destrozados que poblaban los escritorios metálicos. A quien sí miró fue a Shidi cuando le llamó, muy interesado por aquello que quería que viese. — ¿Qué tienes ahí, Shidi?

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-Baine-dijo, señalando a la mochila, o más bien al evidente bordado que había en uno de sus laterales, donde se apreciaba el apellido. El concejal no debía estar mucho más lejos.

-Y entre eso seguramente haya algo útil-comentó, antes de acudir al lado de Vicky. Había que estabilizar a la herida, y lo haría incluso sin herramientas apropiadas.

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-Unos regalitos de navidad -dijo con divertida sorna. Fue señalando de uno en uno los diversos objetos-. Un detector de radiación. Viejo. Una pistola inyectora con diez cargas de algo que no alcanzo a determinar. Una vara inyectora sin carga alguna, dos cargadores para algún tipo de aparato que no veo por aquí y una vez más, dos inyectores monodosis cargados con un líquido cuya naturaleza desconozco. Está visto que aquí el concepto pastillas o jarabes no les molaban. Nada por vía oral. Al menos, tampoco anal -añadió socarrón, antes de proseguir ya serio-. Tal vez tú puedas determinar si las cargas son de naturaleza médica o no. No nos vendrían nada mal y menos viendo cómo está el personal. Si nos permitieran devolver a la consciencia a nuestros amigos, quizá todo esto habría merecido la pena. Cruzo los dedos porque esto es, a fin de cuentas, una jodida enfermería.  

Tomó aire para luego soltarlo pausadamente.

-Me basta un cincuenta de posibilidades de acierto para usarlo de primeras en Vicky. Ahora mismo es la que está peor y más cerca. 

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Halberd iba estudiando los objetos conforme Shidi los iba señalando. ¡Tecnología médica androffan! Y algunas cosas más. Todo magnífico. Y muy oportuno, también.

— Ah, qué interesante. Hum... Pues a ver... — señaló con un grueso dedo la pistola inyectora — Esa sustancia marrón es curativa, estoy seguro. Y esos inyectores monodosis también. Yo diría que los pequeños deben contener algún coagulante sanguíneo. — se giró para mirar a Vicky y se le cayó el alma a los pies cuando se fijó en su torso aplastado. Briaeros junto a ella trataba de ayudarla, pero parecía difícil abordar el asunto. Al menos seguía intentándolo y no había certificado su muerte aún. — No sé si Vicky necesitará algo más que un coagulante de urgencia... Pero ante la duda, la pistola inyectora debería funcionar. — concluyó.