Partida Rol por web

TRANSCURREN VARIAS HORAS.

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: MEDIA MAÑANA.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA: CUBIERTA CIENTÍFICA.

CLIMA:(EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

- Eso debe ser cosa de la radiación. - Le dije jocosamente a Muxu para relajar el ambiente.   - No te preocupes, seguro que la peluca te sienta estupendamente. - Terminé lanzando un giño a mi espalda.

Bromas aparte, estaba hasta el culo de aquel lugar. Pasábamos tanto tiempo allí abajo que hasta había empezado a desarrollar un gusto por los gusanos. 

Me deje de divagaciones para aceptar la oferta de Halberd. Aunque este rechazo la contraoferta. Bueno, bien, para que usar una ballesta si puedes disparar proyectiles de magia. 

Como comentó Halberd, tal vez Equil le diera mejor uso. Desde luego prefería no darle munición extra a Muxu.

Todavía recordaba el sonido del virote golpeando la glaucita a mi lado.

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—¿Por qué nunca nos enfrentamos a malvados que viven en una isla paradisíaca? —dijo en alto, trasladando una reflexión personal a sus compañeros.

—O a dueños de elegantes casinos. Siempre tenemos que arrastrarnos por sitios inmundos —concluyó.

En alguna ocasión podrían enfrentarse a alguien sofisticado, enfrentar una situación similar a la de las novelas de Ian Flemming. No esperaba que siempre sucediera algo así, pero alguna vez estaría bien. Mientras buscaba al enorme enano y se colocaba a su lado, sacó la ballesta y se preparó para lo que pudiera llegar.

—Por cierto, puedo iluminar algún objeto para que sea como una antorcha ¿alguien necesita luz?

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Se alegraba de ir con la armadura.

La felicidad depende de cosas pequeñas, Shidi. Aunque pesen lo suyo. 

-No -negó-. Con la luz que dan esos plafones del techo, se ve perfectamente. Ahora dejad que ocupe mi sitio -dijo avanzando hasta su posición según la disposición original de Emil. 

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— Espero que te sirva, Callahan. — le había dicho a Xavier tendiéndole la ballesta de mano. — Se ve de bastante calidad, aunque me parece que tiene la potencia de un matasuegras. Pero bueno, tal vez te sea útil. ¿Tu ballesta? Ah, no, gracias. Ya tengo una — hizo un gesto vago, señalando la ballesta que llevaba a la espalda. — Pero a Equilibrium igual le viene bien. Creo que acabó con una estropeada que no dio tiempo a reparar y la dejó en la taberna.

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El enano desenvainó su hacha y se colocó en la segunda línea al lado de Thomas.

Pues ya estamos aquí otra vez- dijo, a nadie en particular- a ver que tal se nos da la expedición en esta ocasión. Alexa, nada de morirse, que cuesta mucho conseguir pergaminos de resurrección. Bueno, Alexa y a todos en general

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- Por orden. Siempre por orden-  murmuró Emil nada más terminar de negociar para que nuevamente se lanzaran los conjuros sobre los Rift Warriors. Y dentro de ese orden...- Halberd, ese truco tuyo me encanta. Y como las aguas son ligeramente radioactivas y bastante horribles... ¿te importa hacer ese mismo truco sobre cada uno de los Rift Warriors? El ir limpios unos minutos no va a venirnos mal a ninguno tras este enésimo infame chapuzón. Por cierto... toma Daeron- dijo tendiendo al mago la varita de proyectiles mágicos.- Aunque si algún otro la prefiere usar, y Daeron está de acuerdo, yo tampoco tengo inconveniente. Pero usadla. Que viene bien ir haciendo daño a nuestros numerosos enemigos. Porque, sí, Thomas, una isla paradisiaca estaría de vicio. O un buen casino con máquinas, y furcias. Pero... en defecto de todo eso, tenemos pasadizos. Y, quizás, oro al final del túnel. Y reputación. Que de alguna manera vamos a tener que ganarnos la vida en este mundo atrasado y tan... peculiar.

Tras las palabras aprovechó para mirar a sus compañeros para cercionarse que estaban más o menos bien. Y sí, bueno, ya saben, sobre todo para mirar a sus compañeras para complacerse en que seguían siendo tan estupendas como recordaba. Al fin y al cabo eran humanas. Había que mirarlas mucho. Uno nunca sabía cuando iban a envejecer.

- O a morirse.- Y cuando con considerable chanza personal dejó que ese pensamiento apareciera en su mente, en su mirada llena de interés, apareció una sombra de preocupación.

Pero había otras cosas en las que pensar. Miró unos instantes a su alrededor mientras (esperaba) Daeron tomaba la varita y Halberd lanzaba los trucos. Tras esto (o inmediatamente si se retrasaba cualesquiera de ambas cosas, en cuyo caso ya reiteraría las peticiones) se desplaza a la vanguardia y avanza, junto al grupo, y cercionándose que nadie se quede atrás, hasta la zona del "ascensor".

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Note cada gota de la mierda líquida de la que estaba compuesta aquella corriente. Note cada mohosa mota de polvo, imaginando si era de color verde, rojo o quien coño sabe si negro. Pensaba que cuanto más oscuro más letal. Una regla básica.

Pero lo que hubiese preferido no notar, fue esa incomprensible sensación de que, una mano invisible, empezaba a acariciar todo el traje. Fue chungo. Tan chungo que empecé a relacionar conceptos.

Magia. Guantes. Caricia.

Mierda. Halberd era un puto pervertido de la tecnomagia.

- "Halberd, ese truco tuyo me encanta". - Resonó la voz de Emil a mi lado. 

- ¡Ostia puta! Claro que sí viejo pirata. - Pensé para mí mientras cerraba los ojos y sonreía.

- ¡Halberd! La última vez vi unos baños. Tranquilo. Podemos hacer una parada. - Dije con una sonrisa lobuna sin siquiera mirar hacia detrás para dejar la duda en el aire.

Me pareció ver cómo Emil fruncía el ceño a mi lado. Le lancé un pequeño guiño.

Si es que me las dejan a huevo.  

Que sufra.

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— Claro. Sin problema Emil. — había respondido Halberd, contento de ayudar.

En su inocencia, el enano se afanaba limpiando los restos del agua radiactiva de sus compañeros. Ya lo sabía, pero el viejo contador Geiger le había confirmado que efectivamente no eran las aguas más puras de por allí.

Halberd pasaba las manos, a veces haciendo girar una pequeña manivela que alimentaba un fuelle en miniatura, una especie de máquina sopladora, y otras simplemente las pasaba cerca como si limpiara y frotara algo imaginario. O algo que quedaba en la imaginación de cada uno.

— Bueno Thomas, este sitio no está tan mal, quitando la parte del baño. Como sigamos así a la armadura de Briaeros se le van a deshacer todos los retenes y juntas de goma... — levantó la mirada cuando Callahan le indicó que había unos baños en la nave si lo necesitaba, aunque sólo le vio la espalda. — ¿Ah, si? Bueno, de momento no me hace falta. Meé antes de salir. Pero está bien saberlo, aunque no sé si me fío de encerrarme en un servicio aquí. Es posible que el váter tenga inteligencia artificial. — se quedó pensativo, sin pillar lo que realmente le decía Xavier — Supongo que si nos sobra tiempo podríamos echar un vistazo. Un váter androffan de miles de años puede resultar interesante.

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Una sonora carcajada se escucha desde el fondo de grupo ante el intercambio que están teniendo. Luego me abro paso hasta Xavier.

Si no vas a usar esa ballesta, me vendría de lujo para cubrir desde el final. Porque como nos encontremos algo y estéis en medio no voy a poder hacer gran cosa. Extiendo la mano esperando que me la dé antes de volver a la cola.

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- Gracias Halberd- dijo Emil quien, ya limpio, escuchó (¿y cómo no hacerlo?) las palabras de Xavier. Pero, reconozcámoslo, ¿qué eran las palabras de un provocador, que estaba provocando conforme era de esperar, con la sensación de estar limpio y, aun mejor, con la visión de tres preciosidades igualmente limpias? Eso por no contar con las obvias ventajas de desprenderse de la mugre y demás.

O, lo que es igual, que Emil entendió perfectamente las referencias del bueno de Xavier, pero ni siquiera le dio ninguna respuesta. Ni tan siquiera un fruncimiento de ceño.

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Vicky avanzó junto al resto de Rift Warriors. Aquél río radioactivo y leno de mierda seguía pareciéndole una de las peores experiencias de la misión. Pelearse con mostruos ortales al menos tenía ese momento de adrenalina y uno se sentía útil cuando conseguía derrotar a alguno, o al menos daãnrle. Pero lo de avanzar bajo aquellas aguas putrefactas era largo, tedioso, y no parecía tener recompensa alguna.

Perdida en sus pensamientos y en piloto automático apenas se dio cuenta de lo mucho que habían avanzado. Por parte mejor, porque oía a Emil darle a la lengua y sabía que aquello significaba que seguramente esta haciendo comentarios de mal gusto a los ojos de la justice ranger. 

Vicky sacó su daga y se dispuso a vanzar junto al resto. Se dio cuenta de que Alexa parecía también estar con la mente en otro lugar. Tal vez aún estaba algo indispuesta tras la resurrección, y la verdad era que no podía echárselo en cara. Se acercó a la mujer, dispuesta a guiarla con cuidado si es que estaba en algun tipo de trance, o tal vez afectada por la situación. No iba a dejarla atrás.

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Tras limpiar superficialmente al último de los Rifts Warriors, Halberd se encaminó hacia el elevador. No había sido gran cosa la limpieza, pero al menos no irían completamente empapados.

Conforme se acercaban al elevador por el pasillo, Halberd le daba vueltas al asunto del concejal y los nanobots comiéndole las neuronas.

— De nada, Emil. A propósito, ¿vosotros llegasteis a despejar por completo esta cubierta? Verás, es que estaba pensando que si hay algún sistema para eliminar los nanitos del cerebro del concejal Bainediría que debe estar en esta cubierta y no en la de ingeniería. ¿No quedará algún sitio por investigar...?

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Las palabras de sus compañeros atrajeron la atención del mago, que se giró sobre su posición y buscó brevemente la mirada de alguno de los presentes para establecer conversación.

—Es cierto, ¿queda mucho por explorar? Como me quedé un poco adormilado la última vez he perdido la perspectiva de lo grande que es esta nave, si es que es una nave.

Esperaba una respuesta que le alegrara el día pero a juzgar por el cuidado con el que iban avanzando todos sus compañeros y el resultado de la última operación, era posible que tuvieran por delante una larga jornada repleta de numerosos peligros. Agarró la ballesta con más fuerza al pensarlo, aunque no le era muy útil. Su habilidad como tirador era cuestionable, en la tierra de las grietas al ir con pistola podía disimular más pues la cadencia de disparo le hacía parecer menos malo. Sin embargo en el mundo actual y con armas tan primitivas primaba mucho más la precisión, algo que no le iba demasiado bien.

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El truco de Halberd para adecentarse tras el baño de aguas residuales resultó muy útil y gratificante, agradeciéndolo al enano. No caminar empapado en líquidos malolientes y pegajosos, aportaba una gran comodidad al ya de por sí incómodo acto de explorar aquella nave.

- No estoy seguro, Halberd. Que yo sepa, sencillamente, encontramos al concejal y dejamos de lado el resto, volviendo a la superficie. Por tanto, posiblemente, aún quedara algo por revisar - comentó lo más probable el joven. El comentario de Xavier sobre unos baños le hizo gracia, recordando como en Tierra algo de eso habían conocido. Reprimió una sonrisa ante la credulidad del tecnomante y suspirando tomó la palabra.

- Me temo que solo están a disposición de Xavier, Halberd - concluyó.

En su humor. Aunque ojalá fuera verdad que encontráramos alguno, aunque fueran alienígenas. Sería curioso observar cómo esas criaturas hacían sus necesidades. Si es que las hacían, pensó el arcano.

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Avanzamos. Por ahora, más o menos dispersos. Nuestra especialidad.

Al llegar al objetivo fui consciente de un detalle. Nos habíamos dejado un tema por resolver. Al menos si no queríamos dejar nuestro culo al aire.

- Mierda. - Pensé. Odiaba remarcar mis cagadas.

- Chist. Chisssst. Emil, Emil. Al sur de nuestra posición. Tenemos que revisar la sala de donde salieron los extremistas veganos. - Comenté con cuidado.

- Puede que haya más compañía, puede que no. Pero sus, lo que sea en lo que durmiesen, estaban allí. No la palme al poner el primer pie allí. Así que mejor atar los cabos sueltos jefe.  - Sentencié.  

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El enano gruñe ante las palabras de Xavier- habrá que reagruparse para avanzar todos juntos a por el enemigo Emil- dijo. Había dado por supuesto que si avanzaba Emil, que iba en primera línea, el resto le seguiría, pero ya veía que no había sido así- y ya de paso, ordena que si avanzas tu avance el resto, porque sino solo vas a tener a un enano pegado a tu culo todo el viaje, y poco más. 

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Emil, quien se había concentrado unos segundos, hace un gesto casi de dolor y luego niega con la cabeza.

- Raxus tiene toda la razón, Xavier. Espera a que estemos todos, no quiero que la mala suerte o la imprudencia te dejen solo en mitad del peligro con la mitad del equipo... ocupado- esta última palabra la dice en un tono bastante exasperado.- Creo que ya lo ordené Raxus. Cuando hablamos de la conveniencia de seguir el orden de marcha, y de que nadie se distrajera y todo ese tipo de ruidos que hago con la boca.

Pareciera por un intante que Emil va a seguir hablando, pero se contiene y una sonrisa irónica aparece en sus labios.

- En fin, tonto de mi por querer el puesto, supongo. Y, Xavier... no estamos solos. Eso ya te lo puedo decir. Espera a que estemos todos en vez de arriesgarte a ir solo con el grupo desperdigado.

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Aunque la idea de Vicky había sido guiar a Alexa de la mano, con cuidado, la medium parecía tener otros planes. El grupo avanzaba pero la medium estaba clavada en su sitio, así que Vicky no tuvo más remedio que emplear algo de fuerza para hacer avanzar a la mujer. Con un empujón, consiguienó que se moviese algo en la dirección adecuada.

- Lo siento, Alexa. - se disculpó mientras avanzaban, al darse cuenta que tal vez había sido algo más bruta de lo que pretendía. Pero si no colaboraba, no le dejaba otra opción. Cerrar la marcha significaba no dejar a nadie detrás,  aunque supusiese arrastrarles.

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Muxu continuó caminando, al principio de manera inconsciente. Casi siguiendo de manera natural los pasos de Daeron. Pero al llegar al primer pasillo que recordaba bien, se detuvo un momento para mirar hacia atrás... a la sala de la que venían. 

Un vistazo rápido le permitió asegurarse de que no había enemigos escondidos allí. Recordaba a los hombrecillos planta que habían aparecido no sabía de dónde durante su primera incursión. Luego se giró y avanzó por el pasillo hasta las puertas que daban a la sala contigua.

Shidi y Briaeros estaban ahí parados así que se detuvo detrás. 

- ¿Enemigos? - Preguntó en voz baja dispuesta a lanzar un conjuro en cuanto fuera necesario.

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-Raxus, que no seas el más alto no quiere decir que no alcances a ver que estamos justo detrás vuestro. Emil dijo, detrás y en tercera línea de formación. Y es donde estamos. Pero si quieres nos acercamos y te abrazamos -gruñó Shidi-. En cuanto os mováis, os seguimos.