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Rippers: Cazadores de monstruos

Episodio 1 - La Boda

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16/12/2017, 22:28
Narrador

La pequeña comitiva salió del salón en dirección al inmenso recibidor de la mansión sin saber lo que les podía estar esperando allí. Los McBride abrían la marcha. Con Eilish casi pegada detrás de su hermano ofrecían una imagen curiosa a un hipotético espectador que les mirara de frente: un irlandés grandote y de anchas espaldas, con dos dagas en ambas manos y mirada amenazante, vistiendo elegantemente, y de cuyos pantalones sobresalían a cada lado los bajos de unas faldas abultadas. Alexander caminaba detrás de la doctora, de momento más preocupado en guardar adecuadamente dos de los tres cuchillos con los que se había hecho, para tenerlos a mano en caso de necesitarlos más tarde. En su mente se veía clavándoselos a Lady Lang en su podrido corazón.

Francis, después de haberle pasado la daga al boxeador, sabedor de que este sabría darle mayor provecho, se colocó detrás de él, sujetando de manera inexperta el largo sable y pensando quizás en poder encontrar una ocasión para demostrar el valor, cuya falta le habían echado en cara. Lord Aidan le seguía a pocos pasos. Continuaba sin hablar. Salvo por un par de gestos, aún no se había comunicado con los demás, pero sus movimientos y la forma con la que sujetaba la daga que había quitado a uno de los esbirros de los Lang daban a entender al resto que podría ser útil en caso de posibles encuentros con más lacayos de la siniestra familia. Cerrando la hilera iba Sir Sutton, quien sujetaba la cruz con mucha fuerza, como si ese objeto religioso fuera la llave para poder escapar de la peligrosa situación en la que intuían que aún se encontraban.

A pesar de los esfuerzos de Seamus por ser todo lo sigiloso posible, los pasos del grupo resonaban sobre el piso de mármol, haciendo que cada pisada sacara gritos de queja a las baldosas. Gritos que eran devueltos por el eco desde cada una de las esquinas del vestíbulo. Imposibles de no ser escuchados. O esa sensación les daba en el absoluto silencio que reinaba en la espaciosa estancia. La puerta de entrada a la mansión se encontraba frente a ellos, aproximadamente a una veintena de metros. Del centro de la planta baja se elevaba una gran escalera de piedra, la cual se dividía en dos ramas laterales a mitad de camino y que daban acceso a una balconada interior que rodeaba toda la segunda planta del edificio. Una gran lámpara de araña colgaba del centro de la habitación. Con un diámetro de al menos dos metros y compuesta de varios cientos de cristales debía de ofrecer una imagen espectacular cuando estuviera encendida, despidiendo destellos luminosos en todas direcciones. Pero no era este el caso ahora. Apagadas como estaban, las decenas de velas solo acentuaban aún más la semioscuridad que reinaba en el gran hall.

Entonces Sir Sutton cerró la puerta tras de sí y eliminó la poca luz que les llegaba desde el salón. Las sombras dominaban ahora la antesala y detrás de cada una de las columnas que sujetaban la galería se adivinaban presencias esperando a saltar sobre ellos en cuanto pasarán a su lado. La inseguridad y la tensión creció algo entre los miembros del extraño grupo. No sabían donde se estaría celebrando la aterradora ceremonia y el recibidor les ofrecía varias posibilidades donde comenzar su búsqueda. En el lado norte, donde se encontraba la escalera, tres puertas ocultaban cerradas su secreto. En el lado opuesto eran dos. Indecisos, todos ellos miraron a su alrededor, tratando de descubrir alguna pista que les mostrará por donde seguir. Francis se adelanto unos pasos, se agachó y palpó algo en el suelo. Era apenas visible, pero el detective no lo pasó por alto. Miró algo más allá y pareció encontrar otro rastro.

– Es sangre. – dijo entonces en apenas un susurro, aún en cuclillas –. Allí hay más gotas. – continuó señalando en dirección a la puerta principal –. Sea lo que sea que tengan entre manos, creo que esta pasando afuera.

Hasta entonces el hombre de mirada triste no había sabido ganarse la confianza del resto. Estaba por ver, si eso cambiaría ahora.

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18/12/2017, 13:15
Seamus McBride

Seamus se tuvo que morder la lengua para no soltarles unos cuantos improperios a mitad de camino. ¿Tenían que ser tan puñeteramente escandalosos? Estaban intentando moverse como gatos por aquellos lujosos pasillos y más parecían asnos borrachos en una hojalatería. Pero poco importaba, parecía ser, porque el lugar estaba desierto. Oscuro y lúgubre, ideal para moverse, pero no sabiendo que allí había tipos con puñales y drogas paralizantes. Y menos estando su hermana a su lado.

Mientras el tipo pálido comprobaba las manchas de sangre del suelo - tuvo que reconocer que tenía buen ojo para los detalles - observó a su gemela: sus mejillas estaban sonrojadas por el esfuerzo y unas sutiles gotas de sudor corrían por sus mejillas, pero sus ojos brillaban de excitación y emoción. Ahí estaba la joven traviesa y alocada con la que se había criado y que pensaba había desaparecido cuando volvieron a encontrarse en Londres. Sin embargo, también estaba esa otra parte, siniestra y lúgubre, que era capaz de perforar las tripas de un hombre sin apenas parpadear. El irlandés tragó con dificultad y se pasó la lengua por los labios, secos como el papel. ¿Era miedo lo que sentía?

Las palabras de Francis llamaron su atención y Seamus sorbió, dudando si confiar en el hombre. Por su actuación en la pelea, era tan útil como la brillante lámpara del techo, pero si recordaba los hechos recientes, sus palabras encajaban: Lang había degollado de un tajo la garganta del sacerdote, y seguramente la del suelo era su sangre. Como se habían ido juntos, anfitrión y esposa, tenía sentido que si seguían el líquido vital dieran con esa bruja y con Allison.

- Fuera pues - indicó, susurrando. Con un gesto de su mano, instó al grupo a que fueran sigilosos y tuvieran las armas prestas. Él, por su parte, dejó la zurda libre y preparó el puñal de metal azulado en la diestra.

Las suelas de sus nuevos zapatos crujieron al avanzar hasta la puerta haciendo que el irlandés ahogara una maldición, pero afortunadamente no escuchó nada al otro lado que indicara que hubiera peligro, así que en cuanto vio que el grupo estaba preparado, abrió la puerta.

- Tiradas (2)
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19/12/2017, 00:00
Dra. Eilish McBride

Eilish no se separó de las espaldas de su hermano, de manera que en el momento que él se detuvo los demás siguieron su ejemplo y se fijaron en cómo el joven de tez enfermiza se agachaba para asegurarse de que había dado con un rastro.

Cuando quiso girar el rostro hacia su hermano se percató de que éste la estaba mirando fijamente. Con el corazón acelerado y un nudo en el estómago le susurró - ¿Estás bien, Seam? ¿Ocurre algo? - la cara que estaba poniendo Seamus la había puesto en alerta, e inmediatamente buscó con la mirada asustadiza la herida de su costado para ver si el sangrado era excesivo. Rápidamente el irlandés había recobrado la compostura y se había centrado en los hallazgos del tal Francis.

Para cuando Eilish quiso seguir la linea de ideas que llevaba su hermano, ya era tarde y ya se había decidido todo. Se había despistado por un instante, pero, por muy mal que lo llevase, no podía pararse ahora a curar a su querido hermano. Se obligó a despejar la mente, volver a centrar su objetivo y agarrar con fuerza el puñal en la derecha y la aguja empapada en sangre en su mano izquierda. Seguidamente se aseguró que la otra aguja seguía donde la había dejado enganchada y se preparó para salir.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dire, me falta un par de agujas en el Equipo ;)

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19/12/2017, 16:54
Alexander Smith "Alex"

Por mucho que Alexander quiso pasar desapercibido durante el trayecto le fue imposible, no era una habilidad que tuviese algo de valor en el ring y mover tanto musculo sin hacer ruido era algo practicamente imposible.

- Definitivamente, tendría que haber traido las botas de entrenamiento ¡Estos zapatos suenan demasiado! -

Una vez Francis determinó la puerta que debían abrir se situó junto a McBride al otro lado de la puerta con sendas dagas en la mano y le hizo una señal a este, cuando estuvo preparado, dándole a entender que no habáa nada de lo que preocuparse al otro lado, aunque claro, viniendo de una persona sorda de un oido, igual la informacion no era demasiado correcta.

- Tiradas (2)
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19/12/2017, 18:21
Francis Douglas

El joven investigador pensó en colocarse a la cabeza del grupo no para dirigirles, sino para hacerse valer en el grupo. Aunque había participado en el combate, sus compañeros no lo sabían y así debía continuar. Sin embargo ya que no estaba versado en combate y no quería morir en el segundo asalto, decidió respetar los actuales puestos de sus camaradas.

Cuando el boxeador hizo referencia a su anterior conversación y que no habría venido mal una ayuda por su parte, Francis asintió con pesar fingido mientras comenzaba a caminar junto a la comitiva.

A pesar del sable y la botella de alcohol los movimientos de Francis eran rápidos y sigilosos. Caminar sin ser visto y escuchado era una de las cosas que sabia hacer bien. Apenas unos minutos después se vieron sumidos en la penumbra cuando Sutton cerro la puerta tras de si. A pesar de la falta de luz Francis observo un rastro de sangre que se dirigía ante la puerta principal.

Todos ocuparon sus puestos con las armas preparadas esperando con impaciencia lo que la siguiente habitación tendría para ellos.

Notas de juego

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20/12/2017, 11:43
Sir Anthony Sutton III

- Hay que reconocer que Lady Stuart tenía razón cuando me recomendó llamar a aquel zapatero de Barnstapple, los botines no aprietan nada y la suela casi se desliza sobre el suelo... - el noble inglés avanzaba mirando al suelo, sorprendido por la diferencia de sonido entre sus pasos y los de algunos de sus compañeros.

Estaba claro que era la diferencia entre un buen calzado hecho a medida y el comprado en algún mercadillo cercano al Támesis. Si salían de allí vivos, encargaría un par para cada uno de sus acompañantes.

Iba ensimismado en sus pensamientos, tratando de acordarse de cómo se llamaba aquel zapatero, cuando escuchó la palabra sangre y el vello de los brazos se le erizó, poniendo todos sus sentidos alerta mientras agarraba la cruz con fuerza y casi se encogía en una posición felina, dispuesto a encararse ante un posible enemigo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Joder, un 20 en notar...

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20/12/2017, 23:34
Narrador

En la oscuridad del gran hall de entrada y con el silencio absoluto que reinaba los seis aventureros se pusieron tensos. Habían demostrado saber defenderse, luchar contra las adversidades, no dudar en acabar con la vida de otros, si la suya dependía de ello. Pero, a pesar de todo ello, aún no habían abandonado aquella mansión, aún no se podían considerar seguros. Entre las sombras del recibidor podrían acechar más esbirros, esperando un descuido para atacarles por la espalda. En el piso superior podría haber pistoleros apostados, aguardando para dispararles cuando menos lo esperarán. La muerte solía llegar sin avisar, sin llamar a la puerta, y para cuando uno quería darse cuenta, ya era demasiado tarde.

Así que los seis trataron de extremar la cautela. Intentaron moverse silenciosamente, con mejores o peores resultados, y atender a cualquier detalle por insignificante que pudiera parecer, mientras avanzaban en dirección a la puerta. Entonces Sir Sutton lo sintió con absoluta claridad. Una aberración. Una monstruosidad más allá de lo tolerable y perdonable. Sus compañeros gastaban zapatos de producción industrial. Posiblemente fabricados en alguna de las nuevas factorías de Northampton. Quizás Croquett & Jones, o Jeffrey West. Nada de artesanía. Nada de manufactura de oficio, donde cada pieza de calzado era única y se adaptaba perfectamente al pie que la llevaba. Al noble no le extrañó por tanto que sus compañeros fueran tan escandalosos y apuntó mentalmente la tarea de proporcionarles zapatos adecuados, si conseguían salir de esta. Pero por encima de los agudos chirridos que provocaban los demás a cada paso, Anthony pudo escuchar algo más. Una especie de zumbido intermitente. Una vibración de baja frecuencia que recordaba de alguna manera a los latidos de un enorme corazón. De una cosa no le cabía duda a Sir Sutton, fuera lo que fuese la fuente de tal sonido, se encontraba en el exterior.

Seamus y Alexander se habían colocado a ambos lados de la puerta principal. Se miraron un momento a los ojos y tomaron una decisión. No tenía sentido esperar más. Debían de salir afuera y descubrir que les estaba esperando al otro lado. El irlandés abrió entonces el portón y dejo que una tenue luz entrará en la estancia, iluminando parcialmente las esquinas y extirpando algunas de las sombras más cercanas. La parte delantera de la mansión estaba tranquila. Si alguien estaba esperándoles, no se dejaba ver. Así y todo había algo extraño en todo aquello. Algo que no terminaba de encajar. Más preocupados por los posibles peligros que pudieran aguardarles allí afuera, al principio no se dieron cuenta de ello y fue Eilish la que les llamo la atención acerca de lo que estaba sucediendo. Ella ya lo había visto antes. La luz que les llegaba era difusa, apenas un resplandor nocturno en un cielo sin luna y completamente despejado. Pero aún quedaban bastantes horas hasta la caída de la noche. Alexander, que era quien se encontraba más cerca de la entrada, apoyó la cara en la madera del alfeizar, para tener un mayor ángulo de visión, y pudo ver un débil fulgor pulsante que venía de la zona del jardín, donde hacía apenas una hora habían estado disfrutando de unas copas y del ambiente festivo de un día que debía haber estado lleno de alegrías y se había convertido en una pesadilla.

Lo que estaba sucediendo a su alrededor no era natural.

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21/12/2017, 06:12
Seamus McBride

El irlandés no terminaba de comprender qué estaba viendo. Aunque Eilish se lo había hecho notar, Seamus frunció el ceño y se quedó ahí clavado, en la entrada, como un perro que intenta entender las palabras de su amo. Miraba el fulgor, al cielo, paladeaba el aire seco de la mañana y negaba para sí. Él, al fin y al cabo, era un hombre sencillo: Animal nocturno, de modales cuestionables, tendencia al alcoholismo y a la franqueza implacable. Para él, el cielo del día podía ser azul o gris, con ocasionales nubes de tormenta. Al atardecer y al alba se volvía anaranjado, y de noche era negro como el alma de un hereje. Pero no comprendía por qué siendo de día aquello parecía noche cerrada. ¿Pudiera ser que hubieran pasado demasiadas horas afectados por esa droga? No, un rápido vistazo a los rostros sorprendidos por sus compañeros le dieron a entender que tampoco comprendían qué estaba pasando.

Bueno – susurró, dando una profunda calada al cigarrillo hasta consumirlo. Lo dejó caer en el suelo y se permitió pisarlo con esos caros zapatos que su hermana le había regalado – Sea lo que sea que estos hijos de mala madre estén haciendo, lo podemos resolver de la misma manera que antes. Vamos allá. Lissie, no te separes.

Bien podrían marcharse de allí. Coger el camino de regreso hasta Londres, entrar en la primera taberna y beber hasta perder el sentido. Olvidarse de Lang, de sacrificios y puñeteras bodas. Pero eso se había convertido en personal cuando el hombre al que había abierto las tripas como un cerdo se había atrevido a intentar matarlos. 

Suspiró, sacó la otra daga ya que no tenía que abrir más puertas y encabezó la marcha hacia el extraño fulgor del jardín. Avanzó pegándose a los parterres para conseguir más cobertura en caso de que allí hubiera tiradores apostados y comprobó que su hermana le seguía pegada a su sombra. Si allí había más esbirros no iba a permitir que volvieran a ponerla en peligro.

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21/12/2017, 13:07
Sir Anthony Sutton III

En aquel instante, pese a la pecaminosa vida que el mayor de los Sutton se deleitaba en llevar y la total falta de creencia, para disgusto de su madre, Anthony se alegró, sin saber muy bien por qué, de estar portando un símbolo sagrado como aquella cruz.

Como decía el famoso Duque de Leastshire, si sangra, podemos matarlo. - respondió a aquel pendenciero pelirrojo que parecía no acobardarse ante nada. - Aunque, claro, él se refería a su señora esposa y las dos hermanas de ésta, quienes le amargaron la vida hasta que se colgó de una viga...

Una parte de su cerebro, seguramente la más sensata, le decía que tomara un carruaje, o incluso un caballo a pelo, y volviera a su hogar, que conviertiera todo en un vago recuerdo, en un sueño. Como en Egipto.

Pero, a la vez, aquel fulgor le llamaba, como el brillo plateado a una urraca, como un niño que necesita dar un rápido vistazo por la ventana cuando el ama de llaves se está cambiando. No es que él hubiera hecho eso nunca, claro está.

Caballeros. - dijo al resto del equipo para indicar que podían continuar en el mismo orden de marcha.

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21/12/2017, 13:56
Dra. Eilish McBride
Sólo para el director

Al salir al exterior su cuerpo reaccionó de manera inmediata y dio un paso atrás por puro instinto. 

- Otra vez no, por favor.

Escuchó cómo  el hada en su cabeza comenzaba a parlotear - Tenemos que salir de aquí. Está ocurriendo otra vez. ¡¡Salgamos!! 

Aunque no tardó en darse cuenta de que no era así, no era igual, su hermano seguía estando a su lado y los sonidos de sus acompañantes seguían ahí. Eso la tranquiiizó más que ninguna otra cosa.

- Está bien, tranquila, ésto es distinto.

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21/12/2017, 15:11
Dra. Eilish McBride

Al salir al exterior su cuerpo reaccionó de manera inmediata y dio un paso atrás por puro instinto. 

- Está bien, tranquila, esto es distinto - al mirar a los hombres que la acompañaban se dio cuenta de que se habían quedado paralizados no sabiendo muy bien lo que pasaba a su alrededor.

- Es de noche cuando debería ser de día, y la calma y el vacío que existe es totalmente antinatural. Y esa luz... Tened cuidado, no sabemos que otras consecuencias puede tener lo que hemos ingerido o qué es lo que está produciendo estos efectos. Si alguien ve o siente algo distinto a lo que acabo de comentar que haga el favor de decirlo cuanto antes - Eilish quería saber si lo que estaba notando era algo colectivo o por lo contrario solo lo sentían algunos de ellos. Eso le daría pié a dos teorías; si uno de ellos lo veía todo de día podría estar sintiendo algo derivado de una droga, alucinaciones por el envenenamiento; si por el contrario a todos les llegaban los mismos estímulos, la droga no era la única razón posible. Aunque su mente, totalmente racional, intentaba cerrarse a cualquier otra explicación que no resultase plausible para el mundo científico.

En cuanto escuchó las palabras de su hermano y cómo la nombraba, volvió a su postura anterior y a colocarse tras de él. No quiso decir nada más. Su preocupación por la situación en la que se encontraban iba en aumento y el mínimo amago de sonrisa había desaparecido de su semblante.

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22/12/2017, 12:30
Francis Douglas

La mas absoluta confusión se reflejo en el rostro de Francis ante lo que vio en el exterior, las tinieblas reinaban el mundo cuando el sol aun no había caído. Confuso miro de manera directa a su superior esperando que le diera alguna respuesta, pero el al igual que los demás estaba algo confundido.

¿Con que este es el poder de la sombra?—. Un gran escalofrió surco por su espalda hasta conquistar los pelos de su nuca.

El joven investigador se puso de cuchillas y busco cualquier rastro de sangre o de huellas, algo que le diera una pista acerca del paradero de los posibles enemigos. Cuando vio como sus compañeros se pusieron en marcha el los siguió con prudencia, buscando en cualquier sombra o esquina. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

En Sigilo saque un 5, que no tengo ningún bono. 

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22/12/2017, 17:40
Alexander Smith "Alex"

La cara de sorpresa de Alexander era demasiado evidente como para que pasara desapercibida, por suerte, puedo comprobar que sus compañeros parecian estar viendo lo mismo que el, pues sus caras no diferian mucho. De pronto una recuerdo alforo en su mente y se dirigió al creador de dicho recuerdo.

- Creo que se refería a esto con lo del mal mayor señor Douglas, y si es así, agradecería cualquier información relevante al respecto

Alexander no acostumbraba a tener miedo, pero tras su experiencia con aquel combatiente sabia que algo extraño pasaba en este mundo, y así se lo habían confirmado los Lang, pero ese espectáculo de luces, sobrepasaba todo límite, cosa que le hizo mantener su posición y no separarse el grupo en ningún momento, portando sendas dagas en ambas manos.

 

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24/12/2017, 02:47
Lord Aidan Huxtable

Vacilantes, inseguros, al principio miraron a su alrededor sin tener muy claro que es lo que estaba sucediendo y, sobre todo, como iban a seguir adelante. Hacía apenas unos pocos segundos estaban luchando por sus vidas y ahora tenían la oportunidad de intentar escapar de aquel lugar y poner tierra de por medio, dejando a Lady Lang y a sus secuaces terminar sin más inconvenientes con aquello que se trajeran entre manos. Dejar que se salieran con la suya. Pero, por los motivos más diversos, al final todos ellos parecieron estar de acuerdo en querer continuar. Ya fuera por curiosidad, por venganza, por amistad, o por querer cumplir con una tarea a la que habían dedicado sus vidas, los seis estaban dispuestos a seguir adelante, a descubrir que estaba sucediendo y a acabar con los planes de aquella familia. En cualquier caso no se podía dudar de su valentía.

– Esto, dama y caballeros, es la prueba de que el ser humano no está solo. De que hay fuerzas más allá de lo que nuestros avances científicos son capaces de explicar y de que hay criaturas ocultas y diabólicas con las que compartimos nuestro querido planeta.

Todos se giraron al unísono al escuchar una voz que, salvo Francis, aún no conocían. El militar que les acompañaba había mantenido la boca cerrada durante todo el rato y ahora, cuando menos se lo esperaban, se dirigía a ellos como respuesta a la pregunta velada que había hecho Alexander al detective. A pesar de que les estaba diciendo algo más acorde con las historias que se cuentan alrededor de un fuego de campamento, para asustar a los más débiles de mente, Lord Aydan mantenía el semblante serio, impertérrito, y el cuerpo en posición alerta. Su tono y su expresión corporal no dejaban apenas dudas de que aquel hombre creía lo que decía.

– No sé lo que nos espera en el jardín y no lo sabré hasta que no haya doblado esa esquina. Pero si sé que va a ser muy peligroso. – continuó con voz baja pero con autoridad, como solo los cargos militares son capaces de poner –. He podido ver de lo que son capaces ahí adentro y han demostrado un gran valor. Pero creo que es mi deber avisarles del riesgo que corren si siguen adelante. Puede que, si continúan, no haya marcha atrás.

En su mirada, que pasaba de uno a otro, se reflejaba un respeto profundo por el arrojó que habían mostrado sus interlocutores. Pero también un interrogante, como si quisiera ver más allá de ellos y descubrir de que madera estaban hechos de verdad. Entonces sonrió satisfecho, algo que Francis no había visto hasta ahora en él, y acabó su oratoria.

– Esta bien. Vayamos a patear el culo a esos indeseables. – Y, mirando a Seamus con ojos que mostraban comprensión, le dedicó a este la última frase –. Y no se preocupe, irlandés, que dejare que sea su daga la que atraviese el ponzoñoso corazón de esa bruja.

Sin más que añadir, dejando algunos interrogantes en el aire cuyas respuestas intuían a la vuelta de la esquina, hizo un gesto al grupo indicando que podían seguir. Había llegado el momento de descubrir que era todo aquello.

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25/12/2017, 07:19
Seamus McBride

Aunque exudaba seguridad en sí mismo por los cuatro costados, Seamus McBride estaba tenso como una barra de acero mientras se movía por esos opulentos jardines. Así que cuando escuchó una voz desconocida tras ellos, pegó un respingo y estuvo a punto de mandar al carajo al casaca roja acompañado de una retahíla de exabruptos. Sólo los cielos saben por qué sólo se contentó con dedicarle una mirada envenenada.

Pero cuando empezó a hablar de fuerzas ocultas, de demonios, y a hablar sobre el coraje que habían demostrado, todo con esa flema británica que tanto enfurecía a Seamus, negó para sí. ¿De todas las personas que se habían tenido que apuntar a aquella batalla campal, uno tenía que ser un meapilas como aquel? Además, con su flamante uniforme, que no se había manchado lo más mínimo - otro como el paliducho de las narices - venía a apuntarse el tanto de la victoria. Que el irlandés era bravo, pero tenía dos dedos de frente, y aceptaba toda la ayuda que recibieran, pero la valentía se demostraba cuando tenías el aliento de tu enemigo en el rostro, y no paseando por jardines bajo la luz de la luna.

—Esto... oye... —abrió la boca para dedicarle una perla, pero el hombre, que parecía haberle leído el pensamiento, pareció querer congraciarse con Seamus y le dio permiso para encargarse de aquella bruja que les había envenenado. Hizo un mohín como respuesta, arqueó las cejas, suspiró y hundió los hombros. Todo en una hermosa secuencia —Pues vale.

—Lissie, ésta es la última boda a la que me arrastras — añadió, antes de encabezar la marcha nuevamente.

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26/12/2017, 12:24
Sir Anthony Sutton III

Y cuando Anthony estaba esperando que el grupo se pusiera en marcha, una voz les sobresaltó y le hizo alzar la cruz de forma más o menos amenazadora hasta que vio que era aquel invitado de la boda.

Y menudo invitado, quien parecía mezclar el conocimiento místico con la chabacanería más barriobajera y les invitaba a acabar con la amenaza de Lady Lang.

—Lissie, ésta es la última boda a la que me arrastras — añadió, antes de ir tras el soldadito.

Al menos hasta que sea desposada... - no pudo evitar murmurar mientras hacía un gesto a sus compañeros para mantener el mismo orden de marcha.

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27/12/2017, 19:21
Dra. Eilish McBride

Concentrados como estaban en lo que ocurría a su alrededor, se sintieron sorprendidos al escuchar una voz que les era totalmente desconocida. Eilish dio un respingo y miró atrás con lentitud para visualizar quién estaba diciendo esas palabras.

Era un hombre ataviado con un elegante traje militar. Lo que más le sorprendió fueron sus palabras. ¿Como un hombre que aparentaba ser pragmático y serio podía soltar tal cantidad de frases que bien podían salir de la boca de un loco borracho? Aunque, después de todo lo que ella le había estando gritando a  Lord Lang, tampoco tenía mucho que echarle en cara.

Lish simplemente se dedicó a escuchar. Cuando oyó a su hermano quejarse se encogió un poco pensando en todo lo ocurrido y volvió su vista sobre la herida de su hermano. Si le pasase cualquier cosa siempre se recordaría que ella había sido la culpable.   

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28/12/2017, 00:25
Alexander Smith "Alex"

Alexander había pasado toda la velada preguntándose que era aquel mal mayor al que su nuevo amigo hacia referencia, y por fin lo tenía delante, no le hacia la menor gracia.

- Señor, si salgo con vida de esto, prometo... - en ese momento su mente se quedo en blanco y supo seguir -  ¡Bueno, de momento que salga con vida, luego ya hablamos!

Y sin moverse lo mas minimo continuó la formación, agarrando firmemente las dos dagas

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28/12/2017, 03:47
Francis Douglas

La voz de su superior sonó fuerte, cargada de autoridad, cortando al momento su intención de responder al lanzador de cuchillos. Todos escucharon con atención las palabras del casaca roja a pesar de que fueran disparatadas.

Francis trago saliva nervioso por lo que vendría a continuación. Detrás de ellos habían dejado varios secuaces vivos y por delante solo existía los desconocido. No podía evitar pensar en todas las probabilidades que tenían de que su “misión” fuera un fracaso, pero aparto esos pensamientos de su cabeza y siguió a sus compañeros.

El joven investigador agarraba con firmeza la botella de alcohol. Después de todo pretendía usarla como una bomba deflagradora, era un arma potencialmente peligrosa pero también podía mantener a raya a los enemigos, después de todo nadie quiere quemarse vivo.  

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29/12/2017, 00:11
Narrador

Escucharon las palabras del militar sin saber muy bien si les estaba hablando en serio o las majaderías que salían de su boca solo eran consecuencia de la droga que les habían suministrado. Mas, teniendo en cuenta los extraños fenómenos atmosféricos que estaban viviendo, un cierto resquemor, una cierta semilla de duda acerca de la posible veracidad en sus palabras se plantó en su interior. Avanzaron despacio, tratando de no hacer ruido. No sabían lo que les esperaba en aquel jardín al doblar la esquina, pero sabían que no tenía sentido retrasar lo inevitable. Si querían saber lo que les esperaba más allá, si querían vengarse de la familia Lang, si querían rescatar a Allison de las garras de sus secuestradores, debían de arriesgar primero un vistazo.

Seamus, quien seguía dirigiendo la comitiva, se volvió a mirar un segundo a sus compañeros, respiro profundo y, tras asentir con la cabeza como señal de salida para los demás, se asomó. Posiblemente fue la mirada de asombro en la cara del duro irlandés la que hizo que el resto quisiera saber que es lo que estaba sucediendo y decidió imitarle. Y entonces pudieron verlo todos.

El joven Lang y su madre estaban en la pérgola que dominaba esa parte del jardín. Él esperaba a uno de los lados de la construcción. Mantenía sujeta a Allison con ambas manos. Una de ellas la sujetaba la boca de la muchacha con fuerza para que no pudiera gritar. La otra sujetaba una daga con la que amenazaba cortar la garganta de la joven, si esta oponía resistencia. Su mujer, pues habían sido desposados oficialmente, miraba con los ojos asustados de un conejo que siente el aliento del zorro sobre él. Esa mirada dejaba claro que sabía que iba a morir.

Lady Lang, la amable anfitriona que se había ocupado de ellos hasta no hace mucho para cercenar poco después el cuello del sacerdote sin mostrar piedad alguna, parecía estar ahora totalmente abstraída en una tarea que requería toda su atención. La cara de la mujer mantenía los rasgos básicos con los que la habían conocido, pero se había vuelto más marcados, más puntiagudos. Venas oscuras surcaban su rostro y destacaban sobre la palidez general de su semblante. Pero quizás el cambio más llamativo lo mostraran sus ojos. La pupila, negra como su corazón, ocupaba todo el globo ocular y en ellos se reflejaba una maldad pura y absoluta, una crueldad sin límites.

Sin embargo nada de todo esto fue lo que llamo la atención del irlandés, haciendo que los demás siguieran su ejemplo y se asomaran a su vez. Más bien fue la fuente de aquel resplandor antinatural y vibrante, aquella que daba suficiente luz a la imagen para poder percatarse de todos esos detalles, y sobre todo el ser que se abría paso a este mundo a través de ella, los culpables del asombro del grupo. La claridad palpitaba con el ritmo de un corazón enfermo, inundando intermitentemente la escena de un fulgor rojizo para devolverla un segundo después a la semioscuridad de una noche de luna llena. Tenia forma helicoidal, con un epicentro de al menos dos metros de diámetro y flotaba en el aire justo encima de la pérgola de piedra. Parecía una puerta dibujada en el cielo por un niño. Y de hecho debía de tratarse de un portal, pues una figura se encontraba al otro lado, apretando su cuerpo contra la entrada que le abría paso a este mundo. Su enorme corpachón de color rosado era una masa de grasa. Los pechos, cuatro en total, colgaban sobre la tremenda barriga y de los perforados pezones colgaban cadenas doradas. Dorados eran los brazaletes de las muñecas y la gruesa cadena del cuello, de la que colgaba un rubí del tamaño de una manzana con un pentagrama en el centro. En medio de la voluminosa barriga se abría una boca con colmillos grandes como los incisivos de un lobo y una lengua gruesa y carnosa como las larvas de un escarabajo. Estaba tachonada de puntas cornudas y ondulaba de manera repulsiva, mostrando su excitación por la inminente llegada. Su cabeza parecía emerger directamente de los hombros, sin el mas mínimo rastro de un cuello, tan grande era la papada de aquella criatura. Y sus ojillos sin pupila miraban con malicia, con un deseo profundo de acabar con los molestos insectos al otro lado del portal y de cosechar sus almas. El craneo estaba coronado con varios pinchos que recordaban a ponzoñosos y sobredimensionados aguijones. La imagen la cerraban unas alitas demasiado pequeñas para poder siquiera mover la terrible masa de aquel ser y que tenían el aspecto membranoso de las de los murciélagos.

Una cacofonía de sonidos completaba el cuadro. Por un lado estaban los sollozos de Allison, que les llegaban algo amortiguados por la mano del joven Lang tapando su boca y por el resto de ruidos. Lady Lang entonaba una melodía en un idioma que no alcanzaban a entender y un zumbido eléctrico subía y bajaba el volumen al ritmo de la vibración del portal. Pero había algo más. Unos lamentos, unas quejas dolidas y amargas. Al principio no fueron capaces de localizar la fuente de estos gemidos, aunque no tardaron en descubrirlo. Amarrados a unas cadenas que sujetaba aquel ser con la mano izquierda, unos cuerpos desnudos y desnutridos se arrastraban tras él. Era tal su grado de desnutrición, que se hacía difícil distinguir su sexo. Sus rostros sin ojos ni boca no ayudaban a diferenciar si se trataba de hombres o mujeres. Pero algo parecía seguro,... En algún momento habían sido humanos.

Lord Aidan parecía no haberse quedado demasiado corto con sus suposiciones y en algo había tenido decididamente razón: después de ver aquello ya no había vuelta atrás. Sus vidas ya no volverían a ser las mismas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Me vais a hacer todos una tirada de Espíritu para ver si superáis el miedo por ver a ese ser. Si no la superáis,... veremos las consecuencias. ;)

Edit: Para que os hagáis una idea, la distancia desde donde estáis hasta la pérgola es de unos veinte metros.