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Sadõ: El Castillo de Omori

La entrada al Castillo Omori

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15/05/2020, 11:44

Tras largas jornadas, el Castillo de Omori es visible a lo lejos. Aún tardaréis unas horas más en cruzar los últimos pasos hasta llegar allí. Por el camino habéis cruzado tropas con el mon (insignia) de los Date que marchaban hacía el sur, campesinos que a veces se paraban para pedir bendiciones a la miko que os acompaña, y grupos de ociosos que merodeaban por los caminos. Sois un grupo muy numeroso para atraer la atención de los bandidos. Una decena de soldados, dos samurais y un pequeño séquito de sirvientes, animales de tiro y comerciantes son demasiado peligro para los vulgares salteadores.

El grupo se detiene en uno de los recodos, apartados en un prado donde crecen las primeras flores en los almendros, el invierno toca a su fin. Los sirvientes preparan el almuerzo, los lacayos que cargan la litera de Diago-hime han posado esta gentilmente en el suelo y su doncella la asiste. Los comerciantes por su parte se acomodan como pueden en sus carretas, algunos duermen entre la carga y otros comen las tortas de mijo o el pescado seco, el que puede. 

Algunos criados, que atienden a Munezawa-san han entrado al bosque, y vuelven mostrando la cercanía de ciervos o otras presas de caza. Es un momento para el reposo, previo a la llegada al final del camino. El templo de Susanoo se alza en una colina cercana al castillo, el santuario fue fundado por la familia Omori cuando construyeron el castillo original, para calma al kami de la oscuridad y su sendero de acceso, sembrado de torii, se inicia en la misma puerta de la fortaleza. 

Mientras dura el receso, es tiempo de relajarse, de hablar. Algunos soldados juegan y apuestan pequeñas cantidades. El tiempo discurre con calma.

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15/05/2020, 15:01
Otoyo Saneda

El camino fue largo y sin muchos contratiempos, nadie se atrevió a robarles, por mucho que las mercaderías pudieran tentar a más de uno. Los acerados filos de las katanas disuadían cualquier codicia. Lo más vergonzoso seria pensar que quienes intentaran asaltar la caravana serian otros ronin, buscando cebarse y cambiar sus destinos deshonrándose un poco más. Saneda recorrería la senda digna, esperando ser lo suficientemente fuerte para cambiar ese destino aciago.

Se sentó a un lado del camino, comiendo pescado seco, observando como los sirvientes revoloteaba alrededor de Daigo-hime. No era el único que intentaba cambiar su destino, aunque en su caso la tarea seria… ¿Más simple? El clan Date solía arreglar matrimonios, así había afianzado su poder, solo tenían que ver que aportaría una princesa de un clan casi extinto.

-Mientras haya un halito de vida- murmuró pensando en las veces que se dijo eso durante una batalla, continuando luchando a pesar de cualquier desventaja. Terminado su frugal comida, se acercó a Toto-San, intrigado por sus mercancías-. Un duro viaje Toto-San. Apenas tiempo para descansar- los hombres de letras resultaban extraños para alguien más ducho a manejar el acero, pero no por ellos destinaba lo poderoso que podía ser un trazo, incluso se parecían en cierta medida.

Notas de juego

si le erré en algun titulo, me dicen :D

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15/05/2020, 23:31
Sakura

La Miko paseaba lentamente admirando las primeras flores que anunciaban la incipiente primavera. Su novicia estaba preparando algo para comer, y ella se alejó un poco del bullicio de los carros y sirvientes, a medias buscando el recogimiento y la paz, a medias estudiando la silueta del Templo Omori de Susanoo, su destino junto al Castillo, su nueva vida.

Observó a los dos hombres conversar, a un lado del camino, el samurai preguntaba algo al comerciante, pero ella pasó de largo y siguió adelante. No quiso importunar a los dos hombres, aunque les dedicó una sonrisa y una inclinación de cabeza.

El paseo la llevó cerca de donde la futura Señora del lugar descansaba tras el ajetreo del viaje. Se acercó a ella, aún sonriente, y la saludó con una reverencia cortés.

-Bonito Castillo, honorable Daigo-sama. Imagino que es tu primera vez aquí, y que el sitio es tan desconocido para  ti como lo es para mí. Espero que los Kami nos sean favorables e inunden nuestros respectivos destinos de ventura y felicidad...

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16/05/2020, 10:39
Uebo Totô

El viaje había sido largo y tocaba a su fin. Apenas estaban ya a un tiro de piedra del castillo y aquella iba a ser la última parada. Totô bajó del carro y se acercó a un sauce, sentándose sobre una piedra junto al tronco, bajo la frondosa sombra de sus ramas, y sacó un par bolas de arroz tostado que le quedaban para el viaje y que devoró a gusto. Un hombre de armas, un samurai, se le acercó. Hizo una reverencia.

- Así es, Otoyo-sama, aunque ciertamente lo he disfrutado- dijo, tras tragar su primer bocado- Nunca había viajado por éste lado del país y lo he encontrado realmente maravilloso. Tan apartado, tan... salvaje. ¿Le apetece un bocado, Otoyo-sama?- dijo el mercader, extendiendo la bola de arroz sin tocar. 

Una dama, una miko, pasó frente a ellos y Totô le devolvió el saludo con una respetuosa reverencia. Volvió a centrar su atención al ronin.

- Quizás esta parada sea lo suficientemente larga para preparar un té. Si es así, me sentiría muy honrado de que me acompañara. 

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16/05/2020, 14:03
Konao Daigo

Dicen que cuando no tienes algo contigo es el momento que más en falta lo echas y en este caso podía confirmarlo. Echaba de menos el silencio, no el de miradas incómodas o conversaciones que bajaban de volumen cuando paseaba, sino al simple silencio de la naturaleza, de la tranquilidad y la paz que tanto buscaba y hacía tiempo que perdió.

Desde la muerte de su familia su vida había estado rodeada de excesivo ruido. Los sollozos de sus largas noches en soledad recordando su antigua vida, los jadeos al temer que podrían volver a cobrarse la vida faltante, las continuas pesadillas sabiendo que no pudo hacer nada y las directrices de su protector Ikage, intentando siempre velar por la seguridad de la princesa. Ahora la acompañaba también el ruido del carromato, centrándose en el repiqueteo de las ruedas sobre la graba del suelo y los pasos de los que la acompañaban, sabiendo que llegado el momento tendría que dejarlos para caminar sola hacia el nuevo capítulo que le habían asignado.

Durante todo el trayecto hasta el descanso estuvo en silencio, simplemente observando el paisaje mientras se despedía del que un día fue su hogar. Con las manos descansando en su regazo y una mirada perdida que se perdía por el horizonte, no podía evitar sentir cierta intranquilidad pensando en un posible ataque, lanzándole miradas de soslayo a Ikage. Sólo eso era suficiente para que sus temores se calmaran.

Agradeció el descanso para estirar las piernas y descansar, ayudada por su doncella y siguiéndola al pequeño espacio que le habían preparado. Con la delicadeza y los modales que le habían enseñado, comió pequeños bocados que masticaba lentamente, degustando los sabores en su paladar, teniendo el máximo cuidado de no manchar ninguno de sus caros ropajes.

Alzó la mirada al escuchar una voz femenina pensando que era su doncella pero, para su sorpresa, se trataba de la Miko que les había acompañado. Sonrió como respetuosa respuesta antes de dejar el cuenco de su comida restante con cuidado, estando prácticamente lleno. Tenía el estómago cerrado por los nervios o la preocupación, no tenía demasiada hambre.

Mi madre me contaba historias sobre este lugar.- Indicó con educación que podía sentarse a su lado y hacerla compañía si así lo estimaba antes de mirar hacia el horizonte, allá donde descansaba el sol.- Hablaba de un amplio paisaje de verdes praderas cubierta de flores de distintos colores. Recuerdo que mencionaba una colina donde, al atardecer, el sol alumbraba todos los rincones antes de llegar la noche, que era lo más hermoso que había visto ninguna.- Sus manos acarició una de las flores más próximas a ella mientras se perdía en recuerdos con una débil sonrisa.- Espero poder verlo algún día y honrar su recuerdo.

Notas de juego

Si me equivoco en algún momento con las desinencias de -san/-dono/-tono y demases, es porque tengo un cacao y ya no sé cómo llamar a quién xD

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17/05/2020, 12:01
Otoyo Saneda

Inclinó su cabeza levemente, casi por costumbre, cuando la Miko pasó a su lado. Tanto tiempo en el camino le hizo olvidar ciertas normas básicas que debería volver a aprender si quería ser un samurái verdadero. Al menos no era paria del todo o un simpe bonge… él si tenía una oportunidad.

-Nunca sabemos hacia donde nos va a llevar nuestros pies, sobre todo si se les da libertad- observó el calzado del mercader, imaginando que estaría poco gastado por estar en su carreta-. También soy nuevo en estas tierras, aunque espero familiarizarme con ellas- se sentó en una roca algo más alejada de la que Totô-San estaba, pero que les daba ligeramente la misma altura. Titubeó medio segundo con su ofrecimiento de alimento, pensando en rechazarlo educadamente, pero necesitaba comer abundantemente si quería impresionar a los Date. Comer bien era muy importante para un guerrero-. Se lo agradezco- no estaba pasando hambre, pero no era un sentimiento desconocido, la guerra solía mostrar todas sus caras con todos… o casi todos-. Por supuesto que le acompañaré, hace un tiempo que no bebo un té preparado como debe ser.

Miró la reunión entre la Princesa y la Miko, de cuya conversación sacaría algún poema su antiguo superior, pero que él solo veía a dos bellas damas conversando. Su atención volvió a centrarse en Totô-San, señalando la carreta.

-Supongo que continuará viaje una vez terminados sus asuntos ¿no?- los mercaderes no solían quedarse mucho tiempo en un mismo lugar, al menos no los que contaban con una carreta. De seguro era un buen momento para afianzar negocios en esa región, la cual estaba sufriendo un fuerte cambio, por eso mismo los ronin llegaban atraídos por esa gran oportunidad.

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17/05/2020, 12:45
Uebo Totô

Tras tomar las bolas de arroz, Toto sacó una bolsa llena de frutos secos y la sirvió en un platillo. Habían almendras, ciruelas secas y nueces. Tomó algunas y se las llevó a la boca mientras sacaba el instrumental para el té.

Preparó primero el fuego, con un puñado de ramas y hojas secas que encontró a su vera, casi sin tener que levantarse. Luego llenó de agua un recipiente y lo puso al fuego mientras preparaba el resto del instrumental y el té. 

- Éste té es de la India. Es un té más fuerte y amaderado que nuestros tés. Espero que le guste.

Una vez caliente el agua, vertió una parte en otro recipiente con un colador y éste lo tapó y agitó. Luego sirvió dos tazas. 

-Así es- contestó al ronin- y teniendo en cuenta la naturaleza de mi mercancía que me marcharé antes de lo habitual en un mercader. Kan'nami, Sun Tzu o Jesucristo no son del interés de la mayoría de las personas... - contó Uebo, tras dar un sorbo a su té negro. 

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17/05/2020, 17:11
Sakura

Sakura se sentó cuando la princesa se lo permitió, a su lado, guardando una moderada distancia. Si durante el paseo había caminado con suficiente lentitud y equilibrio como para que quien no estuviera al corriente no notara la ligera cojera de la Miko, a menos que estuviera fijándose con atención, ahora, sin embargo, los movimientos delataron esta merma en la mujer. 

No es que la molestara demasiado, o rompiera de algún modo la armonía que componía su figura, pero desde luego quizá aquel defecto era la causa de que una mujer como ella, de aparente buena cuna, hubiera acabado, o empezado, como novicia en un convento siendo una niña. 

Su roja hakama se hinchó como una flor cuando se sentó, contrastando con el blanco de su blanca camisa y del verde del prado que las rodeaba. Imitó el delicado gesto de su interlocutora, acariciando con la yema de los dedos una de las minúsculas florecillas que crecían allí cerca.

-Espero que goces de la vista de esa colina, mi Señora. -Su mirada se elevó de nuevo hasta la silueta del Templo.- Quizá sea esa, precisamente, la que acoge los muros del Jinja que me espera, podría serlo. Es una belleza en sí misma, culminando el serpenteante camino salpicado de Torii. Confieso que mi corazón latía acelerado cuando llegábamos, a la espera de conocer el lugar que los Kami han decidido que ha de ser mi destino. Y cuando lo he visto, mi espíritu ha saltado como un niño.

Entonces soltó una pequeña risa, que sonó a cristal y a campanillas, y que truncó la seriedad con la que la Miko estaba hablando, sin descomponer en nada su elegancia. Y añadió, con evidente tono de travesura:

-Bueno... mejor que lo haga mi espíritu, más que mis piernas...

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18/05/2020, 15:01
Otoyo Saneda

-Hace mucho que no bebo té y jamás bebí uno de la India- ciertamente algo tan exótico resultaba un desperdicio para alguien como él, por lo que agradeció el gesto de compartirlo con su persona aún más-. ¿Qué tan lejos ha viajado?- ¿habría llegado a esas extrañas tierras? Lucia como una persona bastante joven, pero quien sabe la cantidad de sitios que había recorrido para comprar y vender mercancías-. Autores variados… Aunque temo que mi conocimiento sobre ellos es pobre, me educaron en otras cuestiones.

Había oído mucho de ellos, no siempre cosas buenas, sobre todo del último. Muchos veían con amenaza esas escrituras, peor Saneda creía que era una tontería pensar que lograrían cambiar algo en esa región. Era una curiosidad, una forma de entender a los barbaros del oeste y poco más.

-¿Los ha leído?- el aroma del te ciertamente era extraño, pero no desagradable, inundada sus sentidos con insistencia, abriéndose paso por ser algo sumamente nuevo. Como la primera vez que olió una gran cantidad de sangre, era un recuerdo que no se borraba. Eso sería igual pero mucho más agradable.

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18/05/2020, 20:09
Ikage Munezawa

Ikage Munezawa a diferencia de otros sirvientes no podía permitirse el lujo de dedicarse al esparcimiento o al ocio, la misión a la que estaba consagrado por juramento le ocuparía cada aliento mientras estuviesen en el exterior. Aún estando en una situación de aparente seguridad el peligro podía venir de las formas más insospechadas, incluso de manos de alguien aparentemente inocente como aparentaba la joven Miko.

Tras un breve intercambio entre las mujeres carraspeó interrumpiendo brevemente.

—Daigo-hime... Conozco ese sitio del que habláis y puedo afirmar sin tenor a equivocarme que pronto honraréis su recuerdo —dijo Munezawa—. Si mal no recuerdo, en cuanto atravesemos las tres puertas, desde la hon-maru hasta la san-maru podrás disfrutar de unas vistas privilegiadas que te permitirán ver eso.

Era consciente de que la joven no querría limitarse a sólo un vistazo, probablemente querría recorrer ese espacio, sin embargo, no la daría ese aliento con sus propios labios. Su misión era la de servirla y protegerla y era más fácil hacerlo cuando se estaba en castillo amigo.

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19/05/2020, 11:14
Uebo Totô

Tras otro sorbo a su té, Totô sonrió. 

- No, no he viajado todavía a la India - reconoció-Sin embargo, tengo tratos con los mercaderes gaijín, portugueses, en los puertos de Nagasaki. Ellos traen éste valioso té desde la India, así como puerh de China y otras valiosas delicias. Muchas de las obras extranjeras que llevo las conseguí a través de ellos.

Dio un nuevo sorbo a su té mientras su compañero de viaje consideraba. Le preguntó si había leído a los autores mencionados y su respuesta fue rotunda. 

-¡Por supuesto! ¿Quiere que le enseñe alguno, que sea de su interés? 

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19/05/2020, 11:50
Sakura

-Oh, en ese caso, Ikage san, creo que no tendré el placer. Puesto que no creo que llegue a entrar en el Castillo en sí mismo, a menos que se me invite oficialmente, desde luego. 

La Miko miró al guardaespaldas de la Princesa con curiosidad. Por lo menos, así había etiquetado en su mente al sirviente, pero el modo en que el hombre había interrumpido la conversación de su Ama, aunque ésta fuera con una sacerdotisa y no con alguien de su mismo nivel, no pudo más que sorprenderla.

-Entonces deduzco que tú sí has estado antes en Omori-jo. Y, si es así, entonces obviamente también en el Templo de Susanoo. ¿Qué puedes decirme de ellos? Mi llegada es por causa del fallecimiento de la anterior Miko, que era una mujer ya muy anciana. ¿Conoces a alguien del Santuario? 

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19/05/2020, 13:52
Otoyo Saneda

-Veo que el té es algo muy valioso- una vez más, conocía el té rojo chino de oídas, pero jamás probó el pu-erh y solo olio su aroma una vez. Sin duda ser mercader te daba ciertos privilegios o experiencias veladas para muchos-. ¿Y que me dice de las armas? Solo he visto un Jian* de cerca- no era un arma mala, al contrario, pero solo la vio unos segundos pues pertenecía a un coleccionista. Siempre se preguntó sobre las técnicas de pelea de otras tierras, imaginaba que sería interesante comparar fuerzas-. Me interesa más saber la opinión de los demás que sumergirme en su lectura- lo pensó unos instantes, apoyando una mano en su mentón-. He oído cosas interesantes sobre Sun Tzu, incluso es estudiado por algunos generales.

Notas de juego

si tengo que marcar a los demas, me dices, que no quiero dejarles mil post XD

*Espada china

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19/05/2020, 18:27
Ikage Munezawa

Negó con la cabeza Ikage ignorando la no tan indirecta. No era esa su labor.

—Vine aquí hace muchos años con Daigo-sama1, en aquel entonces no era más que un joven inexperto con más ansias de gloria que de otra cosa. Si me hubieran dicho en aquel momento lo equivocado que estaba no lo hubiera creído —musitó mientras miraba al infinito haciendo memoria—. Vi el templo, o eso creo... Pero no era la mayor de mis prioridades salvo para hacer una ofrenda antes de la partida. Siento no poder decirte mucho más.

Notas de juego

1Aquí me refiero al difunto padre. Esto es algo que me estoy sacando de la manga porque suponiendo que me hizo prestar tal juramento confiaría lo suficiente como para haber compartido con él muchos momentos. Véase visitando el Omori-jo.

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19/05/2020, 18:38

Un sexteto de jinetes acompañado de soldados a pie llegan hasta vosotros. Están bien equipados, así que debe tratarse de un grupo de soldados profesionales, algo excaso y que solo se encontraba dentro de los castillos sirviendo como guardias del señor del mismo. Los jinetes, con sus armaduras impecables, con símbolos de sus familias, denotaban que se trataban de auténticos buke. En esta época aún es común que un campesino encuentre armas y armaduras y se convierta en samurai, aunque no suelen ser reconocidos, esto les permite trabajar para señores menores o pequeños terratenientes como guardaespaldas. En este caso, estáis seguros que si hurgaseis en su linaje, se tratarían de unos orígenes tan antiguos como todo aquello entre el cielo y la tierra.

Daigo-hime, soy Kakebuto Koshi, Date-sama me envía para que les escoltemos en los tramos finales del camino. 

Los soldados, especialmente los más jóvenes miran con interés a la Miko, en sus miradas percibís alivio. Parece que la recién llegada recibirá pronto peticiones de consejo por parte de las gentes de Omori. Uno de los guerreros grita algo al medio centenar de soldados que se despliegan en dos columnas a ambos lados de vuestra caravana. Cuatro de ellos, acompañado de un soldado más mayor, revisan los carros de los comerciantes, registrándolos.

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20/05/2020, 10:27
Uebo Totô

- Vi una, en su funda, portada por un embajador chino. Siento no poder darle una apreciación más concreta - aclaró, haciendo referencia a un Jian.

Cuando Saneda hizo mención de Sun Tzu, Totô se puso de pie y se acercó al carro, levantó la lona que protegía su mercancía y tomó un par de libros. Volvió a bajar la lona y volvió a su asiento. Acercó el libro de Sun Tzu a Saneda para que le echara un vistazo. 

- El Arte de la Guerra es el arte de la paz. El objeto del guerrero es mantener la paz o conseguirla y matar es el último recurso. De lo contrario, no se es un guerrero sino un asesino.

En éste tratado, Sun Tzu, el más importante general chino de su época, nos enseña todo lo que un guerrero debe saber: la importancia de la técnica, del entrenamiento, de la estrategia, la logística, los tiempos, la moral de las tropas, las recompensas... Pero también de la diplomacia y la palabra.

Estoy seguro que le será una lectura muy clarividente y aprovechable.

 

Entonces interrumpió el almuerzo una pequeña tropa de guardias del castillo. Saludaron y comenzaron un registro así que Totô volvió a su carro para asegurarse de que tuviesen cuidado. Un samurai se acercó a su carro.

-Por favor, samurai-dono, le ruego tenga mucho cuidado con mi mercancía para el daimio, pues son delicados libros y papiros, algunos muy importantes y raros que serán muy de su gusto, y no quisiera enfurecerle por hallarse dañados.

He hizo una gran reverencia. 

Notas de juego

Perdón si no pongo el acento raro a Toto ni negritas. Es por que estoy escribiendo desde el móvil. :S

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20/05/2020, 14:46
Otoyo Saneda

Asintió levemente con respecto a las armas, seguramente no eran artículos destacables, más allá que para un coleccionista. Le gustaría probar una de esas armas, al menos para saber cómo se mueven, lo que son capaces de hacer. No reemplazaría su katana, su única compañera durante años, a la cual conocía como si fuera una extensión de su brazo.

Entonces Totô-san fue hacia su carro y una de sus mercaderías, que correspondía a los escritos de Sun Tzu. Saneda tomó lo que le tendía con delicadeza, como si fuera a romperse si afianzaba sus dedos. La explicación del comerciante le hizo sonreír de costado.

-Lo creeré cuando lo vea- había visto demasiada sangre como para creer que eso terminaría y casi pareció apropiado pensar ello al ver llegar al grupo de samuráis, deseosos de acompañar a Daigo-hime-. Quizás luego tengamos oportunidad de charlar. Gracias por el té y la comida- le devolvió los escritos inclinando un poco su cabeza, sabiendo que no podría pagarlos, para acercarse al grupo, poniéndose algo alejado de la princesa y su guardián. No le correspondía hablar a él, era solo un guardián pasajero. Sus ojos estudiaron la postura de aquellos que iban a caballo, notando que era gente verdaderamente importante. Buscó en su memoria alguna historia o rumor sobre Kakebuto Koshi, quien parecía presidir la comitiva.

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20/05/2020, 15:38

Notas de juego

No has oido su nombre previamente. Debe ser un guardián del castillo y esto ha hecho que no haya visto muchos combates por ahora. No tiene asociada ninguna gesta o historia. 

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21/05/2020, 10:44
Konao Daigo

La conversación sobre aquél recuerdo fue rápidamente zanjada por Ikage, fijándose más en las palabras que no había formulado pero se entendía en el contexto que las propias que salieron de sus labios.- Por supuesto.- No podía hacer nada más que aceptar aquello, cogiendo una pequeña taza de té que una de sus doncellas había preparado, bebiendo pequeños sorbos mientras seguía mirando el horizonte, más allá de las tierras de los Date.

Escuchaba de fondo las palabras que intercambiaban Miko e Ikage cuando escuchó a los jinetes. Tuvo la inercia de fijarse primero en los símbolos de familias que decoraban su armadura, una rápida comprobación de saber quiénes eran realmente.

Un placer conocerle, Kakebuto-san.- Sonrió en respuesta mientras se levantaba ayudada por su doncella y asegurándose que la tela de su vestido siguiera igual de lisa que al principio, impoluta. Creían que partirían de inmediato pero, para su sorpresa, uno de los soldados alzó la voz para reclamar la atención del resto, rodeando la caravana que la había acompañado.- ¿Ocurre algo? – Se dirigió expresamente  a Kakebuto Koshi al ser aquél que parecía estar al mando de esa comitiva, buscando una explicación de aquél registro.

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21/05/2020, 16:35

El samurai hizo una inclinación hacía la joven noble.

Ninguno Daigo-hime. Dijo con cautela. Registramos los carros de los mercaderes por seguridad. 
 

El samurai se acercó al carro de Totô y miró por lo alto.

No es preciso registrarlo. Los soldados se dirigieron hacía el resto de carros.

Kakebuto-San volvió a la altura de Sakura, Munezawa y Daigo-hime.

Cuando este lista para proseguir, continuaremos el camino, Daigo-hime. Tras hacer una forma reverencia y ponerse al frente de los soldados.