Partida Rol por web

Motochika hizo una reverencia 

Daigo-hime ha sido avisada por orden de Date-Sama. Tras esto se retiró dejándoos solos.

Saneda se despidió de Sanasuke con una inclinación de cabeza, teniendo mucho en su mente para palabras elegantes. Ahora estaba a solas con Munezawa con quien, siendo sinceros, apenas cruzó palabras durante todo el viaje, siendo más partidarios a dedicarse a la vigilancia y control de toda esa gente. Organizar un campamento era fundamental para poder afrontar un ataque o emboscada. Esa era una gran oportunidad para hablar sin la responsabilidad sobrevolando sus cabezas.

-Monezawa-san, estoy con usted con respecto a lo dicho sobre política. Soy un guerrero, confío mas en el acero que en las palabras… pero intento instruirme en esas cosas- observó los libros… no, seguía buscando la forma de perfeccionarse en el uso del acero, incluso ahora viendo tácticas de otros, para que sus hombres, de tenerlos en algún momento, supieran usar sus aceros correctamente. Uno maneja su espada o sus hombres, de tal manera que tengan mayor eficacia. El precepto era el mismo, aunque los hombres tenían mente propia y a veces necesitaban disciplina-. Espero que mi presencia no avergüence a Daigo-hime, mis vestimentas no son elegantes o nuevas- sonrió como si su estatus caído fuera un chiste en sí, aunque llevaba esa vergüenza muy dentro suyo. Quería saber que pasaba por la cabeza de su aliado, suponía que una vez que la princesa estuviera casada, su trabajo como protector finalizaría o al menos seria mas sencillo.

No pudo pasar por alto aquella mirada y el desdén que trasmitía ya que lo había vivido demasiadas veces, incluso en el propio Clan Tokugawa al no confiar del todo en sus cualidades. Era una clara prueba por ver su reacción o un intento de provocación para que se saliera de su papel y tener así una excusa para chivarse a Date y apresarla, desenmascarando así las verdaderas intenciones que ocultaban Ikage y ella.

Mantuvo su mirada en silencio, escuchando simplemente la forma despectiva que se dirigía a ella, insultándola en su propia “futura” casa sin condicionantes. Sabía que debía guardar las apariencias y no responder para no llamar en demasía la atención, pero estaba representando el papel de una fuerte superviviente que había escapado de las garras de sus enemigos y no temía lo que ocurría, llegando incluso a un leve desafío al no retirar los ojos de las pupilas de Masako.

Observó cómo se marchaba sin saber cuánto tiempo había pasado, teniendo que guiarse por la temperatura del agua. No estaba tan cálida como al principio, pero seguía apaciguando su piel y dándole color a su natural palidez, demostrándole que aquel enfrentamiento apenas había durado un par de segundos.

Tenía claro que preguntaría por su identidad y, si pudiera, se encargaría personalmente de que la respetaran, aunque tuviera que recurrir al propio Date para delimitar esa línea de superioridad que acababa de adquirir con el enlace.

Con la llegada de las criadas sintió que el ambiente se suavizaba, aunque no lo hicieron sus nervios. Se retiró un mechón de cabello húmedo que se había pegado en su mejilla mientras observaba las ropas que debía llevar para la cena que habían preparado, preguntándose si sería suficiente para llamar la atención de Date. Lo quisiera o no su misión era estar a su lado, y qué mejor manera que captar su interés desde un comienzo.

La mujer que acaba de salir, ¿sabéis quién es? – Preguntó con fingida inocencia mientras se levantaba, ayudándose de una sirvienta para no tropezar y dejando que la secasen.

—No se preocupe Saneda-san... En los caminos no es preferible lucirse si no queremos convertirnos en un objeto para los bandidos del camino —contestó Munezawa tratando de tranquilizar a aquel extraño tipo que se les había unido en el camino—. Daigo-hime tiene otras cosas y todos entendemos la situación.

Entonces se incorporó y sonriendo hizo ademán de despedirse:

—Si me disculpas, voy a dirigirme el primero al baño. Quisiera no importunar la reputación de mi señora con mi aspecto.

-El camino es siempre más bondadoso que un banquete Munezawa-san, al menos sabes de donde vienen los ataques- acotó con una sonrisa cansada, quizás recordando algún suceso que continuaba mosqueándole de su pasado-. Por supuesto, debe tener más interés en honrar a Daigo-hime- otra leve inclinación de cabeza, terminando la conversación de momento.

Podría volver a sus libros, esperando para adecentarse un poco o dar una vuelta por el lugar. Quería familiarizarse con el castillo, quizás charlar con alguien. Tambien podria practicar con su espada, nunca se debia olvidar su peso o movimientos. Un dia sin hacerlo atrofiaba los musculos.

Las criadas te acicalaban. Cuando preguntaste, todas se miraron entre ellas.

No lo sabemos Daigo-hime. Dijo una de ellas con cara de preocupación. Hablaré con los criados del Castillo para informarme.

El monje le dejó deberes en los que pensar. Colarse en la cena oficial... no era una empresa fácil. 

Aprovechó la hora de la comida para fijarse en los movimientos de los sirvientes y en las entradas y salidas que utilizaban. Vestían de gris y se movían con la cabeza gacha, sobretodo en presencia de samuráis. Ello le dio la idea de hacerse pasar por sirviente pero, para ello, necesitaría la ropa adecuada y quizás maquillarse un poco, modificar algún aspecto del rostro para no ser demasiado evidente. Tampoco había tenido tiempo de conocer a nadie del Castillo, de quien pudiera servirse. ¿Y si se colaba por el tejado, como los llamados, ninjas, si escuchaba a través del techo, colgado de una biga? Demasiado complicado y arriesgado para él. En tiempo de guerra el castillo estaría muy bien defendido y no podía permitirse que le pillasen de aquella manera. Entonces se le ocurrió una idea.

Se acercó a un capataz de la servidumbre y le saludó.

- Buenas tardes. He oído que va a celebrarse un banquete en palacio, así que he supuesto que necesitarán que les echen una mano y a mí me vendrían bien unos ingresos extras...

Soy un hombre trabajador, educado y sobretodo discreto, así que no molestaría a los comensales. 

Joao sabía que los sirvientes debían ser extremadamente discretos y realizar sus labores sin llamar la atención, así que aprovechó aquella baza para convencer al capataz. Si aceptaba, al menos no tendría que preocuparse porque le pillasen.

Los criados miraron al bueno de Toto, porque para ellos eres Toto, con cara de estupefacción. Uno de ellos sonrió con gesto maquiavélico y le susurró algo a su compañero. Otro criado se acercó, este parecía tener mayor rango que los otros y cuchichearon algo que tu no llegaste a entender muy...El tonto encenderá las lámparas... Parecían decir. Te hicieron gestos para seguirles por unas escaleras y al llegar al entrepiso, retiraron un panel de madera. Delante tuya veías un entramado de vigas de madera que se alzaban sobre un falso suelo/techo. 

Hay un trabajo que puedes hacer. Dijo uno de ellos Nosotros no podemos hacerlo porque somos pocos... Mira, en las vigas están atadas las lámparas. En el castillo usamos velas de Urushi, pero duran poco... debes cambiarlas en cuanto veas una lámpara temblar. Aquí tienes pabilo para encender y una lampara de sebo, abajo no las usan porque huelen mal, así que debes dejarla aquí y cogerla solo para encender.

La habitación era un espacio corrido, cubría el salón del banquete y unas estancias anexas. El lugar que te indicaban para dejar la lámpara de aceite estaba junto a la entrada, en una especie de chimenea que daba al exterior. Sinceramente, parecía un trabajo penoso y deprimente, es fácil entender que no quieran hacerlo, tener que moverte por las vigas, vigilando cada vela y eran cerca de una decena.

Si lo haces bien, compartiremos los restos del banquete contigo. Dijo uno sonriendo orgullo, daba a entender que era una oferta generosa. Siempre sobra mucha comida, pero si lo haces mal te echaremos a patadas y diremos que eras un ladrón.

Toto asintió humildemente, conforme con el trabajo; de hecho estaba exultante, sólo que no lo demostraba. 

- Gracias. Lo haré lo mejor que pueda - ​​​​​contestó, y tomó lo necesario para su nuevo desempeño.