Partida Rol por web

-¿Sólo media docena? ¿Y sin yojimbos? Eso si que es raro...- dijo Totô con sorpresa- Aunque, para raro, el frío recibimiento del Señor Date a su prometida, una joven risueña muy guapa. Vale que es un matrimonio concertado pero ¡ya quisiera yo que me impusieran una mujer así! - dijo teatralmente y con énfasis en la última frase, dando luego un trago a su taza

- La próxima vez que visites a Otae, pregúntale a ella. Seguro que ya sabe algo al respecto. todas las prostitutas, al menos si son un poco espabiladas, se enteran de todo. Aunque...- hizo una pequeña pausa dramática - ya aprovechando, siguiendo tu consejo, quizás sea yo quien aproveche para verla a ella, ¡jojojojo! Espero hacer unas buenas ventas mañana para poder permitírmelo...

Al ver la conversación entre Sanasuke y Munezawa, y sobre todo ante la profunda reverencia de este último, Sakura se adelantó saliendo de su discreto segundo término.

-Disculpad, pero si está ocurriendo algo grave, el Templo y sus sirvientes debe estar preparado. Y como su máxima autoridad, he de saber a qué atenerme.

—Al contrario, vendrá un noble emparentado con el último hijo de Amaterasu y querrá conocer a Daigo-hime en el santuario –contestó Ikage–. Todo debe ir a la perfección para no importunar a su Majestad imperial.

Konao estaba confusa con tanto misterioso y empezaba en realidad a exasperarse un poco, pero cuando Saneda le comentó sobre la visita del representante imperial no pudo más que parpadear varias veces sin saber qué decir, sorprendida.

Por supuesto, será un honor ser su acompañante.- Sin embargo la pregunta sobre el peligro de Ikage fue suficiente para activar sus alertas, acercándose disimuladamente a él como había hecho desde que le conocía, esperando que realmente no hubiera peligro.- ¿Cuándo llegará el noble? Me gustaría prepararme y asearme un poco antes de su llegada.

La reacción de Daigo-hime y Ikage-san resultaban normales, sobre todo si se tenía en cuenta todo lo que debieron sufrir para llegar allí. La princesa estaba en todo su derecho de preocuparse, pues toda su familia fue exterminada. Saneda no debía olvidar ese detalle, pues ella ahora era la esposa de su posible señor y era su deber cuidar de su persona, en todos los sentidos.

-No debe preocuparse Daigo-hime, incluso me ofrecí a ser su escolta, solo para que esté tranquila- sus ojos fueron hacia la Miko, inclinándose sin perder de vista sus ojos-. Lo mismo digo para usted, mientras estemos aquí, nadie osará hacerles daño- el ronin podía parecer un pordiosero a veces, por mucho que ahora vistiera “bien”, pero cuando hablaba de seguridad o escolta, sus ojos cambiaban, acerándose de alguna manera y luciendo especialmente peligroso… y confiable-. Mañana, al alba, Daigo-hime, en el templo de Susano- repitió con paciencia, pues seguramente estos datos habrían sido obviados por la posible presencia de algún agente peligroso-. Tendrá tiempo de descansar y prepararse.

¿Mañana, al alba...?

Sakura parpadeó, mostrando su perplejidad a su pesar. Era ya de noche, y nadie, absolutamente nadie, la había avisado de la visita que tendría lugar al amanecer. El Templo era aún un desconocido para la miko, que había pospuesto ir a conocerlo para acudir primero a la cena del señor del Castillo. Pero era ya su responsabilidad, así como todo lo que aconteciera en él.

-Gracias, señores. Me retiro a descansar, puesto que mañana será un día ajetreado. Pero antes, ¿puedo preguntar el nombre del noble que esperamos? 

Choku, con la boca llena de sake, asintió. Tragó ruidosamente antes de responder.

Nada, sin escolta, los dejó en el pueblo y subió solo con los criados. Ante tu pregunta sobre el enlace y la acritud de Date-sama, otro comerciante llamado Konzo sentenció con jocosidad, compartida por el resto de espadachines.

Ya sabes, los bukes cuando se vuelven mayores solo quieren pasarlo bien. Dijo con una sonrisa pícara. Una cortesana ardiente y solícita, una compañía fogosa y discreta que no requiere de más cuidado que comida y cama... o otros placeres... Pocos querrían así que le pongan un perrito guardián en su alcoba. 

Todos asintieron, algunos hablaron de sus amantes y de sus esposas. Cuando hablaste de Otae, otro de ellos discutió la opinión de Choku.

¿Otae? ¡Es mejor Sui! Dijo vaciando su sake. Una belleza de Okinawa, sumisa y de piel como la nieve, y con unos pechos...

Hizo un gesto refiriéndose a un busto desproporcionado. Todos empezaron a burlarse en coro y dar su opinión sobre sus meretrices favoritas de norte a sur. 

Tôto rió a gusto junto al resto de colegas mercaderes, sin embargo, a Joao le apenaba la ligereza con que se trataba la virtud del amor y la facilidad con que caían en la ociosidad, el vicio y la perversión. Pero no podía mostrar sus verdaderos sentimientos si quería asentar su disfraz. Aprovechó para ver si conseguía algo más de información de la cortesana que, sin duda, se trataría de la dama del arpa que había visto en la cena. Tomó un trago de su té.

- ¡jajajaja! Tenéis razón. Sin embargo... ¿Creéis que habrá una cortesana en el castillo que pueda rivalizar con la belleza y juventud de Daigo-hime? Porque, si es así, será de un gran gusto poder verla...

Tôto reconoció que todavía no estaba casado ya que, desde muy joven, llevaba una vida errante que no le permitió conocer mujer alguna y se había negado tajante en que sus padres le conviniesen una boda - no aparecería por allí... - ejemplificó, sobre aquella hipotética posibilidad.

Rió cuando sus compañeros de establo se vinieron arriba hablando de sus meretrices favoritas, a lo que añadió un "tomo nota..." como forma de salir del paso. 

Joao pensó entonces que el día siguiente sería apropiado para bajar al poblado y visitar alguna taberna y a alguna meretriz. Sería una tarea arriesgada para el resguardo de la virtud pero sabía que había gente que también visitaba a las soldadescas con fetiches más inocentes de los usuales. Pidió perdón mentalmente a su Señor Jesucristo por el simple hecho de planear tales cosas.

Terminó casi el té, dejando sólo lleno el culo de la taza y la rellenó esta vez con un poco de sake, diluyéndose en el resto de té.

Un grupo de guardias se acercó a Motochika, este se volvió para avisaros de algo.

Daigo-Sama, os ruego vuestra disculpa, pero es menester que aquellos que no guardan el castillo se retiren de los jardines. Acompañó al grupo de vuelta al interior y luego marchó hacía el piso superior.

Todos hablaron de su mujer favorita, pero nadie dijo nombres de interés. Algunos parecían demasiado borrachos para decir algo de interés. Poco a poco la conversación fue cesando y los comerciantes fueron yéndose a dormir, borrachos y cansados.

Sin más provecho que sacar de aquella conversación y apagándose los ánimos vencidos por el sueño, Joao decidió seguir el ejemplo y acostarse. Había que descansar bien para las tareas que le aguardaban.

Le hubiera gustado permanecer más tiempo en los jardines para descubrir un poco más sobre qué ocurría sintiendo que todavía algo se le escapaba, pero por desgracia no podía forzar la situación. Llegó a su habitación y a pesar de tener que esperar a que la noche pasara y descansar, decidió girarse hacia uno de los criados que le acompañaban con una inocente sonrisa.

¿Podrías hacer llamar a Ikage? Con los nervios no he tenido tiempo de poder desearle las buenas noches.- No le importaba que la vieran demasiado apegada a su guardaespaldas, al fin y al cabo había sido su espada y escudo después de la supuesta matanza de su familia.- Gracias.- Esperó a que aceptara antes de acomodarse en su habitación, comprobando primero las ventanas y entradas para asegurarse que fuera lo que fuera que se hablase dentro, nadie pudiera escucharlo.

Ikage accedió a la habitación de su huérfana protegida.

Fusae. Dijo en tono contrariado. Tengo la impresión de que deberíamos habernos reunido antes...

Se sentó ignorando tu fingida posición.

Escuchame, los Date están maniobrando para ofrecerme los dominios de los Daigo... hasta ahí todo bien, pero me parece que hay una trampa en todo esto. Mientras hablaba jugueteaba con su Obi Posiblemente intenten congraciarse con el representante imperial usando tu posición y la oferta.

Cuando Ikage llegó por fin a su habitación le ofreció pasar con una sonrisa mientras miraba al pasillo, pendiente de las miradas que pudiera haber por los alrededores antes de cerrar tranquilamente la puerta.

¿Sabes cuánto llevo intentando hablar contigo? – Ya no había rastro de la dulce y grácil Konao. La había apartado a un lado, empujándola a la oscuridad de su mente para descansar del disfraz y mostrar su verdadera cara, la de Fusae, la misma que ahora miraba a Ikage con cierta rabia contenida debido a los numerosos intentos de poder tener este preciso momento.- Me están vigilando, constantemente, ¿sabes lo complicado que es asentir a todo y fingir? – Estaba enfadada, aunque empezaba a no saber si era consigo misma o con el resto, pero estaba claro que lo estaba pagando con Ikage.- El mismo día que llegamos se apareció una mujer aquí, justo cuando me bañaba. No me mostró respeto y creo que… creo que es una de las mujeres de confianza de Date.- Bajó el volumen, como si de golpe temiera ser escuchada.- ¿Crees que la han enviado para espiarme? Ya no sólo en esa ocasión, sino que también la vi en la cena. Era la mujer del Shamisen, seguro que te diste cuenta.- Y como para no hacerlo, ya que esa misteriosa mujer era preciosa incluso a ojos de Fusae.- Intenté preguntar por ella a los criados pero nadie pudo responderme.

Durante toda la charla había estado caminando de un lado a otro en una especie de tic nervioso. Había sabido desde el principio que aquella “misión”, si es que podía tratarse como tal, sería colarlos en la boca del enemigo y sus vidas pendían de un hilo, pero ahora que veía todas las trabas empezaba a temer realmente.

Y no sólo eso. Sakura.- Paró en seco, mirando directamente a los ojos de Ikage mientras intentaba controlar sus palabras.- Empiezo a sospechar de ella, cada vez más.- Se giró para dirigirse hacia un asiento, decidiendo así parar las piernas para calmarse.- Desde el principio insiste en estar a mi lado, incluso en ocasiones que pedí estar solas ahí estaba ella para acompañarme. ¿Qué interés podría tener una Miko en mí, al menos para que prefiera estar conmigo por encima que atender a sus obligaciones en el templo? Lo que me hizo sospechar fue justamente después de la cena, cuando pedí dar un paseo.- Dejó descansar las manos en su regazo, mirando los dibujos de su kimono mientras se perdía en sus sospechas.- Pensaba que iría a bendecir al castillo o a los soldados, ya escuchaste decir a Kakebuto que tendría trabajo de sobra y, aun así, insistió en acompañarme. Tuve que ser franca con ella y pedirle soledad por tercera vez para que me dejara sola, y un así sospecho que puede estar al acecho.- Tras soltar todo lo que pasaba por su cabeza, al menos lo que quería contarle, mostró cierta duda en su rostro. Juntó sus manos pensativa antes de alzar la mirada.- Lo he estado pensando, ¿y si es demasiado pronto para la ceremonia? Tenemos muchas amenazas ahora mismo, tal vez lo mejor sea posponer la boda hasta estar seguros.

Se mantuvo frío, aunque su gesto se crispó.

¿Crees que no estoy vigilado también? Motochika es la mano derecha de Date y nos ha estado controlando a cada momento...y su actitud... Cargada de desprecio, soberbia... maldito espadachín. Dijo con un deje de rabia. Olvídate de la Miko, a lo mejor solo trata de conseguir una aliada dentro del castillo o una benefactora para sacarle oro y ofrendas... Esas alimañas solo piensan en eso.

Se quedó pensativo...

Sin embargo... la cortesana, eso es importante... ¿Dices que vino a buscarte? Quizás sea la amante de ese pedazo de alga seca de Date-Sama. Se levantó y caminó pensativo. No, no... no es bueno. Mantente alejada de ella, demasiado guapa para ser una simple cortesana que toca música y da sexo a un vejestorio rico... Pero la boda debe seguir adelante, estamos muy cerca de conseguir lo que vinimos a buscar para salir corriendo ahora. Mañana te reunirás con el noble, te congraciarás con él y con la miko... a esos "hijos de Kami" les encantan las sacerdotisas y las damas piadosas. Si tienes su favor, serás intocable.

Daba vueltas, hasta que se paró en seco.

Hay que evitar estas reuniones, si tenemos un espía tras nuestros pasos puede que inventen rumores, habladurías para debilitar tu posición. Dijo con tono cansado. Si tienes que avisarme de algo manda a una de las criadas, fingiremos que la utilizo para mi propia diversión y ella me dará tus mensajes, pero solo podemos dejarnos ver como hasta ahora, como un escolta y su señora. Cuando pase la boda podrás montar una red de influencias y nada importará, pero de mientras... paciencia.

Iba a rechistar sobre varios puntos pero sabía que dijera lo que dijera la decisión de Ikage no cambiaría. Se limitó a morderse el interior de la mejilla para canalizar todo aquello que había dejado en el interior y asentir. Al fin y al cabo era una agente de Hattori y su lealtad era tan firme como la mayor de las montañas, poniendo por encima eso a sus propios deseos o pensamientos.

Si lo que quieres es que me mantenga cerca de Miko eso haré, me encargaré de que tanto ella como el noble se queden prendados por la dulzura de Konao.- Todavía le resultaba raro hablar en tercera persona a sí misma, pero eran dos caracteres tan diferenciados que debía hacerlo por su propia cordura.- Aun así te pediría que no descartaras la opción de posponer la boda porque es eso, posponer, no cancelar. Si mi intuición es certera volveré a encontrarme con la cortesana, pero no hallará de mí nada más que el silencio y la encantadora sonrisa de Konao.- Puso sus manos sobre el mentón para disimular la sonrisa de la que hablaba, la que dulcificaba su rostro e iluminaba sus pómulos, aunque al instante volvió al semblante serio. Estaba cansada de tanta “felicidad” fingida, empezaban a dolerle las mejillas.- Te pediría si puedes vigilarla, mínimo quiero saber su papel en todo esto para ver contra quién me enfrento.

Se levantó imaginándose que la reunión no tardaría en llegar a su fin.

Mandaré a mi criada más hermosa cuando necesite hacerte llegar algo, pero serán mensajes encriptados. Si habla de música me referiré a la cortesana, y si lo hace de la fe es sobre Miko, ¿has entendido? – Dudaba que pudiera decirle con señales todos los detalles de los mensajes, teniendo que buscar métodos para que no intercedieran ni sospecharan de sus actos.- Úsala también si quieres decirme algo importante.

Se dirigió a la puerta, colocando su mano sobre la superficie sin llegar a abrirla, olvidándose de un pequeño detalle.

Intenta asistir a las reuniones, como la de la cena. En caso de que no te inviten haré lo posible para que puedas tener acceso, pero necesito que actúes rápido.- Le sorprendió que invitara al Samurai que fue con ellos, Saneda, y no a Ikage.- El samurai tal vez tenga información que nos interese. Hablaré con él para sacar algo en claro.- Repercutió con las uñas en la madera antes de suspirar.- También deberé acercarme al viejo, tengo que lograr que confíe en mí pero todavía no tuve tiempo apenas de hablar con él.- Ya no sólo era las sospechas hacia Miko y la extraña cortesana, sino que tenía que ganarse la confianza del noble, de sus criados, del samurai y se su prometido. Demasiados frentes abiertos para una única persona.

Esperó unos segundos, concentrando todas sus energías en un rápido seseo de aire antes de abrir la puerta, relajando los hombros, el semblante, y mostrando parte de esa "Konao".

Buenas noches Ikage.

Ikage se preparó para abandonar la habitación.

No hay caminos alternativos, si no tenemos un enlace rápido habrá otros jugadores en el tablero. Dijo con certeza. Intentaré aproximarme a la cortesana, tu gánate a los kami para nuestra causa...

Cayó en Saneda.

Es extraño, llevas razón. Otoyo Saneda es una leyenda, un espadachín reputado y honrado, pero ¿invitarlo a reunirse con el representante del Regente Celestial? Dijo pensativo. Mañana os acompañará, no pierdas detalle de sus acciones y que intenciones muestra. 

Salio fuera, saludó con una profunda reverencia.

Buenas noches, Daigo-hime, que espíritus bondadosos velen su reposo.

Y se marchó de vuelta a sus aposentos.