Partida Rol por web

La carta es de tu hermano y dice así:

Hay una conspiración en marcha para asesinar a Oda Nobunaga, dirán que es una venganza de Akechi por la muerte de su madre, pero es falso. Algunos indicios apuntan a que Hideyoshi y Tokugawa son los instigadores debido a que temen que Nobunaga pacte con los extranjeros y están moviendo a sus agentes por todo Japón. Nuestro clan y el plan para adueñarnos del este de Japón está en riesgo. Te confío la labor de descubrir posibles agentes dentro del castillo.

Mi hijo está al tanto de tu misión, pero no dirá nada, salvo que requieras muy necesariamente de su acción.”

La criada aceptó tu explicación.

Sin embago, sería apropiado hacer una ceremonia para calmar el miedo de los sirvientes y soldados

Motochika saludó vuestra aceptación con gesto adusto y una leve inclinación de cabeza.

Ah, hay noticias. Akechi Mitsuhide ha partido apoyar a Toyotomi Hideyoshi, que ha marchado a hacerle la guerra a los Mori, asediando uno de sus castillos o que Tokugawa Ieyasu está recorriendo las tierras de Uesugi para humillar a los daimyos que fueron leales al Clan Uesugi.

Terminó su relato de las noticias que llegaban al norte

Hideyoshi son un clan menor, es el segundo general favorito de Oda Nobunaga. La carta es correcta, te está dejando ver la posibilidad de un golpe para destronar al clan Oda del poder.

Directamente no hay nadie de ellos en El Castillo, pero puede que haya espías o agentes que actúen a beneficio de estos. La situación es que los Date se están convirtiendo en un poder y todos los clanes mayores están intentando lograr su adhesión y obviamente trataran de influir en el Clan. 

Saneda reflexionó unos segundos, formándose una leve arruga en su frente, recorriendo con sus dedos las figuras talladas en la empuñadura de su katana. Su experiencia le indicaba que aquello no era algo momentáneo, pasajero, sino un conjunto de acciones que traerían algún tipo de consecuencia a gran escala. Como guerrero, podía sentir en sus huesos, en sus dedos, en sus pies al tocar la tierra fría, que se avecinaba tiempos de sangre y acero.

-Tokugawa a intentando meter sus narices aquí… ¿Verdad?- preguntó abiertamente, aunque sabía la respuesta por lo dicho por Kakebuto-san, más quería tener la opinión de alguien más importante-. Supongo que no abiertamente, sino usando medios más indignos- no le gustaba mucho la política, el espionaje y demás, aunque entendía que a veces se debía saber ciertas cosas, sobre todo en un campo de batalla. El acero y la disciplina eran necesarios, pero a veces no eran suficientes. Instintivamente, sus ojos fueron hacia los libros que le confiara Toto-san. Curioso.  

Leyó la carta tranquila, imperturbable. Sabía que la muchacha no la habría leído, la lealtad era un principio. 

Cuando terminó asintió, se acercó a una de las velas encendidas y prendió el papel, no tenía que quedar ningún rastro de su misión allí. 

Pero había algo más, algo que debía organizar, con todo el rigor posible. Por dos motivos, para tranquilizar a las gentes de la Casa, y para afianzar entre los habitantes del Castillo y de sus alrededores su buen nombre, y por ende, la confianza que debía ganar si quería que la hicieran partícipe de los rumores y habladurías.

Así que sonrió de nuevo y tranquilizó a la chica con un gesto y con su afirmación:

-Desde luego que celebraré esa Ceremonia, es más que necesaria, porque aunque no tengamos evidencia de que sean realmente fantasmas, tampoco la tenemos de que no lo sean. Las sombras son escurridizas y ladinas, y se infiltran en los hogares y las almas por la más pequeña de las rendijas. Hay que prepararlo todo, encárgate de ello, y de ponerme en contacto con quien pueda colaborar conmigo. ¿Quizá el propio Heizö-dono? 

La chica asintió.

Avisaré a Heizo-san para que se reuna con vos. Dijo servilmente. Hay otro asunto, las novicias del templo esperan órdenes de usted. La anterior sacerdotisa les distribuía labores dentro del dominio del castillo, era algo útil para conocer el ánimo de los campesinos y la presencia de bandidos o wakus en la zona

-Está bien, que venga la novicia más antigua, me entrevistaré con ella. Por lo demás, dejo en tus manos el resto, ya me tendrás al corriente, aún no estoy hecha a las maneras del Castillo y sus gentes, pero no hay tiempo que perder. Así que te necesito como mi asesora, si mi hermano ha tenido confianza en ti, yo también la tengo. Gracias. Por cierto, dime tu nombre, y recuerda que para el resto del personal del Castillo soy simplemente Sakura, no Sakura Date. 

Debía ponerse manos a la obra con prontitud, hacer contactos por un lado, y preparar la Ceremonia por otro, lo que requería tiempo para confeccionar los talismanes, y organizarlo todo. 

-También pide que me reciba Sanemoto-dono, hemos de seguir el protocolo ya que él desconoce mi condición. Y debo verle para preparar la Ceremonia. 

Cuando terminó de leer la carta, la dobló y la acercó al fuego de una lámpara para que se consumiera en cenizas. Se aseguró de que no quedara absolutamente de ella.

-Muchas gracias, señor Heizo... o como se llame. Me haré cargo - contestó Joao con natural determinación.

- Tiene alguna pista de los posibles espías de los Tokugawa? 

—¿Qué asuntos va a tener por aquí Tokugawa? —inquirió con un bufido de desaprobación—. El que parece que se hará con todo el tenga es ese maldito de Oda Nobunaga. Es brillante como general pero también un sádico... Lo del monte Hiei...

Invitó al recién llegado a tomar asiento para acabar tomándolo él mismo:

—Perdóname pero ya empiezo a sentirme viejo y acostumbro a ser directo, supongo que no has venido hasta aquí sólo a saludarnos. Os pido por favor que habléis con franqueza.

Sanasuke se encogió de hombros al oir a Ikage Munezawa

Tokugawa no fue siempre un seguidor de Oda, y corre el rumor de que algo va a ocurrir ¿Qué? No lo sé. Apoyó la mano en el obi. Sin embargo es cierto, Tokugawa ha estado moviendo a ese perro de Hanzō por todos los territorios del norte. Como cuando mando asesinar a Daigo-sama.

Dijo con una mirada suspicaz el samurai.

Igualmente, Date-sama organizará una cena esta noche para preparar la boda. Sonreía con relajación y una mirada afilada. Es una bendición oportuna que el Clan Daigo haya perdurado y quede así unido al destino de los Date.

La criada asintió.

Una no tiene nombre, Date-dono. sonreía con un deje triste. Un nombre es una persona, una es muchas personas según lo que se necesite. Pero si desea llamarme por un nombre, puede llamarme Nsue.

Dicho esto y tras anunciarte que esta noche Sanemoto ofrecerá una cena en honor de Daigo-hime, se espera aunque no se obliga, vuestra asistencia.

Heizō sonrió ante tu pregunta.

En este caso no son simples espías, son agentes que han de espiar e influir... ¿Puede hacer eso un mercader? Negó con la cabeza. En el castillo se mueven muchos pies extraños. Los miembros de la caravana, la amante de Date-sama, o el fantasma que ven los soldados de noche... muchas cosas extrañas, quizás sean una pista.

Dicho esto, tanteando las paredes con la mano y el bastón te acompañó hacía la salida

Los ojos de Saneda se arrugaron levemente, como si hubiera detectado algo que llamara su atención. Era el mismo gesto que realizaba durante una batalla, al notar un movimiento que le permitía acertar un golpe mortal. Por suerte aquello no era una batalla…

-Es más fácil enviar asesinos que guerreros- aunque no siempre era suficiente tener de estos últimos, no importaba la fuerte que fueran, la sangre derramada de una forma u otra terminaba decantando un resultado. Lo aprendió de la forma más cruel-. Durante el camino no tuvimos ningún incidente, aunque temía que intentaran terminar el trabajo… Ahora Daigo-hime podrá respirar tranquila- ciertamente era una gran suerte que la princesa sobreviviera a esa masacre y que los Date hubieran optado por esa filosofía…-. Munezawa-San, ¿Hubo algún intento de Tokugawa de anexar a Clan Daigo?- sintió que se movía en un campo pedregoso, en donde el menor movimiento apresurado podría hacerle caer sobre las afiladas rocas, pero necesitaba saber que llevó al Clan Daigo a ese funesto destino. Sobre todo si eso llegaba a ocurrir en esas tierras.

La observación de Saneda dio bastante en lo que pensar. La muerte de Daigo-sama había acercado a Daigo-hime al clan Date y no tanto hacia los Tokugawa tal y como parecían interesados tanto Saneda como Sanasuke en hacer ver.

—La verdad es que no... Todo sucedió muy rápido. Al poco de morir mi señor se organizó este matrimonio. Sin embargo, perdonadme pero soy de lo más simple, tan sólo sé sobre servir... Nada sobre política.

Decidió dejar a un lado sus pensamientos más funestos y volvió sobre la oferta de Sanasuke:

—Muchas gracias Sanasuke-san. Avisaré a mi señora y después me asearé para estar listo para el encuentro.

-No esperaba menos de ellos...- contestó Joao respecto a los espías - confío en hacerles cometer algún error y desenmascararse. 

Antes de que el monje abriera de nuevo la puerta secreta, preguntó:

-Heizo-sama. Entre los huéspedes que han llegado con mi caravana, hay una meiko. ¿Podría decirme qué referencias tiene de ella? Me temo que, al menos uno de los espías, han venido conmigo... 

Se despidieron y salió de nuevo al exterior. Mientras iba a sus aposentos, no quitó ojo de su alrededor y valoró opciones. Entrenar con los mosquetes discretamente iba a resultar muy complicado, habida cuenta del gran ruido que producen las armas de pólvora: podrían escucharse incluso a kilómetros a la redonda, y en una zona de montaña el eco lo amplificaría todavía más. Cuando viera al Señor Date, le pediría un extenso informe del territorio y del subsuelo del castillo. También tendría que valorar el número de huéspedes y sus calidades a fin de ver que discreciones tomar. No iba a ser un trabajo fácil.

-Bien, Nsue, entendido. Pues acudiré a esa cena, desde luego. Puedes retirarte.

Sakura ni siquiera esperó a que la chica se marchara para empezar a deshacer su equipaje y tomar posesión de la habitación que se le había asignado. Su intención era la de buscar los baños, para asearse y poder ir a la cena en excelentes condiciones, además de relajada y descansada. Si tras la cena Heizo dice que se reunirá con ella, quizá no pueda retirarse a dormir demasiado pronto, y el viaje ha sido largo. 

Eso era lo que siempre había querido.

Estaba en una lujosa habitación que ahora sería suya, siendo especialmente atendida y mimada por criadas personales que la trataban con tanto cuidado como si fuese una muñeca de cristal que pudiera romperse con apenas el tacto, brindándole de todo lo que pidiera o necesitara. A veces, queriendo verificar simplemente si aquello era una ilusión de la que pronto despertaría, daba pequeñas órdenes con tal de saber la eficacia con las que la cumplían. Eran cosas sencillas, tal vez cambiar un complemento o, en este caso, asegurarse de subir un poco más la temperatura del agua del baño para luego decir que estaba demasiado caliente, comprobando así que hacían todo para remediar ese “error”.

Recordaba perfectamente cuando ella estaba al otro lado de esa línea. Siempre miraba a los más adinerados con esa envidia de querer formar parte de ese mundo, achacándose el papel que le correspondía realmente en la vida y asegurando que podría hacerlo mejor. Había hecho todo lo posible para lograrlo y por fin, gracias a Hanzo, lo había logrado pero, ¿a qué precio?

Se metió lentamente en el agua, dejando que el agua descendiera en el baño a medida que su cuerpo se acomodaba. Cerró los ojos y dejó que el agua calmara sus sentidos, sus preocupaciones y miedos, buscando esa paz mental y física que ahora mismo necesitaba con todas sus fuerzas.

Casarse. Ese había sido el precio, algo tan mundano para algunos pero un océano para otros. No quiero casarme.- Abrió los ojos, centrando la mirada en el techo y las decoraciones de la habitación. No es que Fusae se considerara una romántica empedernida, pero ser campesina le había hecho valorar pequeñas cosas como lo era el dinero, algo que ya parecía tener, y la libertad de la que querían despojarla.

Casarse significaba poner tu vida a disposición de tu marido, alguien que ni siquiera había escogido y el que acababa de conocer. No sabía sus gustos, no sabía ni siquiera el tono de su voz, y ya debía de compartir lecho a su lado y darle posiblemente hijos que no quería, no siendo tan joven.

Quería llorar por la impotencia de la situación pero no podía, metiendo completamente la cabeza en el agua para así camuflar las lágrimas que peligraban por salir y dejando que el cálido tacto la reconfortara. Era lo único que podía hacer en esos momentos ya que retroceder supondría la deshonra de su señor y su propia muerte, no podía permitirlo.

Por desgracia esa apacible soledad terminó con el ruido de la puerta, girándose mientras se cubría el pecho por inercia a pesar de que sus sirvientas ya la hubieran visto en más de una ocasión desnuda. Para su sorpresa no era nadie conocido, sino una hermosa mujer que la miraba con superioridad, recordándole a su época de campesina. Una punzada de odio recorrió su lengua, la cual tuvo que morderse con rapidez para recordarse a sí misma que no hablaba Fusae, sino la dócil y superviviente Konao.

Es mucho más de lo que esperaba, y estaré eternamente agradecida por la amabilidad de Date.- Sonrió, una actitud más que estudiada para estas ocasiones, recordándose que ahora mismo no podía levantar ninguna sospecha.- Disculpe, pero creo que no la conozco.- Necesitaba un nombre, una posición, y verificar así el grado de amenaza que conformaba aquella misteriosa mujer.

La mujer te miró de arriba a abajo con desdén, si las miradas matasen habrías caído fulminada en el suelo tras recibir un impacto así. Se giró hacía la puerta y se marchó. Antes de salir se giró levemente, sin mirarte.

Te gustaría saberlo ¿verdad? Sonrió con malicia... Ten por seguro que sabrás quien soy, Daigo-chan.

La mujer se marchó, la tensión de este momento lo había hecho eterno, parecía que llevaseis horas, días o semanas, la una frente a la otra, pero solo fue un instante. Tus criadas volvieron con tu ropa, una de ellas te trajo un aviso.

Date-Sama ha convocado una cena de bienvenida esta misma noche, Daigo-hime.

Procedieron a arreglarte para el almuerzo, en un proceso que llevaría horas.

Heizo se sonrió.

Algo sé sobre esa mujer, viene de un santuario cercano para hacerse cargo del santuario dedicado a Susanoo, el kami de la oscuridad y la noche. Se encogió de hombros Esta noche habrá una cena para recibir a los invitados honorables, obviamente no estás invitado... pero debes estar allí, allí escucharás cosas.

Dicho esto, se marchó con paso decidido. Un joven ayudante le acompañó al girar la esquina.